En una nota de prensa del Diario de Yucatán leo que en la
cuenta de facebook del rancho San Pedro Kulinché, se promueve una
cabalgata para defender aquella barbarie de alta y profunda “tradición”
yucateca, llamada "torneos de lazo", inventada o traída a lajas yucatecas por empresarios del alcohol, del vicio y de la prostitución
de la condición humana en Yucatán. Al entrar en la página del Facebook del rancho de marras, la
defensa de “la tradición” decía:
Jueves 7 de agosto cabalgata y charlota gratis, en apoyo a que sigan los torneos de lazo en todo yucatan si quieres participar eres ganadero, caporal, vaquero, narrador, rejero, o eres aficionado a los torneos de lazo apoya para que siga este deporte extremo la reunion es EN EL RUEDO CHAMACO BALAM ubicado en la colonia leona vicario x la 42 sur la salida es a las 3 d la tarde llega a tiempo participa necesitamos de tu apoyo corre la voz…DILE SI A LAS CORRIDAS, LOS TORNEOS DE LAZO Y AL USO DE NUESTRAS COSTUMBRES Y TRADICIONES VIVA YUCATAN...
Hurgando otras cosas de esa página, me sorprendió esta siguiente
fotografía sanguinolenta:
Y debajo de la foto, la siguiente leyenda: “cabalgadura que le toco
perder el día de ayer en el duelo de ganaderías de Ucu en astas de nuestro toro
estrella el AGUACATE”.
Tanto la nota en defensa
de “nuestras costumbres y tradiciones”, así como la foto, me dio pie a unas
pequeñas reflexiones y preguntas. En primera, me pregunté que, ¿qué es lo que
pasa por la cabeza seborreica de un yucateco o yucateca “linda hermosa”,
mientras asiste impertérrita a la recreación de una barbarie paleolítica? Algo
de mesoamericano, algo anormalmente mesoamericano, o algo de rescoldos de
guerra inter-tribal existe en esas muestras de destripamiento de caballos, como
para causarles admiración y atracción a las y los “mestizos”, y a otras wiradas de los pueblos del Yucatán
profundo.
Si en este país las
leyes se respetaran y se cumplieran, y más exacto, si en esta país los animales
tuvieran el derecho de morir con dignidad (salvo los que sirven para el consumo
humano, ya que tampoco creo en vegetarianismos), ésta sola imagen y esta frase
de desprecio a la vida, frase de homicidas sin escrúpulos, nos haría decir que Pedro
Pérez es un criminal en toda la extensión de la palabra, o peor aún, un ser
amoral, una bestia sedienta de tripas, de caca mezclada con sangre de caballos,
como casi todos los yucatecos que van y asisten a los torneos de lazo: seres despreciables,
seres amorales, bordeando o traspasando los límites del delito, no tengo la
menor duda de que, si pudieran, el yucateco o la yucateca que asiste a los
torneos de lazo, como un deseo inconsciente, se bañaría y fornicaría entre
tripas y sangre coagulada de caballos.
Dicen que es una costumbre, o
podríamos ser radicales al momento de hablar, y decir que es "la
costumbre" por antonomasia del Yucatán profundo de los seres despreciables
(adiós baile de la cabeza de cochino, y qué chachac ni qué estupideces
milperas, lo importante, para el yucateco despreciable, son los torneos de lazo
que no tienen ni 20 años de hacerse), entrando con todo derecho en el catálogo
de los "usos y costumbres" de la otredad yucateca. Que defender
los torneos de lazo es defender nuestra identidad como pueblo, dice "don" Pedro Pérez,
aquel peligroso individuo que fuera dueño del difunto “toro asesino” llamado “Sinaloense”.
Pues bien, si a esas vamos, si eso entienden por su “identidad como pueblo
yucateco”, déjenme decirles que sus identidades corrompidas me dan harta flojera,
me causan vómitos, y me dan ganas de orinarlas. Orino en sus tradiciones de
chacales.
Y perturba más saber, que esas “tradiciones” que defiende Pedro Pérez, al 95 o más de los yucatecos de "los pueblos" les gusta y les atrae.
A pesar de que el Ayuntamiento de Oxkuzcab negara recientemente un torneo de lazo, no
obstante, los palqueros y empresarios del alcohol de ese pueblo de bárbaros del
sur de Yucatán les importó un bledo y decidieron hacer lo que se les antojara. ¡Total!,
dicen, si la Ley de Protección a la Fauna del Estado es muy tenue al momento de
establecer medidas administrativas, multas pequeñas que no lesionan para nada
los bolsillos de los empresarios del alcohol y de los palqueros “mayas” del
Yucatán profundo. Así como sucedió en Oxkutzcab, en casi todos los pueblos del “Yucatán
profundo”, muchos se refocilan ante la barbarie, tienen una fijeza a las
tripas y vísceras al aire, y demasiados ven con indiferencia la muerte de
un animal porque es un animal, un ser irracional y creado por su dios cristiano al servicio de la bestia de costumbres trogloditas. ¡Viva la costumbre, viva
las tradiciones de las tripas!
1 comentario:
De ninguna forma estoy de acuerdo con este tipo de "costumbres" o festejos arraigados a la "cultura nacional", entre ellas las corridas de toros, sin embargo puedo entender tu postura con respecto al torneo de lazo, por lo menos en las corridas, es el torero quien se juega la vida pero en el torneo de lazo, es el pinche colmo de la "coyonería" de estos hijos de su putísimo padre.
Publicar un comentario