jueves, 30 de mayo de 2013

TIRSO AVILEZ PÉREZ

En 1880, en un censo del partido de Peto, aparece el nombre del joven barbero de 17 años, Tirso Avilez Pérez. Tirso, dice el censo, sabía leer y era soltero. Junto con Manuel F. Pérez (tal ves su pariente), de 25 años, eran los dos únicos barberos de la villa de Peto. En 1882, el joven Tirso Avilez Pérez fungió como escrutador de la Comisión electoral para elegir un nuevo “H. Ayuntamiento de esta Villa que debe funcionar en el año próximo venturo de 1883”. En 1892, Tirso, de 29 años, era “administrador” de la finca Sunná, de Nicolás Borges, y en aquel año una turba enardecida de campesinos de la región buscaba a Tirso por haber quemado sus milpas y corrido los límites de la propiedad de Borges, dejando a los campesinos de la región sin tierras donde sembrar sus maicitos.
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En 1911, la casa de ripio (muros de mampostería y techo de palma) de Tirso Avilez Pérez, que estaba por el rumbo del camino que conecta Peto con Progresito Nohcacab, fue la única que el grupo de revolucionarios que comandaba Elías Rivero intentó prender fuego, sin éxito alguno. En aquel memorable principio de marzo de 1911, los revolucionarios petuleños “trataron de abrir la puerta de dicha casa y no habiéndolo logrado por estar bien cerrada, principiaron á darle fuego lo que tampoco pudieron conseguir a pesar de haber consumido como dos cajas de fósforos pues dicha casa de ripio que es de palma no se incendiaba por ningún lado, por lo que hicieron varios disparos sobre la expresada casa”. De Tirso Avilez, no había ni el más mínimo rastro, y seguramente, al saber lo del motín de aquella madrugada, cargó con todas sus cosas, subió a su esposa Juventina Díaz y a sus hijos en su carreta, entre ellos, el niño Porfirio Avilez Díaz, para irse a resguardar a su pequeña finca “San Pedro Dzoyolá”, situada en el pueblo de Progreso Nohcacab, o Progresito.
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En un documento de compraventa de 1927, nos enteramos que el viejo barbero y luego administrador de fincas de la región, había muerto, dejando viuda a Juventina Díaz…Para esos años, 1927, uno de los nietos de Tirso Avilez, Crescencio Avilez Blanco, mi abuelo, ya tendría sus bien entrados siete años.
Nota: Toda la documentación para hacer esta pequeña silueta de la vida de Tirso Avilez, se encuentra en el Archivo General del Estado de Yucatán).

martes, 28 de mayo de 2013

NI PERDÓN NI OLVIDO: HABLA UN EX-AMERICANISTA

No me acuerdo quién dijo que los peores enemigos del alcohol, los que odian a los alcohólicos y a los que se embriagan sin más ni más, son los abstemios, los retirados de la bebida, los que asisten a un doble A. Me han dicho, también, que los misóginos, los que ven a la mujer como un objeto, etc., son los que una vez amaron a morir a una mujer, y esta, una cerda antropófaga, les destrozó hasta los huesos....Y así nos vamos con las predisposiciones pavleanas: a cada amor y fervor brutal por algo o por alguien -el fumador incisivo que deja de fumar un día y ya no vuelve a tolerar, le da náuseas el olor del cigarro-, si se termina, viene una depresión, y acto seguido un desprecio sideral...A mí, por mi parte, me gusta la cerveza león negra, fumo sin recordar al cáncer, pero detesto, desprecio con enjundia y con fervor algo: detesto al América...
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Mi amor por ese equipo comenzó con la gran escuadra que comandara el holandés Leo Bennhakker, y el tótem era el gigante de ébano, el camerunés François Oman Bikiy, y detrás de él venía el exacto pasador Kalusha Bwalya; el pegaso Gutiérrez, en la defensa, era una trinchera insalvable, un “hachero” cuando quería. Adrián Chávez en la portería era todo un espectáculo, el mejor portero que, sin embargo, no sé por qué le dieron preeminencia al payaso de Jorge Campos en el arco de la selección, dejando en la banca al gran Chávez. El América de Leo Bennhaker no podía entenderse sin las fallas y los errores homéricos de Zague frente a la portería: Zague no sé cómo se pudo coger a su vieja, porque no mete ninguna. Sin embargo, una vez Zague salió inspirado a jugar contra los gallos blancos del Querétaro: hizo 6 goles en una tarda inolvidable, y la gloria le llegó (supe que le llegó, porque ese día quedé afónico gritando como idiota los goles del gran Zaguiño).
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Cuando Bennhakker salió repentinamente del América en abril de 1995, nunca entendí qué coños tenían en la cabeza los dueños del equipo como para sacar a ese estratega que hizo de un equipo crema y burgués -y por única vez en su historia, ya que en la historia nada se repite- el equipo del pueblo, el equipo que daba alegrías, más alegrías que tristezas…Biyik no le ganó a Hermosillo el campeonato de goleo, y con el tiempo, esa escuadra brillante de la era Leo Bennhakker, pasó a la historia, al triste recuerdo de los que, como yo, por protesta contra la salida de Bennhakker, dejamos de irle al América. Tenía 12 años apenas, pero ya creía que había visto demasiada mugre en el fútbol mexicano, y decidí pintar mi raya…
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Pasaron unas temporadas y mi distanciamiento con el América fue creciendo: me regodeaba en sus derrotas, vociferaba cuando me enteraba de que era goleado, bendecía a las Chivas cuando se llevaban los clásicos, y empecé a sentir fastidio por el jorobado de Tepito que siguió, como perro fiel, en ese equipo, defendiéndolo y metiendo goles. Ya recuperado de mi ruptura con el América, volví a sentir entusiasmo por un equipo que, hoy, tal vez esté en segunda división o se lo habrán llevado los extraterrestres: el Toros Neza. Ahí jugaba el gordo Antonio Mohamed, una zurda privilegiada que ponía el balón donde quería con exactitud de algebrista supremo. El Toros Neza fue mi segundo equipo, y por primera vez en mi vida, me compré la camiseta de los Toros, que atrás tenía el número 1 y el apellido Larios, por Pablo Larios, el portero asiático nacido en Morelos, que vino a llamar irremisiblemente mi atención: era un señor portero, alguien que daba confianza, y cuya veteranía era signo de sabiduría bajo los arcos. Veía todo detrás de sus ojos rasgados. Otra vez, me preguntaba, ¿por qué coños no ponían a Larios como portero titular de la selección? Y era porque “Jorgito Campos”, un payaso que acostumbraba vestirse como puta mal pintarrajeada, no era removido de la titularidad. En fin, esto es, a grandes rasgos, mis motivos para odiar al América, y, por supuesto, para escupir el recuerdo de Jorgito el gay Campos en la portería de la selección.

lunes, 27 de mayo de 2013

CUENTO A MODO DE EXORCISMO: UN FANTASMA DE CAMINAR PAUSADO

Una pesadilla (una indigesta pesadilla) me hizo levantar, casi arrancarme de la cama, y dar tumbos al baño para espantarla con agua fría. A grandes rasgos, es esta: Un fantasma de ese periodo neolítico que llamamos adolescencia, tomó el camión para Mérida y no sé cómo supo mi dirección, pero lo cierto es que se adentró a mi más profundo sueño...Retrocedió el tiempo 13 años, para hacerme caminar en el centro de ese ominoso y execrable pueblo de cuyo nombre, etc, etc. Iba, como siempre, pensando en la inmortalidad del cangrejo cuando apareció ella, la de cabellos castaños y sonrisas de nube y caminar pausado, con un vestido de flores blancas y negras iluminando la mañana. Estaba más alta de lo habitual...Era altiva, seguía siendo altiva, y apareció de pronto de la nada...Le dije, efusivo: Cómo estás. Sólo escuché su silencio. La quise seguir, y ella me dijo que no...Le señalé: "Oye, yo no soy un pelagatos, en 10 años seré dictador de hierro de un país caribeño o en 40 años ganaré el Nobel de literatura". Me contestó que le gustan los pelagatos, que descreía de los sucios dictadores, y que la literatura francamente le aburre. Luego, dando la vuelta, me dejó, me dejó arrumbado nuevamente, como antes, aquella vez de hace miles de años en que le dije que si quería bailar conmigo, y ella dijo no otra vez. Nunca supe su nombre, pero la última vez que vi a Ana -ahora sé cómo se llama, aunque eso ya es una trivialidad saber el nombre- me recordó esa foto que nos tomamos cuando salimos del bachiller. Al parecer, ella quería entrar a ese baile ominoso, ridículo y enfermo de pueblo…Yo le dije: “Si quieres, tengo dos boletos”. Ana se puso feliz, dio unos brinquitos de gacela en estro, y me dijo que merecía un abrazo y un beso y hasta una foto del recuerdo. Le respondí que con el abrazo y el beso sería suficiente. Ella insistió en la foto, pidió dos, una para ella y una para mí. Esa foto fue una especie de tótem que duró media semana porque desapareció como por arte de magia: Ana me abraza levemente de la cintura con su brazo derecho, yo estoy cerca de ella, al parecer estamos felices, o esas multívocas risas expresan algo cercano a la felicidad. Tal vez le dije algo a ella, o ella me dijo algo, porque los labios de ella arañaban una frase.
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Al salir de ahí e irme a otros lares, perdí el rastro de Ana. Supe una vez que andaba con un mandril, pero eso no me preocupó porque yo nunca estuve a un centímetro de ella. Ahora voy a contarles la última vez que la vi…En el 2009, en un viaje a Mérida en busca de no me acuerdo –tal vez una tesis-, tomé una vagoneta en vez de un autobús, y ese día volví a topármela. No había cambiado mucho, la nube seguía ahí, pero sus cabellos estaban teñidos de un negro espantoso. Fui la persona más feliz, y mi felicidad estribó en que Ana no se acordara de mí y me comenzara a coquetear como la más descarada puta a todo lo largo del trayecto…Primero me hablaba cerca, y yo le decía, con recato pequeñoburgués: “sí, señorita”; y luego restregaba sus tetas pequeñas –uno, sin ver, sabe la medida de las tetas de todas las mujeres que ha querido- a mi costado izquierdo, y dormía y ponía la cabeza más allá de mi hombro. Al llegar a Mérida, me preguntó que si me conocía, le pregunté que si los mandriles son más amorosos que los pelagatos. Ella, con tranquilidad, respondió: ando en busca de mi dictador de hierro. "Se ha vuelto demócrata", respondí, y nunca más la volví a ver.

domingo, 26 de mayo de 2013

MARTINA

Me gusta el tenis por un motivo del corazón, y es el hecho de que estuve tirando suspiros por Martina Hingis casi toda mi adolescencia...Me acuerdo, todos los días iba a comprar el periódico y después de leer las secciones "cultas" (editoriales, sección internacional), dejaba para el final, como postre, la sección deportiva. Buscaba a Martina (ella tenía 3 años más que yo) en la primera página, y no estaba; en la segunda, y tampoco, pero al final siempre aparecía, con esa falda tan corta y esos ojos grises y tristes y esas piernas tan duras pisando la arcilla de un Roland Garros o el cesped sagrado de Wimbledon. Cuando entré a estudiar en la universidad, por Martina me escribí un semestre a un paraescolar donde se enseñaba el tenis: me compré una raqueta de medio uso pero buena, y me fui a aprender, a los 19 años, este deporte que, me dicen, es de pocos...Yo no sé, a mi el tenis me sigue pareciendo el único deporte que se debería popularizar...Lástima que a las bestias no les guste la individualidad...

