Fotografía del jefe político, Máximo Sabido Ávila, tomada en 1911. Archivo fotográfico de Arturo Rodríguez Sabido.
Extractos de la tesis doctoral mía, llamada Avatares de una región de frontera. Peto. 1840-1940.
Al principio, durante los
primeros momentos posteriores a la rebelión de la madrugada del 3 marzo de 1911
dirigida por Elías Rivero, entre el pueblo corrió el rumor de que el que comandaba
a los "revoltosos" de Peto, se trataba de Máximo Sabido Ávila[1]. Y
es que resulta que Sabido había ocupado por varios años el cargo de Secretario
de la Jefatura política presidida por Casimiro Montalvo Solís. Cuando fue la
conjura fallida de la Candelaria, del año de 1909, Sabido Ávila estuvo a favor
de los conjurados para tratar de sacar a la fuerza a los molinistas del poder. Cuando se quiso llevar a cabo la rebelión de la Candelaria, los mismos petuleños le
dijeron a los meridanos, dos años antes de 1911, que ponían la cláusula de dar
500 brazos para la rebelión de la
Candelaria contra el clan que había detentado el poder desde principios de
siglo, sólo si se les permitía matar a Casimiro Montalvo Solís, “the despised”
jefe político y cacique del pueblo.[2]
La prensa meridana, que desde el principio trataba de saber quién era el que
dirigía a los amotinados de Peto, recordó a este hombre que venía de una
tradición de letrados de pueblo, y que habían ocupado, en varias ocasiones,
cargos en el Ayuntamiento de Peto durante la segunda mitad del siglo XIX.
Recordando que a Sabido lo habían acusado de felonía, se exponía que:
Máximo
Sabido es un sujeto que estuvo envuelto en la rebelión abortada en las
elecciones últimas y con este motivo hay pendiente en su contra una orden de
aprehensión. Durante mucho tiempo desempeñó la Secretaría de la Jefatura
Política de Peto; pero con motivo de faltas graves cometidas, entre ellas las
de haberse sabido que estaba combatiendo solapadamente al gobierno mismo á
quien servía y proporcionaba datos a los enemigos; el
coronel Montalvo lo destituyó…[3]
Desde entonces, entre el
viejo lobo de la política y hombre fuerte de Peto, Montalvo Solís, y Sabido,
comenzó un distanciamiento; y Sabido "guardó un odio contra su antiguo jefe”, el
cual se extendería hasta el mismo Arturo Cirerol, compinche de Montalvo Solís, quien
le facilitaba muchachitas a Cirerol –sobre todo, muchachas indígenas- para que “Don
Arturo” aliviara su dolor de braguetas. En 1913, siendo ya jefe político Máximo
Sabido (sería el penúltimo jefe político en la historia del pueblo), en los
días previos a la “Decena Trágica” cuando fue derrocado el gobierno de Madero,
en Peto corrió el rumor de que Arturo Cirerol estaba reclutando gente para
realizar en el pueblo un levantamiento contra el gobierno maderista. Sabido
actuó rápido, le echó el guante a Cirerol y a varios hombres más, y los remitió
a Mérida para las diligencias respectivas. En sus acusaciones, Sabido imputó a
Cirerol, que cuando eran los tiempos de Montalvo Solís, bajo la anuencia de
éste realizó su derecho de pernada.
¿Pero de donde venía el penúltimo jefe político en la historia de Peto, aquel que hemos visto en los dos libros escritos hasta ahora por dos descendientes suyos,[4] vestido de gala con el traje militar de color caqui, y posando para la cámara frente a su escritorio de madera preciosa, con dos sillas mecedoras, un pizarrón detrás de su espalda y un reloj que marcaba las diez de la mañana?
¿Pero de donde venía el penúltimo jefe político en la historia de Peto, aquel que hemos visto en los dos libros escritos hasta ahora por dos descendientes suyos,[4] vestido de gala con el traje militar de color caqui, y posando para la cámara frente a su escritorio de madera preciosa, con dos sillas mecedoras, un pizarrón detrás de su espalda y un reloj que marcaba las diez de la mañana?
