Por Luis Hernández Navarro, enviado por La Jornada.
Belem, Brasil, 29 de enero. Es una larga noche de intervenciones en el Hangar. Cinco presidentes y diversas organizaciones sociales, como la Central Única de Trabajadores, comparten el micrófono. Alrededor de 10 mil personas escuchan, corean consignas, entonan cánticos y viven un momento de historia concentrada.
El encuentro entre los mandatarios Hugo Chávez, de Venezuela; Evo Morales, de Bolivia; Fernando Lugo, de Paraguay; Rafael Correa, de Ecuador, y Luiz Inazio Lula de Silva, de Brasil, marca un hito en la breve biografía del Foro Social Mundial (FSM).
Según dijo en el acto Candido Grzybowski, organizador director de Ibase, “generalmente nosotros vamos a sus cumbres para presionar. Aquí se produjo un cambio: éste es un territorio de la ciudadanía y los presidentes vienen a nuestra cumbre”.
Prácticamente todos los jefes del Ejecutivo asistieron al Foro en algún momento de su trayectoria política. Pero lo hicieron no como gobernantes populares electos, sino entrando por la puerta de atrás, por medio de actividades paralelas. Y es que en sus primeros años, el FSM fue concebido como un espacio de los movimientos sociales más que de los partidos políticos.
Lula y el Partido de los Trabajadores desempeñaron un papel fundamental en la constitución del FSM. Hugo Chávez auspició, ya como presidente, la realización de una de sus asambleas anuales en Caracas, y asistió a varias otras. Fue en ese espacio en el que anunció la necesidad de caminar hacia el socialismo del Siglo XXI. Evo Morales participó regularmente en ellos y reclama ser parte del proceso. “No quiero que me inviten, quiero que me convoquen como lo hacíamos antes”, acaba de decir en Belem. Rafael Correa comparte el proyecto. Apenas en el encuentro de Caracas, Fernando Lugo caminaba con sus huaraches, solitario y pensativo.
Según el analista Emir Sader, “la presencia de los cinco presidentes en Belem expresa el estadio actual de lucha antineoliberal y es un llamado al FSM para que vuelva a articular fuerzas de resistencia social en la esfera política, aquella de la disputa hegemónica, que se vuelve central a partir de la crisis contemporánea, del fin del gobierno Bush y de los avances del post-neoliberalismo concentrados hoy en la América Latina.”
El acto en el Hangar refrendó la gran imbricación que existe entre estos gobiernos y los movimientos populares. “Nuestros gobiernos progresistas están convencidos de que la lucha de los movimientos sociales es el gran soporte que puede garantizar el cambio en nuestra región”, aseguró el paraguayo Fernando Lugo.
El encuentro tuvo un carácter marcadamente antineoliberal. Los presidentes señalaron cómo la actual crisis era, ni más ni menos, la crisis de todo un modelo. “La palabra de orden de hoy es: otro mundo es posible. Y aún más, es necesario e imprescindible que busquemos un nuevo orden”, dijo Lula da Silva.
A diferencia de la última ocasión en la que participó en una asamblea del Foro, donde fue objeto de expresiones de descontento, esta vez Lula tuvo a los asistentes de su lado. De visible buen humor, manifestó un fuerte compromiso con el FSM y los movimientos sociales.
“El mundo desarrollado –afirmó el mandatario brasileño– decía lo que teníamos que hacer en América Latina, parecían infalibles y nosotros incompetentes (...) nos vendieron que el Estado no podía nada, y que el mercado desarrollaría los países. Y ese mercado quebró por falta de responsabilidad y control”, señaló el antiguo dirigente sindical metalúrgico. “El pueblo pobre –advirtió– no pagará esta crisis”. Lo acompañaban en el Foro 13 de sus ministros.
Rafael Correa defendió un nuevo modelo de desarrollo, el socialismo del Siglo XXI. El motor del desarrollo –dijo– ha sido la acción colectiva que se expresa a distintos niveles. Se trata de resolver problemas comunes mediante la adecuada intervención del Estado en la economía y la vida social. Se requiere planificar nuestro proyecto nacional en función de los intereses comunes.
Por el mismo camino se movió Hugo Chávez. En un discurso sorprendentemente breve para como se las gasta, afirmó: “El socialismo es el único camino para salvar este planeta”. Previamente había recordado como en 1999 nadie hablaba de socialismo hasta que en 2003, en Porto Alegre, él comenzó a hacerlo.