DE POR QUÉ EL DESPRECIO A LOS AMERICANISTAS

El odio es fuerte contra los americanistas, y más que odio, es un desprecio sostenido, razonado, y puedo decir que hasta teorizado. He leído y escuchado estos últimos días, esta frase conmovedora:
"No le voy al Cruz Azul, pero deseo con todo mi ser que gane y que le den por el culo al América"
Esa frase "dar por el culo" es cosecha propia.
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Las Águilas del América son el símbolo de este México triste, de este México que quiere la revancha, de este México que sabe que, la gran carga de injusticia histórica tiene nombre y apellido. Uno no odia al América de a oquis, lo odia porque detrás está esa televisión estúpida que ha prostituido la vista de este país con imágenes indignantes, con chatarra y caca visual; una televisora que ha enervado los ánimos -Yosoy132, por ejemplo- y que se ha metido con el México que ha querido, desde siempre, un cambio estructural, un cambio a la de ya...
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Un americanista es un ser detestable, alguien que da náuseas, o peor que eso...Ahora, si juntas la condición americanista con la condición priísta, tendremos el eslabón perdido entre el civilizado y la bestia: un ser patético, amorfo.
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Yo también puedo decir, sin ser seguidor de ningún equipo (como Borges, no entiendo el fútbol), lo siguiente:
¡Vamos, Cruz Azul!

DE CÓMO NACEN LOS MEXICANOS IMBÉCILES

Puedo soportar a los que "gustan" Laura en América o a los que "gustan" las telenovelas...Pero no soporto -me encabrita mi racionalidad- a los que "gustan" cada domingo, con cervezas y con la camiseta de su fanatismo, del fútbol...
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No entiendo el fútbol, alguno vez lo practiqué, pero dejé de hacerlo cuando supe que nada de bueno trae el sudar a las 12 o 3 de la tarde en un infierno lleno de sol. Al contrario, uno corre el peligro de contraer un cáncer en la piel.
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He conocido a personas que hasta le ponen nombre de su equipo a sus hijos, a sus tarados descendientes lo visten con la camisetita del equipito de sus amores...
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Me parece, considero, que el México estúpido, el México populoso, fue hecho de la siguiente manera:
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Un fanático del fútbol, se embriagó aquel día que su equipo se coronó o que su equipo ganó, y cuando la esposa, la querida o la concubina pasó a servir las botanitas, el fanático le vio una tanga asquerosa con pringas de aceite 1-2-3 con los cuales frió los chicharrones de la botana. Cuando apagó la tele, el fanático le dijo: "Vamos para allá". La gorda de las tangas con el aceite 1-2-3, contestó: "Están los niños, se pueden enterar". El fanático le respondió: "No te preocupes, tengo la solución", y acto seguido sacó una antiquísima radio de transistores y puso la frecuencia en una estación donde se escuchan puras canciones populosas, de esas que hacen doler las coyuntaras o que sacan mocos de depresión.
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Mi hipótesis, para qué alargarla, es que el aceite 1-2-3 conjuntado con la tanga pringada de aceite, las cervezas que ponen caliente al macho, y el fútbol, ha sido, y seguirá siendo, el caldo de cultivo de los mexicanos imbéciles....

sábado, 25 de mayo de 2013

Hombre nuevo, mundo antiguo: la revolución que vino de afuera (de Mérida)

Leyendo el libro Hombre nuevo, mundo antiguo. Felipe Carrillo Puerto (2012), de Jorge Mantilla, me ha llevado a borronear algunas ideas sobre Carrillo Puerto. Disiento de algunas cosas de Mantilla, extraño algunas omisiones bibliográficas (de Sarkisyanz, de Savarino Roggero, entre otros), pero en general, está bien escrito, es agradable al paladar lectural y, sobre todo, Mantilla trata con amplitud las ligas de resistencia socialista -ahonda en lo realizado por Beatriz González Padilla-, discrepa de la tesis de Gilbert Joseph, que concebía las redes de poder tradicionales creadas por Carrillo Puerto como organizaciones cuasi mafiosas de patrón-cliente que permite la transformación del caudillo de Motul, de cacique local a gran caudillo de Yucatán.
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Para Mantilla, y en este punto concuerdo, la visión de Carrillo Puerto es la construcción de la justicia social desde el estado, apoyado en sus aparatos de poder y en la acerba crítica a “los siglos de despojo y avasallamiento al pueblo maya desde la conquista”. Sin embargo, no podemos dejar de señalar que las estructuras de poder con las cuales se sirvió Carrillo Puerto –tener un súper partido y cooptar al campesinado- son un antecedente directo del súper partido que nacería en 1929 a nivel nacional. Y, desde luego, concuerdo en este siguiente punto: Mantilla identifica bien esa "revolución sociocultural maya" hecha por las ligas de resistencia del Partido Socialista Yucateco (luego, Partido Socialista del Sureste con nexos en Campeche, Quintana Roo y hasta en Veracruz).
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Los socialistas yucatecos del periodo 1917-1924, no fueron de la ciudad al campo, sino que desde el campo (haciendas, villas, pueblos) tomaron el poder meridano, pero el antecedente de todo esto sigue siendo la revolución burguesa venida de afuera con Alvarado y sus 7,000 soldados, en marzo de 1915. Los distintos hombres fuertes del socialismo yucateco -los Euan en Opichen, Clotilde Cob en Yaxcabá, Pedro Crespo en Temozón, Elías Rivero en Peto- con los cuales Carrillo Puerto (de Motul) comenzó a gestar un Estado con visos netamente socialistas, no salieron de las sociedades burguesas y podridas por el mundo antiguo meridano y sus institutos literarios y sus salmodias de iglesia, no teorizaron sus motivos, y si existen relaciones entre estos revolucionarios de pueblo con los meridanos, al final la idea agraria de Carrillo Puerto barrió con ese antiguo grupo de políticos urbanos (los seguidores de Delio Moreno Cantón, los Pérez Ponce y casi todos los "liberales" y nostálgicos de la época dorada del Porfiriato), y, como dijo Carrillo Puerto en una alocución a la Cámara de Diputados en noviembre de 1920:
La Revolución llegó verdaderamente a Yucatán encabezada por el general Alvarado; el general Alvarado comenzó por dar la libertad a todos los trabajadores (…) nos aprovechamos de ese momento para implantar en el Estado de Yucatán el Partido Socialista. (…) Inmediatamente que nosotros nos pusimos a la cabeza de ese partido, todos los trabajadores del campo, todo el Estado de Yucatán, porque hay que advertir, señores diputados, que el Partido Socialista no ha venido de las ciudades de Yucatán, no ha ido de las ciudades al campo, sino del campo a las ciudades.
Era una revolución agraria, y tal vez por ese saboteo obregonista que hacía eco de los reaccionarios peninsulares, Carrillo Puerto no pasó de los repartos agrarios iniciados en las zonas maiceras, a los repartos de los henequenales. Al proyecto revolucionario de los pueblerinos comandados por Carrillo Puerto desde la liga central de resistencia, haciéndose cada vez más original y cada vez más radical en México y en América –frente a los socialistas yucatecos, los “revolucionarios” sonorenses fueron el ala derecha de la derecha-, la respuesta meridana, mediante los “hacendados henequeneros y un amplio sector social racista, incluso desde el sector obrero y la clase media de las ciudades” (palabras de Carrillo Puerto), al final fue de forma más violenta: pagaron a un esbirro de esa oligarquía yucateca de ese mundo antiguo que se resistía a morir frente al hombre nuevo que dio cabida el proyecto carrilloportista – un mundo antiguo que, en gran medida, sigue vivo todavía-, y eliminaron a ese hombre que supo encausar los afanes de liberación del pueblo maya mediante sus ligas de resistencia en todos los pueblos, y mediante sus hombres fuertes que hoy descansan con él en el silencio de la noche eterna.

jueves, 23 de mayo de 2013

CARTA ABIERTA A LOS HISTORIADORES YUCATECOS: ¡AL RESCATE DEL AGEY!

En un reciente artículo, Dulce María Sauri Riancho señaló a la opinión pública el cambio en la dirección del Archivo General del Estado de Yucatán (AGEY) (Cfr. Diario de Yucatán, 22 de mayo de 2013). Piedad Peniche, su directora desde el lejano año de 1991, se retira a finales de este mes. Las ideas de la ex gobernadora Sauri Riancho son puntuales y sirven de gran ayuda para discutir sobre esta venerable institución dueña de la memoria –y, desde luego, del olvido- de los yucatecos. El rescate de la historia regional, cuyo venero principal son las fuentes, el cúmulo de documentos y legajos que guarda el AGEY, considero, no puede ni siquiera intentarse sin tener como telón de fondo la documentación del AGEY. En este sentido, el AGEY es el archivo que vertebra a los otros repositorios existentes en el estado: pienso en la hoy cerrada, por restauración, biblioteca Carlos R. Menéndez; y, por supuesto, pienso en la magnífica Biblioteca Yucatanense (BY).

Hablando en mi experiencia propia –en mi parca pero rica experiencia en archivos, lo que no me resta entusiasmo a la hora de estar inmerso en la soledad trabada entre el documento y mi vista-, puedo decir que aprendí a historiar en el AGEY, aprendí a descifrar letras decimonónicas en el AGEY, aprendí a amar esta nueva vocación de indagación al pasado en el AGEY y, por supuesto, aprendí a respetar y a querer al “puñado de investigadores, empleados y restauradores” del AGEY; pero, también, aprendí a inconformarme por cosas que líneas adelante señalo.

En su artículo, Sauri Riancho establece la insoslayable necesidad de la historia a la hora de hablar de democracia: “Para perfeccionar la democracia –indica Sauri- como una forma de vida, es necesario combatir el olvido y dar paso a la memoria. En cierta forma, la Historia es la disciplina que la cuida, que se encarga de estudiarla y perpetuarla, por medio de las instituciones responsabilizadas de esta colosal e indispensable tarea”. Estas instituciones son las distintas facultades universitarias con sus bibliotecas, los museos, las bibliotecas públicas y privadas, los centros de investigación, las casas de la crónica, y, como primer elemento, los archivos como el AGEY.

Sauri señaló que en el sexenio pasado hubo una gran omisión entre la política cultural del gobierno, respecto al AGEY: el AGEY fue olvidado, casi ninguneado o borrado, y esto generó comentarios diversos, cuando se veía cómo la balanza presupuestal se inclinaba a un sólo punto, mediante la creación de la Biblioteca Yucatanense (donde se conjuntan diversas salas investigativas como el Fondo Reservado, la Hemeroteca Pino Suárez, la Biblioteca Crescencio Carrillo y Ancona, y el Fondo Audiovisual con fotografías del extinto Diario del Sureste cuyas antiguas instalaciones dan cabida a la BY). La Biblioteca Yucatanense es el ejemplo prístino para el rescate del AGEY, el punto a seguir, el horizonte infranqueable, una biblioteca que tiene, además, documentos en línea mediante la Biblioteca Virtual.

