En la edición del 25 de agosto de 2008 de “Estosdías”, revista editada en Chetumal, aparecen entre sus páginas dos acerbos artículos “oficiosos” –uno de ellos una entrevista con el rector de la Uqroo, José Luis Pech Várguez- escritos contra el doctor Xavier Gamboa Villafranca.“Oficiosos”, porque conjeturo que el pago del chayote al reportero Héctor Sosa, autor de los dos bulos, habrá salido seguramente de rectoría de la Uqroo.
El primer artículo se titula “La Uqroo y la piratería sindical (primera parte). Gamboa Villafranca: la verdad de sus mentiras”, donde el crédulo y desprevenido lector puede irse con la finta de que el doctor Gamboa Villafranca es un gran sicofante que se contradice en su posición de defensa sin tapujos del sindicalismo académico.
Se contradice, alega el reportero, debido a que en el tiempo en el que el ex rector Francisco Rosado May (2002-2004) estuvo al frente de la Uqroo, el doctor Gamboa –según el reportero nuevamente-, gran cuatacho del ex rector Rosado May, contradijo al Consejo Universitario (CU) y a la Comisión de Honor y Justicia (CHJ) de la Uqroo, al sostener de forma marmólea que Rosado May tenía las facultades para remover a cuanta gente quisiera (tanto académicos como administrativos) cuando el ex rector, coaligado en “el último día de labores de diciembre de 2004” con Lízbeth Clemente Handall, entonces profesora de la materia de Estados Unidos Contemporáneo, llevó a cabo la intentona fallida (y recalco que fue fallida, y recontra recalco que los integrantes del CU y de la CHJ salieron avantes en ese momento) de despedir al profesor Juan Carlos Arriaga Rodríguez, para así “perjudicar” al Departamento de Estudios Políticos e Internacionales, del cual Arriaga presidía.
No sé bien a bien cuál fue el motivo por el cual Rosado May intentó defenestrar a Juan Carlos Arriaga. Pero no dudo que no se puede comparar la situación de Arriaga con la situación por la que actualmente transita el doctor Gamboa Villafranca (es decir, sindicalizar, defender la labor académica, que dio como resultado su despedido irremisible por la “falta de confianza”, o falta de pendejismo del doctor Gamboa Villafranca hacia el rector y sus achinchicles). Y si es cierto que en el caso Arriaga, el doctor Gamboa Villafranca, vía correos electrónicos arguyó que, “como rector, Rosado May tenía la facultad de despedir a Juan Carlos Arriaga porque, según la Ley Orgánica de la Uqroo, todos los profesores de la universidad son trabajadores de confianza”[1], Rosado May no logró correr a Juan Carlos Arriaga, debido a que su cordura se sobrepuso a sus pasiones del momento, oyendo las peticiones del CU y leyendo detenidamente el informe que la CHJ realizó del caso, en el que “le demandó –a Rosado May- que reinstalara al profesor en la plantilla docente de la División de Estudios Internacionales y Humanidades”, debido a que la CHJ “encontró elementos suficientes para elaborar un veredicto contra el despido”[2].
Y la inevitable pregunta no puede ser omitida: ¿Qué ha hecho, en el caso Gamboa Villafranca-Sutuqroo-Pech Várguez, el muy defensor de los académicos CU y la muy valerosa CHJ al respecto cuando, a ojos vistas y paladinamente se ha efectuado un descarado acto de autoritarismo del rector José Luis Pech Várguez, al despedir a un académico e investigador de la Uqroo del rango del doctor Xavier Gamboa Villafranca? ¿Cómo se la han tomado los flamantes miembros del CU? ¿Existirá aún, con su silencio y radical apatía, tan siquiera un ínfimo rastro de “HONORABILIDAD” y “JUSTICIA” en la ya desprestigiada Comisión de Honorabilidad y Justicia de la Uqroo, que ha hecho de tripas corazón, pues porque el doctor Xavier Gamboa Villafranca, aunque académico como el quien más, y caso contrario del profesor Juan Carlos Arriaga Rodríguez, no es santo de su devoción de los integrantes del CU?