Como lo ha hecho en otras ocasiones, el comandante convocó al Foro Social Mundial a asumir un papel más audaz y “pasar a la ofensiva”. “Estamos en un momento de ofensiva, no de trincheras”, aseguró.
Y, en plena ofensiva, Evo Morales propuso emprender cuatro campañas mundiales. Una, por la paz y la justicia, para llevar a los responsables de las guerras genocidas a los tribunales de justicia y acabar con el derecho de veto del Consejo de Seguridad de la ONU. “Tenemos que acabar –exigió– con la monarquía de Naciones Unidas; no es posible que un país tenga más poder que 190, que el derecho internacional se aplique por igual para todos.
La segunda es a favor de un nuevo orden económico internacional basado en la solidaridad, justicia y complementariedad entre las naciones”, que reforme instituciones financieras y comerciales internacionales. “El Banco Mundial –reclamó– el FMI y la Organización Mundial del Comercio (OMC) tienen que ser profundamente transformados si quieren ser instituciones financieras al servicio del pueblo. No podemos permitir que se maquillen para seguir como están”.
La tercera campaña consiste en movilizarse para salvar el planeta. Ello implica “cambiar los patrones de consumo. La madre tierra es nuestro hogar, la fuente de nuestra vida”. Finalmente, convocó a favor de la dignidad, la identidad y la diversidad cultural. Propuso como símbolo de esta campaña la hoja de coca.
“Si los pueblos del mundo no somos capaces de sepultar al capitalismo, el capitalismo sepultará al planeta tierra”, sentenció el indígena y sindicalista cocalero que hoy es presidente de su país.
El encuentro entre los mandatarios Hugo Chávez, de Venezuela; Evo Morales, de Bolivia; Fernando Lugo, de Paraguay; Rafael Correa, de Ecuador, y Luiz Inazio Lula de Silva, de Brasil, marca un hito en la breve biografía del Foro Social Mundial (FSM).
Según dijo en el acto Candido Grzybowski, organizador director de Ibase, “generalmente nosotros vamos a sus cumbres para presionar. Aquí se produjo un cambio: éste es un territorio de la ciudadanía y los presidentes vienen a nuestra cumbre”.
Prácticamente todos los jefes del Ejecutivo asistieron al Foro en algún momento de su trayectoria política. Pero lo hicieron no como gobernantes populares electos, sino entrando por la puerta de atrás, por medio de actividades paralelas. Y es que en sus primeros años, el FSM fue concebido como un espacio de los movimientos sociales más que de los partidos políticos.
Lula y el Partido de los Trabajadores desempeñaron un papel fundamental en la constitución del FSM. Hugo Chávez auspició, ya como presidente, la realización de una de sus asambleas anuales en Caracas, y asistió a varias otras. Fue en ese espacio en el que anunció la necesidad de caminar hacia el socialismo del Siglo XXI. Evo Morales participó regularmente en ellos y reclama ser parte del proceso. “No quiero que me inviten, quiero que me convoquen como lo hacíamos antes”, acaba de decir en Belem. Rafael Correa comparte el proyecto. Apenas en el encuentro de Caracas, Fernando Lugo caminaba con sus huaraches, solitario y pensativo.
Según el analista Emir Sader, “la presencia de los cinco presidentes en Belem expresa el estadio actual de lucha antineoliberal y es un llamado al FSM para que vuelva a articular fuerzas de resistencia social en la esfera política, aquella de la disputa hegemónica, que se vuelve central a partir de la crisis contemporánea, del fin del gobierno Bush y de los avances del post-neoliberalismo concentrados hoy en la América Latina.”
El acto en el Hangar refrendó la gran imbricación que existe entre estos gobiernos y los movimientos populares. “Nuestros gobiernos progresistas están convencidos de que la lucha de los movimientos sociales es el gran soporte que puede garantizar el cambio en nuestra región”, aseguró el paraguayo Fernando Lugo.
El encuentro tuvo un carácter marcadamente antineoliberal. Los presidentes señalaron cómo la actual crisis era, ni más ni menos, la crisis de todo un modelo. “La palabra de orden de hoy es: otro mundo es posible. Y aún más, es necesario e imprescindible que busquemos un nuevo orden”, dijo Lula da Silva.
