Iglesia de Uayma
El
19 de julio de 2014 revisé mis apuntes de una entrevista que realicé a mí
amigo, el uaymense Rodrigo Ay Xooc. Estos apuntes versaban sobre su solar
materno: Uayma. Y queriendo saber qué
cosas se habían escrito sobre ese silencioso poblado oriental, puse la palabra
Uayma en los buscadores de la UADY y de la Biblioteca Virtual de Yucatán: los
datos que me arrojaron resultaron irrisorios, pobres y débiles para abordar de
una manera coherente y exhaustiva al pueblo de Uayma. En la Biblioteca Virtual
de Yucatán, sitio en línea de uno de los dos más importantes repositorios
historiográficos de la Península –me refiero a la Biblioteca Yucatanense-, el
pueblo de Uayma está representado textualmente por los siguientes trabajos:
a) Por
una Monografía de Uayma, que más que
monografía coherente y totalitaria, es un estudio rudimentario de 38 páginas
que sirvió como tesis de medicina de un tal Eladio Ek Tax (sin relación alguna
con este amanuense). Es del año 1989, al parecer de la facultad de medicina, y editado
en Mérida.
b) En
la vena de los estudios campesinos –muy en boga en la década de los setenta y
ochenta del siglo pasado-, está la tesis de licenciatura en antropología del
maestro José Juan Cervera Fernández: “Iglesia no católica y estructura
política: Los campesinos de Uayma.” Es una tesis de 1991, de 112 páginas salidas
de las aulas de la histórica facultad de ciencias antropológicas de la UADY, la que quedaba entre dos míticas
cantinas levistraussianas, a donde recalaban con constancia los futuros antropólogos
yucatecos.
En
el buscador de la UADY, los datos arrojaron una pobreza textual todavía mayor.
Mejor traigo a cuento un twitt que escribí comentando esta dejadez de esa
universidad para uno de los tantos pueblos yucatecos (“sin historia”, según los
letrados urbanos): “Puse la palabra Uayma –rezaba en mi twitter- en el buscador
de la UADY y aparecieron textos de medicina (parasitismo). Para unos, eso es la
historia de los pueblos.” Siguiendo con mi diatriba contra el provincianismo
urbano de la ciudad letrada meridana, dije: “Para
la ciudad letrada, los pueblos de Yucatán no tienen historia: tienen etnografía
y tienen problemas socioeconómicos y de salud. Visión más pobre y reduccionista
no puede haber.”
Sabía,
porque ya había trabajado con anterioridad las Relaciones histórico-geográficas de la gobernación de Yucatán, que
existe una “Relación de Uayma”. Esta relación no entra en un débil folleto
turístico que conseguí para seguir indagando sobre el pueblo de Uayma. El
folleto de marras se denomina “Uayma.
Guía turística cultural”, es
bilingüe (no necesito decir que está escrito en español e inglés), y fue
editado con todas las pobrezas académicas por alumnos del Centro Universitario
de Valladolid (CUV). En una palabra, es descartable de raíz, pero podemos tomar
algunas ideas mercantiles que contiene, con las cuales se intenta realzar el
turismo “rural” o “cultural”. De entrada, la historia de Uayma se adelgaza, y
al pueblo se le adjetiva como “un pueblo mágico, turístico y cultural.” O en
otras palabras, la magia y la cultura, o la trasmutación de la cultura por la
magia del turismo, para solaz y recreo del turista conquistador; asegurándole, a
este bárbaro neo invasor, que todavía existen “los hombres mayas”; y que
despreocúpese usted, señor turista rubicundo, si está dudoso en interactuar y acercársele a
ellos sin ningún problema a que lo flechen o le saquen el corazón; ya que:
[…] si le gusta observar y tener un acercamiento a la comunidad rural o es amante de la naturaleza, le aseguramos que eso y más disfrutará, ya que en la población podrá interactuar con la gente local, visitar y gozar de la frescura del cenote o realizar recorridos por sus tranquilas calles para conocer sus casas coloniales y las artesanías, producto del trabajo diario de hombres mayas que aún existen en nuestras épocas contemporáneas”.[1]
Para
los mercadólogos del turismo, sólo existen “experiencias inolvidables” (cliché
indigesto, éste, de “experiencia inolvidable”) y superficialidades que terminan
en el eslogan siguiente de un folleto manido de 50 páginas infumables:
Después de este breve recorrido histórico-etnográfico de carácter cultural, social y económico, solamente nos queda decir: ¡Ven a Uayma! ¡Te esperamos con sonrisas cálidas! Recorrer esta comunidad te hará sentir en casa. ¡Uayma es mío, tuyo y de todos![2]
Sin
embargo, Uayma, y yendo contra los mercadólogos del turismo burgués, es más que
una “experiencia inolvidable”; y, desde luego, yendo contra la cerrazón de la
ciudad letrada meridana, Uayma es más que parasitismo y problemas socioeconómicos
y de salud. Uayma es la tierra de los cupules, y es la tierra de mi amigo
Rodrigo Ay Xooc y de mi amigo Reynaldo Xooc Padilla, los cuales me dedicaron
algunos minutos de su tiempo para hablarme de “cosas de su pueblo”.
