miércoles, 25 de junio de 2008

Leyendo los periódicos

Leo las últimas notas periodísticas que aparecen en la prensa de la Península, y me aburre la monótona información que refiere, entre otras cosas y para no variar, de los vaivenes de la reforma energética, chingada –como debería de ser- por una izquierda distinta a la izquierda paleolítica de los amlistas (el análisis histórico-político de Lorenzo Meyer que tuve el gusto de escuchar y gravar en videocasete por la televisión del Congreso, lo considero lo más lúcido y acertado que se dio), de la polución del narco y la “virtual defenestración” que Cuauhtémoc Cárdenas –apoyado por una izquierda en desbandada- hiciera contra el rayito de esperanza, López Obrador. Julio Teissier, un fervoroso anti-peje, sobre esta posible reposición del ochentón Cárdenas en su partido que saliera del brutal fraude del 88, indicaba en su columna del sábado 21 de junio que el ganón sería en exclusiva el tlaxcalteca Ebrard (tlaxcalteca porque profetizo en este güerito traición a su jefe): “Pero el que saltó y se apoderó del resultado de la jugada fue…Marcelo Ebrard, el heredero de Andrés López en el gobierno de la ciudad, que se ha convertido en rival del tabasqueño con su clara aspiración a volverse en el candidato del PRD a la presidencia en las elecciones de 2012”. Yo creo que las apuestas por la Silla Grandota aún están verdes, y muchos saldríamos perdiendo en unas quinielas tan a destiempo…Recordemos que en el segundo año de Fox nadie daba un peso por el Generalito Calderón. El tiempo –que no perdona casi nada, salvo el olvido aclararía Borges- dirá quién de las manzanas podridas (el lúbrico Creel, el represor Peña Nieto, el salinista Ebrard o el mercurial, voluble y ya lejano Obrador) resiste mejor al óxido y los coletazos de la rupestre política nacional. Por lo pronto Ebrard tiene frente a su escritorio el pedote de las nueve muertes de jóvenes en la discoteca New’s Divine, que según el informe de la Secretaría de Seguridad Pública chilanga, murieron por asfixia cuando se dio la estampida. Por lo pronto el país se desangra en una guerra intestinal que un gobierno militar como el del Generalito Calderón moviliza contra el narco (aquí vale citar un comentario de un filósofo pescador de la bahía de Chetumal muy amigo mío: caen los charales, pero los peses gordos, los cetáceos, ¡ni madres! Ellos se encuentran en las aguas profundas de la élite política-económica). No se escatimará costos contra el narco, dicen los altos funcionarios de la derecha, salvo si en ellos entraran el respeto a los insulsos derechos humanos por parte del Ejército mexicano. Porque si de respetar a los derechos humanos, esto clarísimo que implican altos costos a un Ejército mexicano cuyo antecedente viene de la escuela del crimen del 68, se fragua en la guerra sucia y genocida de los años 70, y lo más reciente, son las pánicas noticias que nos vienen desde Chiapas de las incursiones armadas y con tanquetas que el Ejército de Calderón hiciera en municipios autónomos zapatistas de ese estado. En el norte del país hay muchos casos en que el Ejército mexicano es acusado de asolación a la población civil, so pretexto de expurgar sospechosos; señalado en asesinatos “accidentales” a personas en los anticonstitucionales retenes, en violaciones tumultuarias a prostitutas. El caso de la muerte de una anciana indígena en el estado de Veracruz –violada hasta más no poder por militares que hasta la fecha no reciben el peso de la ley, porque ésta, esta ley que invocan los bobos y los gánsters, ha sido siempre ligera, casquivana como una putilla que se vende por dinero-, a nadie le importa y a nadie le interesa, ya que, al fin de cuentas, ¿es importante la vida de una mujer en extrema pobreza, fantasmagórica para una élite racista como la élite que nos gobierna con las consignas del fascismo a lo Franco?
El ombudsman nacional, Soberanes, un cerdo que dice que los derechos humanos es objetivo único de su dependencia, junto con la plana mayor militar, el Generalito Calderón, el “español de pura bestia” Mouriño y la partidocracia que nos atosiga, han negado la ayuda gringa del Plan Mérida, invocando muy aguerridamente a la tan desprestigiada soberanía nacional (misma soberanía que, si de llevarse a cabo las reformas energéticas, y si entrara el capital gringo y español en Pemex, me daría en qué pensar la aparente contradicción de términos del gobierno del Generalito), porque, según la visión tan esquizofrénica de estos cerdos, indica que si los gringos piden cuentas al Ejército de sus operaciones de “policía” en tiempos de una sui géneris paz mexicana (por ese de que rueden cabezas de decapitados en discos y centros nocturnos), esto escupe con fragrancia nuestra huraña soberanía nacional. Denise Dresser lo ha sintetizado de esta forma:
“Felipe Calderón, y José Luis Soberanes, y Ruth Zavaleta, y Juan Camilo Mouriño, y Santiago Creel, y Ricardo García Cervantes, y Rosario Green y todos los que han empuñado las armas para defender el orgullo herido ante la supuesta agresión extranjera tienen algo en común: están peleando la guerra equivocada. Están buscando reclutas para una mala causa. Más que convocar a la defensa de un concepto abstracto y políticamente manipulable como lo es la soberanía, deberían abocarse a la defensa de mexicanos de carne y hueso. Más que rehusar condiciones para proteger los derechos humanos, deberían exigirlas. Porque el verdadero patriotismo nace de un sentido de responsabilidad colectiva y habrá que generarlo para que no haya más mujeres violadas por el Ejército, ni más hombres golpeados en los retenes, ni más jóvenes acribillados afuera de un Campo Militar, ni más ciudadanos víctimas del daño colateral, ni más crímenes sin castigo. Ésa es la guerra legítima que el país entero debe pelear. Ésa es la guerra necesaria que los mexicanos necesitan librar. Porque como lo escribió André Gide: “Los nacionalistas tienen odios anchos y amores angostos”. Y en cuanto a la protección de los derechos humanos, quizás convendría odiar menos a los estadounidenses y amar más a los mexicanos”.