Este hombre que traicionó
a Montalvo Solís, era descendiente de Máximo Sabido Pérez, un veterano de la
Guerra de Castas que combatió a los mayas rebeldes desde el principio de esa
larga y devastadora guerra.
En 1857,
Máximo Sabido Pérez,[5] expuso
al gobernador, que habiendo sido nombrado alcalde segundo desde 1855, sus
“cortos bienes” habían sufrido un quebranto, y suplicaba la remoción de su
cargo.[6] Este
Máximo Sabido Pérez era capitán de las fuerzas yucatecas combatiendo a los
mayas rebeldes.[7] En 1858, Máximo Sabido Pérez obtendría el
grado de comandante militar. En 1867, sin las formalidades de la ley, y debido
a que era comandante de las Brigadas de Guardia Nacional, Máximo Sabido Pérez
se había ausentado de Peto dirigiéndose hacia Mérida. La migración de Sabido y
varios “notables” petuleños, para octubre de 1867, se debió sin duda al miedo
que cundía en la región. Porque ese año fue el de la deserción de buena parte
de los mayas pacíficos del sur (de Campeche) que volverían a hacer causa común
con Chan Santa Cruz soliviantados por el que dijera la frase “ea, ya tengo cinchado al toro, capéenlo si
quieren porque yo me voy a mi pueblo”, el general rebelde Crescencio Poot.
Varios desertores moverían sus tropas hacia puntos cercanos a Peto como Santa
Rosa, Polyuc y Chunhuhub, cerrando un círculo de ataque.[8]
Sin embargo, a
contrapecho de las arremetidas rebeldes que se acrecentarían para 1870, Sabido regresaría
a Peto a trabajar sus fincas de panela. El 12 de diciembre de 1871 el jefe
político de Peto manifestó al gobierno una relación de industriales,
agricultores y artesanos del partido de Peto que presentarían sus productos en
una exposición del 5 de mayo de 1872. En dicha relación aparecía Sabido,
participando con unas muestras de panela.[9] El
negocio de la panela de este viejo hombre de armas vino en ascenso, pues este
primer Máximo Sabido Pérez, en la invasión que los de Santa Cruz hicieron a
Tahdziu en febrero de 1879, le habían robado los rebeldes unas arrias de mulas
repletas de panela. Estas arrias se dirigían a Sotuta para su mercadeo.[10]
Este viejo veterano de la
Guerra de Castas, y finquero de la panela y productor de maíz, [11]era
el padre de Máximo Sabido Ávila. Sabido Ávila, según los registros
parroquiales, nació el 2 de mayo de 1868 en Mérida.[12]
Su bautismo se dio el 18 de mayo de 1868. Su madre se llamaa Benigna Ávila, su
abuela paterna Gertrudis Pérez, y su abuelo materno Marcelino Ávila. Para marzo
de 1911, la rebelión de los de Peto lo encontró, al parecer, prófugo de la
justicia porfiriana. Cuando los de Peto, encabezados por Rivero, se presentaron
a su finca Suná, en ella sólo estaba su mujer, Antonia Can. Suná:[13]
[…] dista una legua de Peto [y los rebeldes de Peto] llegaron al amanecer y habiendo preguntado por el
referido Máximo Sabido les contestó la querida de este nombrada Antonia Can no
estaba allí y que ignoraba su paradero. Que Elías Rivero y Delfino Encalada le
dijeron á Antonia Can[14] que les podía dar para
tomar, á lo que ella contestó: que estaba enferma y que sólo podía hacerles
atoles de masa de maíz, lo que habiendo sido aceptado lo empezó á prepararlo y
a repartirlo en una jícara para cada dos individuos.[15]
No obstante el rumor de
que corría por el pueblo, de que Sabido tal vez fuera el que dirigía a los
amotinados de Peto, vemos que en el mismo grueso expediente, no hay relación
alguna entre Sabido y los hombres de Rivero. Al final, las vidas de estos dos
correrían distintos rumbos. No se logra apreciar, que Sabido Ávila fuera socialista
desde el primer momento, aunque, al parecer, como muchos conservadores,
practicó el cooxviramiento político. Sabemos que en 1913 había, siendo jefe
