sábado, 21 de marzo de 2009

Gabriel Ramírez










En el Correo fantasma del cuentista José de la Colina, leí el siguiente post sobre Gabriel Ramírez:
"Llega, me imagino que llega, un momento en que el pintor, después de haberse dedicado a poner sobre el lienzo o la tabla o el muro cualquier imagen o escena o momento del mundo visible, decide darnos a ver alguna variante de su modelo interior (André Breton dixit), algo de ese magma de colores y formas que laten con la esperanza de dejar el espacio abstracto de la mente para pasar a la concreción pictórica, y entonces el pintor, en este caso Gabriel Ramírez, empieza a pintar algo que no es identificable como copia de algún ser o alguna cosa que forme parte de la abigarrada belleza ya presente en el mundo, sino como eso que desde su interior estaba intentando ser nada más ni nada menos que pintura y ofrecer otra clase de belleza. “La pintura es cosa mental”, dijo Da Vinci mientras quizá estaba algo aburrido de retratar el rostro más sonriente que hermoso de la Gioconda (que, la pérfida, tal vez sonreía burlándose de él), pero me parece que el león Leonardo debió añadir: La pintura no es cosa abstracta, es cosa siempre muy concreta, pues es visible y tangible, se hace con materiales como la tela, el óleo, el pincel, la espátula y la acción fisica del pintor. (Y hasta Jackson Pollock lo habría aplaudido.)
Así que ahora Gabriel Ramírez, ¿temporalmente?, se ha puesto a hacer nada más pero nada menos que pintura, que su música interior de formas y colores que quiere darnos a ver, y la suya es la manifestación de alegría tan recónditamente íntima como gustosamente obscena del artista que, allá en su Mérida de blancos y azules (y de los sabrosos papadzules) pinta desde la hamaca en que se balancea, y en el momento en que su mano con pincel se acerca al cuadro pone una pincelada y otra y otra, y así sigue infinitamente pinceleando, tan sólo por el puro placer de pintar".

Un lector del blog de de la Colina, se refería de esta forma a la pintura del yucateco:

"Ramírez vive en Mérida, y ahí, en la capirucha cha, se olvidaron de él.Contemporáneo de García Ponce, Felguérez y Rojo, sólo unos cuantos hablan de su pintura. Todos los cielos y mares yucatecos, además de las angustias, viven en cuadros".
La verdad, es que tiene toda la razón el que hiciera el comentario: todos los cielos y mares yucatecos, que hay muchos si se cuentan con el péndulo del corazón, además de las angustias, los rencores y rincones, el tendejón de la esquina, los viejos y los derruidos galpones de putas de los pueblos murmurantes de Yucatán, podrían encontrarse, tal vez, en los cuadros de sus artistas. De Gabriel Ramírez sobre todo, la arena y las jarcias de las barcazas de pescadores evolucionan con el aire de sus manos manchadas de arcilla.
Nota.- Nombres de los cuadros aparecidos después de la foto de Gabriel Ramírez en su estudio: 1) La ruta de las lagartijas. 2) El pajarito de Tito. 3) Desnudo 13.

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