martes, 23 de octubre de 2012

LA MEMORIA SELECTIVA

Adolfo Gilly es y seguirá siendo uno de mis historiadores de cabecera para entender y explicar la Revolución mexicana y la lucha de los "dominados", de los "subalternos", de los que no entran a la furgoneta de la historia, o entran por la puerta de atrás: los olvidados y los ofendidos. Pero no puedo dejar de resaltar cómo la memoria es selectiva cuando se trata de poner en primer término las necesidades de purezas ideológicas, o estar bien con su amor fidelista y no llamar a las cosas como se debe. En una carta a otro revolucionario académico (González Casanova), respecto a lo de la "crisis de los misiles" acaecido hace 50 años en la Cuba "socialista" de los Castro, Gilly, en un artículo de opinión publicado hoy en La Jornada, señala:
"Se cumplen cincuenta años –¡medio siglo ya!– de la Crisis de Octubre, cuando la locura bélica del Pentágono y de su doctrina militar, combinada con la irresponsabilidad de la casta gobernante en la Unión Soviética, pusieron al mundo al borde mismo de la guerra nuclear y el cataclismo cósmico y al pueblo cubano de su desaparición de la faz de la tierra...."
Acto seguido, Gilly afirma que NO "quiere discutir el tema", de que los principales instigadores de la crisis de los misiles, los que le dijeron a Nikita Kruschev: "Nikita, Nikita mariquita lo que se da no se quita", eran Castro y su nomenclatura de revolucionarios numantinos, que con tal de llevar hasta las últimas consecuencias la luz de su "revolución" oscurecida por actos del Imperio desde Playa Girón, no les tentataba la razón de hacer de su "pueblo" una carnicería, movilizándolo. Pero para Gilly, esto es una prueba, no de la locura de los dirigentes de la satrapía antillana que se iniciaba, sino de actos heroicos y nacionalistas del pueblo cubano:
"Dicen que la prudencia y la sabiduría de los gobernantes de ambas potencias de entonces, Estados Unidos y la Unión Soviética, evitaron la catástrofe. Dicen también que la dirección cubana, Fidel Castro y el Che Guevara, entre ellos, nunca debió haber aceptado jugarse el todo por el todo recibiendo en su territorio las armas nucleares. No pretendo aquí discutir el tema, ahora que quién sabe cuántos estados, grandes y menos grandes, disponen de esas armas y pueden desencadenar el fin del mundo una noche de estas. Quiero recordar cómo reaccionó el pueblo cubano en esos días frescos y ardientes de su revolución, que desde Playa Girón vivía cada día bajo la amenaza del desembarco y la provocación permanente de un barco de guerra de Estados Unidos, cuya silueta podía verse a toda hora desde el malecón, vigilando las entradas y salidas del puerto de La Habana...."
En efecto, Gilly no discute que la irresponsabilidad mayor fue la de Castro: primero por permitir la introducción de misiles, y luego por querer utilizarlos...Castro, desde La Habana, manoteaba, gimoteaba, le decía "comemierda" a Nikita por no permitir que de una buena vez por todas, él mismo, el megalómano de Fidel, pusiera en órbita hacia Washington u otra ciudad gringa, los proyectiles soviéticos instalados en un campo militar cubano. Porque para Gilly lo que cuenta son las pruebas de hombría y "sacrificio revolucionario" de eso que llama "pueblo cubano" para salvar a su "revolución" (en proceso ésta de convertirse en una "revolución petrificada", estancada en el tiempo, vuelta la más burda, abyecta y autoritaria satrapía hermanística):
Trescientos mil hombres y mujeres armados movilizó el gobierno en el ejército, las milicias, los centros de trabajo y de estudio, los barrios y las calles de las ciudades: el pueblo en armas. Hoy, Pablo, vuelvo a decir que esta reacción inmediata de la joven revolución amenazada le salvó la existencia y –quiero pensar hoy todavía– puso un alto a la política de desembarcos estadunidenses en América Latina, aunque las intervenciones nunca cesaran y las amenazas tampoco.....Se trataba en cambio para los cubanos de la supervivencia de su revolución, y eso hacía la diferencia; y de la preservación de la autonomía de sus decisiones en la confrontación entre las dos grandes potencias que disputaban entre sí por sus propios intereses, no por los de Cuba o de Turquía, países a quienes pensaban como peones intercambiables en un ajedrez nuclear donde sólo ellos movían las piezas. Fueron aquellos los días luminosos y tristes de la crisis de octubre, como los llamó el Che Guevara en su carta de despedida.
No me cabe la menor duda de que lo que ha escrito Gilly no tiene el más sentido ético, e histórico, si se trata de defender a un cadáver de "revolución socialista".

