Ruinas de la iglesia de Tihosuco
Es un hecho que el grueso de los ejércitos que cimbrarían la Península en 1847-1848, se trató de población maya campesina, pero considero
que es un error no menor, decir "Guerra Social Maya" a lo que se inició
el 30 de julio de 1847 en Tepich, porque no fueron únicamente “mayas” los que
participaron en ella: el vallisoletano Bonifacio Novelo, los petuleños José María
Barrera y José María Torres, así como Leandro Santos o Dionisio Zapata; y
tantos otros líderes mestizos de los pueblos, algunos “chinos” y negros de
Belice, lucharon a la par con indígenas como Chi, Pat (aunque, de este último,
igual se señala su posible origen mestizo) y Crescencio Poot (en varias
descripciones de Poot que he tenido la suerte de analizar, se le describe con
características “africanas”). La pregunta es, ¿es válido todavía ningunear al concepto "Guerra de Castas"?
Podemos
sostener, que es muy superficial –o muy ideológico- mayanizar totalmente un conflicto que tuvo sus matices y sus ricas
diversidades, como rico y diverso son los pueblos yucatecos hasta hoy en día. Y
por ese solo hecho, considero que el término “Guerra de Castas” todavía es el más
correcto para nombrar a ese conflicto de larga duración, aunque no desconozco
los orígenes sociales y agrarios de aquella Gran Guerra, los cuales defiendo a
ultranza y sin tiquismiquis, frente a los “revisionistas” de toda laya.
Las
características de la naturaleza primigenia de la “Guerra de Castas” han sido
descritas por innumerables estudiosos, demostrando cómo el largo conflicto dividió
geográficamente a Yucatán en la segunda mitad del siglo XIX. “Guerra Social” la
denominó Berzunza Pinto;[1] “guerra campesina” la adjetivó
Quintal Martín;[2]
guerra popular contra la economía asimétrica, sostuvo Canto López;[3] guerra tanto “agraria como
étnica” con predominancia campesina, apuntó Dumond[4]; lo cierto es que
podríamos interpretar este conflicto como multiclasista (hacendados como Pat
convivían en los campos de batalla con líderes militares como don Cecilio Chi,
o “prófugos de la justicia” como el “desnaturalizado” Bonifacio Novelo); o bien,
revisitando documentación de la época, llegar a la conclusión a que Reed llegó
posterior a su célebre libro: la “Guerra de Castas” fue un conflicto multiétnico
y cuyas causas no fueron una sino múltiples.[5]
En
su reciente estudio sobre el “mestizo”[6] de Valladolid Bonifacio Novelo -que al igual
que José María Barrera para la región de Peto, combatió del lado de los “mayas
rebeldes” y fue líder indiscutible a finales de la década de 1860 en Chan Santa
Cruz-, Canto Alcocer concluyó que la sublevación de 1847 no fue solamente
indígena como la hiciera creer la ideología decimonónica criolla, y Novelo –así
como Barrera, apunto aquí- es “un contundente mentís” a esa retórica. Bonifacio
Novelo era un mestizo, un auténtico líder que pugnaba por espacios de poder en
la sociedad cerrada vallisoletana, pero “los espacios de desarrollo estaban
plenamente cerrados en aquel Valladolid de mediados del XIX, y Bonifacio tomó
la decisión de combatir esa desesperante realidad con las armas en la mano.”[7]
Creo
que he hablado mucho de José María Barrera, un “mestizo de Peto que, por causas
ignoradas, había desertado de los suyos para pasarse al bando de los indios,”[8] y ahora podríamos hablar
de otro ladino petuleño que decidió pelear del bando de los mayas. Me refiero a
“Don José María Torres.” El “Don” aparece en varias ocasiones cuando se habla
de Torres en la documentación de la época.
Don
José María Torres era otro de aquellos “mestizos” petuleños que secundaría la
rebelión de 1847. Natural y vecino de la Villa de Peto, para finales de
diciembre de 1849 era un “comisionado de los sublevados”, y al parecer, su
lugarteniente en Kantemó –paraje cercano a Peto, por el rumbo de la bahía de
Chichankanab- era el comandante José Tun, muerto en un ataque que 100 soldados
yucatecos hicieron a su posición que defendía. Antes del ataque a Kantemó del
25 de diciembre de 1849, los capturados, entre ellos un tal Tiburcio Kú,
aseguraron:
[…] que un día antes de ser aprehendidos, había estado en Kantemó un comisionado de los sublevados, llamado José Torres, natural y vecino de Peto, á prevenirles que todos los que estuviesen allí reunidos, fuesen á obstruir el camino principal que de este pueblo va al de Barbachano, y que concluida esta operación, volviesen al mismo punto, para que al primer aviso suyo, viniesen a sitiar a este cuartel [de Peto].[9]
Con
esta somera lista de líderes de la primera época de la Guerra de Castas,
podemos dudar, o matizar las señalizaciones que actualmente se le efectúa,
diciendo que la guerra de larga duración iniciada en Tepich el 30 de julio de
1847, se trató exclusivamente de una “Guerra Maya”. Fue una Guerra Maya, desde luego,
pero también fue una guerra donde los mestizos de los pueblos no veían etnicidades
para luchar, al igual que los “mayas” no veían sino una posibilidad de que el mundo
neocolonial yucateco fuera modificado para dar cabida a la diversidad étnica de
poder. Si bien es cierto que el grueso de los combatientes fue a todas luces de
origen maya campesino, no hay que dejar en el tintero del olvido a estos mestizos
que decidieron pelear movidos únicamente por términos de justicia, y no así por
términos “raciales.” Venancio Pec, para 1849, recordaba que en un futuro
territorio liberado del colonialismo y el racismo de las élites yucatecas, no
veía “objeción ninguna á que los blancos residiesen dentro del territorio que
pretendían obtener, pero que nunca consentirían en que estos ejerciesen
autoridad en el lugar que residiesen.”[10].
