“Soy veterano de la
Revolución habiendo causado alta en ella el 3 de marzo de 1911 combatiendo con
las armas en las manos en este mismo lugar [de Peto] en contra de los
latifundistas y enemigos del pueblo.”
Carta del
general Elías Rivero al presidente Lázaro Cárdenas, 1939.
Bajo
el signo de cáncer muy pocos revolucionarios han nacido. Elías Rivero nació bajo ese
signo, un día 5 de julio de 1875. 8 meses apenas más joven que Felipe Carrillo
Puerto, fue contemporáneo de Antonio Machado, de Carl Jung y de Thomas Mann:
todos nacieron el mismo año.
Era
un signo de agua el que traía el hijo natural de Ysidra Rivero, y nieto de doña
Catalina Rivero: de agua premonitoria, de un viento de justicia y venganza que
irrigaría los montes del sur con escopeta en mano, levantándose como un león en
contra de "los latifundistas y enemigos del pueblo" (palabras de Elías
apenas sacadas del polvo de los archivos del AGN). En los registros
parroquiales de la iglesia de la Asunción, de Peto, existe otro Elías Rivero,
pero éste con segundo apellido Gómez, nacido en 1841. Tal vez este Elías Rivero
Gómez sea un tío de nuestro general.
Como
el Elías bíblico, este Elías suriano desafiaría a los 450 y más demonios del
Baal porfiriano, racista y esclavista del pueblo, incendiando cañaverales y
proclamando la Revolución, en la cual se dio de “alta” el día 3 de marzo de 1911. Con 25 primeros años de su vida viviendo en un pueblo fronterizo, seguramente Rivero,
o el adolescente y joven Rivero, participaría en las pequeñas revueltas
de 1892 y 1894 de los de Peto en contra de don Porfirio y sus políticas agrarias que iban en contra de los ejidos; y para 1900 marcharía
al oriente a combatir a los de Chan Santa Cruz. Era un hombre de armas que se
andaba preparando para cosas más duras cuando alcanzara sus bien entrados 34 años
para 1911. No sabemos si esto fue así, si en verdad Rivero participó en
aquellos antecedentes directos de la rebelión de 1911, o si fue a combatir a los de Santa Cruz, porque de Rivero apenas
sabemos nada, ya que las “circunstancias de entonces” le impidieron a este
agricultor, maestro de la platería y futuro revolucionario, “guardar los
documentos” donde constaban su participación en innumerables acciones de
combate.
Sin
embargo, sabemos ya bastante de Rivero: sabemos que con sus acciones de combate
movió las viejas estructuras podridas de las élites pueblerinas petuleñas en
1911, sabemos que no tuvo descendencia, que vivía en la calle 27 número 204, que
se levantó cuando menos dos veces, que fue fundador del Partido Socialista en
el pueblo y creó la Liga de Resistencia local con la cual ayudaría a los campesinos a obtener tierra (la libertad, Rivero ya la había ganado para estos parias del sur), que fue diputado bajo la égida del Dragón Rojo con ojos de jade Motul representando a los mayas del sur, que le hizo frente a los delahuertitas y al traidor José Loreto Baak durante más
de dos meses, y que al final de su vida acabó siendo excluido, su memoria
queriendo ser extirpada del pueblo por las élites pueblerinas, y que apenas a
finales de 2011, como un homenaje a los cien años de cuando los conjurados de Xtahzi de marzo de 1911 dirigidos por Rivero se levantaron en armas proclamando en el pueblo la Revolución al grito de ¡Viva Madero! y escupiendo bala con sus máuseres, un historiador nacido en su mismo pueblo, de ancestros
porfirianos, tendría como objetivo restaurar la memoria olvidada del general Rivero.
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