Corre la especie de que en los pasillos del poder nicaragüense, un ex guerrillero sexagenario, hoy presidente de ese país asolado por sus inepcias administrativas, ha encontrado el verdadero amor después de mucho camino andado por los andurriales de la dictadura somocista, de la revolución triunfante de los valerosos imbéciles de esa “Nicaragua bellamente violenta”, y posterior del chasco que se llevó en 1990 al triunfo de Chamorro proclamando la democracia de los votos por encima de la forzada democracia salida de las bocas de fuego de los kalashnikov. “Un segundo aire, un segundo mandato, y Fidel es eterno, ¡coño!, y el socialismo del Siglo XXI será por decreto de mis cojones o por una pinche reforma constitucional”, rumia el viejo guerrillero, y desde su oficina presidencial, los ujieres, intendentes y secretarias, lo oyen pudrirse de cansinos suspiros pedorreando el ambiente con versos melifluos del vate nacional: “La princesa está triste… ¿Qué tendrá la princesa?”/ “Como rosa de oriente me fascinas…/ ¡Oh bello amor de mil genuflexiones”/. El declamador de los versos de Darío, ¡quién iba a ser sino Daniel Ortega!, el hombre más feliz del mundo de la izquierda pre-perestroika latinoamericana; satisfecho a pesar de los múltiples a pesares económicos con los que sobreviven los nicaragüenses, a pesar de que con sus rústicos discursos genera conflictos internacionales con sus confesiones simiescas. ¿Y cual es la princesa, dueña de sus pedorreantes suspiros? ¡Quién iba a ser sino la Moret!, la chilanguita de cerebro afiebrado por recetas de cocina marxista de la Harnecker.
La confesión simiesca que Ortega hiciera en una alocución a la narcoguerrilla de las FARC para que deponga las armas, designándoles, entre otras lindezas, como “hermanos”, desencadenó muestras de rechazo tanto en grupos opositores al Mandril Rojo (es decir, Ortega) en calles de Managua, como denuncias del gobierno de Colombia ante la OEA. Sobre el discurso (en el cual estuvieron presentes Chávez y las dos “guerrilleras heroicas”) en el que Ortega fincó su parentesco con los chacales de la narcoguerrilla de las FARC, el embajador de Colombia en aquel organismo interamericano, Camilo Ospina, acotó lo siguiente:
“Resulta ofensivo para la nación colombiana que se otorgue ese tratamiento a un grupo terrorista que comete crímenes de lesa humanidad, incluidos el secuestro, reclutamiento de menores, y uso de minas antipersonas y armas no convencionales de efecto indiscriminado…” (AP, 25 de julio de 2008).
Pero ahí no termina la queja del embajador, ya que, como he dicho líneas arriba, él también, el embajador y media América, se ha dado cuenta del escarceo amoroso entre el pachucho ex guerrillero y la filósofa maoísta salida de los subterráneos de una de las clases soporíficas de Sánchez Vázquez, o de uno de sus discípulos sesentayocheros desmadrosos del primero. (Para guardar apariencias, ya que la favorita es la chilanguita, las dos “guerrilleras heroicas” se pasean en “la hora del Oficio Nocturno”, cuando Ortega, y no Somoza, sale redivivo de su mausoleo de semental domesticado. Y en automóviles que pasan “rápidos por las carreteras” de Managua, las risas de la Moret desangran la palidez callada de la luna de siempre. Ortega suspira. Y presiente que esa belleza pasará rápida, “como el modelo de los autos” y la marca de condones y los amores que se desechan al pie de idiotas lejanías. ¡Uta, que cursi se vuelve uno leyendo a Cardenal!).