A diferencia de la última ocasión en la que participó en una asamblea del Foro, donde fue objeto de expresiones de descontento, esta vez Lula tuvo a los asistentes de su lado. De visible buen humor, manifestó un fuerte compromiso con el FSM y los movimientos sociales.
“El mundo desarrollado –afirmó el mandatario brasileño– decía lo que teníamos que hacer en América Latina, parecían infalibles y nosotros incompetentes (...) nos vendieron que el Estado no podía nada, y que el mercado desarrollaría los países. Y ese mercado quebró por falta de responsabilidad y control”, señaló el antiguo dirigente sindical metalúrgico. “El pueblo pobre –advirtió– no pagará esta crisis”. Lo acompañaban en el Foro 13 de sus ministros.
Rafael Correa defendió un nuevo modelo de desarrollo, el socialismo del Siglo XXI. El motor del desarrollo –dijo– ha sido la acción colectiva que se expresa a distintos niveles. Se trata de resolver problemas comunes mediante la adecuada intervención del Estado en la economía y la vida social. Se requiere planificar nuestro proyecto nacional en función de los intereses comunes.
Por el mismo camino se movió Hugo Chávez. En un discurso sorprendentemente breve para como se las gasta, afirmó: “El socialismo es el único camino para salvar este planeta”. Previamente había recordado como en 1999 nadie hablaba de socialismo hasta que en 2003, en Porto Alegre, él comenzó a hacerlo.
Como lo ha hecho en otras ocasiones, el comandante convocó al Foro Social Mundial a asumir un papel más audaz y “pasar a la ofensiva”. “Estamos en un momento de ofensiva, no de trincheras”, aseguró.
Y, en plena ofensiva, Evo Morales propuso emprender cuatro campañas mundiales. Una, por la paz y la justicia, para llevar a los responsables de las guerras genocidas a los tribunales de justicia y acabar con el derecho de veto del Consejo de Seguridad de la ONU. “Tenemos que acabar –exigió– con la monarquía de Naciones Unidas; no es posible que un país tenga más poder que 190, que el derecho internacional se aplique por igual para todos.
La segunda es a favor de un nuevo orden económico internacional basado en la solidaridad, justicia y complementariedad entre las naciones”, que reforme instituciones financieras y comerciales internacionales. “El Banco Mundial –reclamó– el FMI y la Organización Mundial del Comercio (OMC) tienen que ser profundamente transformados si quieren ser instituciones financieras al servicio del pueblo. No podemos permitir que se maquillen para seguir como están”.
La tercera campaña consiste en movilizarse para salvar el planeta. Ello implica “cambiar los patrones de consumo. La madre tierra es nuestro hogar, la fuente de nuestra vida”. Finalmente, convocó a favor de la dignidad, la identidad y la diversidad cultural. Propuso como símbolo de esta campaña la hoja de coca.
“Si los pueblos del mundo no somos capaces de sepultar al capitalismo, el capitalismo sepultará al planeta tierra”, sentenció el indígena y sindicalista cocalero que hoy es presidente de su país.