político, había comprado una finca con sirvientes endeudados por el rumbo de
Tahdziu. En 1920 había comprado el salón Cine Palacio, lugar donde los adictos
al Partido Liberal Constitucionalista hacían sus operacione políticas.[16]
En 1922, al otrora jefe político, Carrillo Puerto le afectaría su finca
Candelaria y anexa Dzoylá, para juntar tierras para el ejido de Progresito
Nohcacab.[17] Pero cuando “el diputado
Elías Rivero,” una vez entrado con sus trescientos hombres para liberal a Peto
de los delahuertistas en abril de 1924, vemos al antiguo jefe político y ex
dueño de sirvientes endeudados, como parte del Consejo Municipal.[18]
En uno de los últimos
episodios de la vida de este “reaccionario enemigo de los trabajadores”[19],
se dio por una nueva afectación a una finca de Sabido Ávila. La batalla legal,
y , a veces, hasta de triquiñuelas legaloides, que libró el viejo Máximo, fue
contra los campesinos de Xcanteil arropados por el Cardenismo. En
una carta de 1938, Máximo Sabido Ávila se quejaba de la afectación de su finca
Suná, haciendo una breve relación de ella:
Yo adquirí la finca por compra que
le hice al señor Nicolás Borges finado ya, desde mediados del año de 1907, de
modo que de esto hace treinta años. Desde que obtuve la finca tenía cerca de
cien cabezas de ganado vacuno y seguí fomentándola. Cuando adquirí la finca,
eso que es hoy poblado de Xcanteil, estaba completamente yermo y todavía
después de diez o doce años de ser yo dueño de “SUNA” empezaron a radicarse en
Xcanteil unos ex-sirvientes liberados, quienes desde que tomaron posesión de
aquel lugar empezaron a maltratar mi ganado y más cuando se hicieron
socialistas (época en que todo delito quedaba impune) resolví llevar mi ganado
a otro lado dejando la posesión abandonada para seguridad de mi vida y de los
de mi familia. Creo si es que Ud. no opina lo contrario, que a pesar de haber
dejado la finca por las razones expuestas, no dejé de ser propietario de ella.
Durante mi ausencia de ese lugar y sin que yo hubiese tenido conocimiento
alguno de ello, se hizo el deslinde de los ejidos de la citada ranchería que en
concepto de todo el que conoce la Ley de la materia no cabía dar ejidos a ocho
personas por que la citada Ley expresa que los lugares que tuviesen veinticinco
cabezas de familia para arriba tenían derecho a ello”[20].
Pero este pequeño boceto
de la vida de este personaje principal de la Villa de Peto de principios del
siglo XX, estaría manca si no trajéramos a cuento la historia oral del
personaje, con otros sucesos que tocan a la historia del pueblo. En abril de 2014,
entrevisté en su residencia de Mérida, al abogado Edilberto Sabido Calderón,
nieto de Máximo Sabido Ávila. Esta es la transcripción de dicha entrevista.
Entrevista de
tradición oral con el señor Edilberto Sabido Calderón, Mérida, Yucatán, abril
de 2014.
El
jefe político Máximo Sabido Ávila, murió en 1951 en Mérida. Tenía cerca de 80
años al momento de morir. Ser jefe político le agenció a mi abuelo enemistad en
el pueblo. Algunas gentes le tenían odio o rencor al difunto de mi abuelo. Su
padre, Máximo Sabido Pérez[21] tenía un retrato donde se
le ve con piocha y barba. Su hijo, mi abuelo, era bachiller. En ese entonces,
ser bachiller era una situación poco común. Inclusive, mi abuelo dejó al morir
muchos libros filosóficos, y creo que entendía algunas cosas de leyes. Creo que
él [se refiere a su abuelo, Máximo Sabido Ávila] le enseñó a mi papá la
escribanía pública porque mi papá muere siendo escribano público. Mi papá
aprende de mi abuelo ese oficio de escribano, casi como aprende el hijo del
carpintero la carpintería: sin la teoría, en la pura práctica.
