La clave para desechar la tesis de la fiscalidad de Arturo Güémez Pineda sobre el origen de la guerra de castas, al menos para el sur de Yucatán, es el pueblo de Becanchén. Becanchén era uno de los pueblos más prometedores antes de 1847 por sus riquezas de suelos profundos -150 metros arriba del nivel del mar- y sus innumerables pozos y sus fuentes de agua que brotaban de las piedras. Tenía hasta un
becan, palabra maya que significa canal o corriente (de ahí su nombre, Becanchén), y varios pozos que inundaban esta parte sureña de Yucatán, geográficamente hermanada con las ricas tierras de los Chenes, en lo que hoy es Campeche. En un lapso de 20 años, de 1820 a 1840, Becanchén fue colonizada por el capital tekaxeño y meridano, y la caña comenzó a devorar brazos y a devorar milpas. Una estampa del pueblo dado por el
Registro Yucateco pocos años antes de la hecatombe de 1847, decía de Becanchén, entre otras cosas, que:
[…] y si este fue ahora veinte y cinco años un lugar solitario y silencioso, una montaña, mansión de animales feroces y carnívoros, en el día de hoy es una hermosa población que contiene seis mil habitantes. Tiene 3 alcaldes municipales, 8 juzgados de paz, sesenta y tres ranchos de propiedad particular entre los que hay pingües establecimientos, una multitud de rancherías y pequeñas poblaciones que se extienden al sur hasta las inmediaciones de Bacalar.
En un libro de denuncios de tierra anterior a 1847, se ve claramente el afán de crecimiento de los 63 ranchos cañeros que crecieron de la noche a la mañana. Becanchén era una zona fronteriza a la colonización yucateca, y entre los nuevos colonos criollos del lugar se dieron pugnas para liberarse de Tekax (los becancheños secundaron la rebelión de Santiago Imán), y tal vez debido a esto, en ese pueblo se concentraría el mayor número de combatientes después de 1847: los mayas se adiestraron en el arte de la guerra debido a las pugnas entre las élites regionales. La guerra de castas inició, y los ricos ranchos cañeros de la zona fueron completamente quemados, y el pueblo promisorio de Becanchén se convertiría en un desierto a la larga por ser uno de los puntos más cercanos a la territorialidad rebelde. El pueblo de Becanchén, cercano a Tzucacab, es importante en la historia del sur de Yucatán para entender los orígenes agrarios de la guerra de castas, porque fue uno de los pueblos que otorgó un buen número de rebeldes en una relación de abril de 1850 de los combatientes mayas que diera Leticia Reina en su libro Las rebeliones campesinas en México (el número era de 520), y aparecerá constantemente en los denuncios de tierra proporcionado por un libro de registros de la época.
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La guerra fue devastadora para Becanchén. Todavía para 1884 y 1892, se quiso comenzar a repoblar ese lugar mediante diversas formas. El 1 de abril de 1884, un decreto del gobierno daba unas exenciones a los individuos que se establecieran en el término de dos años después del decreto –con casa, familia, fomentando un establecimiento agrícola- en el abandonado pueblo de Becanchén, las cuales estribaban en que no pagarían contribución alguna durante seis años; y sus sirvientes no estarían obligados a la Guardia Nacional por los mismos seis años. El 9 de agosto de 1892,
La Revista de Mérida publicó un curioso artículo denominado “Ciudades chinas. Repoblamiento de Ticum y Becanchén”. En ese artículo se leía que un ciudadano chino Kim Wing, pidió una concesión al gobernador para llevar a ciudadanos asiáticos para construir, sobre las ruinas del viejo asentamiento maya subsumido en las ruinas del pueblo yucateco con población blanca y mestiza anterior a 1847, una ciudad china en medio de la tupida selva del suelo feraz de Becanchén y Ticum. Kim Wing ofrecía, decía la nota, “comenzar sus trabajos de repoblación en el plazo de un año entretanto construye los edificios que han de habitar los colonos. Solicita permiso para distribución de las respectivas tierras entre los colonos y fundar templos chinos, jardines, huertas públicas, erigir monumentos, levantar mercados industriales al estilo chino”. Pedía, además, “que se le conceda permiso para comunicar con vías férreas estas nuevas poblaciones con todas las del partido”.
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Esta nota de
La Revista de Mérida de 1892, es sintomática de la época que comenzaría para 1890 en la parte sur de Yucatán: con el declive de la montaña rebelde, y la confianza que daría la posibilidad de un Estado fuerte como el Porfiriano, el proceso de recapitalización en la zona crecería. El tren, que yo sepa, nunca llegó vía Decauville a Becanchén, y el actual Becanchén que conozco es todo, menos una ciudad china.
1 comentario:
ok. muy interesante la historia de Becanchen, si tienes mas compartelo. se te agradece.
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