A
Francisco Toledo, en sus 75 cumpleaños
Mi viejo maestro chetumaleño solía comentar
en sus clases de literatura de los viernes,
que en Chiapas se daban poetas en maceta
y en Oaxaca solía haber un pintor
debajo de cada piedra del camino.
Que los sonidos de ríos y jaguares
y de pueblos bañados en rocío
y de alturas inmarcesibles de frío
y de cañones sumidos de Chiapas
hacen de cada cristiano un poeta en potencia,
nadie lo discute.
Y que los azules y amarillos arcillosos del cielo
oaxaqueño,
sus flores y mercados estallando en la plenitud de
las imágenes,
hacen pintor hasta a los ciegos filisteos,
tampoco nadie lo discute.
Si es cierto que debajo de cada piedra del camino
suele haber un pintor en Oaxaca,
Francisco Toledo no es la piedra,
es el camino donde descansan todas las piedras.
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