Sin
embargo, con el correr de los años –se señala el año de 1867 como el predominio
de los elementos tradicionalistas en Chan Santa Cruz-, lo que comenzó como una
lucha multiétnica, devendría en un reforzamiento de la indianidad combativa en
el oriente de la Península.
[1] Ramón Berzunza
Pinto, Guerra social en Yucatán (Guerra
de Castas), Mérida, Maldonado Editores– Gobierno del Estado de Yucatán –
Secretaria de Educación, 1997.
[2] Fidelio Quintal Martín, “Interpretación de la Guerra Campesina de
Yucatán de 1847”, Revista de la
Universidad de Yucatán, Marzo-Abril de 1976, número 104, año XVIII, Vol. XVIII, pp. 60-89.
[3] Antonio Canto
López, La Guerra de Castas en Yucatán,
Mérida, Ediciones de la Universidad de Yucatán, 1976.
[4] Don E. Dumond, The Machete and the Cross. Campesino Rebellion in Yucatan,
University of Nebraska Press, 1997.
[5] Nelson Reed, “Liderazgo de blancos y mestizos entre los cruzoob”,
en Saastun. Revista de cultura maya,
año 0, número 1, abril, Mérida Yucatán, México, 1997, pp. 63-88.
[6] Entiendo la palabra “mestizo”, muy distinta a lo que en el habla
actual de Yucatán se entiende: como población no indígena. Los mestizos son los
“no indígenas”, los cuales en el Yucatán de la segunda mitad del siglo XIX,
coparon y seguirían copando, las estructuras de poder de los partidos y los
ayuntamiento. Incluso se ha planteado la hipótesis de que el término “mestizo”
para denominar a la población indígena de Yucatán, tuvo sus orígenes posterior
a la segunda mitad del siglo XIX, como una forma para “exorcizar” la indianidad
de la población maya yucateca viviendo dentro de las fronteras, y cuyo objetiva
era que, mediante la palabra mestizo, se borrara todo nexo posible con los “indios
bárbaros” de Chan Santa Cruz.
[7] Jorge Alberto Canto Alcocer, “Las otras castas de la
guerra: Bonifacio Novelo y los mestizos de Valladolid en la guerra social de
1847”, en Jorge Canto Alcocer y Terry Rugeley (coordinadores), Ventana de Zací: otras miradas de la Guerra
de Castas, Valladolid, Yucatán, Universidad de Oriente, 2013, p. 132.
[8] Alfonso Villa Rojas, 1987, Los elegidos de Dios. Etnografía de los mayas de Quintana Roo, México, INI, p. 98.
[9] “Comandancia principal del cuartel de Peto”. Boletín oficial del
Gobierno de Yucatán, 29 de diciembre de 1849.
1 comentario:
Tus argumentos me parecen sólidos con respecto al concepto de "Guerra de Castas", digamos que está situado en el contexto histórico, sin embargo,el concepto de casta está muy ligado con el de raza que se supone es un concepto que en una lectura que hice a los 17 años, ya no se usa y desde entonces he tratado de erradicarlo de mi cabeza, claro, al menos que seas antropólogo gringo.
La rebelión de 1847 -así me gusta llamarle- fue bipartita, por un lado los de la "castra divina" -la r es a propósito- y por otro los batabes o caciques -algunos de ellos con apellidos españoles-, porque así como hubieron caciques mayas que se unieron a la rebelión, los hubo también como el de Sabán que tomaron partido por el grupo dominante colonial. Y pienso que exaltarlos es una reverenda estupidez porque si a ellos no les hubiese afectado la situación de aquél entonces -ojo, como batabes que eran- apuesto a que no hubieran movido ni un sólo dedo, ya en aquél entonces los huesos políticos no se repartían por derecho de nacimiento como al principio, estos batabes tenían que lamerle el c... a los curas para siquiera aspirar a ganárselos.
Para mí, no aspiraban la liberación del pueblo, tan sólo querían salvaguardar sus cuotas de poder, sino por qué chingaos no entraron a la capital, en fin, seguiré rumiando esa idea.
Saludos!
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