viernes, 25 de enero de 2013

POST SCRÍPTUM A "BAILAR JUNTOS PERO NO REVUELTOS": HABLA ECHEVERRÍA

En una de esas largas charlas que siempre he sostenido con mi amigo Echeverría en su tendejón, frente al mostrador, salió el tema de la división que se daba en los bailes pueblerinos del Peto de los años 40 del siglo pasado (Véase mi artículo Bailar juntos pero no revueltos). Como descastado profesional de las costumbres pueblerinas que soy, Echeverría me preguntó que “¿a cuántos bailes de aquí has asistido?”. Hice mis cuentas con una mano, y le señalé que, haciendo todos los cálculos necesarios, resulta que en mi vida he asistido a un cuarto de medio dedo meñique, es decir, ¡a ninguno! El hombre, con cara de entre incredulidad y conmiseración hacia mi humanidad que rehúye al baile pueblerino, nomás me veía al momento de percatarse de que traía una libreta negra entre las manos. Me dijo: “Apunte estos pareceres sobre el baile, mi buen “doctor”, que le daré clases de costumbres dancísticas pueblerinas”. Ruego que no se molesten si observan que el discurso de Echeverría está plagado de prejuicios, de oscurantismos pueblerinos, de algunos deslices discriminatorios, etc., pues no quise quitarle la “carnita” discursiva, y en esta decisión seguí las ideas que las lecturas del imaginario y la cosmogonía de Menocchio –molinero medieval del libro El queso y los gusanos, de Ginzburg- me han participado. Subrayo en esta introducción el hecho de que, como dijera Redfield en su momento, las divisiones por las vestimentas (“gentes de vestido”, o “catrines”; y los “mestizos” trajeados distintos de la manera “occidental”) todavía persisten, pero con cambios propios de un pueblo expulsor de migrantes desde la década de los 80 del siglo pasado (Echeverría hablará del “sistema americano” de vestir que gustan las “clases proletarias”); y subrayo también que, como lo ha manifestado la escuela francesa de sociología y de historia (Francois Xavier Guerra, Bordieu, entre otros), en sociedades patriarcales o matriarcales, como buena parte del México premoderno, valen más las relaciones sociales (el “capital social”, pero no descarto el capital “étnico”, por eso del “blanqueamiento” que las élites pueblerinas petuleñas siempre han deseado y puesto en práctica) que los méritos propios (“en Peto, aunque uno pueda tener mucho dinero, dice Echeverría, necesita estar, tener relación familiar o social con una élite específica”). Estas siguientes líneas son las transcripciones literales de los pareceres del buen “Chito” sobre los bailes pueblerinos:
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Entrevista con Víctor Manuel Echeverría Amador, alias “Chito”, 34 años (me dijo que no omita su edad), tendero de pueblo, intelectual “lírico”, curador de vacas, vaquero, “investigador por su propia cuenta” y amigo mío, realizada el 24 de enero de 2013, es decir, ayer apenas.
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"Todavía sigue siendo el mismo sistema de baile del que me cuentas que sucedía en los años 40 (del siglo XX), cuando esa señora vieja que te contó aquello estaba joven todavía. Sólo que ya no existe la división por medio del templete o tarima de músicos. La división actual, más que racial, es “moral”, y son divisiones que no tiene mucho que ver la economía, son morales, porque puede haber alguien que se considere de la “élite”, y esté peor que un perro uixado. Porque hay que pensar, tener en cuenta, que algunas “élites” de este pueblo zarrapastroso han sucumbido a la economía, pero aún las siguen considerando parte de la burguesía pueblerina porque se relacionan entre ellos, y esto se ve mucho en un baile de “realce” cuando viene “Flash Gordon” o Junior Klan o cuando vino hace dos diciembres Bobby Pulido.
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La división no es, como te digo, de izquierda a derecha, sino que actualmente la división en los bailes se da por grupitos. Hay un grupito que está más adelante, algunas morritas buenas que no son parte de la clase proletaria, blanquitas, de altura normal, que se considera élite, y sus formas de vestir es menos “chola”, más de vestir; y más atrás, lejos del grupo musical, están los de las clases bajas, los jodidos, y también hacen sus grupitos y bailan entre ellos, creo que más sabroso, porque las que bailan en el primer grupo como que son más frívolas, parecen marquetas de hielo al bailar. Cuando un burguesito del primer grupo sale de ese grupo y quiere sacar a una muchacha del último grupo, es cuando se arman los putazos, y por eso rara la vez bailan entre grupos: un grupo aquí, y otro grupo allá, y nadie se mezcla…
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Los del primer grupo, los que se consideran parte de la élite, son los menos bombardeados por el sistema americano, visten formal, etc. Sólo las clases proletarias, hijos de ex campesinos que se fueron a California, emigrados a Estados Unidos, son los que adoptan la vestimenta gringa, porque no tienen estudio y no tienen cultura.
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Los de la clase social que se dicen de élite –aunque están para el perro- tienen un color definido: el color negro, el color café, el color gris, colores acentuados, “normales”; y los de las clases proletarias llevan o visten colores muy vistosos, muy llamativos, de “mírame a huevo”. Ejemplos: los proletarios del campo gustan de pantalones morados, rosados, azul turquesa, azul claro en pantalones de tela como esos señores que vienen del monte y no han salido completamente de su selva. Ejemplo: pantalón azul cielo y camiseta verde diarrea para llamar la atención, y esto porque no tienen nivel cultural. Esto lo relaciono con sus hijos migrantes, que vienen como “cholos” porque piensan que al traer las bajezas gringas de vestir, resaltarán de la plebe".

1 comentario:

Karen B. Marin dijo...

Me encantó tu informante Chito. Su franqueza y sobre todo la maravillosa etnografía que tan amenamente te narró. Me ha hecho la noche.
Por cierto, ya tienes tarea, en el próximo bailongo tendrás que ir a confrontar información. Saludos!

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