sábado, 20 de octubre de 2012

VIDAS PARALELAS

Hay ciertos paralelismos entre el periodista e ideólogo liberal del siglo XIX, Justo Sierra O'Reilly, y el periodista e historiador del siglo XX, Carlos R. Menéndez: ambos fueron pueblerinos, ambos trataron la Guerra de Castas a su modo (uno execró a los "bárbaros" que osaron rebelarse con el machete y la cruz contra la sociedad neocolonial yucateca, el otro espetó "bárbaros" a los políticos de Yucatán que solaparon la infame venta de mayas a los esclavistas cubanos), ambos fundaron periódicos definitivos para Yucatán, y ambos no rehuían la polémica.
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Aunque la prosa romántica de O'Reilly se encuentra a años luz de la prosa completamente periodística de Menéndez, algo los emparienta, y es ese prurito por preservar la memoria de Yucatán: O'Reilly mediante sus "Museos" y "Registros yucatecos" (no me olvido de su ameno libro Los indios de Yucatán), y Menéndez a través de su recopilación exhaustiva de los periódicos del XIX y los que fundó y dirigió en el XX, además de crear el repositorio hemerográfico y bibliográfico privado más importante de Yucatán: la biblioteca que lleva su nombre.
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En mis pesquisas realizadas en las distintas facultades de la UADY, no he visto ninguna sola tesis de historia que toque ese tema, la de las vidas paralelas de estos dos grandes escritores...Creo que esa investigación está por hacerse, y a mi me interesa realizarlo algún día

martes, 16 de octubre de 2012

LOS ORÍGENES DE FELIPE CARRILLO PUERTO: ¿ERA DE PADRES PETULEÑOS?

