martes, 26 de mayo de 2015

LAS COCINERAS

Chicleros en el campo. Fotografía de Macduff Everton.

Algo que no podía faltar en los hatos chicleros, era la presencia de un personaje similar o mayor en importancia que el chiclero más diestro: la cocinera, la cual, a veces, solía servir para otra cosa a esos hombres que estaban siete y hasta ocho meses sin mujer. Hernán Lara y Lara describió de esta forma a las cocineras que trabajaban en los hatos chicleros:

“Era el de nuestra acción el único hayo que se permitía la audacia de tener cocinera. Ordinariamente, son los chicleros mismos quienes preparan sus alimentos y lavan sus ropas. Pero una poderosa razón para excluir a las mujeres, en cuanto es posible, de aquellos lugares. Nada más peligroso que ellas en la soledad de la Montaña, no importa cómo sean: feas o bonitas, jóvenes o viejas, su feminidad triunfa plenamente, terriblemente podríamos decir, entre aquellos hombres constreñidos durante más de medio año dentro de la vida estrecha y ruda de los hatos…¿Qué importaba la edad? ¿Qué la belleza? ¿Qué la pulcritud? Estos son accidentes propios de los grandes centros. En el campo, en la Montaña lejana y sola, no son precisos tales refinamientos; refinamientos que, al fin y al cabo, no llenan, por sí mismos, ninguna necesidad.[1]




[1] “Pancha la chiclera”, por Humberto Lara y Lara, Diario del Sureste, 22 de noviembre de 1931.

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