La cosa, para los que fuimos y somos alumnos y amigos cercanos al doctor Xavier Gamboa Villafranca, era sencillísima de explicar: Gamboa Villafranca no estaba y seguramente que no sigue estando de acuerdo en el hecho de que los trabajadores de la Uqroo estén desamparados frente a la pulsión autoritaria del mandamás, del sátrapa o tiranuelo en turno en rectoría, y decidió poner en la palestra la defensa laboral mediante la creación legítima de un sindicato, del Sutuqroo. El rector de la Uqroo, en ese lejano 2008 (de agosto de 2008), José Luis Pech Varguez, no le pareció buena esa idea y, apelando al maridaje (o abarraganamiento) que se da entre la Uqroo y la estructura priísta de poder en Quintana Roo (todavía Pepe Pech gozaba las mieles del “líder” González Canto, lector voraz del Tvynotas, todavía Pepe Pech no había caído en desgracia y se había ido a refocilar entre un perredismo quintanarroense reciclador de miasmas para una posible senaduría), secundado por sus esbirros arribistas (¡los perros saben de pitanzas!), pontificó y lanzó el ucase autoritario de que Xavier Gamboa Villafranca era imposible que siga en dicha institución académica en declive: rectoría no podía permitir la disidencia entre el cuerpo académico de la uqroo, una contadísima disidencia que apenas farfulla y habla quedito detrás de sus cubículos burgueses.
El 19 de agosto de 2008, por la mañana, el ucase del zar tropical de esa universidad cacasena, fue llevada a la práctica, y los esbirros, hombres de corbata y nalgas promiscuas, lo llevaron a efecto: el “desalojo” o defenestración indignante del doctor Xavier Gamboa Villafranca fue realizado por el director de Administración y Finanzas y el Contralor de aquella Universidad, requisándole al doctor sus instrumentos de trabajo (computadora, teléfono, escritorio, sillas y hasta libros, despegando a manotazos hasta carteles del cubículo). Al saber la forma tan diazordacista como fue tratado el académico, nadie, casi nadie de los “compañeros” de Gamboa Villafranca en la Dirección de Ciencias Sociales y Económica Admistrativas (donde se juntan los cubículos de profesores de derecho, de antropología, de economía) le dieron tan siquiera un apoyo moral…Los cubículos del edificio K ni se abrieron ese infame día, ningún discurridor exquisito de los derechos laborales y humanos, ningún poeta, ningún trasnochado de las fiebres “revolucionarias” o ninguna profesora burguesa de derecho o antropología entreabrió ni la persiana para ver lo que pasaba: arguyo la hipótesis de que esos seudo académicos y seudo investigadores, compartían las enseñanzas autoritarias del sátrapa de rectoría, por el hecho de que el sátrapa les daba más que pitanzas: les daba a sus allegados y a los que se portaban bien, viáticos y demás canonjías…Nadie, salvo Martín Ramos, que desde el área de humanidades protestó por la forma tan artera, proditoria y descarada como se dio la defenestración, realizada al más puro estilo del viejo –en Quintana Roo nunca ha habido alternancia- estilo autoritario:
“En lo que a mi respecta -decía Martín Ramos-, no me amedrenta que usted y su Secretario General presuman tener el apoyo del Ejecutivo local en el descabezamiento de mis compañeros. No apoyaré este tipo de actos a todas luces injustos. Le informo que como Consejero Universitario defenderé a mis agremiados de todo despido injustificado y que no me quedaré callado como muchos de mis compañeros que prefieren desviar la mirada de esta injusticia y refugiarse en el cómodo cubículo y empleo que tenemos”.
Era una voz que protestaba en el desierto del silencio sepulcral, del cuchicheo calladito, de las omisiones y afantasmamientos de las otras voces de los académicos... “El macho”, dirían los académicos de aquella universidad intertrópico emulando al pueblo raso dominicano bajo la dictadura de Trujillo, sabe lo que hace; “el macho es el gran cabrón, y si quiere a mi vieja profesora, pues con gusto se la doy…” Pero “El macho”, a la vuelta del engranaje de la oligarquía quintanarroense –cambio de gobernadores- cayó en desgracia, y Gamboa Villafranca nunca dejó de pelear por sus derechos. Hoy 16 de mayo de 2013, a casi cinco años de la defenestración, en el portal de internet de Periodistas de Quintana Roo aparece la buena nueva de que Gamboa Villafranca está de vuelta a su acostumbrado cubículo en el Edificio K de la Uqroo, al ganar el juicio contra el despido injustificado del cual fue víctima.