Un descubrimiento al azar que hice hace unos meses en el Archivo General del Estado de Yucatán (AGEY), es el siguiente: en un libro notarial del Partido de Peto de los años ochenta del siglo XIX, aparece una señora con el apellido Puerto, casada con un Carrillo, que estaba vendiendo una casa del centro de Peto debido a que ya no vivían ahí, en ese pueblo de "frontera", radicando ahora en Motul, en lo más adentro de las plantaciones de henequén. Pensé que se trataba de una pariente "lejana" de Felipe Carrillo Puerto, y le di poca importancia al asunto, sin fichar el documento pues porque no se trataba de algo "historiable" (la venta de una finca urbana sin más ni más). Hoy, buscando una cita bibliográfica que subrayé en la Revolución desde afuera, de Gilbert Joseph, encontré esta frase que había pasado por alto cuando leí el libro, y que hace volar mi imaginación y me impulsa para seguir indagando sobre el asunto de los orígenes familiares del Dragón Rojo con ojos de jade de Motul:
"El padre de Carrillo, Justiniano, era un modesto comerciante que había llegado a Motul desde la turbulenta frontera sudoriental durante la Guerra de Castas y había sostenido a su extensa familia con una pequeña tienda de abarrotes pegada a un billar de gran clientela".
Recordemos que a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX, el partido de Peto, un partido de frontera desde el levantamiento indígena de 1847, había sido en repetidas ocasiones objeto de las incursiones de los rebeldes de Chan Santa Cruz, y esto desencadenó una ola migratoria de comerciantes, finqueros de la caña, mayas, mestizos y blancos hacia los lugares más apartados de la "frontera de la civilización". El noroeste henequenero, así como el norte de Belice, le abrieron las puertas a esa población yucateca que huía despavorida por las amenazas latentes de los "bárbaros" del oriente de la Península. En 1875, un informe del Jefe Político del partido de Peto, señalaba la situación dramática que se vivía en ese partido sudoriental. El jefe político daba cuenta de la incesante migración de la gente de los puntos comarcanos del partido de Peto. Lo cito en extenso para tener una apreciación del lugar, y así poder dilucidar el contexto social que el Partido de Peto sorteó el discurrir histórico de la segunda parte del XIX:
La Villa de Peto que estuvo en mejores días en una situación que hacía esperar una época no lejana de grande prosperidad, ha venido a ser únicamente una sombra pálida de lo que fue un tiempo. Sin remontarse a fechas anteriores á la Guerra de Castas, que hirió profundamente los elementos de vida de estas localidades, después de recuperados estos puntos habían gradualmente Peto y sus pueblos recobrado gran parte de sus pérdidas, y las esperanzas renacían cuando en 1853, después de los sucesos políticos de aquel año, comenzó entonces á decaer gradualmente porque las invasiones de los indios sublevados, con sus golpes repetidos, en la misma Villa ó en sus contornos, impulsaban cada vez más a Peto y sus partidos hacia su ruina total. Durante el llamado imperio parecía que iva (sic) á revivir, pero sus estremecimientos rápidos y fugaces se apagaron con la sublevación de los indios del sur, pacíficos entonces casi hasta mediados del año de 1867...De aquí data una decadencia progresiva, y rudos golpes han venido precipitando el descenso de esta antes rica y populosa Villa. La emigración a consecuencia de los tequios vecinales y de la miseria que reagrava aquella, ha venido sucesivamente aumentando una y otra, y hoy la Villa de Peto no tiene capitalistas, quienes han emigrado lejos de aquí a gozar en otros puntos de la riqueza que supieron con su industria sacar de por acá, ni tiene, sino una población que disminuye de continuo y vive en la pobreza engendrada y sostenida por muchas causas. Aunque tema ser inoportuno, debo manifestar que á no decretarse una especial protección a este partido, tal vez no está muy lejano el día en que solo por costumbre pueda dársele tal nombre, cuando tan digno es de ser protegido por la acción de un Gobierno paternal que mira por la conservación y mejoramiento de estas reliquias de nuestro país, devastado por los indios rebeldes y siempre defendido por sus hijos con valor…
Felipe Carrillo Puerto nació el 8 de noviembre de 1874, y para ese entonces, el Partido de Peto era "una sombra de lo que antes fue". Peto nunca logró recuperar su lozanía del periodo azucarero de la primera mitad del siglo XIX. Siguió siendo una sombra pálida de lo que fue, a pesar de que por el rumbo de Tzucacab reverdecían los cañaverales durante la segunda mitad del XIX, y que a finales del XIX y principios del XX, la hacienda Catmís produciría casi todo el azúcar de Yucatán (esa hacienda nunca estuvo imbricada orgánicamente con los lugareños de la región, y en 1911 una gavilla de petuleños le haría saber a sus dueños sus molestias profundas de una forma radical, hacienda una rebelión campesina y devastando a Catmís). Demográficamente, el Partido de Peto no recuperaría a sus 51 mil habitantes que tuvo antes de 1847.
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Estos tres "indicios", lo señalado por Joseph, el contexto demográfico en declive del partido de Peto, y la venta de una casa de una mujer que seguramente fue la madre de Carrillo Puerto, me inducen a establecer el origen petuleño del Dragón Rojo de Motul...No diré que la fiereza y la terquedad de Carrillo Puerto, un blanco de pueblo de ojos verdes, me seducen para escribir que solo del sur podría salir semejante individuo radical...Veremos qué opinan de ello sus biógrafos como Manuel Sarkisyanz, o que es lo que señala el libro de Acrelio Carrillo Puerto (La familia Carrillo Puerto de Motul), o leer detalladamente el estudio interpretativo sobre Carrillo Puerto (En el pórtico de la historia: Biografía de Felipe Carrillo Puerto, Campeche, 2001), de Ramón Berzunza Pinto...
Fuentes: Joseph, Gilbert M. (1992), Revolución desde fuera. Yucatán, México y los Estados Unidos, México, Fondo de Cultura Económica. AGEY, Mérida, Poder Ejecutivo, Sección: Jefatura política del partido de Peto. Serie: Gobernación. Asunto: Rafael Pérez informa al gobernador de la riqueza y prosperidad de los pueblos pertenecientes al partido de Peto, c. 317, vol. 267, exp. 60, fojas 2 (1875).

