jueves, 10 de febrero de 2011

¿Cuál será el año de la nueva invasión militar yanqui a tierras mexicanas?


Para no andar con formulaciones inverosímiles, hipótesis peregrinas, o frontales antiyanquismos que me hacen escribir esta nota donde pregunto ¿quién está detrás de la "Guerra al narco"?, remito a que revisen Las invasiones norteamericanas a México, del historiador Gastón García Cantú: el siglo XIX nos dejó en rehenes una historia maldita de la peor prueba de la vileza de los imperios en crecimiento; y que rememoren la historia imperialista reciente del gobierno de Washington, en sus guerras sangrientas de invasión durante la primera década del siglo XXI.
México vive, actualmente, y como nos lo ha señalado Aristegui hace unas horas, en una espiral de degradación e infamia sin que nadie -teniendo una sociedad civil apocada o disgregada- haga algo, con una clase política aviesa y cínica, con un empresariado despreocupado del contexto social en que sobreviven casi todos los mexicanos, con un clero cristero en busca de quién se lo pague, con guerra narcopolítica en casi todos los puntos de la geografía nacional. Nuestras suturas como proyecto de nación se encuentran rotas, las fracturas se abisman en las brechas sociales, y entre el mar podrido y revuelto, muy pocos -esa élite mercenaria de los intereses extranjeros- salvan vidas y pertenencias.
Washington, desde la guerra imbécil emprendida por el dipsómano de los Pinos en 2007, nos ha considerado un Estado Fallido, pero Washington ha hecho mucho para que el monopolio de la violencia del estado mexicano sea disgregado al armar a las huestes de los distintos cárteles que pululan en México. No se puede creer que, aun contando con toda la tecnología al alcance del Pentágono, y con Iniciativas Mérida de por medio, Washington, desde 2001, no hayase dado con los huesos de Guzmán Loera. El Chapo no es precisamente Villla como para romper todos los cercos de una buena expedición punitiva encabezada por las fuerzas de seguridad mexicana coordinadas con agentes de la DEA.
Traigamos a cuento a la historia, y recordemos que la Casa Blanca, cuando los cañones de la Revolución mexicana tronaban el horizonte, participó de forma directa proporcionando armas a villistas, constitucionalistas, armando a ejércitos completos de revolucionarios mexicanos (el fin de Villa llegó cuando no pudo conseguir más pertrechos estadounidenses). Hoy todas las armas que utilizan los narcos y el ejército mexicano mismo, son de fabricación estadounidense. Y esto sin hablar de que Estados Unidos es el primer mercado de las drogas en el mundo: una sociedad adicta y enferma.
Haciendo, ahora sí, hipótesis extremas, aunque no inverosímiles, las declaraciones del subsecretario del Ejército estadounidense, Joseph Westphal, indicando que la "forma de insurgencia" que se cierne sobre México podría forzar a una intervención directa de los marin's en dado caso de que un gobierno "corrupto" mexicano tome el poder ayudado por los narcos; y de la encargada de seguridad gringa, Janet Napolitano, señalando el temor de una posible liga entre Al Qaeda y un cártel mexicano, me llevan a preguntar lo siguiente: ¿todo esto que hemos visto en los últimos cinco años, esta guerra fratricida creada por el gobierno actual, las pruebas académicas de Fernando Escalante Gonzalbo , que señalan que de 2007 en adelante las estadísticas de muerte se dispararon, esta espiral de violencia indiscriminada, esta militarización de la vida pública y privada, esta uniformación de verde olivo de un ejecutivo beodo, la puesta en moda de la literatura del narco, las Iniciativas Mérida, la ubicuidad del Chapo, no serán, acaso, fragmentos de un gigantesco montaje fraguado por Washington y las élites mercenarias mexicanas, para allanar el camino a una nueva invasión estadounidense, pretextando el peligro de la "seguridad interna" gringa por las acciones de los cárteles mexicanos?
Tal vez sí, tal vez todo esto, este posible gran montaje siniestro, esta puesta en escena, a escala nacional, de "la guerra al narco", sea sólo una estrategia para que Washington prepare un nuevo frente de Guerra en su geopolítica mundial de hacerse con los recursos del mundo, como el petróleo. En Afganistán fue el Talibán-Al Qaeda (y a Al Qaeda se le ha reconocido como un instrumento homicida de Washington), en Irak las supuestas armas nucleares de Hussein que nunca existieron, y en México esta vil, monstruosa y sangrienta guerra en el patio trasero estadounidense repleto de petróleo, aunque las prospectivas mercenarias digan lo contrario, de que no hay petróleo.

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