En estos momentos, cuando un académico ha sido despedido por el delito de crear un sindicato que detenga las arbitrariedades del rector en turno en contra de los académicos y administrativos, es cuando más se debe oír, además de la solidaridad respectiva, la inteligente propuesta del CU para modificar el Reglamento General de la Uqroo, que en el conflicto suscitado por el fallido intento de despido de Juan Carlos Arriaga, abogaron –contra Gamboa Villafranca-, en junio de 2005, desde el hotel “Los Cocos”, la derogación de la Fracción XVII del artículo 56 de dicho Reglamento, que establece la facultad del rector de remover al personal académico y administrativo a su consideración. ¿Hemos oído alguna queja por parte del CU? Ninguna, y con esto se sienta el primer precedente consumado del autoritarismo en la Uqroo, además de la indefensión tanto del cuerpo académico como del administrativo, ante un CU condescendiente, copado, comprado o maniatado por José Luis Pech Várguez.
Porque, como bien indica el reportero Héctor Sosa, “el Consejo Universitario –conformado por 20 personas entre profesores, alumnos, personal administrativo y autoridades de la Uqroo- era quien decidía las sanciones a los profesores que violaban los estatutos establecidos en la Ley Orgánica de la Universidad”; porque con dicho Consejo Universitario “los profesores se sentían protegidos”, pues desde la creación de la Uqroo fue institucionalizado “con el fin de evitar abusos de autoridad por parte de Rectoría, entre otras cosas”[3] .
Me pregunto: ¿qué apartado, artículo, fracción, párrafo, parágrafo, inciso, coma, punto y coma, puntos suspensivos, o la sintaxis si somos rigurosos, ha violado el doctor Xavier Gamboa Villafranca para levantar la ira de un pequeño tiranito? ¿Ha explicado el rector Pech Várguez en qué consiste la pérdida de confianza hacia el doctor Gamboa Villafranca? Ninguna explicación, pero sí puros “maquiavelismos”, pero sí represiones y sí abyecciones de un CU que se hace el desatendido ante un conflicto suscitado, en estricto sentido, por una parte por un profesor que va en pos de la igualdad de condiciones entre el Patrón-Rector y el obrero-académico-admistrativo, al gestionar un sindicato independiente ante todo, y por la otra por un rector obsedido por imponer su autoritarismo, que confunde muy maquiavélicamente con autoridad, al decir que no hay que confundir la “prudencia y la tolerancia con la falta de decisión en el ejercicio de la autoridad”[4]. Pech Várguez no ha ejercido la autoridad, salvo su primo, el muy torcido autoritarismo.
[1] Estosdías, “Gamboa Villafranca: la verdad de sus mentiras”, página 26.
[2] Ídem, p. 25
[3] Estosdías, “Pech: lo del sindicato se resuelve en otra parte, en la universidad hay que trabajar por ella”, p. 29.
[4] Ibídem.
El primer artículo se titula “La Uqroo y la piratería sindical (primera parte). Gamboa Villafranca: la verdad de sus mentiras”, donde el crédulo y desprevenido lector puede irse con la finta de que el doctor Gamboa Villafranca es un gran sicofante que se contradice en su posición de defensa sin tapujos del sindicalismo académico.
Se contradice, alega el reportero, debido a que en el tiempo en el que el ex rector Francisco Rosado May (2002-2004) estuvo al frente de la Uqroo, el doctor Gamboa –según el reportero nuevamente-, gran cuatacho del ex rector Rosado May, contradijo al Consejo Universitario (CU) y a la Comisión de Honor y Justicia (CHJ) de la Uqroo, al sostener de forma marmólea que Rosado May tenía las facultades para remover a cuanta gente quisiera (tanto académicos como administrativos) cuando el ex rector, coaligado en “el último día de labores de diciembre de 2004” con Lízbeth Clemente Handall, entonces profesora de la materia de Estados Unidos Contemporáneo, llevó a cabo la intentona fallida (y recalco que fue fallida, y recontra recalco que los integrantes del CU y de la CHJ salieron avantes en ese momento) de despedir al profesor Juan Carlos Arriaga Rodríguez, para así “perjudicar” al Departamento de Estudios Políticos e Internacionales, del cual Arriaga presidía.
No sé bien a bien cuál fue el motivo por el cual Rosado May intentó defenestrar a Juan Carlos Arriaga. Pero no dudo que no se puede comparar la situación de Arriaga con la situación por la que actualmente transita el doctor Gamboa Villafranca (es decir, sindicalizar, defender la labor académica, que dio como resultado su despedido irremisible por la “falta de confianza”, o falta de pendejismo del doctor Gamboa Villafranca hacia el rector y sus achinchicles). Y si es cierto que en el caso Arriaga, el doctor Gamboa Villafranca, vía correos electrónicos arguyó que, “como rector, Rosado May tenía la facultad de despedir a Juan Carlos Arriaga porque, según la Ley Orgánica de la Uqroo, todos los profesores de la universidad son trabajadores de confianza”[1], Rosado May no logró correr a Juan Carlos Arriaga, debido a que su cordura se sobrepuso a sus pasiones del momento, oyendo las peticiones del CU y leyendo detenidamente el informe que la CHJ realizó del caso, en el que “le demandó –a Rosado May- que reinstalara al profesor en la plantilla docente de la División de Estudios Internacionales y Humanidades”, debido a que la CHJ “encontró elementos suficientes para elaborar un veredicto contra el despido”[2].