DON JESUS

Don Jesús Pech, un amigo mío originario del pueblo de Libre Unión, vive en "Juan Pablo", colonia al sur de Mérida, a cuatro cuadras del periférico, por el rumbo del camino de Celestún. Don Jesús tiene 60 años, y trabaja en la biblioteca Carlos R. Menéndez, como encargado de dar los gruesos tomos de los periódicos a los consultantes.
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Es de estatura que no rebasa los 1.60, fuma de vez en vez unos cigarros que se saca de no sé donde (a veces yo convido), y aunque tiene el apellido maya, sus facciones lo delatan como un mestizo al que le encantan las fiestas de pueblo, aunque viviendo más de veinte años en Mérida, don Jesús se ha meridanizado. Rara la vez que regresa a Libre Unión, porque la chamba, mal pagada, lo ha encasillado seis días a la semana.
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No sé cómo se hizo mi amigo, ni cuando fue la primera plática seria que sostuvimos que no fuese sobre consultas de periódicos, pero me alegro porque de esas pláticas don Jesús me ha contado sus observaciones de entomólogo: me ha dicho que en la "Menéndez" existen dos tipos de hormigas con diferentes hormigueros: las rojas y las negras. La otra vez, don Jesús vio como se hacían la guerra entre ellas por unas migas de pan que dejó al pasar un obeso consultante. Y debido a ese afán inquisitorial, de naturalista instintivo, don Jesús ha llevado al límite de lo imaginable su destreza para matar moscas valiéndose de solo unas gruesas ligas que siempre acompañan a sus muñecas venosas....
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Me ha contado que en su pueblo trabajaba la milpa, pero que eso no le daba de comer bien, y que las cosechas se le pudrían y que no tenía buena mano para hacer crecer los maicitos, y se hartó del hambre y decidió marcharse a Mérida.
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Al llegar a Mérida, don Jesús encontró mujer, tuvo familia, y más bocas que alimentar. Hizo varios trabajos que le dieron los medios para crecerla. Hace como 15 años, don Jesús entró a trabajar en la Carlos R. Menendez. Como la Menéndez pertenece a la empresa del Diario de Yucatán, don Jesús aprovechó un programa que les daba la oportunidad a los trabajadores de que terminen sus estudios básicos, y fue así como acabó su primaria y secundaria, y no descarta graduarse de bachiller. Dice que se sabe de punta a cabo cuántos periódicos existen en la Menéndez, y que ha conocido a más de un investigador de renombre, pero pocos han conocido la trayectoria académica, y de vida, de don Jesús.
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Hoy estuve, como siempre, platicando un rato con el. Me sorprendió que me dijera que todos los días, con sus sesenta años en su menudo cuerpo, don Jesús se tomara una hora para ir de su casa al trabajo en su bicicleta "montaña", y una hora más haciendo el trayecto de vuelta.
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Dejo constancia, en estas pocas palabras, sobre los afanes de ese libreuniense digno de admiración.

sábado, 13 de octubre de 2012

CREDO QUIA ABSURDUM

La crítica del cielo se transforma así en la crítica de la tierra, la crítica de la religión en la crítica del derecho, la crítica de la teología en la crítica de la política. Marx
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Quitemos a los curas su púlpito y su hisopo, eliminemos a los pastores de la grey, exiliemos a esa casta sacerdotal del reino de los hombres; a los obispos y a los adoradores y a los estudiosos de la Biblia y a los predicadores del desierto o de la selva, no les hagamos caso.
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Eliminemos días del señor, fiestas de adviento, relicarios y cruces, capillas católicas e iglesias protestantes, navidades y semanas santas, mandamientos y pecados; saquemos toda esa parafernalia obtusa que nos degrada el oído, y ya, cuando no haya nada de nada, cuando no tengamos curas, thomases de kempis, luteros y papas, entonces tendremos los oídos limpios de esa cochambre de cera religiosa, los ojos claros para ver directo al sol, y sólo así tendremos la oportunidad de oír a la hipótesis divina diciéndonos, calladamente:
"Cree, cree".

