domingo, 28 de junio de 2009

Por un plebiscito y por querer combatir la pobreza, le dieron los milicos un artero golpe de Estado


A Manuel Zelaya, presidente constitucional de Honduras, furiosa esa derecha terrorífica porque el presidente defenestrado, de 56 años, en el otoño de su vida, cambió el cálculo egoísta por planes sociales, inexcusables para combatir la vergonzosa pobreza del país centroamericano, adoptando frontalmente programas similares a la Venezuela chavista, al del aymará presidente boliviano, Evo Morales, y al del mandatario ecuatoriano Rafael Correa. Milicos sin madre y con gangrena en sus homicidas cerebros, apuntalados por una sietemesina clase oligarca, defenestraron esta madrugada a Zelaya y, encañonado, lo forzaron a dejar la casa presidencial, tomar un avión militar rumbo a Costa Rica, para después poner a un hombre de paja en la presindencia -Roberto Micheliti, presidente del parlamento hondureño-, contiguo a los fuertes intereses comprometidos con la causa golpista. La nota de La jornada, fue clarísima a lo sucedido a Zelaya: Un artero golpe de Estado condenado, incluso, por la OEA y la comunidad internacional.
Con esta criminal lapidación a la democracia hondureña, comprobamos que la democracia es muy subjetiva en nuestros lares tiranos, con un largo historial de intervenciones yanquis, cacerolazos, pronunciamientos, defenestraciones de la esperanza popular, sobre todo, los latentes peligros para democracias "radicales" como la que Zelaya trabajaba en su hoy país subsumido en un interregno golpista, misma que no fue del visto bueno para milicos, burguesía pitiyanqui, alto clero e intereses del Imperio.



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