Y la inevitable pregunta no puede ser omitida: ¿Qué ha hecho, en el caso Gamboa Villafranca-Sutuqroo-Pech Várguez, el muy defensor de los académicos CU y la muy valerosa CHJ al respecto cuando, a ojos vistas y paladinamente se ha efectuado un descarado acto de autoritarismo del rector José Luis Pech Várguez, al despedir a un académico e investigador de la Uqroo del rango del doctor Xavier Gamboa Villafranca? ¿Cómo se la han tomado los flamantes miembros del CU? ¿Existirá aún, con su silencio y radical apatía, tan siquiera un ínfimo rastro de “HONORABILIDAD” y “JUSTICIA” en la ya desprestigiada Comisión de Honorabilidad y Justicia de la Uqroo, que ha hecho de tripas corazón, pues porque el doctor Xavier Gamboa Villafranca, aunque académico como el quien más, y caso contrario del profesor Juan Carlos Arriaga Rodríguez, no es santo de su devoción de los integrantes del CU?
En estos momentos, cuando un académico ha sido despedido por el delito de crear un sindicato que detenga las arbitrariedades del rector en turno en contra de los académicos y administrativos, es cuando más se debe oír, además de la solidaridad respectiva, la inteligente propuesta del CU para modificar el Reglamento General de la Uqroo, que en el conflicto suscitado por el fallido intento de despido de Juan Carlos Arriaga, abogaron –contra Gamboa Villafranca-, en junio de 2005, desde el hotel “Los Cocos”, la derogación de la Fracción XVII del artículo 56 de dicho Reglamento, que establece la facultad del rector de remover al personal académico y administrativo a su consideración. ¿Hemos oído alguna queja por parte del CU? Ninguna, y con esto se sienta el primer precedente consumado del autoritarismo en la Uqroo, además de la indefensión tanto del cuerpo académico como del administrativo, ante un CU condescendiente, copado, comprado o maniatado por José Luis Pech Várguez.
Porque, como bien indica el reportero Héctor Sosa, “el Consejo Universitario –conformado por 20 personas entre profesores, alumnos, personal administrativo y autoridades de la Uqroo- era quien decidía las sanciones a los profesores que violaban los estatutos establecidos en la Ley Orgánica de la Universidad”; porque con dicho Consejo Universitario “los profesores se sentían protegidos”, pues desde la creación de la Uqroo fue institucionalizado “con el fin de evitar abusos de autoridad por parte de Rectoría, entre otras cosas”[3] .
Me pregunto: ¿qué apartado, artículo, fracción, párrafo, parágrafo, inciso, coma, punto y coma, puntos suspensivos, o la sintaxis si somos rigurosos, ha violado el doctor Xavier Gamboa Villafranca para levantar la ira de un pequeño tiranito? ¿Ha explicado el rector Pech Várguez en qué consiste la pérdida de confianza hacia el doctor Gamboa Villafranca? Ninguna explicación, pero sí puros “maquiavelismos”, pero sí represiones y sí abyecciones de un CU que se hace el desatendido ante un conflicto suscitado, en estricto sentido, por una parte por un profesor que va en pos de la igualdad de condiciones entre el Patrón-Rector y el obrero-académico-admistrativo, al gestionar un sindicato independiente ante todo, y por la otra por un rector obsedido por imponer su autoritarismo, que confunde muy maquiavélicamente con autoridad, al decir que no hay que confundir la “prudencia y la tolerancia con la falta de decisión en el ejercicio de la autoridad”[4]. Pech Várguez no ha ejercido la autoridad, salvo su primo, el muy torcido autoritarismo.
[1] Estosdías, “Gamboa Villafranca: la verdad de sus mentiras”, página 26.
[2] Ídem, p. 25
[3] Estosdías, “Pech: lo del sindicato se resuelve en otra parte, en la universidad hay que trabajar por ella”, p. 29.
[4] Ibídem.
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