sábado, 10 de marzo de 2012

La Sublevación de la Villa de Peto a favor de un Imperio fenecido (noviembre de 1867).

A finales de la primavera del año de 1867, el coronel Manuel Cepeda Peraza, quien después de su muerte a tan temprana edad sería bautizado como el benemérito del Estado, se convertía en el libertador de Yucatán de las fuerzas oscurantistas de la clase retrógrada, católica e imperialista (la iglesia colonial y los conservadores rutineros comandados por Felipe Navarrete y el “héroe de mil batallas” perdidas, el vallisoletano entreguista, coronel Cantón). Después de sitiar a Mérida durante varios días con dos mil 500 hombres vivaqueando en los barrios de San Cristóbal y Mejorada, Cepeda por fin entraba triunfante a la muy noble pero muy retrógrada ciudad de Mérida, asfixiada y casi famélica por la prolongación del sitio de las fuerzas liberales yucatecas. En su librito negro, Orosa Díaz cuenta que el 16 de junio, día de la capitulación de las fuerzas oscuras bendecidas por el señor Obispo, “Cepeda Peraza hizo su entrada triunfal a Mérida, en medio de repiques de campanas y de demostraciones de júbilo popular”, asumiendo el honor de dirigir el barco peninsular como gobernador interino y comandante militar. Días más tarde, a pesar de que la vida del emperador austriaco de fantasía fue intercedida para su salvación por casi todos los Habsburgo de media Europa, la sentencia de Juárez dicha a la princesa Inés de Salm Salm, que de Querétaro fue a San Luis para rogarle de rodillas al otro Benemérito -pero de la patria grande- por las barbas de Max, Juárez le dijo que no es él el que tomaba la vida del invasor archiduque, “es el pueblo, y es la ley, y si yo no cumpliese su voluntad, la tomaría el pueblo y además la mía”. Dicho esto, las tres M (Maximiliano, Miramón y Mejía) fueron fusiladas el 19 de junio de ese año en el Cerro de las campanas de Querétaro. Según cuenta la tradición, antes de ser balaceado, Max le dijo a sus generales malinches lo siguiente: “voy a morir por una causa justa, la de la independencia y libertad de México. ¡Que mi sangre selle las desgracias de mi nueva patria! ¡Viva México!” Al saber la notica, la mamá Carlota quedaría locatis de por vida y sería la llorona de Europa rogando por su Max, y el coronel Cantón, el héroe de pacotilla que mucho años después, siendo administrador de la explotación de los barones del henequén dispondría de recursos del estado para la pacificación de los “bárbaros” del oriente de la Península, intentó una última defensa de un Imperio fenecido. Al parecer, a finales del año, en noviembre, Cantón y Marcelino Villafaña, coroneles que se hallaban exiliados en la Habana, pasaron el timón del Estado temporalmente al mando de la reacción imperialista, pero en enero del 68 las cosas volvían a su sitio. Orosa Díaz dice que derrotado el coronelazo en febrero de 1868 en Izamal, fue a ramonear y comer bejucos en las selvas de los bosques orientales, perdiéndose del enemigo, que le seguía los pasos. Esta intentona golpista de los militares yucatecos, fue llevada a la práctica por primera vez, en un “movimiento en sentido retrógrado” que se dio en la Villa de Peto en noviembre de ese año. En un expediente militar del Archivo histórico de la SEDENA (Época: Siglo XIX, clasificación: XI/481.4/9723, número de expediente 9723, fojas 18), informes del gobernador Cepeda Peraza dan cuenta del “movimiento revolucionario” (o contrarrevolucionario) que al parecer estaba relacionado “con más de quinientos expulsos que existen en la Habana, porque se sabe de una manera positiva que estos no han cesado un momento de proyectar planes para desarrollar en connivencia con los descontentos de éste Estado”. Los informes de Cepeda Peraza dadas al ministro de Estado y Despacho de Guerra y Marina, daba cuenta de los hechos que el Jefe Político de Peto le informaba, diciendo que en la asonada no estaban inmiscuidos ni el Ayuntamiento de Peto, pero al parecer sí los notables de esa Villa (los “descontentos” que menciona Cepeda), una Villa de importancia estratégica militar por ser “un punto fronterizo y el más avanzado á los indios bárbaros” (recordemos que de aquí partió el general porfirista parecido al papá del Quijote por su acendrada vejez, el general Bravo, en la pacificación definitiva de los sublevados en 1901). Esto lo digo porque Cepeda, en su parte militar, dice que en las calles de la Villa habían aparecido papelitos con proclamas reaccionarios: “Antes de estallar el indicado movimiento, circularon en la propia población unas tiras de papel que decían: ‘Viva la Regencia’, ‘Viva Márquez’, ‘Muera la Libertad’, ‘Muera Juárez’, las que fueron remitidas á este Gobierno el jefe político de aquel partido”. La revuelta de los petuleños encopetados dueños de ranchos y haciendas medianas de azúcar y maíz, en conexión con el medio millar de conspiradores yucatecos de la Habana, duro bien poco, ya que el 15 de enero, desde Chaksinquín, población del partido de Peto distante a dos leguas de la Villa rebelde, fueron puestos en orden mediante el gancho persuasor de garantizarles la vida a los perturbadores de la santa paz liberal, si depusieran las armas. A continuación, anexo las transcripciones de dos documentos del expediente de la Sublevación petuleña a favor del Imperio.