Dije líneas atrás que en el AGEY tuve la oportunidad de sacar mi inconformidad a la hora de pasar de la documentación clasificada (la colonia y casi todo el siglo XIX), a las cajas sin clasificar que van de fines del siglo XIX en adelante. Me parece que esta omisión no es gratuita. ¿Cuál es el motivo principal de que unos periodos de la historia yucateca se realcen, se enfoquen, y otros ni siquiera se clasifiquen, y sí, por el contrario, se oscurezcan? Ojalá que sea solamente la falta de presupuesto y recursos humanos para llevar a buen término dicha clasificación de los voluminosos legajos del periodo henequenero –o Porfiriato, ya que no se puede seguir hablando del periodo henequenero si tomamos en cuenta otras subregiones como sería el sur de Yucatán-, de la revolución y postrevolución. Sin embargo, esto no es óbice para sustanciar la clasificación de las cajas.

Mauricio Tenorio Trillo ha señalado la forma como el poder –llámese como quiera a dicho poder- ha puesto orden al pasado. Su ejemplo es el Archivo General de la Nación: una cárcel inmensa, un panóptico donde el poder ha encarcelado al pasado (desde los pasados indígenas, el pasado novohispano y el periodo independiente desembocando en el presidencialismo del Fondo Presidentes), lo ha clasificado y lo ha maniatado. El AGEY, por el contrario, para el poder regional no ocupa una antigua cárcel (el pasado no está encarcelado), sino una morgue, un antiguo depósito de cadáveres: es un pasado, como todo pasado, muerto, y ahí acuden los médiums profesionales y líricos, los hijos y los bastardos y hasta los entenados y malqueridos de Clío. Un hijo bien nacido de Clío no puede ver, sin que se le encabriten los ánimos, cómo las inmensas cajas y cajas de cajas de legajos sin clasificar del AGEY, se queden un momento más de esta forma: los documentos, debido a su amontonamiento en carpetas, sufren el daño de la manipulación, y aunque uno haga todo lo posible por respetar su frágil osatura, siempre habrá esquirlas de papel viejo en la mesa de consulta.

Y esta omisión garrafal –de la no clasificación de casi todo el Porfiriato, la Revolución y Postrevolución- no sólo genera daños al material, daños al documento, sino, desde luego, vuelve lenta la consulta de los investigadores: en mi caso, me he pasado mañanas enteras revisando un legajo de 3 cuartas de grosor, y sólo al final he podido hallar la perla documental perdida en tanta arena archivística. Conozco, y no porque así lo he deseado, bastante del periodo clasificado (siglo XIX), pero apenas voy pergeñando la cosa en el periodo sin clasificar (en este sentido, otros repositorios, como los periódicos de la época, han sido de ayuda invaluable).

La organización del AGEY viene de la época de Ernesto Novelo Torres (1942-1946), su primer director fue Juan D. Pérez Galaz, iniciando una tarea titánica de acopio y clasificación de la memoria de los yucatecos (véase el volumen III de la Enciclopedia Yucatanense). En Yucatán –salvo contadas excepciones- no tenemos archivos municipales, y en mi caso, hacer la microhistoria de una región cuyos pueblos no cuentan con archivos, ha hecho que dependa en exclusiva de los repositorios de la ciudad letrada, de los archivos de Mérida. El AGEY, en este sentido, considero que es el baluarte de la historia desperdigada de todos los pueblos de Yucatán y, sin duda, de buena parte de la historia de otros rumbos de la Península.
PROPUESTAS DE UN USUARIO PARA LA NUEVA DIRECTIVA DEL AGEY
Atareado en escribir este artículo sobre el AGEY, creo yo que quedaría romo este texto si no apunto algunas propuestas que podrían ayudar –sin necesidad de hartos presupuestos- a la nueva directiva del AGEY:
a).- La mayor crítica que se le ha hecho a esta venerable institución, son las cajas sin clasificar. En mis conversaciones cotidianas con otros colegas, he señalado mi extrañamiento de por qué ningún académico de Mérida – o de otro estado cercano- ha tenido la idea de mandar a tesistas a clasificar por documentos los legajos de las innumerables cajas.

b).- O si no existen tesistas dispuestos a aventarse esa labor, con un convenio entra la nueva directiva del AGEY con universidades como la UADY, podría salvarse esta cuestión. Dicho convenio sería de ayuda mutua: los académicos (de la Facultad de Antropología, o de otra facultad) canalizarían a tesistas, o a jóvenes que deseen hacer su servicio social, a efectuarlo en el AGEY, ayudados en su trabajo por un investigador de dicha institución. Lo que harían sería leer los legajos, tematizarlos, o seleccionarlos por pueblos, como actualmente están los documentos ya clasificados.

c).- Los historiadores o estudiosos de la historia, han señalado su molestia por la demora en las transcripciones. Los del gremio prefieren la comodidad del hogar para trabajar, y piensan con tesón en las fotografías. En el AGEY es imposible fotografiar por lo excesivo de los precios, y esto cuando tanto en la Biblioteca Yucatanense, como en la Carlos R. Menéndez o en el AGN, no se cobra nada a las fotografías del documento: el AGEY, considero, está fuera de lugar, fuera de los tiempos de transparencia democrática -¡y más en archivos muertos!-, cuando establece cantidades a las fotografías. Además, la fotografía de documentos ayuda no solo a la rapidez de la investigación, sino, desde luego, al documento.

d).- Sin duda, como ha señalado Sauri Riancho, la antigua morgue que actualmente es el edificio que alberga la más importante documentación de la historia de Yucatán, está desfasada. La nueva directiva debe, y tiene la obligación, de gestionar otro edificio más acorde con la venerable institución. Siendo un estado con una rica tradición de historiadores que se remonta hasta Landa –pasando por Cogolludo, Lorenzo de Zavala, Sierra O’Reilly, Serapio Baqueiro, Eligio Ancona, Molina Solís, Silvio Zavala, Rubio Mañé, Sergio Quezada, Bracamonte y Sosa, et al- los yucatecos no podemos dejar pasar la oportunidad que nos da este nuevo cambio en la directiva del AGEY, para exigir que el AGEY no siga más en la desidia, en el olvido, en esa soledad en que se encuentra.

Es hora de que el gremio de historiadores –y, sobre todo, me refiero a los nuevos historiadores yucatecos- deje a un lado la historia y se meta en el presente evanescente, para exigir capacidad no sólo a la nueva directiva que se avecina para el AGEY sino, desde luego, a la administración...No es posible seguir viendo más al AGEY como una institución burocrática para burócratas: el nuevo director, o directora, debe ser un historiador, o historiadora, comprometido con la historia de Yucatán, un(a) historiador(a) que reconozca que en el AGEY se guarda la memoria y el patrimonio del pasado de los yucatecos, ¡y esto exige el defenderlo!

CUANDO A ROMA FUERES, HAZ LO QUE VIERES

Allahu Akbar (Alá es grande, en árabe), decía un perro fundamentalista que mató ayer a un soldado británico degollándolo en plena calle en el distrito de Woolwich, en el sureste de la capital británica. Tenía un compañero que lo secundaba en su enfermedad cultural. Mientras proclamaba a todo pulmón que Alá era grande, al mismo tiempo blandía dos cuchillos de carnicero pringados con la sangre de su víctima...El negro, al parecer de Nigeria, defendía con toda tranquilidad sus ideas podridas de su podrida cultura con la frase Allahu Akbar....Sí, Allahu Akbar , Alá es grande, ¡ya lo creo!
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El otro día, ayer para ser preciso, leía la tesis de etnolingüística de Juventino Poot Canul, titulado El chicle y los mayas de Quintana Roo. La tesis se hizo bajo auspicios del programa de formación profesional de etnolingüistas SEP-INI-Ciesas, en el lejano año de 1982. Me interesa porque trabajo el chicle. En la lectura, a las dos frases apenas, apareció el fundamentalismo de un mayahablante de Quintana Roo. Poot Canul resultó un resentido, un fundamentalista, un idealista, un romántico de poca monta, en fin, esos tipos fundamentalistas que, sin ser el negro de la sangrienta imagen de este artículo, blanden enfermamente, no su cuchillo cebollero, sino su lápiz para ajusticiar al pasado. Lo cierto es que, lo mejor de la tesis de Poot Canul es cuando habla del chicle, y deja de dar sablazos a sus fantasmas históricos.
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Tienen razón algunos estadounidenses (ccomo el fenecido Huntington): los mexicanos que están en su país y siguen prendiéndole velas a la Guadalupana, y hacen sus fiestas folklóricas y no se integran completamente al país, son unos malagradecidos con su nuevo país (cuando yo llegué a Chetumal en el 2002, hice hasta lo imposible por conocer al dedillo la historia de esa región oriental de la península, no quería ser un ignorante del lugar que pisaba). Malagradecidos son esos hotentotes que llegaron a Europa en endebles pateras: ¿por qué si obtienen la nacionalidad británica, si viven y trabajan en ese país (o en otro de Europa), por qué no se integran totalmente?
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Un ejemplo práctico: si yo tengo un huésped, le diré a ese huésped que existen reglas insoslayables que hay que cumplir, que no me gustaría que convirtiera mi estancia en un cortijo, en un muladar, en un picadero o en una iglesia donde rinda culto a su bestialidad...Eso hay que dejarlo en la vida privada, porque mi tolerancia liberal no permitiría esas acciones: o te adaptas al país con sus costumbres, o simplemente te largas...Ya lo dijo el hombre de la Triste figura: "Cuando a Roma fueres, haz como vieres". Y si no, simplemente no vayas, quédate en tu lugar de origen con tus enfermos fantasmas actuales y del pasado, y a ver si algún día logras exorcizarlos...

miércoles, 22 de mayo de 2013

LOS TUXPEÑOS

En "la época del chicle" (1900-1950), un mar de "tuxpeños"comenzaba a inundar los pueblos del sur de Yucatán desde abril, esperando los inicios de la chiclería apenas cayeran las primeras lluvias de mayo, para internarse a la Montaña Chiclera (Quintana Roo, Campeche).
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Tuxpan, geográficamente, es región de la huasteca baja veracruzana, región del huapango saleroso y la tierra caliente del golfo. Los tuxpeños iban a los zapotales junto con los chicleros mayas de la península, tenían la costumbre de matar y matarse por algo menos de quítame de ahí esas pacas, y no olvidaban las afrentas (he escuchado historias de tuxpeños que recorrieron todas las selvas del Petén, de Chiapas, Campeche y Quintana Roo para dar con el paradero, y la cabeza, de alguien que le debía 2 tragos de guaro o que le debía dinero). Entre los viejos chicleros del pueblo, se ha dicho que los tuxpeños eran los que iniciaban los epopéyicos pleitos de cantina donde los machetes acerados espantaban hasta el vuelo de las moscas, pero la horma de los zapatos, los tuxpeños lo encontraron acá, en la Villa, cuyos pueblerinos estaban acostumbrados a la larga violencia latente que pasó la villa y sus pueblos siendo una región de frontera en la segunda mitad del XIX: si un tuxpeño floreaba su machete con florituras, pompa y encanto, uno de Peto lo hacía con una pericia asesina y sin pestañear.
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Los tuxpeños fueron los que comenzaron a utilizar los espolones para afianzarse a los altos zapotales. Los chicleros de Peto, por el contrario, al principio trepaban a lo más alto del zapotal como gatos, valiéndose únicamente de sus recias piernas de caminantes y de una "lanzadera" (soga con la cual se cinchaban al zapote), pero después adoptaron las polainas y los espolones de hierro,y algunos dejaron sus alpargatas colgadas de la alcayata.
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Si indicamos que ya desde Morley se señalaba que los huastecos son un grupo mayance, podemos señalar que gracias a una goma de mascar, a la obsesión bovina de los gringos de mover las mandíbulas, dos ramas del gran tronco del Yaxché maya (los huastecos y los mayas peninsulares) se unieron en esos años que duró esa industria de extracción que fue la "época del chicle".

