Peón de una hacienda henequenera y sus "amos". Archivo General de la Nación.
La Real Academia Española (RAE) cuenta con un
diccionario monárquico, católico, racista, xenófobo, anti feminista,
homofóbico. Sus académicos de la lengua aun piensan que este idioma sigue
siendo imperial, el idioma de Nebrija, de Cortés y Carlos V, pero no así el
idioma popular de Cervantes, de los poetas de la tierra como Miguel Hernández o
Neruda, en cuya narrativa del primero y versos inmortales de los segundos, el
idioma se enraizó, obtuvo una lozanía todavía no igualada, dio frutos
imperecederos y se volvió republicano, ateo, global, amoroso del otro o de la
otra, feminista y respetuoso de toda laya de diferencia.
Recientemente, la
comunidad gitana, perseguidos, vilipendiados históricamente y nómades
residentes en España, y que, antes, allá por el lejano 1980, se les dejaba ver
de vez en vez en los pueblos de Yucatán; ha comenzado una lucha para depurar
las definiciones discriminatorias de su pueblo en la RAE. De “trapaceros”, “fulleros”
y taimados estafadores no se les baja en los epítetos denigratorios y discriminatorios
hincados sobre ellos y que se pueden leer en el Diccionario de la RAE en su
vigésima segunda edición.[1]
Pero en la RAE se
discrimina no sólo a los gitanos. Los “indios” de América (invención lexical
creada por error geográfico de los “conquistadores” desde el primer contacto, y
con la cual se comenzó a homogeneizar la rica y variopinta gama de la
diversidad cultural que subsistía en América en 1492) también siguen siendo
discriminados en el Diccionario monárquico de marras. Apunto algunas de las acepciones y frases de
la palabra “indio” que la RAE todavía considera en sus páginas.
a)
Tercera acepción: “adj. Se dice del
indígena de América, o sea de las Indias Occidentales, al que hoy se considera
como descendiente de aquel sin mezcla de otra raza. U. t. c. s.” (Y uno se
pregunta, después de la brutalidad del siglo XX y sus víctimas en nombre de la
"raza", después de que en el discurso científico se ha comprobado la
inexistencia de la "raza" entre los hombres, ¿sigue con esa vieja
escuela escolástica la RAE?).
b)
Acepción quinta: “adj. despect. Guat. y
Nic. inculto (‖ de modales rústicos)”. Si es despectivo, ¿por qué seguirle el juego a los ladinos de Guatemala y Nicaragua?, ¿no es mejor, política y
lexicalmente mejor, depurar la lengua de esas lacras coloniales?
c)
Y aquí, en la siguiente frase, viene
todo el peso de la nostalgia de los gramáticos españoles por su “glorioso”
pasado de huevones coloniales,[2]
haciendo la acumulación primitiva del capital (que luego pasó a manos de sus
acreedores belgas, holandeses, germanos, etc.) a costa del: “indio
de carga. 1. m. indio que en las Indias Occidentales conducía de una
parte a otra las cargas, supliendo la carencia de otros medios de
transporte". ¿Aun piensa la RAE que existen "indios de carga"?
Por
último, estas siguientes frases que acepta la RAE en sus páginas, no necesita
explicación, se sobre entiende su significado racista:
d)
“caer de indio”. 1. loc. verb. R. Dom. Caer en un engaño por ingenuo.
e)
“hacer
el indio”. 1. loc. verb. coloq.
Divertirse o divertir a los demás con travesuras o bromas. 2. loc. verb. coloq. Hacer algo desacertado
y perjudicial para quien lo hace. Hice el indio al prestarle las cinco mil
pesetas que me pidió.
f)
“¿somos indios?” 1. expr. coloq. U. para
reconvenir a alguien cuando quiere engañar o cree que no le entienden lo que
dice.
g)
“subírsele a alguien el indio”. 1. loc.
verb. Am. montar en cólera.
Entender
el idioma que hablamos, manejarlo a la perfección, implica no solamente
escribir “bonito” y de forma “elegante” para que nuestras palabras se entiendan.
En el conocimiento de la gramática monárquica, y la crítica de ella, va
implícita una contra-gramática revolucionaria y popular. A pesar de que
diversos voceros e intelectuales indígenas e indigenistas en México han
manifestado su molestia por la palabra “indio” señalándolo como “una categoría
de la situación colonial”[3], o
como una “invención europea correlativa y necesaria de la previa invención de
América”;[4] y
no obstante que desde las esferas oficiales se han obliterado palabras como
indio e indígena para referirse a los pueblos originarios, ya que estos las
consideran discriminatorias;[5]
que yo sepa, ningún grupo étnico en México, o algún vocero o intelectual
indígena o indigenista, ha realizado algo similar a lo que los gitanos
españoles han hecho: mostrar su molestia, y presionar para que adjetivos y
frases en torno a la palabra “indio” sean suprimidas del diccionario
monárquico. ¿Hasta cuando el silencio de cara a la gramática racista de la RAE?
[1] “Gitanos
lanzan campaña contra la RAE: ‘No somos trapaceros. Grupo de españoles
iniciaron una protesta para remover su definición en el Diccionario de la
lengua española’”, El Comercio Mundo,
Lima, 9 de abril de 2015.
[2] Es un
hecho que todo el peso económico de la colonia recayó en “los pies de la
república”, los indios. Para el caso yucateco, cfr. Nancy Farris, La sociedad maya bajo el dominio colonial. La
empresa colectiva de la supervivencia, Madrid, Alianza Editorial, 1992;
Gabriel Solís, Bajo el signo de la compulsión:
el trabajo forzoso indígena en el sistema colonial yucateco, 1540-1730,
México, CIESAS-ICY-Miguel Ángel Porrúa Editores-INAH, 2003.
[3] Andrés
Fábregas, “El indio en la antropología mexicana contemporánea”, en Encuentro de voces. La etnografía en el
siglo XX, Gloria Artís (coordinadora), México, INAH, 2005, p. 70. Igual
véase el texto clásico de Guillermo Bonfil Batalla, “El concepto de indio en
América: una categoría de la situación colonial”, en Anales de Antropología, Revista del Instituto de Investigaciones
Antropológicas de la UNAM, Vol 9, 1972, pp. 105-124.
[4] Esta es
una certera definición escrita por don Edmundo O’Gorman en 1958. Montemayor,
del quien extraje la cita de O‘Gorman, indica que a partir de la conquista, los
pueblos originarios ingresaron “en la nueva invención europea del mundo con un
nombre que no le pertenecía y como un ser negado en su especificidad social y
humana”. El término clásico indígena, fue introducido en 1798 por el Dictionnaire
de l‟Academie Francaise. Sin embargo, estos dos términos, señala Montemayor,
son reduccionistas: “El término ‘indígena’ no alcanza a identificar a ninguno
de los pueblos singulares que resisten desde hace 500 años en estas tierras. La
palabra indio agrega a esta no diferenciación social la confusión de un remoto
pasado en el que Europa se negaba a reconocer no sólo una nueva tierra, sino a
sus pobladores”. Carlos Montemayor, Los
pueblos indios de México. Evolución histórica de su concepto y realidad social,
México, Random House Mondadori, 2008, pp. 29-32.
[5] Cfr. el documento oficial Consulta sobre mecanismos para la protección
de los conocimientos tradicionales, expresiones culturales, recursos naturales,
biológicos y genéticos de los pueblos indígenas, México, CDI, 2011.
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