jueves, 27 de febrero de 2014

LOS UNAMISTAS (Y LOS ÁGRAFOS) DE LA UQROO: LA HERMANDAD GUACHINANGA EN LA ACADEMIA QUINTANARROENSE

El conjunto de la gente está más ignorante por dos motivos: primero, porque hay infinitamente más cosas por saber que antes, lo que plantea un desafío imposible. Y, en segundo lugar, porque los sistemas de enseñanza tuvieron que entrar por la fuerza en la masificación y no se prepararon para el cambio. La gente sale de la universidad sin saber. Entonces, por un lado, hay una minoría que controla el conocimiento y controla todo, y por el otro, la ignorancia se expande masivamente como también la pobreza y la miseria”. José Saramago.
EL epígrafe que precede este breve artículo que pretende el arte del dicterio, es un extracto de una larga conversación sostenida entre el fallecido novelista portugués, José Saramago, y el escritor Jorge Halperín. El libro se llama Soy un comunista hormonal: conversaciones con José Saramago, y apareció bajo el sello de Oveja Negra, no me acuerdo en qué fecha exacta (extravié el libro), pero ha de ser de principios de la primera década porque el libro lo compré en Chetumal con unos dineros que junté haciendo ensayos de derecho, de “problemas regionales”, seminarios de tesis y otras fruslerías de poca monta, que una miríada de alumnos ágrafos de derecho y de antropología me pedían por encargo en la UQROO.

Era y sigo siendo un convencido de todas las tesis de Saramago, y esta idea de la masificación de la educación superior me llamó demasiado la atención por el hecho de quién lo decía: un comunista, aunque hormonal, un escritor que defendía por todo el mundo las causas que uno, con 22 o 23 años, consideraba y sigue considerando nobles y dignas de defenderse: el zapatismo, la defensa de Palestina, la crítica a la “caverna” totalitaria del consumismo, la invocación al principio esperanza, la solidaridad con los pueblos que no corren en la furgoneta del Progreso. Además, me llamó la atención porque Saramago nunca fue a una universidad porque venía de los estratos más pobres –nieto de un porquero de una aldea perdida al sur de Portugal cuyo universo lingüístico no pasaba de 300 palabras- y desde temprana edad tuvo que trabajar para vivir. Todo el universo literario que forjó el novelista iconoclasta, ateo y fervorosamente izquierdista que fue Saramago, fue un universo literario escrito por un autodidacta cuya primera biblioteca fue la biblioteca nacional de Lisboa, y cuyo primer libro lo compró a los 19 años.

Entonces, ¿por qué el fastidio contra la masificación de la enseñanza?, me decía, y acto seguido recordé a los ágrafos de la UQROO –profesores incluido-, que cada fin de unidad me buscaban furiosos para que les cotice un ensayo de 10 hojas con el tema tal y tal. Si esas personas iban a ser los futuros defensores, litigantes o maestros de derecho; si esas personas iban a ser los nuevos estudiosos de la cultura que escribirían sus tesis y que enseñarían a otra generación de estudiosos de la cultura, me preguntaba ¿cómo era posible eso si no podían ni redactar unas sumarísimas ideas en dos o 5 cuartillas? Aparte, me pedían 10 hojas, “para que se alucine el maistro”. Don José tenía razón: había un problema, y grave en la UQROO, de masificación desbordada, de saturación educativa en áreas como el derecho, antropología o Relaciones Internacionales. ¿Quién no hacía su trabajo?, ¿solamente los alumnos, o este problema atañía por igual a los maestros de esa universidad y se extendía a los flacos o laxos mecanismos de regulación o selección en dicha universidad? Después tuve oportunidad de leer los trabajos de algunos de estos profesores, así como de platicar con varios de ellos. Me llamó muchísima la atención que estos “guachinangos unamistas” (muchos eran chilangos salidos de la UNAM) no se diferenciaran, en términos hasta lexicales –eran pedestres al momento de platicar-, de los alumnos a los que enseñaban, y me llamó más la atención su constreñimiento lectural a su “tema de estudio”: los guachinangos unamistas, axioma que no necesita comprobación empírica, tenían demasiadas deficiencias lecturales, no comprendían otros textos, se acalambraban al momento de redactar, chapuceaban como guachinangos faltos de agua.