Señalé líneas atrás, la existencia de una “Relación de Uayma”. En efecto, en las muy
socorridas Relaciones histórico-geográficas de
la gobernación de Yucatán, Mérida, Valladolid y Tabasco, la relación de Uayma (y
Kantunilkin) fue escrita el 20 de marzo de 1579 por el encomendero de ese
lugar, Juan Vellido. El soldado raso Vellido, convertido, por actos de la
brutalidad de la conquista, en señor feudal y alcalde ordinario de Valladolid y
con indios bajo su encomienda, decía que el capitán don Francisco de Montejo le
dio en repartimiento, en nombre de “Su Majestad”, los pueblos de Guayma [Uayma], que dista de Valladolid dos
leguas, “y el pueblo de Cantaniqui” [Kantunilkin], que distaba dieciocho leguas
hacia el puerto de Conil. Vellido afirmó que cuando se le dio en encomienda
Uayma a finales de 1540, “tenía trescientos tributarios, y al presente no tiene
más que 120.” La causa de esa baja poblacional, apuntó Vellido, se debió a las
políticas de congregación de los religiosos (el reducir a un solo pueblo
cabecera de doctrina a los indios arranchados), así como a “las muchas obras
que los religiosos han hecho en los monasterios, que han sido suntuosas y de
mucho edificio, y también por cierto beneficio de añil que en esta tierra hay”,
dos compulsiones laborales que iban contra el sistema milpero de los hombres de
Uayma.
El conquistador Vellido, que fue
testigo de “primera vista” del levantamiento general de los cupules en el año
de 1546, apunta en aquella Relación de Uayma y Kantunilkin, que:
Después que yo vine a estas provincias, que fue el año de mil e quinientos e quarenta e quatro, según referido tengo, desde a dos años poco más o menos, que fue en el año de mil e quinientos e quarenta y seis años, a nueve de noviembre de dicho año, los naturales desta provincia de Valladolid se alzaron y rebelaron contra la Real Corona, en manera que mataron diez y ocho españoles que estaban derramados en los pueblos y seiscientos indios naborías que servían a los españoles, en manera que ninguno de los dichos españoles ni indios dexaron a vida, siendo los dichos indios muchos dellos sus hermanos e hijos y deudos, y de su natural, lo qual hicieron porque servían a los españoles, y a muchos dellos se halla cosa cierta que les sacaban los corazones vivos y los descoyuntaban y hacían otros martirios, cortándoles brazos y piernas, lo cual ofrecían a sus ídolos de barro…[3]
Según Farris, este “levantamiento”
temprano que tocó a los fieros cupules de Uayma, no se puede decir que fue
contra el orden colonial, porque ese orden no existía en el temprano año de
1546; más bien, hay que ver el levantamiento de 1546 como el último episodio
del largo proceso de conquista de los mayas yucatecos.[4]
El cenote de Uayma
Vellido hace unas acotaciones
corográficas de los suelos y el paisaje del Uayma de 1579. Dice que “está este
pueblo poblado en tierra sana y llana”, y que no había ningún río, fuente ni
