domingo, 25 de julio de 2010

El "hombre nuevo" chavista


Chávez, al igual que Fidel, es un carismático espejismo para la izquierda democrática latinoamericana, pero no así para la izquierda "romántica", para la izquierda totalitaria y cuaternaria, para la tonta izquierda lobotomizada por su extravío en la historia: el muro de Berlin, al parecer, no ha caído para ellos. Para esta seguda izquierda, la lobotomizada, Chávez es algo menos que un dios, y la posibilidad del "hombre nuevo" bolivariano, rotulado por el chavismo y sus huestes, es más que un cálculo de posibilidades en las cachas y la guerrera del dictador, una posibilidad incuestionable. Para la primera izquierda, la democrática, el golpista dictador de Barinas es un espejismo, pero un espejismo inicuo, fastidioso, totalitario.


Chávez, el arlequín dictadorzuelo, el bullicioso bolivariano y sátrapa socialista de los últimos días, aparte de tronar la economía de su país, de pudrir la democracia de Betancourt y el Pacto de Punto Fijo, de empistolar las instituciones democráticas venezolanas, de acuartelar a las masas caraqueñas, de repartir sueños iracundos contra el Imperio y los "comemierda" pitiyanquis a basa de petrodólares y verborrea asesina, de incensar lo más que se pueda el cadáver semoviente de la momia de La Habana, ha dejado caer, al fin, su genuina cara incendiaria, el verdadero rostro caníbal de este gorila totalitario lector disléxico de Marx y otras plumas totalitarias de ese jaez marxizoide: El hombre nuevo bolivariano que predica, postula, teoriza, aquilata, ensalza y trabaja con ímpetu narcisista el dictador narciso de Miraflores, se reduce a un simple matón, o a una máquina de matar (Guevara dixit) que se dice guerrillero, pero que, en realidad, se trata de un narco con la vestimenta de guerrillero que, de vez en vez, cuando sale de su afincamiento boscoso, secuestra a mujeres valientes como Ingrid Betancourt, o hace explotar carros bombas matando a civiles pequeño burgueses a su paso.


El hombre nuevo bolivariano, confeccionado por el dictador venezolano, es una máquina de matar, un asesino impune (la historia y las fiebres de los izquierdistas paleolíticos lo absolverán de todos sus crímenes y pecados ideológicos) que va contra posturas éticas y principios básicos de convivencia democrática: o estas conmigo o te pongo un carrobomba.


El estertórico gobierno de Uribe, derechista, sí, pero manejada su política internacional a contrapelo de la infantil provocación ad nausea del teniente coronel (sería ilógico que la razón de estado colombiana desguarezca su territorio, sabiendo que el gorila de Barinas, desde 2002, quiere la guerra, hace todo lo posible para un enfrentamiento, para movilizar sus tropas y demostrar al mundo que, aparte de sabedor al dedillo de la biografía de Bolívar, el dictador también lo imita a la perfección en el terreno de la guerra, para arrastrar a media Sudamérica a un sueño esquizofrénico donde la historia se repite -sí, pero como farsa, diría Marx), ha demostrado cordura y rapidez, para denunciar a la opinión pública internacional, los apapachos y la ayuda logística (por no decir, de armamento y pertrechos) que la Venezuela del sátrapa rinde a un ejército completo de 1,500 "hombres nuevos bolivarianos", 1500 matones que, a base del terrorismo de las balas y los cochebombas, pretenden instaurar una ideología desfasada a punta de sangre derramada.


El idiota mandril venezolano, al saber que Colombia, mediante su embajador ante la OEA Luis Alfonso Hoyos lo ha delatado, presentando acusaciones irrefutables ante delegados de la OEA, cachazudo y cínico como gurú proxeneta de una cierta izquierda cínica que representa, se atrevió vacunamente a berrear el siguiente escupitajo a la decencia y a la inteligencia:




Unas preguntas te formulo, idiota mayor de la izquierda cínica latinoamericana:


¿Dignidad? ¿Hablas de dignidad, cuando financias y apoyas a grupos terroristas como la ETA española, las FARC y el ELN colombianas, organizaciones delincuenciales internacionales a todas luces asesinas?