Todo esto lo recordé hoy leyendo un artículo de Carlos Elizondo Mayer ("Educar para la mediocridad", Excélsior, 27 de febrero de 2014) que llama la atención sobre la mediocridad educativa, producto directo de la masificación desmedida de la educación universitaria, que ha provocado una baja calidad en la enseñanza por falta de rigor y selección en el proceso de ingreso a las universidades del país. Dice Elizondo Mayer:
“A pesar del lamentable nivel de nuestra educación básica, la ausencia de criterios académicos sólidos para normar el ingreso a la educación superior ha llevado a una expansión de la matrícula universitaria. México tenía un millón 258 mil 725 estudiantes en educación superior en el año 1990. En 2011 llegamos a dos millones 981 mil 313. Más no es igual a mejor. Muchos de estos estudiantes están en universidades mediocres, ya sean privadas, cuyo único objetivo es enriquecer a los accionistas, o en públicas, donde no hay rigor en la selección de estudiantes”.
Otro dato que subrayé de este pequeño artículo, esclarece mi torpor que sentía y siento por el espíritu pedestre de los guachinangos unamistas de la UQROO. Dice Mayer que en la UNAM -dizque "la máxima casa de estudios" del país- entran por pase automático 61% de los estudiantes de preparatorias y CCH de dicha universidad. Y uno se pregunta, ¿y cómo está eso? Al parecer, creo que en la UADY, con propias preparatorias al igual que la UNAM, los alumnos se pelean para entrar en medicina y en otras facultades a pesar de que vengan de preparatorias de la UADY. No tienen, como los preparatorianos de la UNAM, canonjías ni favoritismos institucionales: presentan exámenes como cualquier hijo de vecino, aunque habría que ver la calidad de los exámenes relacionados con la calidad del deficiente sistema educativo que corre desde primaria hasta las universidades.

Esto del pase directo de los alumnos de la UNAM, toca directo a los guachinangos unamistas de mi ex alma mater, la UQROO (¡O tempora, o mores!). No cabe duda que la UQROO está plagada de chilangos que hicieron su licenciatura o postgrado en la UNAM. Se les tiene como lo más granado de esa universidad entre el estudiantado autóctono de esas selvas del sur quintanarroense, etc., aunque en mis conversaciones con varios de esos doctores y profesores, ya lo dije, uno no necesita tener ojo avizor para comprobar los deficientes conocimientos en varias áreas de dicho profesorado. 

Y digo, con maledicencia en el decir, si así están los que enseñan, ¿cómo estarán los enseñados? El recuerdo de los ágrafos de derecho y antropología me inunda. Y cuestiono, ¿cuántos de esos guachinangos unamistas con cubículo en la UQROO pasaron directo a estudiar licenciatura sin el rigorismo necesario de la selección? En ese punto, yo sí creo mucho en Darwin, pero también creo que las distintas mafias quesque académicas que envenenan a la UQROO con sus juegos absurdos de puntos para su SNI, creen más en su hermandad guachinanga.

martes, 25 de febrero de 2014

FÁBULA SIN MORALEJA DEL BOBO DE CORIA Y DEL BOBO DE MÉRIDA

Bobo de Coria: Personaje proverbial, símbolo de tontería y mentecatez (Diccionario de la lengua).
En el lenguaje de Cervantes existe una frase para señalar a una persona completamente imbécil: bobo de Coria. Regionalizando esta frase, puedo decir que he conocido como a dos que tres meridanos que me han llevado a considerar la inteligencia suprema del bobo de Coria frente a estos dos que tres bobos meridanos. No necesito señalar a nadie mi amor por Mérida, por sus calles y su centro pasando la calle 63, por sus mujeres bellas y su sur, por las conversaciones con Joaquín y Mónica, por sus librerías de viejo y su parque de Mejorada donde una vez fui feliz. Puedo señalar mi amor por varios lugares de Mérida, pero no así por estos dos que tres bobos meridanos, dueños de un desprecio repelente por ser personas muy nocivas, con síndrome de comején porque todo lo pudren nomás con su conversa de hipócritas consumados. Podemos ejemplificar con unas ideas rápidas, en términos políticos, las diferencias que subsisten entre los dos tipos de bobos.
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Mientras el bobo de coria dice:
"Bueno, no soy cubano ni venezolano, ergo: me vale madres lo que pase en Cuba o Venezuela, sólo me importan los problemas de México".
El bobo de Mérida dice algo mucho peor, que [frente al bobo de Coria] demuestra su inconmensurable imbecilidad:
"Bueno, soy meridano, me vale madres lo que pase en Kanasín, en Umán y, si me permiten, hasta en Chuburná".
Y de tantos bobos de Mérida está poblado el universo yucateco. Pero algún día, algún día, el bobo de Coria se encumbrará, volará con dinamita los arcos meridanos, entrará en varios vientres de las hembras de los dos que tres bobos de Coria, y los nuevos bobitos meridanos [hijos bastardos del bobo de Coria] comenzarán a preocuparse por Kanasín, Umán y, si le dan permiso, hasta por Chuburná.

