miércoles, 12 de junio de 2013

“PERJUDICÓ MUCHO A PETO EL DINERO FÁCIL”: PRIMERO CON EL CHICLE, Y DESPUÉS CON LA MIGRACIÓN.


En un artículo que aparece hoy en La Jornada, Claudio Lomnitz escribe que si en tiempos de Octavio Paz se imponía la “crítica de la pirámide”, la crítica del ogro filantrópico; ahora, con el giro neoliberal y el "striptease" progresivo del Estado (su adelgazamiento, su difuminación, su dependencia profunda de las olas y tormentas económicas de un mundo totalmente interconectado) se impone la crítica de “la estafa piramidal”, que a diferencia de la crítica trabajada por Paz a las pirámides petrificadas de antaño, la actual:
“..tiene puro humo especulativo en la base, y que se derrumban cíclicamente en nubes de polvo que mal-esconden un mar de ruina.”
Lomnitz habla de esa especulación creciente, de ese juego entre la verdad a secas (la pobreza de las mayorías), y la verdad virtual (las salidas de la pobreza a base de créditos y dependencias externas, y la “estafa” a las generaciones futuras). Y en un punto esclarecedor de su pequeño artículo, Lomnitz refiere esa estafa de las remesas de migrantes en ciertos casos:


“Los negocios relacionados con las remesas de migrantes han tenido, también, rasgos de ese tipo (se refiere a la estafa especulativa): la venta de electrodomésticos a plazos a parientes de migrantes engancha un flujo de dólares que sólo puede reproducirse mientras el migrante tenga trabajo, y esté dispuesto a seguir enviando mensualidades”.
Al señalar a poblaciones de origen de los migrantes, Lomnitz dice que las formas económicas de los que se quedan son, sin duda, jodidas para la economía de la propia región...En mis alegatos contra la migración, he señalado que se crea una especie de “espíritu de conchudez”, ya que repercute poco en el espíritu de trabajo de las sociedades de origen. Esto lo digo por el hecho de que la región que estudio –Peto, pero llegando hasta Tzucacab- ha sido, en más de una vez, migracionista hasta cierto punto. A partir de la época del chicle (1900-1950), esta región sureña comenzó a depender de los vaivenes económicos de fuera. Cada seis meses, los campesinos migraban a la Montaña chiclera. Un espectador de los años tumultuosos del chicle, Luis Ramírez Aznar, rememoraba ese periodo de la primera mitad del siglo XX petuleño, de la siguiente manera:
“Peto era como el Lejano Oeste. Alcohol y dinero. Era un centro chiclero. No había carretera. Se llegaba en tren, nada más en tren. Cada veinticuatro horas llegaba uno con viajeros y dos veces por semana, otro con carga que iba a recoger maíz y algunos productos de Peto. Ahora no va ni uno. Los agricultores se convirtieron en chicleros por el dinero fácil del chicle y abandonaron sus milpas. Cuando bajaban a Peto, se emborrachaban en las cantinas, se peleaban a machetazos. Perjudicó mucho el dinero fácil a Peto”. (Ramírez Aznar, Incidentes de un viajero yucateco, 1997).
Al caer la industria extractiva chiclera, los campesinos de la región, perjudicados por el dinero fácil, regresaron a sus faenas del campo, a su vieja milpa perdida entre breñales; y en Peto reactivaron el ejido apenas en los años 1970. Luego, con el giro emigracionista comenzado en 1980, los hijos de estos campesinos -y no campesinos- se fueron a probar suerte al Gabacho. La cosa, para Peto, a la larga repercutió negativamente. El pueblo volvió a depender totalmente de otra variable económica externa, y otra vez de la economía estadounidense: si para 1900-1950 los campesinos de la región sangraron las matas de chicozapote para obtener la resina para las gomas de mascar de los gringos, ahora los descendientes de los antiguos chicleros -y, por supuesto, los descendientes de los "notables pueblerinos", que también se fueron a probar suerte por estar acostumbrados al “dinero fácil”- servirían nuevamente a los gringos, pero ahora con ocupaciones terciarias -industria restaurantera y constructora, la pizca de tomate, etc- en el Gabacho.

Marx señaló que la historia se repite: primero como tragedia, y después como tragicomedia. Me parece que en esta región, Marx erró en el aforismo, porque la historia fue tragedia al principio, y siguió siendo tragedia al final: ¿Qué han significado los más de 30 años de una dependencia emigracionista para la región sureña? ¿Se han corrido los límites de marginación, se ha conseguido alguna mejora en el inmenso mar de población maya y mestiza de la región? No lo creo, pero lo que sí ha habido, entre los parientes de los migrantes, es una dependencia de las remesas. Todo gira en torno a ellas: las fiestas de pueblo, los bautizos, los bailes, incluso hasta las ofertas políticas. Si Ramírez Aznar, el viajero, sentenció que el periodo del chicle con su dinero fácil “perjudicó mucho” a Peto, podemos alegar que el giro emigracionista –en declive-, a más de 30 años, claro que ha llevado cambios “arquitectónicos” en el paisaje de la población, pero también podemos indicar que ha llevado a una dependencia de los “migrantes” (sobre todo, de los hijos migrantes de familias campesinas que se quedan). Y en ese punto, citemos nuevamente a Ramírez Aznar: “Perjudicó mucho el dinero fácil (de las remesas) a Peto”, porque lo que hubo, al final, fue una especulación que no modificó demasiado las estructuras de pobreza en la región.

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