El frente abierto contra el narco, tal parece que, por mientras, está perdido aunque se confisquen toneladas de coca y arsenales que causan un soponcio hasta al más refinado guerrillero (los gringos, sin buscar chivos expiatorios para exculpar a la criminal clase política, sí que tienen la culpa cuando ofertan, aparte de un “libre” mercado no tan claro como es el que se estructura en el TLCAN, un mercado negro gigantesco de armas de fuego que van desde simples pistolitas hasta morteros antitanques). Y otro frente que se abre –abierto tal vez desde el inicio de la era Fox cuando el “Zorro” mandilón le espetó al cuasi-cadáver Castro que se limitara a comer y se largara a su Cuba totalitaria- es el paso de indocumentados cubanos por territorio nacional, yendo por la anfractuosa geografía nacional como si fueran por el solar paterno…En Quintana Roo, específicamente la dependencia de Migración en la ciudad de los curvatos y de los burócratas siniestros, Chetumal, desde el año pasado el ex subdelegado de esa dependencia federal en el Puente Internacional de Subteniente López, denunció las sistemáticas corrupciones del hoy arraigado Diteo Domingo Domínguez y compinches, delegado en ese entonces de INM. Lo cierto es que esta Mafia Cubana, cuya matriz se encuentra en Miami –financiada por la fundación Mass Canosa y otros gánsters de cuello blanco- y con “delegaciones” en Mérida y Cancún-, moviliza un arsenal tecnológico –radares satélites, yates ultrasónicos, pasaportes falsos expedidos por ¿quién más sino Migración de Quintana Roo?-, troquelando enormes sumas de dólares con los “gusanos” que logra llegar a suelo gringo. Por supuesto, nadie resiste un cañonazo de 50,000 dólares, y mucho menos un funcionario de Migración corrupto. Por supuesto, allá está esa ley gringa de pies mojados abierta para todo hombre o mujer que no quiera estar en la Isla cuando Fidel decida morirse. Por supuesto, la pequeñita glasnost del alcohólico Raúl Castro –sin visos de cambios políticos hacia la democracia- no complace a los “gusanos” demócratas, y pos estos deciden largarse…El caso es que la dictadura antillana, involuntariamente, es el responsable directo de la red de traficantes de humanos.

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