jueves, 28 de julio de 2011

¿Por qué quieres ser político?


Pericles, hacia el año 430 a.c dijo: "aunque sólo unos pocos puedan crear una política, todos estamos autorizados para enjuiciarla". No importa que nuestro juicio sea erróneo, ideologizante, partidista o visceral, para el gran gobernante ateniense, todos los ciudadanos de la polis estaban autorizados para inquisitoriar las acciones de los gobernantes, y en eso se puede resumir la idea de democracia actual: criticamos, no por el hecho de criticar por sí, sino porque estamos obligados, porque no volteamos la cabeza a otro lado, porque ejercemos el derecho –y más que derecho, la obligación- de ser ciudadanos. Sin embargo, de esta positiva aserción pericleteana, el aristocrático Nietzsche la negaba. Para el filósofo germánico, el quehacer político sólo es de interés, según él, para aquellas mentes mediocres (por no decir imbéciles y con gordura en el cerebro atrofiado), que son “las más calificadas para cuidar de los asuntos públicos”. El viejo Nietzsche, quien según dicen los entendidos de las cosas filosóficas, previó el mundo nihilista de los tiempos actuales, también fue un gran politólogo que profetizó la vaciedad actual de los politiquillos contemporáneos (y hablo en general, desde el nivel nacional, así como el subterráneo desnivel donde se encuentra cantando su salmodia ridícula el grillo más mísero y jodido de mi aldea): desde Lenin, ya no tenemos intelectuales que hagan partir en dos la historia de la humanidad con sus praxis y con sus ideas revolucionarias. En el caso mexicano, la involución política es tremenda, y causa cerval temor: ¿quién podría explicar las mutaciones políticas que, en ochenta años, hicieron que pasáramos por Lázaro Cárdenas hasta desembocar en los mediocres del tiempo presente? Tal vez por eso, por esa explícita involución, y por esa degeneración a nivel galáctico de la clase política, donde ser, o querer ser político, implica el desprestigio y la ignominia (sólo los imbéciles se dicen, sin remordimientos, políticos priístas) llevó, en días pasados, a escribir a Javier Marías la pregunta de por qué alguien quiere ser político, si estas personas, los políticos, no tienen la admiración de nadie, se les acusa de corruptos (con justa razón) y títeres del poder económico. No se les quiere, al contrario, se les hecha todos los diablos, son los causantes de las tragedias y calamidades, su condición de ser mediocres los lleva a cometer actos de sistemática rapiña, son sujetos que van por el enriquecimiento a costa de todo, o infelices autoritarios impotentes que necesitan mandar para sentir orgasmos de autoritaria vida...Ahora, yo te pregunto, ¿por qué quieres ser político? ¿cuando se te ocurrió esa soberana pendejez?

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