laguna; y menos sierras y volcanes. Lo importante de Uayma, es que tiene “un
cenote de agua hondo que tiene mucha cantidad de agua, que está en la mitad del
pueblo, de donde beben todos los naturales de él”, y tiene “desde lo alto del
dicho cenote al agua diez brazas, y otras tantas tiene de hondo de la dicha
agua hasta el suelo”. En ese entonces, el agua de ese cenote era “buena y
sana”, pero ahora, según vemos en las fotografías recientes de dicho cenote,
sus aguas parecen que no son buenas para beber, tiene suficiente verdín y a
simple vista repele el probarla. Vellido sigue con sus descripciones
paisajísticas: “Es esta tierra de mucha arboleda silvestre, hay en ella mucha
cantidad de piedra laja, y lo mismo la hay en toda la tierra en general”. El
encomendero habla sobre la fauna de los montes cercanos a este pueblo cabecera
de doctrina:
Dase buen maíz, frijoles, ají y algodón…Hay muchas frutas silvestres de muchas manera, que comen los naturales; hay asimismo, mucha caza de venados, conejos, perdices, codornices, tórtolas, pavos, puercos de monte, que llaman los indios quitanes [kitam]; hay otros muchos géneros de caza del monte de que se sustentan los naturales.”[5]
Titulares
de la encomienda de Uayma (Valladolid)
|
||
Titulares
|
Número de población
indígena
|
Valor de la
encomienda
|
Juan Bellido (1549)
(1579)
|
200
|
No se especifica
|
Martín de Güemes,
1579
|
120[6]
|
|
Gaspar González
(1607) (3.ªv)
|
200
|
775,0,0 (T=
|
Pedro de Valencia
(1666) (2.ª v)
|
120
|
No especifica
|
Francisco Menéndez
Morán, 1683 (1688)
|
161
|
342,6,0
|
Joaquín Menéndez
(2.ªv)
|
No especifica
|
No especifica
|
Fuente: Basado en García Bernal, Manuela
Cristina (1978), Yucatán. Población y
encomienda bajo los Austrias, Sevilla, EEHA, p. 524.
Las
cosas de mi pueblo: hablan los primos Xooc
Dejemos
la relación de Vellido por un lado, y pasemos ahora a apuntar algunas
relaciones –o nuevas relaciones- de Uayma, dadas por los primos Xooc: Rodrigo
Ay Xooc, y Reynaldo Xooc Padilla. Lo primero que hago para conocer un pueblo
yucateco con toponimia maya, es saber su significado. Rodrigo Ay Xooc, quien fue el que me dio casi
todos los datos del pueblo que me parecieron interesantes de rescatar, dice que
el nombre es compuesto, y dos son los significados que los uaymenses gustan
referir a los visitantes.
El
primer significado, tiene que ver con el cenote que queda en el centro del
poblado, del cual Vellido nos habló: Uayma significa “agua de uayos”. Rodrigo
dice que “en el cenote principal que está al lado de la iglesia, arriba, en su
boca, está cubierto o rodeado de árboles de uayas, estos árboles uayos hacen
sombra al cenote, lo verdean, pero cada vez que las uayas están maduras, caen y
van a dar al cenote, de ahí que sus aguas se conozcan como aguas de árboles
uayos. Le pregunté a Rodrigo si con las uayas que fermentan en el cenote, las
aguas saben distintas: no me supo dar respuesta, tal vez porque ningún uaymense
bebe ahora de esas aguas estancadas.