Foja 4.
Participa que en la Villa de Peto ha aparecido un movimiento en sentido retrógrado: que se han dictado las medidas para sofocarlo; y reitera la súplica de que se mande el auxilio de tropas que se tienen pedido. C. Ministro
Tengo la honra de informar á U. para que se sirva hacerlo al C. Presidente de la República, que en la Villa de Peto, población fronteriza al campo de los indígenas sublevados situado al Sur de éste Estado, ha aparecido un movimiento revolucionario en sentido retrógrado, el cual és presumible que esté combinado con más de quinientos expulsos que existen en la Habana, porque se sabe de una manera positiva que estos no han cesado un momento de proyectar planes para desarrollar en connivencia con los descontentos de éste Estado. Antes de estallar el indicado movimiento, circularon en la propia población unas tiras papel que decían: “Viva la Regencia”, “Viva Márquez, “Muera la Libertad”, “Muera Juárez”, las que fueron remitidas á este Gobierno el jefe político de aquel partido. El Gobierno ha dictado yá todas las medidas convenientes para superar aquel motín, en el que no ha tomado parte ninguna de las autoridades del lugar, ni ha sido secundado hasta ahora por población alguna. Una vez que se há presentado ésta emergencia, la aprovecho para suplicar al Supremo Gobierno se digne disponer el envío del auxilio de tropas que le tengo pedido, á fin de que quede asegurada de una manera permanente la paz en esta importante parte de la Nación, á la vez que servirá para contener los avances de los bárbaros, que están en acecho constante para aprovecharse de nuestros disturbios, cayendo sobre las poblaciones indefensas, como ha sucedida infinitas ocasiones. La estación actual és á propósito para que vengan a Yucatán tropas del interior de la Nación, lográndose de este modo aclimatarlas para cuando se presente el rigor del verano. Tengo, pues, el honor de suplicar á U. que al dar cuenta con la presente nota oficial al C. Presidente, se digne interponer su merecido influjo para que sea atendido éste Gobierno en su justa solicitud, y acepte para sí las protestas de mi distinguida consideración y aprecio particular. Independencia y Libertad. Mérida, Noviembre 8 de 1867. Manuel Cepeda Peraza.
Foja 10.
Documento de haber vuelto al órden la Villa de Peto, que había sustraído de la obediencia del Gobierno, según parte oficial que se dio al Ministerio con fecha 9 del ppdo. Noviembre. C. Ministro.
Tengo la honra de informar á V. para que se sirva hacerlo al C. Presidente de la República, que el día 15 del mes ppdo. Me dirigí con una fuerte sección de tropas al pueblo de Chacsinkin distante dos leguas de la villa de Peto, con el objeto de reducir al órden á ésta población, que como tuve el honor de participar á V. en mi oficio de 9 del ppdo. Noviembre, se había pronunciado desconociendo al Gobierno. Ynmediatamente que llegué á Chacsinkin, procuré por todos los medios que aconseja la prudencia sin menoscabar en la más mínima la dignidad de mi autoridad, que volviese al órden otorgando la garantía de la vida á los perturbadores, moviéndome á dar éste paso las consideración de ser un punto fronterizo y el más avanzado á los indios bárbaros, y que al dar el ataque, la guarnición de Peto se desbandaría indudablemente perdiéndose la gente, las armas y las municiones y exponiendo á sus moradores pacíficos á sufrir los terrores de la guerra á la vez que los bárbaros podían aprovecharse del entretenimiento de nuestras tropas y caer sobre algún punto indefenso como lo han hecho repetidas veces, según las ha demostrado una dolorosa experiencia. Los medios que puse en juego dieron el resultado más satisfactorio que pudiera esperarse; y hoy se halla aquel lugar tranquilo y obediente al Gobierno. Con tal motivo me cabe la honra de reiterar á V. las seguridades de mi distinguida consideración y singular aprecio. Patria y Libertad, Mérida, Diciembre 4 de 1867. Manuel Cepeda Peraza.
Foja 11.
Con satisfacción se ha enterado el C. Presidente de la República (don Benito Juárez) de la carta de usted de 4 del que rige, en la que participa haber vuelto al orden la Villa de Peto que se había pronunciado desconocer al Gobierno, según dice su parte en oficio de 9 de de noviembre. Y y L. México, Dbre 9 de 67…

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