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3 comentarios:
Este “Forito Social Mundial” (las comillas por el hecho de que ni es Foro, pero sí una pasarela de imbéciles de buena voluntad nacidos en los dos lados del charco atlántico; ni menos social y sí, sí que sí, una apología de la chaladez voluntarista)en donde se cacarea hasta el desgañitamiento consignas esperpénticas a modo de paladas sepultureras contra el sistema capitalista, contra el demonio neoliberal, contra los malos de arriba causantes de la crisis financiera, y se prenden incensios advocatorios para el advenimiento del Socialismo del Siglo XXI (¿cómo se come ese chorizo? ¿Resurgen los cadáveres de la tierra descongelada de Siberia? ¿Habrá Gulags tropicales en él?), no es más que una idónea vitrina para que el verborraico teniente coronel Hugo Chávez; su marioneta boliviana, el indígena lector de Mao, Evo Morales; el aburguesado ex líder sindical Lula da Silva; el obispo huarachudo Fernando Lugo; y el ex tecnócrata economista de Mariland Rafael Correa, afinen y apunten sus hueras y pastosas retóricas contra el infaltable Chivo Expiatorio causante de todos nuestros males, de todas nuestras desgracias latinoamericanas: Estados Unidos –que ellos apelan como “El Imperio”- y sus brazos financieros como son el Banco Mundial, el FMI, la OMC y otras estribaciones financieras conocidas como las “trasnacionales” que envenenan el ambiente, que envenenan al mundo con sus gases y toxinas de muerte, y que polucionan y quiebran y pudren y devastan economías nacionales. Estos cinco exóticos personajes de la izquierda carnívora, dos de ellos con pretensiones dictatoriales democráticas a base de enmiendas constitucionales, aún no comprenden que no con buenas intenciones se da de comer al hambriento, sino con una reestructuración y una férrea regularización de la economía de los países, no cerrada al libre mercado y abierta sí a la lucha democrática. Chávez ha dicho que fue el primero, posterior de la caída del muro de las ideologías asesinas, en hablar, en el Forito del año 2003 de Porto Alegre, del Socialismo del Siglo XXI, que no era otra cosa que un proyecto –posiblemente convertido más que proyecto en los próximos días- de dictadura vitalicia vestida con los ropajes socialistas. Como dice esta nota, este foro ha perdido su esencia desde que se ha pasado de vitrina antisistémica de los Movimientos Sociales –el caso más paradigmático, es del Movimiento Indígena-, para rendirle pleitesía a los idiotas de buena voluntad entronados por la barbarie.
SOBRE UN POLIZONTE Y FALSO IZQUIERDISTA:
La totalidad los integrantes del gabinete del obispo Fernando Lugo provienen del sector de las ONGs financiadas por la embajada norteamericana. Se cuentan entre ellos a Gloria Rubín (referente en Paraguay del NED y la CIA), Camilo Soares (beneficiario de fondos de IAF y NED, favorecido del gobierno de George W. Bush) Rafael Filizzola (signatario de acuerdos con Alvaro Uribe a instancias de la ex operadora del plan Colombia Liliana Ayalde), Karina Rodríguez (de la Casa de la Juventud, que recibió 127 mil dólares de la Inter American Foundation), Liz Torres (referente de las logias de ONGs dependientes de la embajada norteamericana), Esperanza Martínez (del movimiento Tekojojá, financiado por USAID, hoy envuelto en escándalo por corrupción), Canciller Hamed Franco (del Pmas, un movimiento financiado por James Cason), el Vice-canciller Jorge Lara Castro (recibe dólares de la embajada a través de la ONG fantasma Alter Vida), Ministro de Defensa General Bareiro Spaini (hombre de la embajada norteamericana, educado en las escuelas de golpistas de Estados Unidos) o el ministro de Hacienda Dionisio Borda, antiguo responsable de las finanzas de los gobiernos corruptos y agente de la embajada norteamericana y del FMI.
Asimismo, Fernando Lugo ha anunciado que se mantendrá la política de sometimiento al imperio nortemericano en Paraguay, y se desconoce lo tratado por Lugo en New York con referentes de la mafia ítalo-norteamericana como John Tonelli, o con el heredero del imperio petrolero que en la década de 1930 llevó a la matanza a cien mil bolivianos y paraguayos, David Rockefeller. Lo único cierto es que ofició de guía turístico en la gran manzana Conrado Pappalardo, un personaje conocido por haber operado para el Plan Cóndor y haber proveído pasaportes para el asesinato en Washington de Orlando Letelier.
Otros cónclaves nunca aclarados por parte del obispo fueron sus reuniones con James Cason y Roger Noriega, pocos segundos después que Aleida Guevara March, hija del Che Guevara, haya abandonado la misma oficina por la misma puerta por la que entraron estos grandes amigos de Cuba y los hermanos Castro.
No se sabe el motivo de las visitas de Christopher McMuller, subsecretario norteamericano de Asuntos del Hemisferio Occidental, al viceministro de Relaciones Exteriores paraguayo, Jorge Lara Castro, un viejo favorecido de la embajada norteamericana de Asunción.
Gracias por su apunte, amigo "Anónimo". Por lo que he leído de su puntillosa y detallada opinión, concluyo de que es un guaraní. Los grandes polizontes del imperio, en Latinoamérica, obviamente son los integrantes de la Quinta (no del Buitre) del cacaseno Chávez...Saludos!!!
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