martes, 19 de mayo de 2009

Algo está (muy) podrido en la Dinamarca mexicana: ¡Sí presidente!


Las denuncias contra Salinas: ¡urge la investigación!
Sí Presidente” dice Emilio Gamboa —pálido, nervioso y atemorizado— cuando habla con Carlos Salinas de Gortari. “Sí Presidente”, dice Miguel de la Madrid ante las amenazas recibidas de su sucesor, que lo obligan a aceptar su transformación pública en vegetal. “Sí Presidente”, dicen Elba Esther Gordillo y Arturo Montiel cuando le otorgan 30 millones de pesos a Carlos Ahumada para comprar los vídeos que revelan la corrupción en el PRD. “Sí Presidente”, dicen funcionarios e intelectuales que recibieron fondos de la partida secreta. “Sí Presidente”, dice Vicente Fox cuando asegura la libertad del hermano incómodo a cambio de información para dañar a AMLO. “Sí Presidente”, musitan empresarios que se beneficiaron con las privatizaciones del sexenio salinista. “Sí Presidente”, concuerdan los panistas que hablan de “prescripción del delito” y juicios ciudadanos en las urnas en vez de una investigación formal contra Carlos Salinas y los suyos. “Sí Presidente”, repiten las principales cadenas de televisión cuando ignoran las acusaciones lanzadas.

Muchos paralizados por el miedo. Muchos callados por la complicidad. Muchos agazapados por el tamaño de la cola que les podrían pisar. Cerrando filas en torno al sistema porque saben que acaba de recibir un golpe brutal. La constatación de complots sugeridos, pagos indebidos, contratos cuestionables, negocios malolientes, exoneraciones compradas, instituciones doblegadas, un ex presidente que se arrepiente de haber seleccionado a alguien inmoral, y su sucesor que confirma la acusación. Lo que tantos saben y pocos se atreven a denunciar. Lo que tantos reconocen pero pocos tienen el valor de evidenciar. Carlos Salinas sigue moviendo hilos y comprando voluntades y amenazando adversarios e intimidando a sus críticos. Opera en las sombras y a veces de manera ilegal. La genuflexión ante el gran corruptor continúa por la información que posee y los favores que le deben. El sometimiento ante Carlos Salinas es posible porque gran parte de la política no transita por las instituciones sino por las relaciones personales. Porque cuenta más el telefonema tras bambalinas que el voto en la urna. Porque importa más el favor que la institucionalidad. Porque pesan más los contratos discrecionales que las reglas establecidas. Porque como lo reconoce Miguel de la Madrid, la impunidad es condición indispensable para el funcionamiento de la maquinaria política del país. Esa maquinaria que produjo a Carlos Salinas y sobre la cual sigue montado. Esa maquinaria de la que se aprovechan todos los partidos y de la cual pocos —en realidad— se quieren bajar. Engrasada por aquello que Carlos Ahumada revela, Miguel de la Madrid sugiere, el PRI diseña, Vicente Fox no combate, el PAN ignora y Raúl Salinas de Gortari intenta ocultar. La función pública como vehículo para el enriquecimiento personal; el poder político como instrumento para llenar cuentas bancarias; la consanguinidad como forma para conseguir contratos; el gobierno como distribución del botín; la democracia electoral como la mejor pantalla para una forma de entender y ejercer el poder que sigue viva aunque hayamos sacado al PRI de Los Pinos. De allí la importancia de exigir, investigar, esclarecer. De allí la relevancia de investigar a Carlos Salinas y aquello que representa, mucho más allá de lo que se ha hecho hasta el momento. Porque en cualquier democracia funcional, las palabras de un ex presidente como Miguel de la Madrid generarían amplia reclamación social, una comisión plural promovida por el Congreso, un Fiscal Especial independiente designado por el Poder Judicial. Porque si países como Perú han empujado juicios contra aquellos que abusan del poder presidencial, no habría que esgrimir el argumento del excepcionalismo mexicano. Porque a pesar de que el ex presidente clama “cosa juzgada” en torno al caso de su hermano, hay otras aristas de la saga salinista que merecen ser investigadas. La participación de Raúl en negociaciones y privatizaciones y licitaciones y contratos. Los negocios que se hicieron con Pemex. El pago a Carlos Ahumada. El destino de la “partida secreta”. El papel de Emilio Gamboa. El pacto con Vicente Fox. La manera en la cual se amasó la fortuna de la familia Salinas. La posibilidad del enriquecimiento ilícito y cómo ocurrió.


El caso de la familia Salinas no es un asunto del pasado. Afecta el presente y determinará el futuro. Si el Presidente y el procurador y los partidos no convocan a investigar a los poderosos, subrayarán que aquí las leyes no se aplican para ellos. Si México no combate la impunidad, continuará siendo un lugar donde “la justicia estorba para el el ejercicio del poder”, como expone de la Madrid antes de recular. Si México no castiga la corrupción, seguirá padeciendo sus costos. Si México no encara a Carlos Salinas de Gortari, seguirá siendo un país donde demasiados se retractan o se vuelven seniles o guardan silencio o desaparecen o dicen “Sí Presidente”. Un país que engendra a Carlos Salinas y se lo merece.— México, D.F.

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