domingo, 19 de mayo de 2013

Claveles rojos para tu tumba, General Elías Rivero (1875-1947)

El mundo es bueno, la luz y el café son buenos, la tarde y mis recuerdos, ¡no!...Este día digo que es radiante, aunque yo no tenga a quien contarle qué cosa tiene de radiante, y por eso escribo en este blog para exorcizar mis cotidianidades. Hoy, en la mañana, me fui al Cementerio General de Mérida; tomé dos autobuses, uno para el centro, y otro que decía 62 Amapolas, bajándome frente al Panteón Florido, por el sur cercano al centro de la ciudad. Iba en busca de un paisano que se volvió un mito entre los lugareños de la región, un revolucionario de las primeras horas el cual hizo justicia, simple y brutal justicia, a los campesinos de la región levantándose en armas contra el dueño de la finca azucarera Catmís, matando a dos Cirerol, liberando a peones (yaquis y mayas), y diciendo, a la burguesía petuleña porfiriana, que ya se habían acabado esos tiempos”, que un nuevo tiempo para Peto comenzaba a crecer desde los primeros pasos revolucionarios que comenzó a dar, en marzo de 1911, el personaje que venimos comentando; un tiempo que podríamos señalar, como los tiempos de Elías Rivero. Fui en busca de una fecha de muerte, de un nombre y un mar de recuerdos de archivo, y regresé con una felicidad que no cabía en el pecho, que desbordaba hasta mi sombra.
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Fui en busca de Elías Rivero, mi general, el hombre a los que los más viejos de los viejos, lo recuerdan todavía porque estaba del lado de los pobres (“¡Es mi general!, me dijo el padre de Martiniano Heredia, secretario del comisariado ejidal, de nombre igual y de 96 años), y porque en sus reuniones políticas con los campesinos de la región, les prevenía de que “cuidadito con que regresemos a los tiempos de la esclavitud” (según Francisco Poot Aké, de 90 años). Al llegar al Cementerio General, vi el lugar detestable donde aquel maldito día de enero de 1924 mataron a ese hombre bueno y sincero y valiente y guerrero que fue don Felipe Carrillo Puerto (el dragón rojo con ojos de jade de Motul) y me puse a llorar con ganas, y quise escribir un poema a su memoria, pero no tenía pluma y papel a mano. "No abandoneis a mis indios", decía el busto frente al muro donde lo mataron, ¡y qué importa si dijo o no esa frase rotunda don Felipe Carrillo Puerto frente al paredón de fusilamiento, si toda su vida de agrarista fue de un no abandono continuo, sostenido, a sus indios, a la gran masa de pobres, excluidos y olvidados de la península! Él les dio fuerza, él hizo que su sangre estancada por los años esclavistas del henequén brotara de nuevo, bullendo enardecida.
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Hice una guardia en solitario frente al busto de Carrillo Puerto, y luego me fui a la “Rotonda de los socialistas yucatecos distinguidos”, y ahí estaba la placa, detrás de la tumba donde yacen los restos del Dragón Rojo, con el año en que murió don Elías Rivero, el general Rivero levantado en armas en dos ocasiones (en 1911 cuando se supo que en el norte había estallado la revolución contra don Porfirio; y en 1924, cuando los esbirros de los "reyes del henequén" le habían dado artera muerte a Carrillo Puerto), el hombre fuerte del socialismo en Peto durante más de 20 años. 1947 fue el año en que murió de muerte natural (tenía 71 años, porque en 1911 había declarado que tenía 35 años de edad), y no había dejado descendencia (esto me lo contó doña Nidia María Rivero, de 92 años, que viene siendo hija de la prima de Elías Rivero).
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Rivero comparte para la eternidad nicho con otro león del oriente, Pedro Crespo, de Temax, levantado en armas el mismo año de 1911...Al llegar a la placa donde reposan los restos de Rivero y de Crespo, otro vez las lágrimas, esas malditas lágrimas, brotaron de lo más hondo de mi alma cuando leí lo siguiente:
“A la memoria de los ciudadanos Pedro Crespo (noviembre 12 de 1944) y Elías Rivero (mayo 31 de 1947) recuerdo del Partido Socialista del Sureste…”
Por eso este día, para mí, es de una felicidad completa, porque rara la vez vierto lágrimas, y estas fueron lágrimas de emoción, de sincera emoción. En una de las varias florerías que se encuentran en el Cementerio General, compré claveles rojos (un símbolo que resulta superfluo explicar) y una veladora, hice una guardia de honor otra vez, y me acerqué a la placa para decirle:
¡Vives, vives todavía porque te recuerdan tus hermanos, General!

jueves, 16 de mayo de 2013

YO ACUSO A LA UNIVERSIDAD DE QUINTANA ROO

La cosa, para los que fuimos y somos alumnos y amigos cercanos al doctor Xavier Gamboa Villafranca, era sencillísima de explicar: Gamboa Villafranca no estaba y seguramente que no sigue estando de acuerdo en el hecho de que los trabajadores de la Uqroo estén desamparados frente a la pulsión autoritaria del mandamás, del sátrapa o tiranuelo en turno en rectoría, y decidió poner en la palestra la defensa laboral mediante la creación legítima de un sindicato, del Sutuqroo. El rector de la Uqroo, en ese lejano 2008 (de agosto de 2008), José Luis Pech Varguez, no le pareció buena esa idea y, apelando al maridaje (o abarraganamiento) que se da entre la Uqroo y la estructura priísta de poder en Quintana Roo (todavía Pepe Pech gozaba las mieles del “líder” González Canto, lector voraz del Tvynotas, todavía Pepe Pech no había caído en desgracia y se había ido a refocilar entre un perredismo quintanarroense reciclador de miasmas para una posible senaduría), secundado por sus esbirros arribistas (¡los perros saben de pitanzas!), pontificó y lanzó el ucase autoritario de que Xavier Gamboa Villafranca era imposible que siga en dicha institución académica en declive: rectoría no podía permitir la disidencia entre el cuerpo académico de la uqroo, una contadísima disidencia que apenas farfulla y habla quedito detrás de sus cubículos burgueses. El 19 de agosto de 2008, por la mañana, el ucase del zar tropical de esa universidad cacasena, fue llevada a la práctica, y los esbirros, hombres de corbata y nalgas promiscuas, lo llevaron a efecto: el “desalojo” o defenestración indignante del doctor Xavier Gamboa Villafranca fue realizado por el director de Administración y Finanzas y el Contralor de aquella Universidad, requisándole al doctor sus instrumentos de trabajo (computadora, teléfono, escritorio, sillas y hasta libros, despegando a manotazos hasta carteles del cubículo). Al saber la forma tan diazordacista como fue tratado el académico, nadie, casi nadie de los “compañeros” de Gamboa Villafranca en la Dirección de Ciencias Sociales y Económica Admistrativas (donde se juntan los cubículos de profesores de derecho, de antropología, de economía) le dieron tan siquiera un apoyo moral…Los cubículos del edificio K ni se abrieron ese infame día, ningún discurridor exquisito de los derechos laborales y humanos, ningún poeta, ningún trasnochado de las fiebres “revolucionarias” o ninguna profesora burguesa de derecho o antropología entreabrió ni la persiana para ver lo que pasaba: arguyo la hipótesis de que esos seudo académicos y seudo investigadores, compartían las enseñanzas autoritarias del sátrapa de rectoría, por el hecho de que el sátrapa les daba más que pitanzas: les daba a sus allegados y a los que se portaban bien, viáticos y demás canonjías…Nadie, salvo Martín Ramos, que desde el área de humanidades protestó por la forma tan artera, proditoria y descarada como se dio la defenestración, realizada al más puro estilo del viejo –en Quintana Roo nunca ha habido alternancia- estilo autoritario:
“En lo que a mi respecta -decía Martín Ramos-, no me amedrenta que usted y su Secretario General presuman tener el apoyo del Ejecutivo local en el descabezamiento de mis compañeros. No apoyaré este tipo de actos a todas luces injustos. Le informo que como Consejero Universitario defenderé a mis agremiados de todo despido injustificado y que no me quedaré callado como muchos de mis compañeros que prefieren desviar la mirada de esta injusticia y refugiarse en el cómodo cubículo y empleo que tenemos”.
Era una voz que protestaba en el desierto del silencio sepulcral, del cuchicheo calladito, de las omisiones y afantasmamientos de las otras voces de los académicos... “El macho”, dirían los académicos de aquella universidad intertrópico emulando al pueblo raso dominicano bajo la dictadura de Trujillo, sabe lo que hace; “el macho es el gran cabrón, y si quiere a mi vieja profesora, pues con gusto se la doy…” Pero “El macho”, a la vuelta del engranaje de la oligarquía quintanarroense –cambio de gobernadores- cayó en desgracia, y Gamboa Villafranca nunca dejó de pelear por sus derechos. Hoy 16 de mayo de 2013, a casi cinco años de la defenestración, en el portal de internet de Periodistas de Quintana Roo aparece la buena nueva de que Gamboa Villafranca está de vuelta a su acostumbrado cubículo en el Edificio K de la Uqroo, al ganar el juicio contra el despido injustificado del cual fue víctima.
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Sin embargo, como una prueba prístina del poco, o nulo nivel democrático que existe en ese estado vecino a Yucatán donde se da una de las más rupestres oligarquías de viejo cuño; una de las peores oligarquías que hace que una universidad como la Uqroo sea solamente un cortijo de poder autoritario con culto a la personalidad del rector o rectora en turno, y en donde los academiquitos –que no es el caso del doctor Gamboa o de Martín Ramos- son capaces de comerse hasta sus vómitos con tal de tener sus puntos y sus canonjías, etc.; me es imposible dejar en el tintero el siguiente artículo que escribí en esos días de agosto de 2008, por el hecho de que, al parecer, considero que con esto se clarifican las sarmentosas “coincidencias” entre un grupo de académicos de esa universidad, adocenados al poder, y el burdo y triste periodismo prostituto que se da en esas tierras turísticas.
LA VERDAD DE LAS MENTIRAS DE LA UQROO

