miércoles, 16 de enero de 2013

BAILAR JUNTOS PERO NO REVUELTOS: DE LAS ÉLITES PETULEÑAS

Robert Redfiel, en Raza y clases en Yucatán, habla de las diferencias entre los conceptos “mestizos” (miembros de la clase baja, o mayas para ser exactos, que no usan ropa a la “occidental”) y “gente de vestido” (gente de “posición”) en la década de los 40 del siglo pasado. Actualmente, el concepto sigue siendo el mismo, y muy poco ha cambiado en los pueblos y "Villas" de Yucatán, salvo la diferencia de que, en vez de “gente de vestido”, se dice “catrina” a la que no usa el traje regional, no habla el maya, y aunque étnicamente puede ser maya o “mestiza”, nunca se considerá una mestiza. Es decir, estos conceptos, si los manejamos siguiendo las terminologías desde afuera de la Península, serán un laberinto de palabras que sólo son posibles de explicar en la jerga propia yucateca, que parte de la historia misma de la Península.
El lenguaje de cada sociedad -señala Redfield- tiene términos para designar las razas y clases de sus miembros, y en la evolución de tales términos puede descifrarse algo de la historia de esa sociedad…¿Por qué una palabra (mestizo) que ordinariamente se refiere a una persona de ascendencia racial mezclada, en Yucatán significa hoy, en diecinueve casos de cada veinte, un individuo que usa cierta clase de vestido. Esta pregunta nos sugiere otras: ¿qué ha sido de los indios?
La respuesta hipotética a esto estribaría en el hecho trascendental del siglo XIX yucateco: aunque en los documentos del siglo XX existe la palabra “indio” e “indígena” para referirse a la sociedad maya, la Guerra de Castas posibilitaría, en la práctica hegemónica discursiva tanto de las élites meridanas como las élites pueblerinas, la negación lexical de la palabra indio, y en la estructura jurídica inaugurada desde Cádiz (1812) y reforzada por los “bárbaros” del oriente de la Península: los indios que quedarían en el dominio yucateco en la segunda mitad del siglo XIX, poco a poco se irían convirtiendo en “mestizos” con sus trajes típicos, su lenguaje y sus costumbres. Estos, a su vez, se diferenciarían de las “gentes de vestido”, es decir, de los “catrines”. Los “kuch vestidos”, eran los que querían dejar el traje típico para ser “gente de vestido”. Hoy en Yucatán todavía existe esa diferenciación, aunque atenuada porque las nuevas generaciones de “mestizos” han optado por dejar las alpargatas y el traje blanco, por los tenis y la mezclilla, pero las palabras “mestizo” y “catrín” aún persisten para subrayar las diferencias no sólo de clases, sino étnicas, obviando la palabra “indio”.
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Por ejemplo, una señora de origen árabe pero nacida en la villa de Peto, de 85 años, me contaba que en sus tiempos mozos, ella observaba una regla básica que funcionaba en Peto en los años 40, y era una regla de división de "clase" mezclada con división racial: cuando los bailes se hacían en el "salón" (es decir, en los bajos del palacio municipal), éste era dividido en dos partes: en una parte -malla o tarima de por medio donde se subía la orquesta a tocar-, bailaban los "catrines" (es decir, los que no eran, o no se consideraba parte de los "mestizos", es decir, de la sociedad maya de la región); y en la otra parte bailaban -creo que más sabroso- los "mestizos", es decir, los que formaban parte de la sociedad maya sin decirlo (eran "mestizos", y ese vocablo connota y denota el antecedente del siglo XIX, posterior a la segunda mitad de ese siglo cruento en infamias. Connota la difuminación de las palabras indio o indígena, para así amestizar a todo la sociedad maya, diferenciándola de los rebeldes de Santa Cruz).
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Thompson, en su libro sobre Ticul (1974) trabajó estas palabras, y ese libro, ya lo he dicho en anterior ocasión, sirve para inquirir a los pueblos de Yucatán durante buena parte del siglo XX. En Peto, los viejos catrines de finales del siglo XIX (dueños de comercios, artesanos, administradores del "Ayuntamiento", algunos finqueros), siguiendo la “cultura en transición”, cederían buena parte de su antiguo poder político y económico menguado tanto por los cambios ocurridos con la Revolución y la "época del chicle" (años 20, 30 y 40 del siglo XX), que trajo, esta última, como la "hojarasca" en Aracataca narrada por García Márquez, a tuxpeños, "turcos", e incluso una árabe que dejó descendencia en Peto.
