miércoles, 25 de marzo de 2009

Diario de un Quijote apócrifo, segundo texto: Del sentimiento nacionalista

Es verdad: El nacionalismo no se quita ni con todas las tierras que le eches en su tumba. Es un vampiro que se alimenta de recuerdos, de imposibles lejanías, de tardes siniestras donde no es factible aprehender el ruido o el murmullo de una plaza de armas con esas personas reconocibles solamente para ti y unos cuantos nombres escritos en tu bitácora de viaje. En un mundo donde se tiende a globalizar todas las cuestiones (no sólo las enseñanzas y aberraciones de Occidente), los descerebrados de las grandes metrópolis autistas posicionan al nacionalismo como un contrasentido, un provincianismo de tarados, o como una reivindicación irrazonable de “lo nuestro” frente a “lo no nuestro”. Un mercado único que no logra subsanar esa desconfianza de los pueblos frente a él, implica una sola cosa: de que ese mercado huele a carroña. La integración de los pueblos, el desprovincianismo de aquellos, sería la monotonía aberrante, la luz monocolor con el que ven al mundo los muertos. Para monocolores, me quedo solamente con el monocolor utópico de la sociedad sin clases del marxismo de mis mayores.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Comentario para la primera parte del diario eliminado que resultó más entretenida que la segunda.

Pasado nihilista... sería pedir demasiado de usted, aunque lo de sibarita puede que lo conserve;en cuanto a sus reflexiones, mire usted, considero que todos en algún momento se las han hecho, a Marx y Nietzsche los conocí en casa , Nietzsche quitó la venda de mi ojos y logró que cuestionara todos mi valores y creencias en el terreno religioso, con Marx en su manifiesto comunista despertó el interés y la reflexión por el sistema político nacional, sin embargo, fue en la práctica y no en la teoría panfletaria en donde encontré mi camino particular a Damasco a diferencia suya; unas siete galeras de refujiados guatemaltecos, albergando a 600 individuos, huyendo de por la guerra civil en el 93, el ayudar a mi madre a conseguirles cosas tan esenciales como ropa y comida, la mujeres llegaban desnudas,algunos hombres mutilados y heridos y los niños famelicos y enfermos, nadie denunció estos hechos, todos sabían su condición de inlegales, sin saber hablar casi el español, lo único que se les pudo brindar fue un jornal en el campo, y mal pagado, claro;la realidad condena, sin infulas nacionalista y mucho menos nativista o regionales; así que comience por casa su revolución, ya lo intentó una vez, con sus diatribas anarquistas publicadas en otros medios parecidos a éste, levanto polvo pero no polvadera...suerte en su búsqueda cualitativa del método, quizás este parado en sima de él no se ha percatado

Atte: Casi nadie.

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