El lunes asistiré, con mi viejo ejemplar de Las venas abiertas de América Latina bajo el brazo, a escuchar en Maní a un maestro de la narrativa latinoamerica, un hombre comprometido con los Nadie del mundo entero, una conciencia lúcida ante tanta mierda del poder, las traiciones caninas de los bellacos y la desnudez del presente en apariencia desprovisto de utopía: Eduardo Galeano.
Seguramente tendremos la fortuna de que el maestro historifique, en su diálogo, la memoria de los oprimidios en un lugar con dolorosas reminiscencias para la historia de los mayas peninsulares donde buena parte de su cultura fue reducida a cenizas por el auto de fe del pirómano de Landa. Pienso no tomarme la foto, como haría un oligofrénico snob sin puta idea de lo que representa este "cronista de nuestro tiempo" para la izquierda latinoamericana, pero sí manchar dos que tres hojas de mi libreta de apuntes con mi jerogrífica caligrafía, tratando de boletinar, para este blog sin alma, las lacras oligárquicas y políticas que el uruguayo seguramente diseccionará, valiéndose de cadenciosas metáforas, con el agudo bisturí de su punto de vista. Maní, sus pobladores y sus visitadores se convertirá, que duda cabe, en el escenario propicio de un nuevo auto de fe; pero este ya sin muerte abyecta de por medio, y sí, lleno sí, de esperanza. El lunes, en la plazuela de Maní seguramente se habrá de escuchar palabras sencillas como estas (encontradas en El libro de los abrazos):
El sistema - 3
de Eduardo Galeano
Los funcionarios no funcionan.
Los políticos hablan pero no dicen.
Los votantes votan pero no eligen.
Los medios de información desinforman.
Los centros de enseñanza enseñan a ignorar.
Los jueces condenan a las víctimas.
Los militares están en guerra contra sus compatriotas.
Los policías no combaten los crímenes, porque están ocupados en cometerlos.
Las bancarrotas se socializan, las ganancias se privatizan.
Es más libre el dinero que la gente.
La gente está al servicio de las cosas.
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