En 1909, el abogado, etnógrafo, historiador, agrarista de primera hora e "intelectual pueblerino formado por su propio esfuerzo", don Andrés Molina Enríquez, publicaba un libro profético que presagiaba la gesta revolucionaria de los múltiples Méxicos que se levantarían en armas para derrocar la dictadura vitalicia del gerontocrático Díaz: Los grandes problemas nacionales. En palabras más, palabras menos, la tesis central de ese libro que sirviera como de tea ardiente para los agraristas más radicales, ponía a la pobreza del campo y la concentración de la riqueza feudal, como mecanismos para una disrupción violenta del "orden y progreso" porfiriano. En estos tiempos "neoporfirianos" actuales, gobernados por una derecha merceneria a los intereses del Gran Capital y de los señores de la guerra, los grandes problemas nacionales siguen siendo la concentración desmedida de riqueza por un lado, y, por el otro, la violencia y la pobreza de las mayorías descalzas. Por eso es un deber ético pensar en un cambio de rumbo...
En Pierre Menard, autor del Quijote, Borges dice que la historia "no es lo que sucedió; es lo que juzgamos que sucedió".
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