lunes, 29 de septiembre de 2008

Grito de Dolores


Después de haberse cumplido 10 días del artero ataque terrorista, ocurrido la noche del Grito en el zócalo de Morelia Michoacán contra gente inocente, al hacer explosión dos granadas en medio de una multitud apiñada –y una más que hizo explosión a la salida de la carretera que conduce a Salamanca-, y que dio como resultado la muerte de 8 personas con más de 100 heridos, las autoridades policiacas de ese estado izquierdista, dieron a conocer el viernes 26 de agosto la detención de 3 Zetas del Cártel del Golfo, ocultos en una casa de seguridad del municipio de Apatzingán… Los narcos, según las autoridades, confesaron ser los culpables de los hechos que enlutaron y ensombrecieron –más de lo que ya estaba con la caída en picada de la economía y la inseguridad nacional- las fiestas patrias de este año; y que el móvil de sus crímenes fue para intimidar y presionar al gobierno federal, y así desista de sus acciones persecutorias.
Sin deberla ni temerla, 8 personas, cuyo único delito fue la intención de desgañitarse con los vivas esperanzadores a una nación anubarrada (por los “Poderes Fácticos” como el narco, la élite empresarial y eclesial, el cínico duopolio televisivo, y los heraldos negros del Gran Capital internacional) y en vías de desaparecer su fuerza estatal, han venido a engrosar las páginas macabras del libro de terror de esta guerra cuyos caracteres cada vez se pintan más con el tinte de lo post-aberrante:
a) Las siembras de descabezados en Chichí Suárez y Buctzotz han corrido el aparente velo de la tranquilidad acostumbrada de los yucatecos. El Diario de Yucatán, en su edición del 25 de septiembre, informaba que nuevas investigaciones de la estúpida policía yucateca -además de corrupto y posiblemente relacionado con el narco, ¿no es idiota Saidén Ojeda después de que elementos de la SSP detuvieron a 15 polleros de la empresa “Bachoco” en Hoctún y Tahmek, por el absurdo hecho de que tenían el acento jalisciense?- determina ahora que “los doce ejecutados pertenecían al mismo grupo que había ordenado la matanza”, y que por esto fueron levantados de forma pacífica, explicándose así el por qué no hubo, días previos del hallazgo de la docena acéfala del 29 de agosto, denuncias de sus desapariciones. La hipótesis de que la docena de los doce eran narcomenudistas de poco calado, explica tal vez su condición “sacrificable” en la mente de los capos que les surtían. La policía yucateca apunta que la causa se debió a que los “sacrificados” coqueteban con un cártel rival, pero conjeturo que sus muertes, aparte de esto, fue un recordatorio no sólo al Saidén, sino a la mesma “Señora del Justám”, para hacerle saber quién en verdad es el concesionario de la “plaza” yucateca, de quién cuenta con el derecho de piso en las lajas yucatecas.
b) Los 24 muertos en el La Marquesa del Estado de México, en el camino rumbo a Chalma, todos jornaleros venidos de Hidalgo, Oaxaca, Veracruz, sin nexos aparentes con el narco, “sacrificados” -¿se pierde la condición humana cuando se utiliza la jerga del matarife del rastro municipal de mi pueblo en homicidios del crimen organizado?- por sicarios de La Familia, grupo delincuencial que posterior de los atentados de Morelia, pintó su raya de “yo no fui” con narcomantas colgadas en diversos puntos de la capital michoacana.
c) La matanza de Guamúchil, Chihuahua: 15 personas, casi todos parientes, entre ellos un bebé, que convivían en una fiesta, cayeron muertos al momento de que sicarios entraran a echar bala por delante.
d) Y ahora esto, el acto de barbarie asesina perpetrado en Morelia, en el que tal vez se rebase con ello todas las escalas de la estupidez. Estupidez, única, de los capos en su conjunto –sin distinción de carteles-, pues estos hechos vienen a ser una fuerza cohesionadora del autoritarismo estatal y la opinión pública en general, que en momentos coyunturales como este –en brutales momentos coyunturales como este- fácil es de que acepte cualquier reducción a sus garantías individuales y al maleable Estado de derecho mexicano, con el fin de que las Fuerzas armadas cuenten con el suficiente terreno como para brincarse trancas jurídicas en pos de la cabeza de los “enemigos de la nación”. Con los granadazos de Morelia, desde luego, se ha causado una psicosis colectiva de miedo en la nación (y más si se toma en cuenta el ignominioso partido mediático que las pinches televisoras, ad nausean, hicieron de ello desde el momento de saberse lo ocurrido), que a su vez redundaría en un mayor Estado policiaco de la derecha en el poder. Esperemos que me equivoque...

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