lunes, 25 de marzo de 2013

LA ELOCUENCIA DE LA GENTE

Creo que ayer comenzó un largo tiempo de silencio...Dejaré llevarme por las pláticas, por las enseñanzas de los demás, de las personas que mueven el mundo, y no por los bestiales literatos y otras cacatúas nombradas intelectuales, "científicos sociales", hasta historiadores y teóricos de campanario, que dicen que piensan, que garrapatean libretas, escriben libros y descifran su mundito. Karel Kosik, en Reflexiones antediluvianas, escribió esto que me ha sacudido:
Los literatos [o en su defecto, intelectuales, "científicos sociales", hasta historiadores y teóricos de campanario] con frecuencia no comprenden que la mayoría habla incluso cuando calla, porque habla en su idioma, que los hombres de la pluma desprecian. Alguien tiene que sembrar y cosechar, construir casas, conducir los autobuses y los trenes, repartir el correo, trabajar en las fábricas, talar el bosque y cultivar las vides, curar y operar; en eso consiste la elocuencia de la gente, que los literatos, fascinados por lo extraordinario y encantados con su excepcionalidad, tachan de ordinario. Los intelectuales de nuestro tiempo, narcisistas vanidosos y malcriados, están tan concentrados en sí mismos y en su propia importancia, prestan tal atención a sus estrepitosas y prolongadas charlas, que no oyen lo que quiere decir el silencio del pueblo (de la mayoría muda, callada) ni lo que anuncian los acontecimientos, los hechos, las historias, a cuyo sentido y advertencias no prestan atención.

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