jueves, 30 de mayo de 2013

TIRSO AVILEZ PÉREZ

En 1880, en un censo del partido de Peto, aparece el nombre del joven barbero de 17 años, Tirso Avilez Pérez. Tirso, dice el censo, sabía leer y era soltero. Junto con Manuel F. Pérez (tal ves su pariente), de 25 años, eran los dos únicos barberos de la villa de Peto. En 1882, el joven Tirso Avilez Pérez fungió como escrutador de la Comisión electoral para elegir un nuevo “H. Ayuntamiento de esta Villa que debe funcionar en el año próximo venturo de 1883”. En 1892, Tirso, de 29 años, era “administrador” de la finca Sunná, de Nicolás Borges, y en aquel año una turba enardecida de campesinos de la región buscaba a Tirso por haber quemado sus milpas y corrido los límites de la propiedad de Borges, dejando a los campesinos de la región sin tierras donde sembrar sus maicitos.
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En 1911, la casa de ripio (muros de mampostería y techo de palma) de Tirso Avilez Pérez, que estaba por el rumbo del camino que conecta Peto con Progresito Nohcacab, fue la única que el grupo de revolucionarios que comandaba Elías Rivero intentó prender fuego, sin éxito alguno. En aquel memorable principio de marzo de 1911, los revolucionarios petuleños “trataron de abrir la puerta de dicha casa y no habiéndolo logrado por estar bien cerrada, principiaron á darle fuego lo que tampoco pudieron conseguir a pesar de haber consumido como dos cajas de fósforos pues dicha casa de ripio que es de palma no se incendiaba por ningún lado, por lo que hicieron varios disparos sobre la expresada casa”. De Tirso Avilez, no había ni el más mínimo rastro, y seguramente, al saber lo del motín de aquella madrugada, cargó con todas sus cosas, subió a su esposa Juventina Díaz y a sus hijos en su carreta, entre ellos, el niño Porfirio Avilez Díaz, para irse a resguardar a su pequeña finca “San Pedro Dzoyolá”, situada en el pueblo de Progreso Nohcacab, o Progresito.
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En un documento de compraventa de 1927, nos enteramos que el viejo barbero y luego administrador de fincas de la región, había muerto, dejando viuda a Juventina Díaz…Para esos años, 1927, uno de los nietos de Tirso Avilez, Crescencio Avilez Blanco, mi abuelo, ya tendría sus bien entrados siete años.
Nota: Toda la documentación para hacer esta pequeña silueta de la vida de Tirso Avilez, se encuentra en el Archivo General del Estado de Yucatán).

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