***
Sin embargo, como una prueba prístina del poco, o nulo nivel democrático que existe en ese estado vecino a Yucatán donde se da una de las más rupestres oligarquías de viejo cuño; una de las peores oligarquías que hace que una universidad como la Uqroo sea solamente un cortijo de poder autoritario con culto a la personalidad del rector o rectora en turno, y en donde los academiquitos –que no es el caso del doctor Gamboa o de Martín Ramos- son capaces de comerse hasta sus vómitos con tal de tener sus puntos y sus canonjías, etc.; me es imposible dejar en el tintero el siguiente artículo que escribí en esos días de agosto de 2008, por el hecho de que, al parecer, considero que con esto se clarifican las sarmentosas “coincidencias” entre un grupo de académicos de esa universidad, adocenados al poder, y el burdo y triste periodismo prostituto que se da en esas tierras turísticas.
LA VERDAD DE LAS MENTIRAS DE LA UQROO
En la edición del 25 de agosto de 2008 de “Estosdías”, revista editada en Chetumal, aparecen entre sus páginas dos acerbos artículos “oficiosos” –uno de ellos una entrevista con el rector de la Uqroo, José Luis Pech Várguez- escritos contra el doctor Xavier Gamboa Villafranca.“Oficiosos”, porque conjeturo que el pago del chayote al reportero Héctor Sosa, autor de los dos bulos, habrá salido seguramente de rectoría de la Uqroo.
El primer artículo se titula “La Uqroo y la piratería sindical (primera parte). Gamboa Villafranca: la verdad de sus mentiras”, donde el crédulo y desprevenido lector puede irse con la finta de que el doctor Gamboa Villafranca es un gran sicofante que se contradice en su posición de defensa sin tapujos del sindicalismo académico.
Se contradice, alega el reportero, debido a que en el tiempo en el que el ex rector Francisco Rosado May (2002-2004) estuvo al frente de la Uqroo, el doctor Gamboa –según el reportero nuevamente-, gran cuatacho del ex rector Rosado May, contradijo al Consejo Universitario (CU) y a la Comisión de Honor y Justicia (CHJ) de la Uqroo, al sostener de forma marmólea que Rosado May tenía las facultades para remover a cuanta gente quisiera (tanto académicos como administrativos) cuando el ex rector, coaligado en “el último día de labores de diciembre de 2004” con Lízbeth Clemente Handall, entonces profesora de la materia de Estados Unidos Contemporáneo, llevó a cabo la intentona fallida (y recalco que fue fallida, y recontra recalco que los integrantes del CU y de la CHJ salieron avantes en ese momento) de despedir al profesor Juan Carlos Arriaga Rodríguez, para así “perjudicar” al Departamento de Estudios Políticos e Internacionales, del cual Arriaga presidía.
No sé bien a bien cuál fue el motivo por el cual Rosado May intentó defenestrar a Juan Carlos Arriaga. Pero no dudo que no se puede comparar la situación de Arriaga con la situación por la que actualmente transita el doctor Gamboa Villafranca (es decir, sindicalizar, defender la labor académica, que dio como resultado su despedido irremisible por la “falta de confianza”, o falta de pendejismo del doctor Gamboa Villafranca hacia el rector y sus achinchicles). Y si es cierto que en el caso Arriaga, el doctor Gamboa Villafranca, vía correos electrónicos arguyó que, “como rector, Rosado May tenía la facultad de despedir a Juan Carlos Arriaga porque, según la Ley Orgánica de la Uqroo, todos los profesores de la universidad son trabajadores de confianza”[1], Rosado May no logró correr a Juan Carlos Arriaga, debido a que su cordura se sobrepuso a sus pasiones del momento, oyendo las peticiones del CU y leyendo detenidamente el informe que la CHJ realizó del caso, en el que “le demandó –a Rosado May- que reinstalara al profesor en la plantilla docente de la División de Estudios Internacionales y Humanidades”, debido a que la CHJ “encontró elementos suficientes para elaborar un veredicto contra el despido”[2].
