viernes, 31 de julio de 2015

La Guerra de Castas y la nación independiente yucateca que no fue



Por culpa de esa malhadada guerra, llamada Guerra de Castas de Yucatán, la Península no pudo ser nación independiente. Encontrándose fuera del seno de México cuando en Tepich se dio el grito de Cecilio azuzando a la barbarie el 30 de julio de 1847, los yucatecos (blancos, mestizos e indígenas) no pudieron parar esas mangas de langosta de blancos, mestizos e indígenas levantados en armas,[1] y que comenzaron a crecer de forma sostenida hasta sitiar a Mérida y a Campeche.
El gobierno, desesperado, malbarató la soberanía yucateca a Inglaterra, a España y a Estados Unidos. Nadie aceptó la imploración yucateca, ese grito proferido en medio de la soledad americana mientras los tunkules de guerra de los bárbaros horadaban los días con sus noches, sólo unos cuantos batallones de yanquis llegaron a pelear y a morir como verracos en la floresta peninsular. Y el gobierno, al ver que tantos pueblos del sur y del oriente, tantas haciendas y ranchos de azúcar, y capitales de partidos políticos como Valladolid, Peto o Tekax habían sucumbido ante “la alpargata” del bárbaro, no le quedó de otra que mandar ministros y diplomáticos a México para pedir que la vuelta de Yucatán al seno mexicano sea aceptada a cambio de armas y dinero para contener a la barbarie. Los mexicanos mandaron lo necesario para defender a la civilización yucateca que corría el peligro de fenecer en medio de la más completa oscuridad, y no le pidieron a los yucatecos anexarse nuevamente al Estado mexicano. Por ese sólo gesto magnánimo, los yucatecos todos, agradecidos, exigieron la inmediata reincorporación de Yucatán al extraño país llamado México.
La idea soberanista de los yucatecos, sin embargo, no desaparecería. En momentos de auge, y una vez exorcizados los fantasmas de la Guerra de Castas, las élites yucatecas, majadas en sus intereses, volverían a insistir en la independencia de Yucatán en 1915, en los tiempos de Felipe Carrillo Puerto y hasta con Cárdenas.





[1] No necesito decir que la Guerra de Castas fue al inicio, en ambos bandos, multiétnica. 

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