En la edición del 25 de agosto de 2008 de “Estosdías”, revista editada en Chetumal, aparecen entre sus páginas dos acerbos artículos “oficiosos” –uno de ellos una entrevista con el rector de la Uqroo, José Luis Pech Várguez- escritos contra el doctor Xavier Gamboa Villafranca.“Oficiosos”, porque conjeturo que el pago del chayote al reportero Héctor Sosa, autor de los dos bulos, habrá salido seguramente de rectoría de la Uqroo.
El primer artículo se titula “La Uqroo y la piratería sindical (primera parte). Gamboa Villafranca: la verdad de sus mentiras”, donde el crédulo y desprevenido lector puede irse con la finta de que el doctor Gamboa Villafranca es un gran sicofante que se contradice en su posición de defensa sin tapujos del sindicalismo académico.
Se contradice, alega el reportero, debido a que en el tiempo en el que el ex rector Francisco Rosado May (2002-2004) estuvo al frente de la Uqroo, el doctor Gamboa –según el reportero nuevamente-, gran cuatacho del ex rector Rosado May, contradijo al Consejo Universitario (CU) y a la Comisión de Honor y Justicia (CHJ) de la Uqroo, al sostener de forma marmólea que Rosado May tenía las facultades para remover a cuanta gente quisiera (tanto académicos como administrativos) cuando el ex rector, coaligado en “el último día de labores de diciembre de 2004” con Lízbeth Clemente Handall, entonces profesora de la materia de Estados Unidos Contemporáneo, llevó a cabo la intentona fallida (y recalco que fue fallida, y recontra recalco que los integrantes del CU y de la CHJ salieron avantes en ese momento) de despedir al profesor Juan Carlos Arriaga Rodríguez, para así “perjudicar” al Departamento de Estudios Políticos e Internacionales, del cual Arriaga presidía.
No sé bien a bien cuál fue el motivo por el cual Rosado May intentó defenestrar a Juan Carlos Arriaga. Pero no dudo que no se puede comparar la situación de Arriaga con la situación por la que actualmente transita el doctor Gamboa Villafranca (es decir, sindicalizar, defender la labor académica, que dio como resultado su despedido irremisible por la “falta de confianza”, o falta de pendejismo del doctor Gamboa Villafranca hacia el rector y sus achinchicles). Y si es cierto que en el caso Arriaga, el doctor Gamboa Villafranca, vía correos electrónicos arguyó que, “como rector, Rosado May tenía la facultad de despedir a Juan Carlos Arriaga porque, según la Ley Orgánica de la Uqroo, todos los profesores de la universidad son trabajadores de confianza”[1], Rosado May no logró correr a Juan Carlos Arriaga, debido a que su cordura se sobrepuso a sus pasiones del momento, oyendo las peticiones del CU y leyendo detenidamente el informe que la CHJ realizó del caso, en el que “le demandó –a Rosado May- que reinstalara al profesor en la plantilla docente de la División de Estudios Internacionales y Humanidades”, debido a que la CHJ “encontró elementos suficientes para elaborar un veredicto contra el despido”[2].
Y la inevitable pregunta no puede ser omitida: ¿Qué ha hecho, en el caso Gamboa Villafranca-Sutuqroo-Pech Várguez, el muy defensor de los académicos CU y la muy valerosa CHJ al respecto cuando, a ojos vistas y paladinamente se ha efectuado un descarado acto de autoritarismo del rector José Luis Pech Várguez, al despedir a un académico e investigador de la Uqroo del rango del doctor Xavier Gamboa Villafranca? ¿Cómo se la han tomado los flamantes miembros del CU? ¿Existirá aún, con su silencio y radical apatía, tan siquiera un ínfimo rastro de “HONORABILIDAD” y “JUSTICIA” en la ya desprestigiada Comisión de Honorabilidad y Justicia de la Uqroo, que ha hecho de tripas corazón, pues porque el doctor Xavier Gamboa Villafranca, aunque académico como el quien más, y caso contrario del profesor Juan Carlos Arriaga Rodríguez, no es santo de su devoción de los integrantes del CU?
En estos momentos, cuando un académico ha sido despedido por el delito de crear un sindicato que detenga las arbitrariedades del rector en turno en contra de los académicos y administrativos, es cuando más se debe oír, además de la solidaridad respectiva, la inteligente propuesta del CU para modificar el Reglamento General de la Uqroo, que en el conflicto suscitado por el fallido intento de despido de Juan Carlos Arriaga, abogaron –contra Gamboa Villafranca-, en junio de 2005, desde el hotel “Los Cocos”, la derogación de la Fracción XVII del artículo 56 de dicho Reglamento, que establece la facultad del rector de remover al personal académico y administrativo a su consideración. ¿Hemos oído alguna queja por parte del CU? Ninguna, y con esto se sienta el primer precedente consumado del autoritarismo en la Uqroo, además de la indefensión tanto del cuerpo académico como del administrativo, ante un CU condescendiente, copado, comprado o maniatado por José Luis Pech Várguez.
Porque, como bien indica el reportero Héctor Sosa, “el Consejo Universitario –conformado por 20 personas entre profesores, alumnos, personal administrativo y autoridades de la Uqroo- era quien decidía las sanciones a los profesores que violaban los estatutos establecidos en la Ley Orgánica de la Universidad”; porque con dicho Consejo Universitario “los profesores se sentían protegidos”, pues desde la creación de la Uqroo fue institucionalizado “con el fin de evitar abusos de autoridad por parte de Rectoría, entre otras cosas”[3] .
Me pregunto: ¿qué apartado, artículo, fracción, párrafo, parágrafo, inciso, coma, punto y coma, puntos suspensivos, o la sintaxis si somos rigurosos, ha violado el doctor Xavier Gamboa Villafranca para levantar la ira de un pequeño tiranito? ¿Ha explicado el rector Pech Várguez en qué consiste la pérdida de confianza hacia el doctor Gamboa Villafranca? Ninguna explicación, pero sí puros “maquiavelismos”, pero sí represiones y sí abyecciones de un CU que se hace el desatento ante un conflicto suscitado, en estricto sentido, por una parte por un profesor que va en pos de la igualdad de condiciones entre el Patrón-Rector y el obrero-académico-admistrativo, al gestionar un sindicato independiente ante todo, y por la otra por un rector obsedido por imponer su autoritarismo, que confunde muy maquiavélicamente con autoridad, al decir que no hay que confundir la “prudencia y la tolerancia con la falta de decisión en el ejercicio de la autoridad”[4]. Pech Várguez no ha ejercido la autoridad, salvo su primo, el muy torcido autoritarismo.



[1] Estosdías, “Gamboa Villafranca: la verdad de sus mentiras”, página 26.
[2] Ídem, p. 25
[3] Estosdías, “Pech: lo del sindicato se resuelve en otra parte, en la universidad hay que trabajar por ella”, p. 29.
[4] Ibídem.

miércoles, 15 de mayo de 2013

¿Cómo se puede festejar a los mulos de gis y pizarrón?

"Si tuviera que escoger una reforma estructural para que México avance hacia un mayor crecimiento económico, sería la educativa", escribió Paul Krugman, Premio Nobel de Economía 2008. Con eso se dice todo, con eso se señala la mala educación del país: el país, el estado, el municipio, la región, el chiquero aldeano, no tiene educación. Hoy, en la mañana, le pregunté a mi sobrina si no tenía clase, ella, de 6 años, me dijo que no, que es día del "maestro". Y me pregunto, ¿Qué hay que festejarle a esos vagos mal educados que mal educan, que mal enseñan, que no tienen ni un gramo de imaginación que no esté en el libro de texto, que sólo están para el escalafón y, anterior a los cambios actuales que se presentan en el magisterio, a la compraventa mercantil de plazas, o que sindicalizan hasta su dignidad en pos de las cotas de poder, del malsano poder? Las conquistas laborales del magisterio mexicano son conquistas de pachorrudos, conquistas de caca-senos. Hablaré por mí: de la primaria al bachiller, nunca hubo un pensamiento libre, crítico, proporcionado por ese mar de imbéciles de buena voluntad que se dicen "maestros". ¡Claro!, estaba en un pueblo donde el buey de la manada era el tuerto pensante. No tengo que agradecerles ni una mísera hora a ningún profesor, a ninguna profesora. Siento por esas gentes una tristeza profunda por su grado involutivo de cultura degenerada, pero al mismo tiempo siento (y no pienso, porque siempre digo que pienso, pero ahora sólo siento) un malestar profundo por el cáncer social que han dejado en sus vidas de mulos de gis y pizarrón: sólo el chip autoritario (las efusivas fiestas a la Revolución y sus desfiles fascistas), las clases mal preparadas donde la norma era que mandara a su “suplente”, la incultura manifiesta de esas gentes iletradas, el poco camino entre la barbarie y el salvajismo proferidas por sus prejuicios de sindicalistas adocenados al Priato, las lacras consuetudinarias que todos los días, pachorrudamente, despotricaban frente a su alumnado, es lo único que me acuerdo. Insisto, ¡no hay nada que festejarle a esos mulos de gis y pizarrón, pero sí, mucho que enseñarles!