Y la inevitable pregunta no puede ser omitida: ¿Qué ha hecho, en el caso Gamboa Villafranca-Sutuqroo-Pech Várguez, el muy defensor de los académicos CU y la muy valerosa CHJ al respecto cuando, a ojos vistas y paladinamente se ha efectuado un descarado acto de autoritarismo del rector José Luis Pech Várguez, al despedir a un académico e investigador de la Uqroo del rango del doctor Xavier Gamboa Villafranca? ¿Cómo se la han tomado los flamantes miembros del CU? ¿Existirá aún, con su silencio y radical apatía, tan siquiera un ínfimo rastro de “HONORABILIDAD” y “JUSTICIA” en la ya desprestigiada Comisión de Honorabilidad y Justicia de la Uqroo, que ha hecho de tripas corazón, pues porque el doctor Xavier Gamboa Villafranca, aunque académico como el quien más, y caso contrario del profesor Juan Carlos Arriaga Rodríguez, no es santo de su devoción de los integrantes del CU?
En estos momentos, cuando un académico ha sido despedido por el delito de crear un sindicato que detenga las arbitrariedades del rector en turno en contra de los académicos y administrativos, es cuando más se debe oír, además de la solidaridad respectiva, la inteligente propuesta del CU para modificar el Reglamento General de la Uqroo, que en el conflicto suscitado por el fallido intento de despido de Juan Carlos Arriaga, abogaron –contra Gamboa Villafranca-, en junio de 2005, desde el hotel “Los Cocos”, la derogación de la Fracción XVII del artículo 56 de dicho Reglamento, que establece la facultad del rector de remover al personal académico y administrativo a su consideración. ¿Hemos oído alguna queja por parte del CU? Ninguna, y con esto se sienta el primer precedente consumado del autoritarismo en la Uqroo, además de la indefensión tanto del cuerpo académico como del administrativo, ante un CU condescendiente, copado, comprado o maniatado por José Luis Pech Várguez.
Porque, como bien indica el reportero Héctor Sosa, “el Consejo Universitario –conformado por 20 personas entre profesores, alumnos, personal administrativo y autoridades de la Uqroo- era quien decidía las sanciones a los profesores que violaban los estatutos establecidos en la Ley Orgánica de la Universidad”; porque con dicho Consejo Universitario “los profesores se sentían protegidos”, pues desde la creación de la Uqroo fue institucionalizado “con el fin de evitar abusos de autoridad por parte de Rectoría, entre otras cosas”[3] .
Me pregunto: ¿qué apartado, artículo, fracción, párrafo, parágrafo, inciso, coma, punto y coma, puntos suspensivos, o la sintaxis si somos rigurosos, ha violado el doctor Xavier Gamboa Villafranca para levantar la ira de un pequeño tiranito? ¿Ha explicado el rector Pech Várguez en qué consiste la pérdida de confianza hacia el doctor Gamboa Villafranca? Ninguna explicación, pero sí puros “maquiavelismos”, pero sí represiones y sí abyecciones de un CU que se hace el desatento ante un conflicto suscitado, en estricto sentido, por una parte por un profesor que va en pos de la igualdad de condiciones entre el Patrón-Rector y el obrero-académico-admistrativo, al gestionar un sindicato independiente ante todo, y por la otra por un rector obsedido por imponer su autoritarismo, que confunde muy maquiavélicamente con autoridad, al decir que no hay que confundir la “prudencia y la tolerancia con la falta de decisión en el ejercicio de la autoridad”[4]. Pech Várguez no ha ejercido la autoridad, salvo su primo, el muy torcido autoritarismo.
[1] Estosdías, “Gamboa Villafranca: la verdad de sus mentiras”, página 26.
[2] Ídem, p. 25
[3] Estosdías, “Pech: lo del sindicato se resuelve en otra parte, en la universidad hay que trabajar por ella”, p. 29.
[4] Ibídem.
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