sábado, 22 de febrero de 2014

¿SIGNIFICA LA SUPUESTA "CAPTURA" DE GUZMÁN LOERA EL FIN DEL SEXENIO DE LA MUERTE?

Todos los portales de los diarios lo dicen, que el Chapo ha sido capturado en un hotel de Mazatlán, que una persona parecida al Chapo fue capturada (la imagen que inserto lineas arriba la dio a conocer The New York Times), que el Chapo regresa con vida a su celda después que saliera de Puente Grande –o de Puerta Grande- para construir uno de los mayores emporios de la droga en el mundo entero en poco más de una década. Se decía que Guzmán Loera fue el narco de los dos sexenios panistas, que sin ellos, los verdaderos señores del narco, no pudo llegar donde llegó, y que a la par que se le hacía la guerra a las otras bandas delincuenciales, al poderoso Cártel de Sinaloa se le deba carta blanca para hacer y deshacer.
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¿Significa esta supuesta captura del Chapo Guzmán el fin del sexenio de la muerte iniciado en diciembre de 2006 por el derechista Felipe Calderón Hinojosa, cuando éste decretara autoritariamente la guerra sin cuartel al narco? El sexenio de la muerte, el gran osario que se convirtió el país con cifras que rebasan los 50,000 muertos; el sexenio de los pozoleros y la sosa cáustica como razón ontológica del desprecio a la vida, de las cabezas sin cuerpo y los cuerpos sin cabezas, de los cadáveres cayendo de avionetas en el desierto de Sonora, de los narcoperredistas y de la clase narcopolítica en general, de Guerracruz, del horror de San Fernando, de las bombas en Morelia, de las desapariciones forzadas y las muertes de periodistas, del Monterrey acribillado, de los arcos o “narcos” del milenio, de las 11 cabezas de Chichí Suárez, del disparo de la violencia en el norte y sur de Quintana Roo, del armamento sofisticado de los narcos comprados a los gringos, de la literatura de la violencia y los corridos de la violencia narca, de las reinas y esclavas del sur, de los enfrentamientos entre marinos-soldadezca y grupos delincuenciales, de la militarización del país y de la gangrena del país, de la antropología de la violencia y la historia azorada por la crisis del cambio de ciclo. El sexenio de la muerte, el sexenio de ¡Ya estamos hasta la madre!, el sexenio mandril, el sexenio que acribilló a sus hijos y a sus bastardos, a un tiempo que coronaba a los señores del narco y el narcocorrido se dejaba oír, sordo y absurdo, con sus ruidos de muerte.
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El sexenio de la muerte no terminó en 2012, porque las cifras de 2013 fueron macabras: los muertos, los ajustes de cuentas, el vaciamiento del monopolio de la violencia en regiones como Guerrero y Michoacán se acendraron, y a la par que el silenciamiento de bandas delincuenciales como los Zetas, el cártel del golfo y de los Beltrán Leyva se confirmaba, los desmanes de los Caballeros Templarios hacían que surgiera el paramilitarismo y que el pueblo tomara las armas defendiendo su integridad y su espacio vital. Vuelvo a repetir, ¿significa la captura de Guzmán Loera el restablecimiento de los causes de la violencia a términos anteriores al año 2000?, ¿en verdad el PRI sabe cómo parar al México bronco, o es el México bronco el que ha regresado nuevamente a gobernar con la careta de la tranquilidad y la eficiencia en seguridad nacional?
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¿Es él o su sosias?, ¿en verdad es Guzmán Loera, o alguien parecido a él mientras que Guzmán Loera pactó su salida del narco, pidió vacaciones de por vida, pidió que se le respetara sus mil millones de dólares para seguir teniendo la membresía Forbes, que le asignen otra identidad y que se vaya a seguir de putas, pero como Dios manda, viviendo del fruto de su trabajo? Ver para creer como dijo Santo Tomás: que lo presenten, que le hagan pruebas de ADN, que se le exhiba en jaula como al Abimael Guzmán, que un grupo de expertos nacionales e internacionales verifique eso y que no sea otra chingadera del gobierno.