jueves, 11 de octubre de 2012

SOBRE EL TAN MENTADO 12 DE OCTUBRE

No quiero manifestar mañana ninguna opinión sobre el tan mentado 12 de octubre, me dará flojera leer las epístolas y diatribas morales contra los "invasores" escritas en perfecto o imperfecto castellano, y no en una lengua originaria; omitiré a Palomares y Ochoa con su "Del mar los vieron llegar...", etc; no me meteré en discusiones bizantinas sobre un hecho histórico terminado, diré que las Estatuas de Montejo están bonitas ahí donde están, en el remate del Paseo de Montejo de Mérida la sucia; ni barajaré la carta indigenista recordando las aporías de esa doctrina malévola, ni vomitaré el "mueran los gachupines", ni escribiré las palabras cargadísimas de historicidad como Genocidio, Conquista y pueblos indígenas. Me dará igual que cada quien, desde su perspectiva o desde sus conocimientos, haga alusión al tema de las calaveritas de Colón y su encuentro o desencuentro, su invención o imaginación de este continente con sus gentes donde estoy parado ahora, redactando estos pareceres. Recuerdo que Gómara, en su Historia de las Indias, ya había escrito que “la mayor cosa después de la creación del mundo, con la excepción de la encarnación y muerte del que lo creó, era el descubrimiento de estas partes”, señalando con esta aserción hasta qué punto las tierras nuevas despertaban la inquietud de los europeos.
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Lo cierto es que, desde la perspectiva histórica, fue una larguísima y tremenda hazaña la que hizo el marinero genovés, de ir allá con esos mustios y pobres marineros agarrados a la mala, pasando las Columnas de Hércules, entrando a las Canarias, traspasando el Mar de los Sargazos, el Océano, el padre solitario y maldito océano comedor de hombres y maderámenes, yendo al Mar ignoto donde seguramente lo esperaban endriagos, culebras marinas, sirenas de tetas descomunales que dejan dura la verga de los pobres cristianos con sus cantos rutilantes, maelstroms definitivos, fantasmas de la tierra en medio del piélago cuando lo más profundo de la noche, y motines, motines y más motines de sus esmirriados marineros. Sin duda, lo que hizo el genovés bien pudo haberlo hecho con antelación el vikingo y el chino, pero lo que cuenta, en la historia, es que ni el vikingo ni el chino trastocaron el discurrir histórico de las sociedades indígenas como el genovés sí lo logró hacer. Porque ya desde su primer viaje, Colón dio la pauta en su compulsión nombradora de las nuevas tierras agenciadas para su rey “Las cosas deben tener los nombres que les convienen”, señaló Todorov del encuentro, y Colón comenzó a designar, a resignificar, a esclarecer. La apropiación de las tierras se hace desde la palabra y la práctica de una forma por lo demás curiosa.
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“El primer gesto que hace Colón al entrar en contacto con las tierras recién descubiertas (es decir, el primerísimo contacto entre Europa y lo que habrá de ser América), es una especie de acto de nominación extendido: se trata de la declaración según la cual esas tierras forman parte, desde entonces, del reino de España. Colón baja a tierra en una barca decorada con el pendón real, y acompañado por sus dos capitanes, así como por el notario real provisto de su tintero. Ante los ojos de los indios probablemente perplejos, y sin preocuparse para nada de ellos, Colón hace levantar un acta: “Dijo que le diesen por fe y testimonio como él por ante todos tomaba, como de hecho tomó posesión de la dicha isla por el Rey e por la Reina sus señores”.
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Colón comienza a nombrar y a renombrar, y esto fue escuela para la nueva toponimia dominadora. A Yucatán le pusieron el tan famoso “No te entiendo” (eso significa Yucatán), y cuando le decían a los barbudos que fueran a la casa de los mayas de la punta este de la Península, los barbados bárbaros, tal vez debido a que sus pesadas armaduras les impedía la buena escucha, le nombraron Catoche a un famoso cabo aparecido en los primeros mapas del famoso siglo XVI, el verdadero siglo de la Conquista.
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Sin embargo, no seguiré más este pequeño comentario al tan mentado 12 de octubre, porque creo que todo ocurre para bien, así sea la barbarie civilizadora.

lunes, 8 de octubre de 2012

Que la vida...



Que la vida sea una especie de libreta escrita con lápiz,

y que uno tenga suficiente borrador y tajador para corregir errores,

enmendar frases,

subrayar recuerdos,

tachar discursos, suprimir días y dibujar otros... 

Aunque eso,

eso no sería vida sino un simulacro de ella,

una novela que se marchita.

El poder petrificado

A la puta conchuda de la dictadura cubana, con cariño
El ganador: Hugo Chávez Frías y su populismo galopante, momificante. El perdedor, o la perdedora: la libertad en Venezuela. Porque esa es la democracia, el mejor de los sistemas políticos con el cual los imbéciles llegan o se parapetan en el poder (un poder despótico, simiesco y amorcillado). No obstante de que "una de las mejores democracias en el mundo", la venezolana (dictum del sátrapa de Barinas), se parece demasiado a la tramoya gigantesca que vivimos en el antiguo régimen del carro completo cuando el PRI defenestraba con sus cantaletas seudodemocráticas, Capriles le logró arrebatar 6 millones 150 mil votos, frente a los 7 millones 444 mil votos del dictador "constitucional" y "democrático" (esa historia lo sabemos, Díaz, el tuxtepecano, logró empotrarse en el poder por más de 30 años valido de las elecciones cíclicas y respetando una Constitución con olor a oligarquía feudal esclavista), cifras que hacen clara, patente y rugiente, la pavorosa división demográfica que trasmina cada rincón de Venezuela: Venezuela está partida en dos, en dos caras distintas de la población: una población que vende su libertad a cambio de "seguridad" populista; y una población que le apuesta a la incertidumbre, a la imaginación y al fastidio que producen los fastos del poder petrificado...

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