sábado, 25 de mayo de 2013

Hombre nuevo, mundo antiguo: la revolución que vino de afuera (de Mérida)

Leyendo el libro Hombre nuevo, mundo antiguo. Felipe Carrillo Puerto (2012), de Jorge Mantilla, me ha llevado a borronear algunas ideas sobre Carrillo Puerto. Disiento de algunas cosas de Mantilla, extraño algunas omisiones bibliográficas (de Sarkisyanz, de Savarino Roggero, entre otros), pero en general, está bien escrito, es agradable al paladar lectural y, sobre todo, Mantilla trata con amplitud las ligas de resistencia socialista -ahonda en lo realizado por Beatriz González Padilla-, discrepa de la tesis de Gilbert Joseph, que concebía las redes de poder tradicionales creadas por Carrillo Puerto como organizaciones cuasi mafiosas de patrón-cliente que permite la transformación del caudillo de Motul, de cacique local a gran caudillo de Yucatán.
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Para Mantilla, y en este punto concuerdo, la visión de Carrillo Puerto es la construcción de la justicia social desde el estado, apoyado en sus aparatos de poder y en la acerba crítica a “los siglos de despojo y avasallamiento al pueblo maya desde la conquista”. Sin embargo, no podemos dejar de señalar que las estructuras de poder con las cuales se sirvió Carrillo Puerto –tener un súper partido y cooptar al campesinado- son un antecedente directo del súper partido que nacería en 1929 a nivel nacional. Y, desde luego, concuerdo en este siguiente punto: Mantilla identifica bien esa "revolución sociocultural maya" hecha por las ligas de resistencia del Partido Socialista Yucateco (luego, Partido Socialista del Sureste con nexos en Campeche, Quintana Roo y hasta en Veracruz).
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Los socialistas yucatecos del periodo 1917-1924, no fueron de la ciudad al campo, sino que desde el campo (haciendas, villas, pueblos) tomaron el poder meridano, pero el antecedente de todo esto sigue siendo la revolución burguesa venida de afuera con Alvarado y sus 7,000 soldados, en marzo de 1915. Los distintos hombres fuertes del socialismo yucateco -los Euan en Opichen, Clotilde Cob en Yaxcabá, Pedro Crespo en Temozón, Elías Rivero en Peto- con los cuales Carrillo Puerto (de Motul) comenzó a gestar un Estado con visos netamente socialistas, no salieron de las sociedades burguesas y podridas por el mundo antiguo meridano y sus institutos literarios y sus salmodias de iglesia, no teorizaron sus motivos, y si existen relaciones entre estos revolucionarios de pueblo con los meridanos, al final la idea agraria de Carrillo Puerto barrió con ese antiguo grupo de políticos urbanos (los seguidores de Delio Moreno Cantón, los Pérez Ponce y casi todos los "liberales" y nostálgicos de la época dorada del Porfiriato), y, como dijo Carrillo Puerto en una alocución a la Cámara de Diputados en noviembre de 1920:
La Revolución llegó verdaderamente a Yucatán encabezada por el general Alvarado; el general Alvarado comenzó por dar la libertad a todos los trabajadores (…) nos aprovechamos de ese momento para implantar en el Estado de Yucatán el Partido Socialista. (…) Inmediatamente que nosotros nos pusimos a la cabeza de ese partido, todos los trabajadores del campo, todo el Estado de Yucatán, porque hay que advertir, señores diputados, que el Partido Socialista no ha venido de las ciudades de Yucatán, no ha ido de las ciudades al campo, sino del campo a las ciudades.
Era una revolución agraria, y tal vez por ese saboteo obregonista que hacía eco de los reaccionarios peninsulares, Carrillo Puerto no pasó de los repartos agrarios iniciados en las zonas maiceras, a los repartos de los henequenales. Al proyecto revolucionario de los pueblerinos comandados por Carrillo Puerto desde la liga central de resistencia, haciéndose cada vez más original y cada vez más radical en México y en América –frente a los socialistas yucatecos, los “revolucionarios” sonorenses fueron el ala derecha de la derecha-, la respuesta meridana, mediante los “hacendados henequeneros y un amplio sector social racista, incluso desde el sector obrero y la clase media de las ciudades” (palabras de Carrillo Puerto), al final fue de forma más violenta: pagaron a un esbirro de esa oligarquía yucateca de ese mundo antiguo que se resistía a morir frente al hombre nuevo que dio cabida el proyecto carrilloportista – un mundo antiguo que, en gran medida, sigue vivo todavía-, y eliminaron a ese hombre que supo encausar los afanes de liberación del pueblo maya mediante sus ligas de resistencia en todos los pueblos, y mediante sus hombres fuertes que hoy descansan con él en el silencio de la noche eterna.

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