lunes, 25 de mayo de 2009

Pedro Poot: "Mi única ocupación es la Milpa"


"Todo cuanto hacen y hablan está tan conectado en el maíz que ellos lo consideran casi como un dios. El encanto y embeleso con que miran sus milpas es tal, que por ello olvidan hijos, esposa y cualquier otro placer como si la milpa fuese su propósito final y fuente de su felicidad"
Thomas Gage, 1648.
Es un hombre cualquiera dueño de un conocimiento minucioso de su entorno ecológico. “Cualquiera”, como cualquier macehualob del sur del Estado que trabaja a conciencia la tierra. Tierra que no sólo se trabaja: se cuida, habla. Se ama a la tierra como a la mujer precisa cuando se trabaja la milpa, porque la tierra es la dadora de la vida, del pan bueno: el pan de cada día que nos tienes prometido.
Los conocimientos agrícolas de este hombre rozan el límite del amor hacia su milpa y se convierten en protocientíficos. Sólo sé que tiene 62 años (bastantes años para amasar más de dos terrones de sabiduría conocidos en los tres katunes que habitan su rostro indígena), nativo de Xoy, comunidad maya del sur de Yucatán signada, no por miserias e ignorancias (míseros, ignorantes, los políticos y la clase explotadora solamente), sino por ejemplos y dignidades mayores. Hablo de Pedro Poot, un campesino maya que con sus benditos granos de maíz apilados en sus trojes, librará del peligro de no sembrar, este año sus milpas, a varios hermanos nuestros del Yucatán profundo.
Tal vez la presencia tutelar, el recuerdo siempre vivo de Rufino Chi, xoyense como Poot y creador del Naal Xoy, semilla rebelde y resistente a plagas globalitarias, fuera la ayuda necesaria para que, como dice la nota periodística donde me entero de su existencia, Pedro Poot se convirtiera en “la salvación de otros labriegos”, al ser uno de los pocos beneficiados por las lluvias de los chaques y los pahautunes, debido a que logró una buena cosecha de maíz el año pasado.
De Tekax hasta Izamal, los hombres del Mayab recorren carreteras, trillos, senderos abiertos en la manigua. Van en busca del solar de Poot, le vienen a comprar los granos divinos. Los precios, solidarios, que van de 15 a 20 pesos el kilo, se reducen al mínimo cuando Poot observa que los campesinos –casi todos- son de escasos recursos. Ningún secreto en especial para producir sin la ayuda de gobiernos corruptos como el municipal y el estatal (priístas ambos), su técnica se reduce a la dedicación constante hacia su Milpa: “Mi única ocupación es la milpa”, dice, y le creemos. Esa milpa a la que llega antes que los pájaros chirreen nocturnos en las frondas.
Poot es un ejemplo claro de que entre los más humildes otro mundo, y otro grano, como el grano de Chi, el Naal Xool, es posible de hacer.

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