Las distintas interpretaciones que se han hecho sobre la
figura política de Elías Rivero me recuerdan a la distinción que Friedrich Katz
hiciera sobre las tres interpretaciones de la figura
política de Pancho Villa. Katz, en su primer tomo sobre la biografía definitiva
de Pancho Villa, establece que sobre la figura de don Doroteo Arango vuelan las
interpretaciones de la leyenda negra, las interpretaciones rosas, y la que menos se ha trabajado, la interpretación auténtica.[1] Para la figura de Rivero, podemos decir que igual
existen estos tres tipos de interpretación, representados de este modo:
a) Una interpretación que hace énfasis en La
leyenda negra de Rivero, y que se ejemplifica en los libritos de Máximo, “Maco”
Sabido, Mis memorias de Peto; y en el
librito de Arturo Rodríguez Sabido, Semblanza
histórica de Peto. En estos libros, se desprecia, minusvalora, ningunea y
hasta se execra y vitupera al Elías Rivero histórico, comparándolo como un
simple bandido y un vulgar matón de pueblo. Las interpretaciones de estos dos
libros, tal pareciera que fueran copia fiel de los documentos periodísticos y
judiciales porfirianos, que llamaron “revoltosos”, “salvajes indios”, “bárbaros”,
etc., a los revolucionarios petuleños.
Para Maco y Arturín, Rivero no fue el iniciador de la
rebelión, cosa que sin duda es una vil mentira, y para Maco “Juan José Pérez
Ruiz y Faustino Torres”, subalternos del general Rivero que morirían sin pena
ni gloria, son “los auténticos precursores del movimiento de 1910”. El
mentiroso de Sabido Ávila, tiene la desfachatez de decir, que los apellidos Pérez
Ruiz y Torres figuran en la extinta Liga del Partido Socialista. La verdad, no
he comprobado esta última aserción, pero
no me sorprende que Maco Sabido haya omitido, en su librito artesanal, que los
restos del general Elías Rivero descansan en la Rotonda de los Socialistas Ilustres,
donde comparte nicho eterno con otro fiero socialista, Pedro Crespo,
vigilando hasta en la muerte al Dragón
Rojo con ojos de jade de Motul, Felipe Carrillo Puerto. Elías Rivero y
Pedro Crespo, a la par de Rogelio Chalé y otros socialistas genuinos, forman
parte del selecto grupo de defensores de la Revolución desde el primer momento
de 1911; y luego, Rivero y otros pocos, serían los únicos que tuvieron suficientes cojones para levantarse en armas y resistir el golpe de Estado que
asesinó a Felipe Carrillo Puerto. Ni el padre de Máximo Sabido Ávila, que en
1911 estaba refugiado en su hacienda por temor al garrote porfiriano, ni ningún
otro Sabido, ni nadie más de Peto, puede ser designado como genuino
revolucionario que defendió hasta la muerte el legado carrilloportista. Rivero,
en ese punto, no tuvo descendencia.
b). La interpretación "rosa" estriba en una
visión romántica de “la vida ejemplar de un humilde campesino, sencillo y noble,
que se llamó Elías Rivero”. Existen, que yo sepa, dos trabajos que intentan
hacer un perfil de los hechos de Rivero. Uno, de Bustillos Carrillo, y otro de
un profesor tzucacabense, Adriano L. Sosa, que escribió en la década de 1940, y
que conoció a Rivero de cerca. Esta interpretación rosa está muy emparentada
con las interpretaciones orales de la población maya del pueblo.
c) La interpretación oral de la figura de Elías Rivero,
se da sobre todo en el estrato maya de la región petuleña: en ella se narran las
gestas revolucionarias de un hombre que recorría los caminos del sur haciendo
justicia a los pobres, diciéndoles que no vuelvan a la esclavitud, que él los
cuidaría, y que se organicen para que no los mangoneen los ricos. En estas
visiones orales de Rivero, se da hasta un proceso de mitificación del hombre:
Rivero se libra de los soldados que lo persiguen, porque desde su casa hay “cuevas”
donde se mete para salir a otro pueblo. O bien, Rivero se convierte en un huay miis (hombre que se convierte en
gato) y sale sin que nadie se percate de él. O desde luego, Rivero combate del
lado de los pobres en la Guerra de Castas, y Crescencio Poot es su amigo. O más
bien, el “tsiris” (chaparrito) Rivero
sobrevive a los balazos y al incendio de su casa de huano, metiéndose en unas
tinajas llenas de agua.
El historiador que esto escribe, obviamente que combate
con su pluma y sus documentos las interpretaciones criminales de La leyenda
negra, escrita por las visiones conservadoras de los "catrines" del
pueblo. Este historiador le hace caso a la interpretación rosa, y la coteja con
fuentes documentales y orales de Rivero, para tratar de sacar una
interpretación más creíble, diametralmente opuesta a la interpretación vacuna
de los conservadores pueblerinos creadores y difusores de la Leyenda negra del
general Elías Rivero.
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