domingo, 12 de mayo de 2013

DE LAS SECTAS O ELOGIO DEL CATOLICISMO

Una nota de La Jornada señala la visión fundamentalista del dictador Efraín Río Montt (Huehuetenango, 1927) de la siguiente manera: <
i>“Miembro de una secta religiosa llamada Iglesia del Verbo, Ríos Montt se consideraba electo para dirigir Guatemala y liberarla de la amenaza comunista. Sus discursos estaban llenos de citas bíblicas y de comentarios apocalípticos, y la Iglesia católica (la más influyente del país) observó con muchas reticencias las acciones de este personaje pintoresco pero despiadado”.
García Márquez, en su discurso al recibir el premio Nobel en 1982, puntualizó, irónico, sobre esta actitud mesiánica del “Nehemías guatemalteco”, al decir a los civilizados suecos que desde que don Antonio de Pigafetta hizo la crónica rigurosa de la fauna fantásica de América meridional, desde que Cabeza de Vaca atrevesó en su legendaria caminata la Florida hasta el norte de México, desde que las viejas colonias americanas españolas se independizaran, América nunca ha tenido un instante de sosiego: guerras civiles, matanzas, dictaduras, intervenciones imperialistas, “un presidente prometeico atrincherado en su palacio en llamas” peleando solo y hasta morir contra todo un ejército.
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El colmo de estos momentos de intranquilidad vino a ser la figura del Nehemías Guatemalteco. El fabulador de Aracataca establecía que “surgió un dictador luciferino que en el nombre de Dios lleva a cabo el primer etnocidio de América Latina en nuestro tiempo”. Era Ríos Montt esa figura diabólica encerrado en sus malsanas lecturas de su dogmática biblia. Como su modelo bíblico, el Nehemías gobernador de Judea que comenzó a reconstruir las murallas de Jerusalén, el Nehemías guatemalteco, con la venia de Washington, se propuso establecer un muro inmenso de dictadura cuartelaria contra todo “peligro comunista”, y así, en el contexto de muerte de los 200 mil muertos dejados por una guerra en tierras mayas (véase el libro de Ivon Le Bot), Ríos Montt, mandando a sus esbirros, practicó el genocido del pueblo Ixil –sus presuntos nexos con la guerrilla, etc-, diezmando hasta en 5.5 su población total (La jornada, 11 de mayo de 2013). Pero esto, los 17 meses de dictadura de Ríos Montt, ¿es todo lo más que se puede hacer contra todos los crímenes de guerra?, ¿Sólo Ríos Montt?, ¿y en donde está la plana mayor de los generales y la escuela de las Américas y las anuencias criminales de Washington? La jueza que dictó la sentencia, adelantó que esto es apenas el primer capítulo, la primera resquebrajadura del muro –no el muro contra el comunismo- de la impunidad instaurado desde antes de Ríos Montt.
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Sin embargo, el caso de Ríos Montt es muy singular por la forma como este mesías predestinado a salvar a Guatemala del peligro comunista, puso en juego su vena fundamentalista: Ríos Montt, puedo asegurar, como todos los miembros de las sectas, detesta la “idolatría”, y esta idolatría puede ser la idolatría comunista, o la simple idolatría de las creencias populares. Aquí quiero ser franco, conciso, para decir algo contra las sectas. Yo respeto todas las creencias, todas las "sectas" (ya se van a enchilar los sectarios), pero me sorprende la forma tan radical y farisaica de algunos grupos religiosos...Estos fundamentalistas me hablan de la poca lectura de la biblia de los católicos, o de la poca crítica y la jerarquía autoritaria entre el cura y los feligreses...Sin embargo, varias veces he comprobado que ser católico es una bendición del cielo: no radicalizamos el discurso convirtiendo la vida en un "sepulcro blanqueado", resumimos todo en el amor al prójimo, y aunque no comparto algunas cosas como la existencia histórica de la Guadalupana, creo que esos símbolos religiosos ayudaron en demasía a la nación que se formaba en el amanecer de la colonia: las fiestas de los patronos cohesionan al pueblo, y se sabe que detrás de la Cruz o detrás de San Bernardino, están las viejas deidades prehispánicas (de ahí el sincretismo y la vehemente fuerza de las fiestas de pueblo). Además, no existe tabúes gastronómicos -los testigos de Jehová me dan pena-, y a veces, los tabúes sexuales se pierden a la hora de la hora. En fin, por algo el catolicismo ha durado más de 2000 años (miente el que diga que ha durado porque ha tenido el arcabuz y la espada, porque esas bestias no conocen el alma humana), por algo fue la iglesia católica la que dio impulso a las variopintas gestas de finales del XV y principios del XVI: Cortés, el padre fundador de México, era devoto de la virgen de Guadalupe, y algo, tal vez la providencia divina impulsaron a esos extremeños a hacer lo que hicieron, es decir, “la mayor cosa después de la creación del mundo”, con la excepción de la encarnación y muerte del que lo creó, que fue el descubrimiento y conquista de América. Y al día siguiente de la Conquista, caídos los viejos ídolos prehispánicos, sus caídas no fueron caídas sino que pasaron a los cuerpos de las cruces, de las vírgenes y los santos traídos por esos barbudos: sólo la fe católica, fe híbrida, pudo llevar a cabo el proceso de mestizaje, sólo la flexibilidad de la fe católico posibilitó el cristianismo de los antiguos pueblos mesoamericanos...Y así vemos que se dieron afinidades increíbles: la cruz foliada de los mayas, sigue siendo la cruz verde y vestida con huipil de todos los pueblos de Yucatán. Así vemos que las plegarias al Cristo, al “Nojoch Dzul” hecha por los chamanes mayas en ceremonias agrícolas no solo tienen reminiscencias prehispánicas, sino que el impulso de la doctrina cristiana posibilitó nuevas formas discursivas...Además, hay que darle gracias a los frailes que enseñaron a leer y escribir a los hijos de la élite maya: estos, a la larga, se encargarían de escribir los distintos chilames. El catolicismo –sea militante o no- es un humanismo que refrenda la tesis de la ecúmene: abierto a todas las posibilidades, por algo es el bastión más grande de fe en todo el mundo.
***
Por eso digo que las sectas actuales -llámese presbiterianas, pentecostales, testigos de jehová, los de los últimos días- son respetables, y en cierto sentido, tolerables. Lo que no es tolerable de estas agrupaciones fundamentalistas es su dogmatismo que rebasa su templo: cuando comienzan a predicar sus fundamentalismos, cuando desean colonizar a uno con sus recetas de vida, inmediatamente me sale lo cruzado para decirles: ¡no me jodan! En días pasados, en una plática con campesinos, estos me señalaban su molestia por los fundamentalismos de los “hermanos”, al criticarles sus ritos agrícolas de la milpa. Esta misma molestia le fue advertida a Nelson Reed cuando sostuvo una conversación con el patrón de la Cruz, Norberto Yeh, de Chancá Veracruz: los misioneros protestantes iban por los pueblos del centro de Quintana Roo en los años 50 del siglo pasado tratando de convertir a los mayas a su fe sin ritos, a su fe sin fiestas, a su fe de solo lecturas apagadas. Yeh preguntaba: “¿Por qué vienen a nosotros? –preguntaba-. Nosotros no vamos a las ciudades a decirles cómo adorar a Dios. Ésta es nuestra tierra y nosotros la conocemos mejor que ellos”.

jueves, 9 de mayo de 2013

¿Y cómo está la fiesta ahorita en Peto? En torno a Roberto Vidal

 

 El 30 de diciembre de 1944, el Diario de Yucatán dio la noticia del asesinato del presidente de la villa de Peto del modo siguiente: “El Presidente Mpal. de Peto, asesinado. Indignación por el crimen. Establecimientos quemados”. Después de revisar el caso e indagar en la memoria de dos viejos chicleros, puedo afirmar que “La muerte de un presidente” (denominación de Máximo Sabido) fue aprovechada por el grupo político petuleño alrededor del muerto, un pretexto no planeado para sacar del escenario de la política y del poder económico pueblerino a su “asesino”, un potentado que hizo su fortuna gracias al chicle.


Muchos años después, frente a una grabadora, una libreta de apuntes y meciéndose plácidamente en sus hamacas, dos viejos chicleros habían de recordar con cariño a su patrón Roberto Vidal, el “asesino”, y hablarían de su fuga de las narices de sus perseguidores como si de casi una gesta digna de un héroe con el don de la trasmutación corporal se tratara. Para el centenario kambuleño, don Ceferino Briseño Solís, Vidal hizo lo que todo hombre digno de amor propio haría: desjaretar la vida a un “puerco político” miembro de la pequeña oligarquía que arañaba el poder no a costa del sudor del trasiego de los montes de la Península en busca del chicle (como fue el caso del tuxpeño Vidal), sino a costa de picarle, no a los zapotales como hacían las cuadrillas de chicleros de Vidal, sino al erario municipal.

He señalado que, para los chicleros, Vidal cobró una deuda de honor, porque al parecer Vidal donó unos ladrillos para la presidencia municipal, y Wilfrido Alonzo (alias Ubich), el presidente al que Vidal mandó a la sepultura, hizo el recurrente negocio de Peto entre las administraciones petuleñas, vendiendo los ladrillos, y, por lo tanto, su “crimen” no fue en realidad un “crimen” sino una lección de honor para una aldeana clase de “notables petuleños”. El Diario de Yucatán, un diario demasiado conservador, dio la nota de la cual tal vez su reportero oyó lo que quiso oír, vio lo que quiso ver, y este mismo relato aparece, palabras más palabras menos, en las dos historias “oficiales” petuleñas de los dos Sabidos (para ellos, Vidal es el diablo encarnado, y Alonzo un pan de Dios). La nota del Diario daba cuenta de lo sucedido de esta manera:
“Hoy en la madrugada, al terminar el tercer baile que se efectuó en ocasión de la fiesta que se está celebrando, se suscitó un escándalo que degeneró en tragedia, en el que Roberto Vidal, excitado por el licor, hizo necesaria la intervención de la policía para reducirlo al orden. Intervino personalmente y amistosamente el presidente municipal Sr. Wilfrido Alonzo Vázquez, quien acompañó a Vidal hasta su alojamiento del hotel María Elena, y cuando terminada su mediación se retiraba dicho Sr. Alonzo, salió del hotel el repetido Vidal y alcanzándolo a unos cincuenta metros de allí, disparó sobre su indefensa víctima, todos los tiros de una pistola de que se había armado. Al oír los disparos, la gente que aun estaba en la plaza, corrió a enterarse de lo que había ocurrido y encontró ya sin vida al Sr. Alonzo. Todos trataron de capturar al asesino, pero éste desapareció misteriosamente, y se oyeron varios disparos de arma de fuego en distintos rumbos de la población. La gente, enfurecida, incendió el kiosco de Andrés Vidal, instalado frente al mercado, y luego el establecimiento mercantil de Ponciano Vidal, frente a la estación de los Ferrocarriles. Los propietarios son hijo y sobrino, respectivamente, del asesino. La alegría de la fiesta se convirtió en duelo, pues todas las diversiones y el comercio no abrieron sus puertas y las enlutaron…De las declaraciones de testigos presenciales y de las observaciones personales del reportero, quien vió los incendios que rubricaron la tragedia, puede sacarse en conclusión que, en la madrugada hubo en el baile, un escándalo provocado por Roberto Vidal, quien lanzó una botella contra el presidente municipal Sr. Wilfrido Alonzo Vázquez; éste eludió el proyectil, y resultó herido un hijo del agresor; el alcalde calmó los ánimos, y no obstante que Vidal acababa de amenazarlo de muerte, lo acompañó a su hotel. Regresando ya, se encontró con dos amigos, con quienes hablaba, cuando regresó Vidal, y apenas reconoció al Sr. Alonzo, le disparó su revólver, tres veces, y le causó otras tantas heridas mortales. Un hermano del occiso acudió rápidamente, mientras el asesino huía. La noticia circuló con rapidez. Estaba terminando el baile y había mucha gente aun en la calle. Formáronse grupos armados para buscar al asesino; pero, como no le hallaron, enfurecidos, dieron fuego al kiosko de la plaza (propiedad de Andrés Vidal), que tenía $15,000 en mercancías y que se consumió íntegramente, y en seguida, la muchedumbre enardecida se dirigió a la tienda situada frente a la estación ferroviarria (propiedad de Ponciano Vidal), y le dio fuego: se consumieron allí, según se nos dice, ochenta mil pesos en mercancías. Nadie se atrevió a apagar el fuego. Hasta la mañana de hoy ha flotado en el pueblo un ambiente de inquietud y duelo, pues se esperaban otros actos de venganza. Al asesino se le busca sin cansancio; pero se cree que huyó a la selva. La inquietud no cesó hasta la llegada de la policía. Conocerá del hecho el Ministerio Público de Tekax…Los autores del incendio permanecen en el misterio. Nadie sabe quién prendió el fuego. No hubo saqueo (Diario de Yucatán, 30 de diciembre de 1944).
¿Quién inició el incendio? Para el reportero del Diario de Yucatán, Luis Gutiérrez Muñoz, al parecer fue el “misterio de la trinidad”, o “la providencia divina”, ya que decía que “los autores del incendio permanecen en el misterio”. Sin embargo, leído este documento histórico por medio de la lectura indiciaria enseñada por Ginzburg, nos lleva a plantear varias cosas.

a) La “muchedumbre” que prendió fuego a los ricos establecimientos de los Vidal (o de Roberto Vidal y sus familiares) no era una simple “muchedumbre” de desarrapados: estaban, como indica la nota, fuertemente armados, y querían la “venganza”. La palabra “venganza” trasmina todas las palabras de la nota.

b) Otro punto interesante, fue el hecho de que “no hubo saqueos”, y que “nadie se atrevió a apagar el fuego”. Los campesinos actuales, aun viendo si se incendia un establecimiento, una casa, inmediatamente ocurren a ayudar: los campesinos de Peto, la gente llana petuleña, sin duda que es gente solidaria. Y si la “muchedumbre” le prendió fuego a los establecimientos de Vidal, al kiosco y al establecimiento de comercio, y dicha “muchedumbre” se encontraba armada, nadie en su sano juicio haría el intento de apagarlo, porque nadie en su sano juicio recibiría gustoso una bala de la “muchedumbre”.

c) En síntesis, indiquemos lo siguiente: es un hecho que Vidal cometió un “asesinato”, pero ¿por qué los establecimientos de Vidal y de sus hijos fueron incendiados? No saqueados, sino incendiados, reducidos a ceniza…Y la respuesta es la venganza: la muerte de Alonzo era lo de menos, el grupo opositor ¿político, económico? a Vidal –por increíble que parezca, aquí sigo la apreciación de Máximo Sabido, que dice que Vidal tenía intenciones de entrarle a la política, y que el grupo alrededor de Alonzo no veía con buenos ojos que ese “tuxpeño”, ese kisin huach tuviera, además de poder económico, poder político- era el más urgido de la desaparición de Vidal: Vidal era un elemento extraño: tenía claras simpatías con los chicleros, y por lo tanto, con los campesinos de la región; se había establecido en Peto, este lugar fue su pueblo, en este lugar hizo su fortuna, y un hombre con la capacidad económica de Vidal, era obvio que podía entrarle fácilmente a la política, y fácilmente ganar cualquier puesto. Máximo Sabido, en sus Memorias, indica esto de las intenciones políticas, la pulsión política de Vidal. Esta clara capacidad política de Vidal no pasó desapercibida entre el grupo alrededor del muerto, sobre todo, entre el secretario de Wilfrido Alonzo, un tal Antonio Barahona, quien según don Ceferino Briseño, hombre que presenció los “incendios”, fue el que azuzaba a un grupo de gente bien armada para incendiar los establecimientos de Vidal.

