El 3 de julio de 1883, el jefe político del partido de Peto, don Diego Vázquez, comunicaba al gobernador lo siguiente: "Tengo el sentimiento de participar á U. que ayer á las doce del día ha invadido la langosta el pueblo de Tixhualahtun, de este partido en número considerable agotando las nuevas plantaciones de maíz de dicho pueblo". Ese año la calamidad alada, los acrídidos del demonio, se cernieron sobre la alejada y solitaria Villa, a merced ésta de las incursiones de los "indios sublevados". Para el día 7 del mismo mes y año, don Diego le decía al gobernador, con hondo pesar, que "la plaga de la langosta ha invadido todas las poblaciones de este partido cruzando por todas partes grandes nubes de aquel insecto dañino". Dos días le bastaron a este insecto para consumir 4,570 mecates de milpa "por ahora y es de temerse que destruyan las demás sementeras situadas al Sur de esta cabecera que aun todavía no han invadido pero que grandes enjambres toman dirección por aquel rumbo".
El jefe político, que tal vez no resistiría los años posteriores al hambre que se desbordaría entre los pueblerinos de la Villa y demás pueblos, ya que moriría en 1886, informaba al gobernador que "es tal y tan grande el número de dichos insectos que sucesivamente van pasando, de manera que las sementeras que se escapan de la voracidad de una partida difícilmente se libran de las los que les siguen".
En el lapso de 1840 a 1883, los documentos de la Villa de Peto que se encuentran en el AGEY, no dan cuenta de ninguna calamidad agraria como esta, y es por eso que, sin empacho, podríamos designar a estos años de la década de los ochenta del siglo XIX petuleño, como los años de la langosta. Dos años después de que el jefe político diera relación al gobernador, la Villa, pobre, con parcos trapiches, milpera en exclusiva y haciéndole frente a las incursiones cada vez más espaciadas de los bárbaros, se encontraba en un estado de real crisis: "una crisis verdaderamente terrible de miseria y desolación la que presenta y ofrece en perspectiva este Partido infeliz, agoviado (sic) por tanta desventura", que ni la venta de panela y azúcar puso remedio a su situación. Por tanto, los principales de la Villa, en un ocurso solicitaron en 1885 al gobernador, que no se cobrara impuestos a la introducción del maíz en el partido. El documento que líneas abajo transcribo, da cuenta de ello.
C. Gobernador del Estado.
Los infrascritos propietarios é industriales, vecinos de esta Villa (de Peto) y mayores de edad legal, ante usted con respeto y en la forma que más convenga se presentan diciendo:
Que desde que hace dos años se perdieron en este Partido las sementeras de maíz por haber sido destruidos por la langosta que los devoró cuantas veces fueron sembradas, siguióse naturalmente la escases del principal alimento del pueblo, habiendo adquirido en consecuencia el maíz, frijoles etc., un precio elevado que obligó á los habitantes de este desgraciado partido a vender sucesivamente…lo que cada uno tenía para proporcionar alimento á su familia.
El año agrícola último se levantaron en este Partido algunas semillas, pero con la miseria que dejó el anterior y la escaces (sic) de sus habitantes hasta de la ropa y de lo más indispensable, tuvieron necesidad de vender desde muy temprano, aun venden todavía el maíz, algunos lo dieron a vil precio para venir á la miseria y desnudes, y á tantas necesidades que agravian á las familias.
Todos tenían la esperanza de que con las sementeras de este año que se lograsen, se aliviaría la espantosa miseria de estos rumbos, y se habían preparado al efecto haciendo cada uno más milpas y agotaron sus fuerzas y recursos todos en procurar terrenos para sus siembras. Pero desgraciadamente las intempestivas lluvias primero, hicieron que pocas milpas se quemaran. Luego las que se quemaron se habían sembrado. Más han estado llegando numerosísimas langostas por muchos días seguidos y por todas partes se han extendido en el Partido y han arrasado totalmente con las sementeras. Y es lo peor que ni puede resembrarse ningún terreno, pues las langostas vienen de todas direcciones y tienen ocupados los terrenos preparados, no obstante las diligencias para ahuyentarlas. La miseria pues es ya espantosa. El comercio paralizado totalmente y todo sin movimiento, sin vida y sin esperanza, porque no hay recursos ni modo de hacerlos. Es una crisis verdaderamente terrible de miseria y desolación la que presenta y ofrece en perspectiva este Partido infeliz, agoviado (sic) por tanta desventura.
Como a una tabla de salvación se habían querido asir los habitantes del Partido de Peto á los productos de la caña de azúcar; vana esperanza. La panela y azúcar han estado en tal depreciación, que, lejos de atenuar algo la calamidad, quizá la han agrandado por aquí, porque al cosecharse la caña de azúcar se ha consumido en esa desgraciada operación, el maíz que aun quedaba y el producto obtenido, panela ó azúcar, no indemnizó de los gastos y costos de la industria.
No hay pues remedio á tal y tan espantosa situación de miseria y languidez en que han caído y siguen precipitándose los pueblos de este Partido fronterizo al campo de los indios sublevados, si el Gobierno del Estado no los proteja de una manera especial.
Confiados en que la ilustración del Gobierno se penetrará de la gravedad de lo apenas apuntado, nos permitimos suplicarle se sirva iniciar ante la Legislatura del Estado un decreto imponiendo fuerte contribución á los productos todos del Estado, á excepción únicamente del maíz, que se introduzcan en la Capital y procedan de otro Estado ó de cualquier punto del mismo, exceptuando única y especialmente á los puntos muy fronterizos al campo de los indios rebeldes como son los partidos de Peto, Valladolid, Sotuta y Tizimín.
Sólo un decreto protector como el que pedimos puede salvar á este partido de su ruina total.
Por tanto:
A U. suplicamos se sirva iniciar ante la Asamblea legislativa un decreto protector á los productos todos de los puntos fronterizos al campo de los indios sublevados, dejando libre el maíz únicamente.
Es gracia y justicia que pedimos con las potestades necesarias. Peto, Mayo 20 de 1, 885.
Firmas de los notables de la Villa:
Felipe Sánchez, N. Montalvo,
Juan N. Vázquez,
Juan A. Pérez Gálvez,
José A. Vázquez,
Ambrosio Pérez,
Juan Ma. Novelo,
Ladislao Vázquez Pinto,
Apolinario Gorocica,
Román Calderón,
José A. Sosa,
Cresencio? Canto,
Domigo Sánchez
Emiliano Ruiz,
N. Borges
Máximo Sabido,
Canuto Montalvo,
José Santos Avilez,
Hermenegildo López
Lorenzo Arceo
Vicente Vázquez
Andrés Moguel,
Saturnino Avilez
Nazario Novelo,
N. Gorocica,
Rafael A. Pérez,
Ynocencio Ruiz,
Urbano Arceo.
Fuente:
Fondo: Poder Ejecutivo. Sección: Gobierno del Estado de Yucatán. Serie: Gobernación,Caja 384, vol. 334, exp. 68. Fojas 2 (1885).
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