Reynaldo,
un uaymense al que le gusta andar en motocicleta, señaló un origen más erótico
del nombre de Uayma:
Había una mestiza de amplias caderas bañándose desnuda en el cenote, era un pleno día de intenso calor y la conquista de Yucatán no había terminado. La mestiza se bañaba y dejaba ver parte de su amplio y voluminoso trasero. En eso estaba quitada de la pena, cuando vino un español y la quiso agarrar, y la mestiza sólo pudo decir ¡Uay, maa![7]
En
sus toponimias mayas, Santiago Pacheco Cruz asienta que Uayma, o Uayénmá, es
una:
Población
de relativa importancia de la jurisdicción de Valladolid, Yucatán; su denominación quiere decir, por aquí no
o por acá y má, no en sentido
negativo, por derivarse de las voces uayé,
por acá o por aquí, y má, no, aunque
podría interpretarse también como: brujo no, qe viene de uay…El nombre primitivo, según el Códice Pérez, fue Uayunmhaa, que quiere decir lugar de las
huayas de agua, por venir de las voces, UAYUM, huaya, fruta aquí conocida, y
HAA, agua y también interjección.[8]
La
gramática del "mono" uayú
Rodrigo
me asegura que su experiencia de cazador lo ha llevado en una ocasión a toparse
con este nuevo animal fantástico que engrosa la panoplia de animales borgeanos
que pueblan los montes de la Península de Yucatán. Me dice que los cazadores
expertos de Uayma, para evitar los peligros del monte, tienen que ofrendarles
primicias o regalos a sus guardianes, y una forma para congraciarse con los
vigilantes de la selva maya, es el tener bien alimentados, cebados y apuercados
a sus fieles perros que los acompañan en la cacería. Pasando los cabos del pueblo de Uayma, el
peligro siempre es latente. Cuando un cazador va a “lamparear” (una técnica muy
utilizada para la cacería del venado[9]), se va de noche, y en la
noche uaymense hay un sinfín de peligros: desde el yun-tun (honda) de los traviesos aruxes, los malos vientos que
enredan al cazador en los “laberintos sonoros” de la soledad de la selva, los
rugidos ubicuos del balam, o las
picaduras fúnebres de las crótalos. Pero para los uaymenses, estos peligros que
he referido, son casi nada si se les compara con el peligro de peligros para
los hombres del poblado: lo peor que le puede suceder, a un caminante del monte
de Uayma, es toparse con el atrevido mono uayú (en realidad, se trata de un cacomixtle, o Bassariscus astutus).
¿Y
qué es el mono uayú? ¿Es un mono uaymense, único en su especie, que decidió
vivir para siempre en esa querencia de monte oriental?, ¿es real, es mítico, o
es otro “laberinto sonoro” de la selva yucateca, un mono mítico que sólo los
uaymenses pueden ver? Reynaldo dice que el mono uayú es un maax[10]
que anda dando brincos por la arboleda de la selva, es nocturno, y hay una
legión de ellos alrededor de Uayma. Rodrigo, con tranquilidad de cazador,
describe al mono (cacomixtle) uayú de esta forma:
El uayú es un
mono. Es puerco el hijo de su chingada porque le gusta orinar a la gente desde
los árboles. Los persigue y los comienza a bañar con su pestilente orina. Es
gordo, a veces perezoso cuando hace la canícula, y de color rojo. Cuando vas al
monte a cazar o a leñar, ves que viene una lluviecita amarilla, es el uix[11]
de ese mono uayú. A veces, para chingarte solamente, hace más bromas que los
aruxes: te guarda tus cosas como escopetas, sabucanes o el chuu.[12]
A veces, los pendejos se matan solos revisando las escopetas, pero son
peligrosos si las tienen en sus manos regordetas. Los monos uayús, además de
jugarte bromas con su vejiga, te pueden golpear, morder, incluso tirar piedras.
Travieso como es, sin embargo, este mono le regaló a Uayma su nombre, ya que
otro de los significados de Uayma es el lugar del mono uayú.
Le
aseguré a Rodrigo que algún día visitaré los montes de Uayma para toparme, vis a vis, con tan crapuloso "mono" uayú.
Los fantasmas de la
Guerra de Castas en Uayma y el escriba Don Secum
Como
a todos, lo que más me ha llamado la atención del pueblo de Uayma, es su
convento de Santo Domingo de Guzmán, fundado por los dominicos en el siglo XVI
y principios del siglo XVII. Se dice que su esbelta arquitectura fue formada
con las piedras de los templos mayas que había en el momento de la conquista.
Esto se refuerza con lo que Vellido dice en su Relación: “Hay en este pueblo de Guayma unos cues de piedra hechos
a mano muy altos, de los cuales se sacaba piedra para hacer la iglesia y
aposentos de los religiosos, y cerca de la iglesia y todo lo demás.”
Para
los uaymenses, es un hecho que el ahora remozado convento es una de sus joyas
visuales, agradable para los visitantes. Sin embargo, una pequeña monografía
dice que durante la Guerra de Castas, este convento fue presa del incendio de
la tea de los mayas rebeldes.[13] Su reconstrucción data de
1891, fecha en que la guerra latente en las fronteras yucatecas comenzaba a
desaparecer[14].