A continuación, inserto dos transcripciones de dos ex chicleros con dos versiones que se enlazan del caso. El primer relato, es del legendario plataformero de la hacienda Catmís, luego chiclero, después ejidatario, don Ceferino Briseño Solís, hijo de un soldado de levita que llegó a estas tierras peninsulares cuando la pacificación de los mayas rebeldes del oriente de la Península. Don Ceferino indica que el “maleante Barahona”, secretario de Wilfrido Alonzo, fue el incendiario encargado de azuzar al grupo de hombres armados que prendieron los establecimientos de comercio de Vidal, y don Ceferino, a más de 60 años de los hechos, aun se rasca la cabeza al preguntar que por qué el maleante de Barahona y su gavilla de incendiarios, en vez de incendiar, hubieran abierto los establecimientos para los pobres (para Briseño Solís, el saqueo era más humano por la inmensa cantidad de pobres que había en el pueblo). La otra transcripción, la proporciona el viejo ex chiclero Francisco Poot Aké (oriundo de Yaxkopil, pueblo cercano a Kambul, de donde es don Ceferino), que además de chiclero fue carnicero en varios pueblos a la redonda de Peto.
“Maté al pinche cabrón porque me trató de burlar”: el relato de don Ceferino Briseño Solís
A Roberto Vidal, si lo hubieran dejado, si no amenazan a ese hombre por el presidente, hubiera sido más rico que Antonio Baduy [Antonio Baduy fue uno de los concesionarios del chicle más importantes de principios del siglo XX, era libanés y tenía sus establecimientos en Peto]. Roberto Vidal tuvo problemas con el presidente municipal. En el palacio que está ahorita, regaló una parte de ladrillos a ese palacio…Entonces agarró Ubich y lo vendió…Vendió los ladrillos a varias personas. Entonces, un día que estaban tomando como estamos ahora platicando, se acordó Vidal y le dijo Ubich: “Umm, compadre, no siga usted amenazándome porque lo voy a meter a la cárcel”. Vidal responde: “Sí, hombre, compadre, ¿por qué no?”. Pero Roberto Vidal es hombre completo, en cambio Alonzo no, es un pendejo. Bueno, entonces Alonso le dijo: “Vamos a tu hotel”. Llegaron. Al subir, Vidal fue por su revólver, entonces llamó a Alonzo de esta manera: “Compadre, recíbelo, que ahí te va”. Y “pac, pac, pac”, ahí se quedó Ubich. Entonces don Roberto Vidal pensó rápidamente, se acordó que había en el hotel una cocinera bien alta, pero mestiza; Vidal agarró la ropa de esa cocinera, y se la puso.

¡Pero qué pendejos los soldados que venían a buscar a ese señor, no se fijaron de los zapatos, no se fijaron los pendejos que traía botas esa mestiza! Al lado de la federación pasó Vidal, y se fue a la estación. Llegó a la estación, y se subió sobre los durmientes a ver lo que pasaba. Entonces, el maleante de Barahona, secretario del muerto Alonzo, mandó a quemar el quiosco frente al mercado, le tiraron gasolina, lo quemaron. Así lo hicieron, no se sacó nada. Se fueron de ahí, directo a la estación Barahona y su gavilla de maleantes, donde había una bodega de Vidal repleta de muchas carabinas que se distribuían en los campamentos chicleros, y todo se quemó, Barahona dio órdenes de quemarlo también. ¡Cuántos sacos de maíz! Cualquier tipo de mercancía se quemó. ¿Por qué no lo abrieron, y en vez que lo quemen, se lo regalan a los pobres? ¿Qué ganaron con eso? Porque el que murió, ni que quemen todo el pueblo, iba a revivir, ¡el que murió no se levanta!

 

 Entonces, después de que vio Roberto Vidal que ya le quemaron todo, habló a un soldado que se apellida Yam. Le prepararon un caballito a don Roberto, montó en el caballito, y con el muchacho Yam ¡jálale!, directo con el Presidente de la República, se fue a hablar con ese Ávila Camacho. Antes, Vidal pagó a todos los señores, que le saquen el chicle de la temporada de 1944, y él se fue a México. Llegó con el mero Presidente para decirle: “Maté al pinche cabrón porque me trató de burlar”.
“¡Vaya bien, patrón!”: la entrevista con don Francisco Poot.
Gilberto Avilez (GA).- Don Roberto Vidal, no se olvide….

Francisco Poot.- Ah! Don Roberto Vidal, ¡cómo olvidarlo! trabajó también…Era chiclero de antes…

GA.- ¿Y qué le pasó a Roberto Vidal?

FP.- Pues si ese señor no hiciera la maldad, ¡puchis!, creo que hasta ya la hizo de presidente acá en Peto.

GA.- ¿Y qué le pasó a ese señor?

FP.- No ves que, pues, como esa gente es delicada…

GA.- Los tuxpeños…

FP.- Es tuxpeño [Roberto Vidal]. Entonces, en esa hora, creo que lo has oído, que mataron al presidente municipal de Peto, se llama Ubich Alonzo, en 1944, 1943 cuando hubo eso, 1943, no me acuerdo. Estábamos allá por Quintana Roo. Pasó en el “jato” Vidal después que le dio muerte a Ubich. No sabemos nada, como sabemos que es patrón de la chiclería entonces, parece que el 26 o 27 de diciembre fue eso [la muerte de Alonso] para la feria, aquí, de Peto. Entonces, nosotros, ese año nosotros hicimos el compromiso con la difunta doña Anselma [habla del compromiso de casarse con su esposa Anselma Gómez Balam], estábamos [los chicleros] en un lugar que le dicen Grano de Oro; entonces, allí estábamos trabajando, ya se va a finalizar la temporada entonces cuando ya se fueron casi todos, nomás éramos 20, no, 24 personas que quedaban en el jato, pero ya se vinieron una parte para la fiesta. Desde octubre comenzaron a venir, para los finados. Entonces quedamos nosotros, somos 9, faltan nomás que venga el aviso del patrón para que nos quitemos de allá con todo y víveres, para que vengamos aquí en Peto. Entonces, cuando llegó el señor, conocemos que es patrón y chiclero antiguo. Cuando vino, vino entre dos hombres, con el difunto don Gumersindo Cámara, ese Cámara era arriero, ese Gumersindo…Entonces, vino el señor, acabamos de llegar en el jato cuando vino el señor allá en el jato, éramos tres con el capataz, don Piedad Chi Morales, José Piedad Chi Morales es el capataz de nosotros; entonces, yo y un muchacho que se llama Mario, Mario Blanco, aquí es de Peto también. Entonces, hay otros seis, pero todavía no habían venido, no habían llegado al jato, se han ido a trabajar cuando vino el señor. Primero vino Gumersindo, entró allá a hablar con la señora de la fonda, como es cocinera, estaba torteando. Nosotros, después que nos bañamos nos ponemos la ropa y vamos a la cocina a comer. Entonces, cuando vino ese Gumersindo, entra con un rifle de cabañas, entonces, vi que vino, pero caminando vino, sabemos que él es arriero, entonces vi que habló con doña Anselma, que está torteando, y le llamaron entonces al capataz, ya vino, estaba su esposa también del capataz allá cuando se levantó el señor, fue allá a la cocina, y Gumersindo se fue dónde vino del camino de la arria vino, tenía puesto en su cabeza una cachucha Gumersindo, que fue a buscar a Roberto Vidal, que ya se escapó de Peto, que ya mató al presidente. Entonces, nosotros no sabemos, así como dices, estamos lejos, entonces cuando después, pero rápido, cuando vino el señor toda su carrillera, su pistola, umm, mi hermano, ¡está lleno de tiros su pistola!


 

GA.- ¿Ese Vidal?

FP.- ¡Ese Vidal! Todo armado. Y tenía su rifle de 18 tiros, lo arrinconó, porque no se sentó, lo invitaron a comer, y no, no se sentó, se quedó parado, pero está mirando así para ver si hay otras personas, si otros chicleros ya vinieron.

GA.- ¿Y cómo cuantos años tenía para esa época Vidal?

FP.- ¡Puchis!, Vidal si no está muy viejo, tenía cuando menos 40 años. Sí, como 40…Entonces, cuando vino el señor, sabemos que es patrón de la chiclería, entonces habló con el capataz, y el capataz le dijo a su esposa que nos avisen a nosotros que vayamos a jan comer en la cocina porque estaba el patrón allá, estaba don Vidal allá. Como yo siempre hasta le tenía vendido chicle al señor Vidal, me conoce, entonces le dije: “No, al rato vamos a ir [a comer], hasta que se vaya”. Entonces, ¡pero no tardó, hermano!, no tardó ese hombre, cuando mucho como cuarto de hora se dilató mucho; entonces, después le dieron dos laterías y un tanto de tortillas, entonces, preguntó al capataz que si no hay gente donde va a ir con Gumersindo por esos caminos de arria. Le dijeron que no, que estaba por el poniente la gente y por donde iban no había nadie…Después Vidal se despidió de nosotros…Y le dijimos:
“¡Vaya bien, patrón!”.
Montó el caballo de silla, Gumersindo una maletita nomás tiene en su caballo y va por delante, y por detrás va ese Roberto Vidal…Le dijo al capataz que si acaso preguntan que si vieron a Roberto Vidal allá, le dicen que no, que no lo vieron…Es dudoso eso, porque sabemos que a veces va a ver a su gente, pero el caso es que estaba escapando. Ese señor, si no me confundo, agarró el avión, la avioneta que trafican chicle acá en Peto, de Lirios, allá por ese rumbo se fue, por el rumbo de Xcanhá, ahí cruza el camino hasta Zaacxan, de Zaacxan a X’kanhá, de Xkanhá a Central Flores, de Central Flores hasta Lirios.