jueves, 20 de febrero de 2014

LOS "CAMPESINOS PENDEJOS" DE LUCIO CABAÑAS Y EL INFANTILISMO DE LOS LETRADOS MONTONEROS (DE ALBAÑAL PEQUEÑOBURGUÉS) QUE QUIEREN SER REVOLUCIONARIOS

Estoy leyendo en estos días (rectifico, en vez de leer, estoy terminando de leer en estos días, ya que la novela la había comprado hace más de un año en Felipe Carrillo Puerto y había interrumpido su lectura por otras más terrestres y pedestres) la novela Guerra en el paraíso, del poeta Carlos Montemayor (q.e.p.d.), que trata sobre la guerrilla del maestro de Atoyac, Cabañas, en la sierra de Guerrero a principios de los años 70. En un pasaje de la novela, en una asamblea popular del Partido de los Pobres (brazo político de la guerrilla de Cabañas) llevado a cabo en la selvática sierra guerrerense entre enero y julio de 1973, Cabañas se refiere a la situación contrarrevolucionaria, desmoralizadora y termitera que cinco miembros de la Liga 23 de Septiembre realizaron en las filas de los campesinos guerrilleros.
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El pasaje es, además de quijotesco (léase el capítulo XXXVIII de la primera parte de la novela del manco de Lepanto “que trata del curioso discurso que hizo don Quixote de las armas y las letras”), revelador en más de un sentido de la arrogancia letrada de los “detentadores de la verdad marxista” de ayer y de hoy (no precisamente marxistas los de hoy, ya que estos últimos pueden ser un amasijo o un potlach foucaultiano gramsciano bordieuano, zizekeano y el simple ANO).
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Un perfil rápido de esos detentadores de la verdad marxista y no marxistas de ayer y hoy, sería la de esos ridículos que creen que por haber leído libros indigestos y dar prospectivas negras del vómito social y económico, y discursear letanías oscuras que hasta ni ellos mismos comprenden, contra las “políticas entreguistas” y gritar y desgañitarse contra el “imperialismo”, los “poderes fácticos”, la polución ambiental, la malsana agresión imperial, las camarillas políticas vendidas, la carestía, los salvajes latrocinios, etc., etc., desde su cómoda posición pequeñoburguesa, o mejor dicho, desde su cómoda posición de frente a la computadora, empinado y a cuatro patas, de a perrito con su surtidora de placer virtual, la computadora, escribiendo en shortitos, con la barriga de huevones academicistas saliéndosele hasta por el culo y otros refajos de lípidos, tomando un café y esperando que den las 5:00 pm para ir a su cine capitalista (pero eso, eso no lo dicen) y embutirse de palomitas y coca consumista y regresar a su casita, bañarse como la consigna de hombre o mujer moliente y semoviente dicta, y sentarse nuevamente, empinado, de a perrito frente a la computadora, a escribir contra las “políticas entreguistas”, desgañitarse virtualmente “contra el imperialismo”, los “poderes fácticos” y otros chécheres aprendidos en horas largas de lecturas reconcentradas. Pues bien, el pasaje que me llamó la atención, y que subrayé inmediatamente, es el discurso que Cabañas hace en referencia a los 5 miembros de la Liga 23 de Septiembre. Transcribo:
“-Bueno –dijo Lucio-, pues consideramos que estos cinco elementos de la Liga 23 de Septiembre y de la Organización Partidaria, que son Silvia, Joel, Julián, Roque y Renato, han emprendido acciones negativas contra el Partido de los Pobres que no son dignas de revolucionarios ni de gente que se diga solidaria con la revolución socialista en México. Y que revelan, por lo tendencioso de su actitud, inmadurez revolucionaria, incapacidad ideológica y mala fe por su vanidad, pues muchas veces por haber leído libros que no se pueden digerir se produce este infantilismo de los que quieren ser revolucionarios….Repetidas veces han tratado de debilitar nuestro grupo y confundirlo…Se valen de palabras que ninguno entiende aquí, y escudados en esas palabras les dicen que todos están jodidos. Que si no saben tanto marxismo como ellos, entonces están jodidos. Que si no pueden leer lo mismo que ellos, entonces están jodidos. Que si quieren entender el marxismo con palabras sencillas, que estamos jodidos, porque eso no es el marxismo, y total que ellos son los dueños del marxismo y que si ellos no aprueban lo que hacemos entonces nosotros estamos jodidos. Pero, entonces, ¿qué somos nosotros? ‘Ah, pues son pequeñoburgueses’, nos dicen. ¡Ah caray, y nosotros creíamos que éramos campesinos pobres, campesinos hambrientos, ignorantes, pero con un trabajo de masas en todos los pueblos de la sierra. Pues no, para ellos estamos jodidos y no estamos siendo revolucionarios…Y como son muy intelectuales creen que se merecen todo y que todos los demás estamos jodidos si no les hacemos caso. Y quieren dirigirnos y piensan que como todos nosotros somos campesinos pendejos que no tenemos lectura de tantos libros como ellos, así creen, pues, que es muy fácil convencernos y apantallarnos y convertirse en los dirigentes del Partido de los Pobres. Y ésa es otra verdad, que son usurpadores de la revolución, de la lucha revolucionaria…”
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lunes, 10 de febrero de 2014