En el mismo texto en línea, se puede ver una fotografía del convento de Uayma
antes de su restauración completa en el año 2005.
Como
hemos dicho, la Guerra de Castas fue crucial para el pueblo de Uayma, y su
iglesia, a más de un siglo y medio, todavía sigue guardando ecos de esa enorme
conflagración social de la Península. En Uayma se asegura que por las noches
–incluso en la más cerrada de las noches- se puede observar “como militares
andando por el atrio o viendo por las almenas de la iglesia”. “Son las almas de
los soldados de la Guerra de Castas” cuidando todavía a la iglesia. Esa iglesia
que no pudieron defender cuando el incendio que comenzó en Tepich corrió por
toda la manigua reseca de la Península. La iglesia, dice Rodrigo, fue creada
para defenderse, tiene almenas en el techo, y ahí, con la claridad de la luna
se puede apreciar a esas sombras negras de los tiempos de la guerra, yendo de
un lado a otro apresuradas. Atrás de la iglesia había “escapes” (o túneles) que
salían a otras iglesias para defenderse. El municipio de Uayma fue fundado[15] por 3 familias: los
Cupules, los Tuz y los Xooc, actualmente siguen siendo familias grandes de
Uayma. Cuando hubo la Guerra, la gente salía despavorida de Uayma, y se
comenzaron a asentar en pequeños ranchitos alrededor del pueblo. Así se
formaron los ranchitos de Santa Rosa, San Roque, Santa Cruz, Santa Eleuteria,
puros nombres de santos tienen los ranchos de Uayma.
De
esa guerra, hay un señor que fue conocido como “Don Secum”. Ya murió, tenía 104
años al morir. El vio la guerra. Don Secum decía que, para ese entonces, toda
su familia se refugiaba en cuevas para salvar la vida, y aún así, el vio morir
a toda su familia. Don Secum escribió El
libro de Uayma, un libro que nadie conoce. Ese señor, don Secum, era un
escritor, y al mismo tiempo, un pintor: sabía escribir la historia y sabía
ilustrarla. El libro que escribió lo hizo con tela, y tiene dibujos llamativos.
Don Secum es un señor antiguo al que le gustaba escribir las cosas de Uayma e
ilustrarlas. Lamentablemente, murió y no sabemos nada del libro. Le han
ofrecido dinero a la familia de don Secum, pero esta no acepta mostrar el libro
porque varias veces han intentado robarlo.
Coda
Otras
cosas me contaron los primos Xooc del pueblo de Uayma, pero sin duda, creo que
esta breve relación de tan atractivo lugar, ha valido la pena rescatar.
[1] Canché Canché, Sergio
Eduardo (director de proyecto), sin fecha. Uayma.
Guía turística cultural. Un pueblo mágico, turístico y cultural, p. 4.
[2] Ibidem: p. 48.
[3] Ignacio Rubio Mañé,
Prólogo al libro de Robert Chamberlain, Conquista
y colonización de Yucatán. 1517-1550, Porrúa, México, 1974, p. CVII.
[5] Garza Camino, Mercedes de la (coord.), 1984, Relaciones histórico-geográficas de la
gobernación de Yucatán, Mérida, Valladolid y Tabasco, volumen 2, México,
UNAM.
[6] 40 pesos de oro de
minas.
[8] Pacheco Cruz,
Santiago, 1953, Diccionario de
etimologías toponímicas mayas (Conjunto de apreciaciones). Primera Edición,
Impresora Oriente, Mérida, Yucatán, p. 219.
[9] Sobre esta técnica
del lampareado y otras técnicas, cfr.
Yah Balam, David, 1983, La cacería del
venado. (Bilingüe: maya-español), Mérida, SEP, 41 p.
[14] En mi tesis doctoral
sobre el partido de Peto, señalo a la década de 1890 como los años del Declive
de la Montaña Rebelde, o el apaciguamiento de la violencia efectiva en las
fronteras yucatecas del sur y oriente de la Península.
1 comentario:
Hay que indagar más sobre ese libro de Don Secum...
Si vas a los montes de Uayma, sugiero que lleves un paraguas. Saludos!
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