El embajador de Colombia indicó que con las acciones del amoroso Ortega, que, además de conceder asilo a las dos “guerrilleras heroicas” de las FARC –es una hipótesis de que sean guerrilleras, es una suposición de que sean heroicas; no sé por qué, pero estas dos muchachillas me recuerdan los versos finales del Canto XLV de Ezra Pound: “Han traído putas para Eleusis (léase a los mandos de las FARC)/ Se sientan cadáveres al banquete/ a petición de usura (o del difunto Reyes)./- “se ha presentado con ellas y las ha elogiado en público ‘tratándolas como princesas’”, Bogotá, por vez segunda (la primera fue el 24 de junio, cuando Ospina señaló que Ortega protegía a farianos en su territorio) “tendrá base para pedir sanciones internacionales” contra el gobierno que encabeza el Casanova ex guerrillero. Nadie se espante de aquel trato principesco que recibe la Moret (el amor es el amor, aquí y en el culo del mundo), y ya que me ando muy citador de poetas, recuerden los versos del bardo Lizalde, con los cuales me despido y hasta luego: “Aman los puercos. No puede haber más excelente prueba/ de que el amor/ no es cosa tan extraordinaria”/.
La confesión simiesca que Ortega hiciera en una alocución a la narcoguerrilla de las FARC para que deponga las armas, designándoles, entre otras lindezas, como “hermanos”, desencadenó muestras de rechazo tanto en grupos opositores al Mandril Rojo (es decir, Ortega) en calles de Managua, como denuncias del gobierno de Colombia ante la OEA. Sobre el discurso (en el cual estuvieron presentes Chávez y las dos “guerrilleras heroicas”) en el que Ortega fincó su parentesco con los chacales de la narcoguerrilla de las FARC, el embajador de Colombia en aquel organismo interamericano, Camilo Ospina, acotó lo siguiente:
“Resulta ofensivo para la nación colombiana que se otorgue ese tratamiento a un grupo terrorista que comete crímenes de lesa humanidad, incluidos el secuestro, reclutamiento de menores, y uso de minas antipersonas y armas no convencionales de efecto indiscriminado…” (AP, 25 de julio de 2008).
Pero ahí no termina la queja del embajador, ya que, como he dicho líneas arriba, él también, el embajador y media América, se ha dado cuenta del escarceo amoroso entre el pachucho ex guerrillero y la filósofa maoísta salida de los subterráneos de una de las clases soporíficas de Sánchez Vázquez, o de uno de sus discípulos sesentayocheros desmadrosos del primero. (Para guardar apariencias, ya que la favorita es la chilanguita, las dos “guerrilleras heroicas” se pasean en “la hora del Oficio Nocturno”, cuando Ortega, y no Somoza, sale redivivo de su mausoleo de semental domesticado. Y en automóviles que pasan “rápidos por las carreteras” de Managua, las risas de la Moret desangran la palidez callada de la luna de siempre. Ortega suspira. Y presiente que esa belleza pasará rápida, “como el modelo de los autos” y la marca de condones y los amores que se desechan al pie de idiotas lejanías. ¡Uta, que cursi se vuelve uno leyendo a Cardenal!).
El embajador de Colombia indicó que con las acciones del amoroso Ortega, que, además de conceder asilo a las dos “guerrilleras heroicas” de las FARC –es una hipótesis de que sean guerrilleras, es una suposición de que sean heroicas; no sé por qué, pero estas dos muchachillas me recuerdan los versos finales del Canto XLV de Ezra Pound: “Han traído putas para Eleusis (léase a los mandos de las FARC)/ Se sientan cadáveres al banquete/ a petición de usura (o del difunto Reyes)./- “se ha presentado con ellas y las ha elogiado en público ‘tratándolas como princesas’”, Bogotá, por vez segunda (la primera fue el 24 de junio, cuando Ospina señaló que Ortega protegía a farianos en su territorio) “tendrá base para pedir sanciones internacionales” contra el gobierno que encabeza el Casanova ex guerrillero. Nadie se espante de aquel trato principesco que recibe la Moret (el amor es el amor, aquí y en el culo del mundo), y ya que me ando muy citador de poetas, recuerden los versos del bardo Lizalde, con los cuales me despido y hasta luego: “Aman los puercos. No puede haber más excelente prueba/ de que el amor/ no es cosa tan extraordinaria”/.
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