CARTA ABIERTA DE UN BIBLIÓFILO Y UN BIBLIÓMANO: “EN ESA BIBLIOTECA DE PUEBLO HAN ENTRADO LOS BÁRBAROS”

En el transcurso de la historia maldita de la humanidad, una costumbre que no puede faltar entre los bárbaros, es la quema de libros. Alejandría fue incendiada por el dogma de Omar. En Maní, otro dogma hizo arder milenios de memoria indígena y los rescoldos aún no se han apagado. Los nazis quemaban libros de judíos y libros comunistas. La Cuba de Castro quemaba o confiscaba libros de la disidencia, que eran libros, según el dogma fidelista, contrarrevolucionarios. Y en mi pueblo, un bárbaro dio un ejemplo de que la barbarie sigue y seguirá. Porque la costumbre de los bárbaros es quemar, destruir, incendiar.
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Esto lo digo porque hoy me levanté temprano para leer los periódicos tomando mi café, y al leer el Diario de Yucatán en su versión digital, me encuentro con una noticia que, sin duda, me ha causado malestar y un hondo e inmenso fastidio. Me entero que un regidor que mal habla el español, de un pueblo vacío de donde es oriunda mi radical misantropía, tuvo la genial idea de “depurar” la biblioteca municipal de la villa de Peto, quemando 3047 libros, y orquestando un culturicidio que, para el lenguaje prostituto de ese rústico aldeano, no se trata de un culturicidio, no, no, sino de un “proceso de automatización de la biblioteca, que consiste en digitalizarlo todo”. Si no me lo hubieran explicado, no sé qué diablos significa la frase “proceso de automatización”, porque los rústicos, ya se sabe, hablan raro, torpedean el español. ¿Y cómo pueden “automatizar” su pensamiento pedestre los rústicos, si la carencia de lectura y cultura les impide tejer un discurso aceptable, como Dios manda? Eso sólo es posible de darse mediante una cultura proporcionada por los libros (y hablo, aquí, en términos de cultura-cultura, y no me refiero al concepto generalizante y lábil de la antropología).
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Yo aprendí a leer en esa biblioteca de pueblo. Ahí conocí algunos libros “obsoletos” como Libertad bajo palabra, El laberinto de la soledad y El ogro filantrópico, los poemas de Neruda, toda la generación completa del Boom, literatura cubana, española y yucateca; y tantos libros de marxismo setentero y de filosofía y teología que estaban ahí, así como algunos textos de antropología. También, en esa biblioteca de pueblo, conocí la memoria de Borges y las fábulas de Monterroso. En mi casa habían muy pocos libros, y por tanto, esa biblioteca de pueblo fue mi primera biblioteca, mi primer recinto de lectura. Pedro Henríquez Ureña dijo una vez que su biblioteca eran las bibliotecas públicas, y yo, sin dinero para comprar libros, seguía esa máxima del maestro dominicano. Sin ese bagaje cultural aprendido y leído con insistencia de los 16 a los 19 años, estoy seguro que los días acá bajo la tierra hubieran sido el doble de aburridos.
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Ahora, al enterarme de que se han quemado 3047 libros de esa biblioteca de pueblo –una cifra, para mí, estratosférica, considerando los niveles de marginación económica del grueso de la población de la Villa de Peto, que es un lujo para ellos ir a las librerías-, uno no puede dejar de recordar los momentos que pasó leyendo en esa biblioteca, y recordar los libros que leyó, y que tal vez hoy ya sean cenizas gracias a la estupidez de un regidor de ese pueblo que, repito, mal habla el español. Y uno se pregunta, ¿Y CON PERMISO DE QUIÉN HIZO ESTE PEQUEÑO CULTURICIDIO, MARCOS KU SOSA? Ese regidor de bibliotecas de ese pueblo, explicó su barbarie de esta forma:
“Estos libros ya no los podíamos seguir teniendo porque podían contaminar los demás; por eso era necesario quemarlos o reciclarlos. Esta última opción no era muy viable porque teníamos que ir y constatar que se recicle y eso no se puede hacer aquí en la población. En el caso de los que tienen acidez, humedad y hongos, representaban un peligro no sólo para los libros en buen estado sino también para las personas que los utilizaban, pues los hongos podrían causarles alergias o alguna infección”.
Por más vueltas que le doy a las palabras de un descendiente de otro pirómano, no logro explicar la gravedad que vio Ku Sosa en los libros “obsoletos”. Ku Sosa es descendiente de un pirómano que en 1911 incendió los cañaverales de la hacienda Catmís. Su ancestro hizo algo encomiable en esa gesta revolucionaria de los petuleños; pero su descendiente, al contrario, hizo algo digno de recordarse como un hecho más de la infamia del trienio que preside un campechano. Utilizando las palabras de Ku Sosa, diré que no podemos seguir teniendo en puestos de mando a rústicos como Ku Sosa o como el campechano que preside el ayuntamiento, porque todo lo contaminan, porque están obsoletos, y porque tienen hongos y se hace necesario, a ellos sí, quemarlos y no reciclarlos.
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No se puede poner en puestos de mando a personas ignorantes, a cuasi bárbaros como Marcos Ku Sosa. ¿Quién dice que los hongos son un peligro? Me consta que los libros que quemaron era literatura de la buena, que podía salvarse mediante un tratamiento adecuado a los libros por manos expertas como curadores de libros, bibliotecólogos, etc. En las fotos que aparecen al momento de la quema, se ve la cara triste de Elena Garro, que sirve como contraportada del libro Los recuerdos del porvenir, leído en esa biblioteca de pueblo; o un libro de poemas de Neruda, Residencia en la tierra, leído en esa misma biblioteca de pueblo.
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Sin duda, la imbecilidad de Marcos Ku Sosa no tiene límites ¿Acaso estamos tratando con un pirómano que, en vez de incendiar cañaverales como su ancestro revolucionario, el muy maricón se dedica a quemar libritos como bárbaro marica que es? En fin, tal pareciera que la administración despatarrada que encabeza Priginio Chan, desea una sociedad donde no se lea ni se discuta ni se piense, y para empezar con esta idea fascista, como que quemar los libros es un buen comienzo. Un pueblo sin libros, sin memoria, maldito y vacío de contenido. Eso es lo que quieren, lo que desean y celebran. Un pueblo degradado por la barbarie, ¿tendrá algún remedio?
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Y para terminar mi filípica, déjenme decirle a Marcos Ku Sosa y a Francisco May (por él, por Francisco May está ahí Marcos Ku Sosa, por May con su “Revolución juvenil” la barbarie está ahí), que como protesta ciudadana, no pienso devolver a esta administración fascista los dos libros que he tomado en préstamo a la biblioteca, porque tienen "hongos", porque son un "peligro para los usuarios", y porque están "obsoletos" como ustedes los quemalibros. Infame y vil canalla de quemalibros. Y señalo que iniciaré mis protestas ciudadanas contra ustedes dos para que no hagan y deshagan a discreción obviando a la ciudadanía, o a la poca ciudadanía que hay y que lee libros y que ama a los libros.
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Atte: un bibliófilo y un bibliómano
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lunes, 3 de febrero de 2014