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Sobre el cambio, o la lenta modificación que sufrió la antigua élite pueblerina petuleña de los catrines (se casaban entre sí, hacían negocios juntos, explotaban a los pocos indígenas autónomos que se dejaban explotar en estas tierras de frontera), Elías Rivero representó ese cambio desde 1911, y es sintomático que dos viejos "catrines", Máximo Sabido y el "doctor" Juan Antonio Pérez Gálvez -dueños ambos de viejas fincas cañeras, Sunná el primero, y Santa Rosa el segundo-, posterior del levantamiento revolucionario de Rivero, fueran los que intentaran cortar de tajo las aspiraciones políticas de este último, mediante un "juicio" donde le dictaron sentencia de 3 meses en la "Penitenciaría Juárez". Entre la frase que Rivero dijo a un "catrín" secretario del Ayuntamiento cuando asaltó el cuartel militar de Peto (lo que sería, pasado los años, el "salón de bailes"), "Ya se acabaron esos tiempos", y las frases de desprecio hacia la población maya escritas por Máximo Sabido y Pérez Gálvez ("Elías Rivero...quien desde que quedó libre en virtud de la amnistía general, no se há ocupado más que en soliviantar á la gente ignorante de este Partido, creándose un círculo de esas gentes que sólo se dedican al alcohol...") existe un trecho histórico y semántico de diferencia.
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A la larga, Rivero se convertiría, lo ha señalado Gilbert M. Joseph, como correa de transmisión del Estado Postrevolucionario, y Máximo Sabido y Pérez Gálvez perderían el empuje ante las nuevas fuerzas económicas y políticas iniciadas por el chicle (turcos como Antonio Baduy, José Sogby o Antonio Teyer, ocuparían puestos de control político y económico). De hecho, Sabido sería afectado por el repartimiento agrario, y sólo en la década de finales de los sesenta y comienzos de los setenta, algunos "nietos" políticos suyos lejanos ocuparían la presidencia municipal. Pero entrado el siglo, y durante más de dos décadas, Rivero escalaría puestos de mando, siendo una influencia “socialista” en la región sureña (pueblos de Peto, Tzucacab, Chacsinkín y Tahdziu lo recordarían por largo tiempo). “Cabecillas” como Pedro Crespo en Temax, o el mismo Rivero, “fueron líderes que gobernaron mundos estratificados, fraccionados y locales, y que intentaron un equilibrio entre el nuevo estado centralizador, promotor de un proyecto de transformación capitalista, y sus propias clientelas locales, mientras trepaban los escalones del poder político…Gente como Crespo, o como Elías Rivero en Peto…fungieron como traductores entre las ideologías populares y las del estado…”.
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Durante todo el siglo XX la época caciquil, en Peto, sería recurrente y estaría unificado por familias que ocuparían puestos de mando en lo educativo, lo administrativo y lo comercial: durante la época del chicle, consideremos a los turcos y a Rivero. Durante la década de los setenta, a dos hijos políticos del viejo Máximo Sabido (Rubén Calderón Cecilio y César Ruiz), y de los ochenta a los noventa, el gobierno municipal se repartiría entre tres hijos de familias chacsinkeñas, uno de la vieja hacienda de Catmís, y otros “catrines” que, junto con los catrines profesorales, moverían las estructuras económicas y políticas de la región…El viejo Elías Rivero, estoy seguro, se revolvería en su tumba si comprobara que los apellidos que en su momento despreció –como los Sabido o los Calderón- serían, al final de cuentas, sus herederos. Porque la rueda del negocio de Peto se movió para estar otra vez donde siempre.
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Fuentes
Joseph, Gilbert M. (2002), “Para repensar la movilización revolucionaria en México: Las temporadas de turbulencia en Yucatán, 1909-1915”, en Gilbert M. Joseph y Daniel Nugent (compiladores), Aspectos cotidianos de la formación del Estado, México, ERA, pp. 143-174.
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Redfield, Robert (1977), "Raza y clases en Yucatán", en Enciclopedia yucatanense, Tomo VI, pp. 295-319.
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Thomposon, Richard A. (1974), Aires de Progreso: Cambio social en un pueblo maya de Yucatán, México, Instituto Nacional Indigenista.
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AGEY, Poder Ejecutivo, Milicia, Máximo Sabido y Pérez Gálvez enjuician a Elías Rivero, caja 742, 1911,

1 comentario:

Karen B. Marin dijo...
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