¿Hablas de dignidad, mulato cínico, cuando te petrificas en el poder e incides en la vida soberana de otros países a base de la gangrena capitalista de tus petrodólares? ¿Te atreves a hablar de dignidad al pueblo digno de la disidencia cubana, cuando te sientes complacido de que la momia cubana ande suelta por el mundo asqueando la libertad con sus reflexiones seniles?


¿Hablas de dignidad, sátrapa cínico e indigno, cuando a ojos vistas el teatrito que te traes desde 2002, se reduce a la idea numantina de devastar la democracia, de petrificarte en el poder, de financiar empresas terroristas, de crear tu "hombre nuevo bolivariano" siguiendo el modelo estatuido por el carnicero Tirofijo?


¿Eres digno tú?


¿Soy digno yo?

miércoles, 14 de julio de 2010

Sobre una estatua de los Montejo: "las sanguijuelas de la identidad"


Sanguijuelas de la identidad, es la frase con la que Roger Bartra, reconocido antropólogo mexicano, se refirió a los simpatizantes de la lucha de los pueblos indios y del movimiento indio estructurado en torno al EZLN. Uno, el quien esto escribe, no pone en entredicho la lucha y el movimiento por sus derechos de los pueblos indígenas. Soy un convencido de la causa. A los que sí pongo en entredicho, son a los fundamentalistas étnicos de ese bando al cual caracterizo, siguiendo a Bartra, como "sanguijuelas de la identidad". En Mérida, en Yucatán y en México, esos bichos abundan. Se los identifica fácilmente. Hago una lista somera de quiénes podrían ser caracterizados como tales:

1.- Indigenistas que no hablan una lengua indígena, pero defienden a morir la lengua de los kikapú.

2.- Antropólogos, o personas con mirada antropológica (dispénseme la antropológa de la cual estoy profundamente enamorado), que se sienten perdidamente atraídos por la última "otredad salvaje" y hacen apologías, siguiendo a Lomnitz, de cómo sobreviven los jodidos.

3.- Una sanguijuela de la identidad es aquel, o aquella, que considerándose étnicamente (pero, a veces, no culturalmente) maya, anda poniendo etiquetas a sus congéneres a diestra y siniestra: tu eres maya, tu no lo eres.

4.- Una sanguijuela de la identidad, es el que lleva la identidad hasta situaciones enfadosas: por ejemplo, considera que su galán tiene que coger étnicamente, porque ella coge étnicamente, habla étnicamente, se viste étnicamente, va al baño étnicamente y desprecia a uno étnicamente.

5.- Las sanguijuelas de la identidad, también son posibles de hallar en grupos que rondan los encuentros de la CDI,y empiezan a catalogar su profesión por encima, no de la capacidad profesional, sino desde las fronteras impuestas de la etnicidad: "Yo soy médico indígena", "yo periodista indígena"; "yo, actriz porno indígena"; "yo, político indígena"....etcétera.

Podría decirse que, incluso, las sanguijuelas de la identidad sacan ganancia de sus poses étnicos: un premio para tal y tal por ser de la etnia maya, una subvención para tal y tal, etc. Se da el caso de un autismo étnico entre esas personas: toda su cotidianidad gira en torno a lo étnico: veo tele étnica, escucho música étnica, como comida étnica.

Por otra parte, podría decir que lo que pasa en Mérida con aquellas "sanguijuelas de la etnicidad" (me refiero a los defensores del dizque edén prehispánico, los indigenistas y los indígenas), es lo mismo de lo que sucede con los vascos, con los tutsis y hutus y, podría decir, con el estilo goebelsiano de defender mi fraybartolomeana caridad: defienden su "identidad", defienden una supuesta identidad ficticia, bajan hasta los abismos de la idiotez, se acaloran al grito teologal de tirar estatuas pero, ¿hasta ahí nomás?

Para mí, el problema, señores indigenistas, y señores y señoras, señoritos y señoritas sanguijuelas de la identidad, no son las estatuas de bronce (simples defecaderos de palomas), sino las asimetrías sociales y económicas entre los pueblos indígenas de Yucatán y ciertos estratos de Mérida. Las bombas, las dinamitas y toda la parafernalia de los zapadores contra esas feas estatuas, creo yo que sería mejor llevarla en la realidad étnica del estado, ayudando a difuminar las diferencias socioeconómicas. Hacer barullos y griterías -y más en el facefucho y la internet-, no resuelve en nada la difícil situación de los mayas yucatecos...

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