LOS CAIMANES DEL HONDO (FRAGMENTO)

Son las nueve de la mañana y hace un calor del subdesarrollo. Este día he escuchado el sonido del afilador de cuchillos pasando por la calle y nadie, nadie está para saberlo, pero mientras leo un ramillete de cuentos sobre Chetumal que, como se dice, me ha atrapado, me estoy tomando el cuarto café de la mañana y he dicho que no vuelvo a fumar porque dos gripes en menos de un mes como que nadie las puede tolerar. La gripe es la prueba indubitable de que Dios no existe.
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Tengo la cajetilla que el otro día compré cuando fuimos a tomar unos tragos con Joaquín, Carrillo y Mónica, pero la he dejado arrumbada como signo de mi post-tabaquismo y he estado a punto de ponerme unos tenis para ir a correr al Kukulkán porque he pensado que ya no estoy para riesgos y que hacer ejercicio es un acto, a todas luces, capitalista, pero no importa porque sabemos que nadie saldrá de esta misma cloaca, de esta universal pocilga humana, de este bestiario de horrores llamada humanidad por más que el cura de mi parroquia, etc., etc., etc.
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En el principio fue el etcétera, y el etcétera revoloteaba sobre el mar de Chetumal que no es mar, ¡coño!, pero eso no me interesa comprobar. Y uno sabe, sabe bien que las mulatas del Hondo, para estas fechas, van a esas aguas palúdicas, y cuidando con tiento sus grandes caderámenes de un posible tajo de caimán, se bañan dos veces en el mismo río hasta reventar de desnudas y uno ve, ha visto cuando iba con su amigo Gordillo hace muchos ayeres incendiados, a esas sirenas de ébano, a esas nalgacruzanas o nietas de nalgacruzanas mover y remover sus cilindreces entre esas aguas hurañas del Hondo.
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Aquella vez fui con Gordillo a hacer unos tiros, porque Gordillo era una especie acabada de cazador, y yo quería saber lo que se siente disparar a una ballena, pero en la selva del Hondo no hay ballenas, de vez en vez un manatí –vaquita, le decían los cronistas de indias- que suelta la bahía, entra y se deja ver, pero a los manatíes yo los quiero porque parecen mujeres gordas, y a mí las mujeres gordas me atraen de a kilo. Tengo, lo confieso, todos los gustos posibles, yo barro parejo la calle de mí cuadra, le contaba a Gordillo caminando entre las breñas de la selva del Hondo buscando a un ciervo, a una tórtola, o a un caimán dormilón (y el taxonomista maricón dirá que no es caimán sino lagarto, pero eso a mí me viene valiendo madres). Eso de que los caimanes duermen es verdad, los caimanes del Hondo son muy dormilones. En las mañanas están ahí, inmóviles, asoleándose, pero todos los reptiles hacen eso, la diferencia de los caimanes de acá es que roncan, Gordillo y yo los hemos oído, roncan como si tuvieran flemas jurásicas convertidas en piedritas. Vimos ese día a uno que dormía la mona, yo le tomé una foto para el recuerdo con una cámara kodac antigua, de esas de rollo y Gordillo escuchó algo que se movía más allá, a 100 metros de donde estábamos. Eran las mulatas que lavaban la ropa de sus hombres que trabajaban en la zafra, y con el calor de la mañana, algunas se habían desnudado y nadaban cuidándose, más que de los mirones como Gordillo y yo, de los caimanes, aunque a esas horas los caimanes dormían. En el Hondo los caimanes duermen de mañana, y en las mañanas las mulatas lavan ropa y se bañan cuidándose, no vaya a ser y de malas que un caimán se despierte.

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