GA.- ¿En Lirios agarró una avioneta y se fue a Veracruz?

FP.- Allá, en Lirios, traficaban las avionetas que acarreaban el chicle de por acá. Puede ser que ese fue el rumbo porque si se va en Chetumal…

GA.- Lo agarran…

FP. Yo creo que sí, si se va en Sol Laguna Campeche.

GA.- Lo agarran…

FP.- Creo que si lo agarran…Entonces, donde yo digo [Lirios], creo que ahí se fue…¡No cabe duda! ¡Ahí se fue!

GA.-¿De qué tamaño estaba el hombre?

FP.- ¿Vidal?...Un cuerpo regular. Con su sombrero de fieltro…Sí lo extrañamos porque de antes andaba en el campamento con su sombrero así, bueno, no está bien tacuchado, pero cuando cruzó allá en Grano de oro, sus ropas están buenas las que llevaba, y su sombrero era de fieltro, por eso extrañamos eso porque andaba siempre en su campamento con cachucha o algo así…pero cuando cruzó allá…

GA.- Bien entacuchado…

FP.- ¡Sí señor! Entonces, a los tres días que se había ido allá, cuando llegó el difunto arriero de don Alón Muñoz, él nos vino a buscar porque ya está terminada la temporada de la chiclería. Entonces cuando llegó, son dos arrieros: el difunto de don Alón Muñoz y don Manuel Palma, uno de Tzuca [Tzucacab].

GA.- ¿Y en qué venían?, ¿Cuándo se quitaban de los hatos, venían caminando, o en qué venían?

FP.- Ah, sí, caminando…Ahora, sólo la cocinera y la esposa del capataz tienen derecho de un caballo cada una…

GA.- ¿Y cuando vino el arriero, qué les dijo?

FP.- Cuando llegó el arriero, le preguntó don Fidel, el capataz le preguntó a don Alón Muñoz: “¿Cómo está la fiesta ahorita en Peto?” Pero como no sabemos qué había sucedido…Y Alón Muñoz contesta: “¡Hay Dios!, ¿qué fiesta, hermano? Ahorita en Peto sólo soldados hay.” Quemaron la tienda, una flamante tienda tenía Vidal, aquí enfrente de la estación. Y un puesto que tiene allá enfrente del parque, un quiosco…

GA.- ¿Era de su hijo?

FP.- No, era de él…Si ese de Vidal era un ricachón ese señor, ese hotel María Elena, él lo tiene construido, era el dueño de ese hotel María Elena, era el dueño.

GA.- Entonces chingaron sus establecimientos…

FP.- ¡Lo quemaron! Quemaron la tienda aquí de la estación de tren y ese quiosco, entonces solo porque llegó la federación y pidieron un auxilio rápidamente y vinieron los soldados y no quemaron ese hotel María Elena…Y los arrieros, los chicleros que tuvo, sepa Dios como se fueron, porque ¿quién les va a pagar? Hasta el bodeguero que estaba allá, pues huyó, y sus hijos y Carlos Vidal, su hermanito, y su hijo Andrés, esos se lanzaron [se fueron], sepa Dios donde se fueron…Roberto Vidal allá vivía en ese hotel María Elena, y cuando hizo ese crimen, pues se peló, y hasta la santa fecha no ha vuelto…

miércoles, 8 de mayo de 2013

EN TORNO A LA IDEA ATLÁNTICA DE JOSE CASTILLO TORRE: ¿Y POR QUÉ DESECHAR ESA HIPÓTESIS?

José Castillo Torre, en su libro El país que no se parece a otro (el Mayab) (1934) habló de esa hipótesis negada hoy tanto por los mayistas consagrados en su “cientificidad”, así como por los aguerridos defensores de la radical originalidad de los pueblos indios de América: acerca del origen atlántico, único, del multiverso cultural americano. Castillo Torre sostenía, con base a la literatura disponible en la década de los 30 del siglo pasado (me refiero a los trabajos de James Churchward), el origen atlántico de las culturas indígenas de América, y propiamente, el origen atlántico del pueblo maya: la civilización atlántica era, según Castillo Torre, la civilización maya madre; quien la cual, después de terremotos de proporciones inmensas, sucumbió por la fuerza de los estropicios geológicos:
“Cuando la Atlántida comenzó –escribe Castillo Torre- a sufrir el último asalto de las emergencias geológicas que sembraron el pánico entre sus habitantes y al fin la destruyeron, incidentes que se repetían en la violencia de los terremotos y de las inundaciones, los mayas abandonaron aquella isla y su ejemplo fue imitado por los quichés, ulmecas, xicalancas, zapotecas, mixtecas y nahoas. Desembarcaron los fugitivos en la costa firme, desposeídos de sus riquezas y del instrumental que habían creado en laboriosos siglos de civilización”.
Para Castillo Torre, tal vez los mitos cosmogónicos que hablan de múltiples creaciones en las culturas originarias (sobre esto, para el área maya véase el trabajo de interpretación mítica en Mercedes de la Garza, Rostros de lo sagrado en el mundo maya, 1998), como son los cinco soles en la cultura náhuatl, o las distintas creaciones de la humanidad hasta dar con el hombre del maíz en la cultura maya, sean los pecios o pedazos de una nave civilizatoria originaria hundida en un naufragio milenario.
Para Castillo Torre –y para buena parte de los “mayistas” yucatecos “evolucionistas” anteriores al fascinante trabajo arqueológico e histórico de Morley y Thompson- la cultura actual de los mayas era una cultura que, luego de mucho tiempo, y más con la conquista y la colonia, había devenido en una cultura irreconocible por su estado "decadente", y en nada comparable a la poderosa civilización que había construido Chichén Itzá, Uxmal, etc. Sostenía Castillo Torre que estos vestigios prehispánicos eran prueba de que la larga exhalación civilizatoria de los ancestros atlánticos de los mayas prehispánicos, aun podría hacer, de la bárbara selva peninsular, un propicio nicho civilizatorio. Siguiendo la tesis del origen atlántico de los mayas, Castillo Torre asentaba: “A golpes de genio creador, los indios volvieron a encender la hoguera de su civilización con los pocos tizones que se salvaron del hundimiento de la Atlántida”.

Es un hecho que, para Castillo Torre, el origen de las diversas culturas se encuentra no en tierras continentales sino en esa isla perdida por un apocalipsis que muy pocos pueblos -lo dirá Platón en sus textos sobre ello en el Timeo y el Critias, cuando refiere que los griegos eran una raza de niños que no recordaban casi nada de la historia antigua- recuerdan con exactitud, y más la cultura maya, que “decadente” anterior a la llegada española, casi todos sus anales fueron perdidos “en la impiadosa noche de la Conquista”: el “Alto Conocimiento” fue casi barrido de la península por el celo estentóreo de los frailes, y apenas algunos chilames, repetitivos en sus advocaciones, sobrevivieron a los cirios del fanatismo cristiano. Cito nuevamente a Castillo Torre:
“En la tolvanera de la Conquista desaparecieron los astrónomos y los arquitectos, los artistas y los sabios indios, la parte selecta y cultivada de la población. Lo que sobrevivió a la tragedia del vencimiento fue el alma de la raza, el carácter formado por sedimentos hereditarios que la derrota no pudo modificar y que todavía subsisten encerrados en sus moldes ancestrales”.
Tal vez el trabajo indigenista de Castillo Torre tuvo como fin la justificación ideológica de la hegemonía postrevolucionaria mestiza, porque, sin duda, Castillo Torre interpretaba ese pasado atlántico de la decadente –pero no tan decadente- civilización maya actual, como un asunto que se resolvía en el “alma” de los mestizos de Yucatán. Como justificación del poder “mestizo” incoado al día siguiente de las independencias americanas (y, más preciso, en pueblos con un bajo índice de blanquitud como el partido de Peto en la segunda mitad del siglo XIX, donde los mestizos ocuparían y seguirían ocupando la posición de poder en los ayuntamientos del siglo XIX y de casi todo el siglo XX) Castillo Torre sostenía, impávido, que “Muchas otras acotaciones podrían acopiarse en el campo de los hábitos y costumbres, y todas probarían que si los mestizos gobiernan en apariencia Yucatán, en el fondo, en la esencia del ser, son los viejos mayas los que presiden los destinos de esa tierra, en virtud de la milagrosa fuerza de su psicología”.

Insisto en lo del origen atlántico de las civilizaciones prehispánicas, porque esto, como se sabe, fue un momento, un momento hasta ridículo e insufrible si se quiere, hacia los avances y circunvalaciones interpretativos del estudio de la civilización maya: todos sabemos que existen dos versiones del origen del hombre americano: el estrecho de Bering y las posibles comunicaciones desde el pacífico. Para el gran Thompson, las versiones atlánticas del origen de la civilización maya no merecen gran comentario. Le dedica un párrafo solamente en su Grandeza y decadencia de los mayas para hablar de las obsesiones enfermizas de Le Plogeon (del cual se basa Churchward, quien ni siquiera es citado por Thompson), “quien creía que los mayas habían llegado de la Atlántida y que el alfabeto griego no era sino un himno maya en que se cantaba la sumersión de aquella mítica tierra”. Thompson recuerda un pasaje extravagante de Le Plogeon: trabajando éste un tiempo en Chichén Itzá, encontró un dintel esculpido allí, y al instante se convenció de haber descubierto alambres telegráficos en el dintel. Regocijado, Thompson decía que, en realidad, los supuestos alambres telegráficos se trataban de raicillas adheridas al dintel.

No puedo dejar de hablar sobre la existencia o no de la Atlántida, si no digo que, inspirado por mis lecturas primeras de filosofía, estoy convencido de la existencia de esa isla: allá abajo, en ese inmenso ponto, está la Atlántida, tengo fe de que la Atlántida existió (una fe cuasi salvaje, si se quiere, pero una fe al fin y al cabo). Hoy una nota de prensa por internet señaló el descubrimiento de “rocas continentales en una montaña submarina que se creía de origen volcánico, que podría revelar un continente hundido a 1500 km de la costa de Brasil”. Al leerla, de inmediato me entusiasmé. Pregunté: ¿Será esa “montaña submarina” frente a las costas del Brasil, la Atlántida contada por los ancianos de Sais (ciudad del delta del Nilo) al sabio Solón hace más de 2500 años? Y respondí, con una metódica duda: Tal vez sí, tal vez no, pero los fragmentos del Timeo me vuelven con insistencia a las mientes:
“¡Solón, Solón!, vosotros, griegos, seréis siempre niños, y en Grecia no hay un anciano… Que vuestras almas son jóvenes…, porque no poseéis ninguna tradición antigua ni ningún conocimiento que el tiempo haya tomado gris. Te lo digo por lo que vas a oír. Mil destrucciones de hombres se han verificado de mil maneras y volverán a suceder: las mayores por el fuego y el agua y las menores por una infinidad de otras causas”.
Bibliografía citada:
Castillo Torre, José, (1992, primera edición 1934), El país que no se parece a otro (El Mayab), Mérida, Maldonado Editores.
Platón, “Timeo o de la Naturaleza”, en Platón (1969), Diálogos, estudio preliminar de Francisco Larroyo, México, Editorial Porrúa.
Thompson, J. Eric. S. (1959), Grandeza y decadencia de los mayas, México, Fondo de Cultura Económica.

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