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En
La Jornada en línea, me entero de la próxima aparición de un nuevo libro de Alan Knight publicado por el COLMEX:
Repensar la Revolución, libro en 2 tomos, una serie de ensayos escritos a lo largo de 35 años donde Knigth hace gala de historiador que no rehuye meterse hasta en las cloacas más hediondas, ya que hasta se leyó, dice, un libro de Peña Nieto cuando este último era candidato a la presidencia: entre las páginas del actual presidente del país encontró poca, o nula historia, y más reformas enérgeticas, fiscales, y prospectivas tecnocráticas.
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El historiador inglés, que en 1986 había dado a la estampa un corte de caja total de la Revolución mexicana (me refiero a su libro
The Mexican Revolution, Cambridge, 1986, 2 tomos; aparecido al español diez años después, bajo el sello de la Editorial Grijalbo) señala que a partir de que Cárdenas dejara la presidencia en 1940, una nueva generación de "revolucionarios" arribistas vino a modificar, uno a uno, los legados de la Revolución, aunque todos se decían "revolucionarios" y todos se presentaban como tales. A partir de 1982, y más preciso, a partir de la presidencia salinista:
[…] "hubo más abandono de los principios de la Revolución. Hay fin de la reforma agraria, distensión con la Iglesia, apertura de la economía, no fue un rechazo total pero una aceleración de este movimiento fuera de la Revolución. Otra vez, la oposición con el cardenismo, con el Partido de la Revolución Democrática, sigue utilizando ciertos mitos, leyendas de la Revolución. Entonces, sigue como una fuente de discursos y de mitos".
La Revolución sólo se había quedado como un mito a partir de 1940, pero un mito que se fue extinguiendo con el correr del tiempo. Hoy los priístas, a más de un centenario de las cabalgatas de Madero, Villa, los zapatistas y los carranclanes, no hablan de ella, incluso supongo que la desconocen en líneas generales. Knight puede ser todo un experto en el corte de caja que ha hecho sobre la Revolución mexicana en su monumental libro, pero dice algo obvio. La obviedad actual, es que, y cito al historiador:
"Mi impresión es que el PRI actual no quiere meterse mucho en la historia, quizá porque es un poco espinoso. Es difícil saber en qué medida es todavía el PRI del pasado –para mí son diferentes en muchos aspectos. Entonces, es un PRI que pone más énfasis en la tecnocracia, en nuestras políticas modernas; la modernidad es lo importante. Invocar algo que ocurrió hace un siglo (la Revolución Mexicana) no es su estilo discursivo."
La Revolución Mexicana, lo había dicho hace tiempo Lorenzo Meyer, ha muerto, y el brazo del árbol que apenas daba una sombrita rala en 1970, de 1982 a la fecha fue bien cortado de raíz. Es un cadáver putrefacto, y los asesinos pintan canas tricolores.
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Fuente: "Alan Knigth señala 'el abandono del ideario de la Revolución Mexicana'". Merry MacMasters.
La Jornada, 30 de enero de 2014.
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