Mi
padre[22] nació en la finca San
José Sunah[23],
cercano a Xcanteil. Hasta el día de hoy, los de Xcanteil consideran que Suná
invadió los ejidos de Xcanteil, pero eso ya es otra historia…Mi papá hablaba
que su abuelo, Máximo Sabido Pérez, tenía dos fincas: Carolina y San José Suná
eran sus dos fincas. Me atrevo a pensar, que tanto mi abuelo como mi bisabuelo,
pues tuvieron como esclavos o algo así en esas fincas. Sirvientes o peones,
había gente que estaba trabajando ahí. Esa impresión es lo que tengo.
Doña
Conchita
Mi
abuela, la mamá de mi mamá, era comadrona. Se llamaba Concepción González Piña.
Doña Conchita recibió a quién sabe cuántos petuleños, quedando ella viuda tan
joven. Mi abuela hablaba, que en Peto, no sé si en el tiempo de Elías Rivero o
antes, la gente de escasos recursos se iba a las afueras del pueblo, y que de
repente, un buen día, llegaban a la población y saqueaban, robaban, y si había
que matar, mataban[24]. Y que don Elías Rivero
era el que hacía justicia con su propia mano. Él, si tú la buscabas[25], si no él, otro lo hacía:
no había golpes, eran pistolazos.
Mi
abuela vivía a media esquina de la plaza de Peto, viniendo hacia el oriente del
pueblo. Entonces, cuando comenzaba el griterío de la gente que ya se habían
presentado a saquear a Peto, en aquella época, la única arma era la escopeta,
el butbidtzon. Mi abuela buscaba la
escopeta de su difunto esposo, ponía trancas a todas las puertas, y les decía a
sus hijos que se pusieran debajo de la mesa. Mientras tanto, ella se sentaba en
una silla a esperar con el butbidtzon en
la mano. El primero que se apareciera en la casa a querer saquearla, no lo
hubiera contado. Afortunadamente, nunca pasó nada grave. Ella, viuda joven,
defendía a sus hijos con el butbidtzon. Esto
que me contó la abuelita, ya era un muchacho de 12 o 13 años al escucharlo.
No
sé si ha considerado que Peto era centro de acopio del chicle. Mi papá llegó a
ser arriero. Los chicleros eran muy afectos a los machetazos. Decía mi papá,
que muchas veces fue testigo, que con un machetazo alguien le descolgaba la
cabeza a otro. Sólo veían cómo los ojos de la cabeza cercenada daban las
últimas señales en el suelo.
La
Guerra de Castas fue cuando, en el centro del pueblo, aparecieron “colgados”[26] en los almendrones que
había en esa plaza principal. Que los soldados colgaban a los rebeldes en el
mero parque.
Suná
y los de Xcanteil
En
Suná había una casa que servía para ceremonias religiosas porque había hasta
una fuente [pila bautismal] para agua bendita. Más o menos, a 40 metros había
una chimenea para procesar caña. Aproximadamente, a 50 metros de la chimenea
está una noria de aproximadamente 40 metros de profundidad, estaba alta la
noria, hasta ahora conserva un canal hecho de piedra que transportaba el agua y
caía a un bebedero para alimentar a los ganados. Al lado de los bebederos había
un corral de aproximadamente 400 metros. Todo el corral, hasta hoy, tiene pilas
de piedra.[27]
Me imagino que en Suná sembraban también maíz, y creo que había tres fuentes de
producción: ganadería, maíz y panela. Ya cuando lo trabajaba mi padre, incluyó
la apicultura, y respecto al ganado, muy poco. Todo eso era trabajado por los
sirvientes. Cuando viene la época de la Reforma Agraria y se deslindan
situaciones, ahora sucede que Suná está invadiendo Xcanteil y empieza el
conflicto con mi papá, pero mi papá nunca abandona a Suná. Yo lo acompañé a
Suná varias veces. Estábamos yendo y mi papá llega hasta hacer un camino para
ir más rápido. Inicialmente, recuerdo que íbamos a pie y pasábamos por
Xcanteil. Mi padre dejó de pasar por Xcanteil, y por la carretera a Chetumal
hace un camino de sascab[28] hasta Suná, de
aproximadamente 3 kilómetros. Entonces, a veces estamos yendo a Suná en el jeep
de mi papá por ese nuevo camino, y se nos topa un árbol recién cortado
obstruyendo el camino; de ese tipo eran las actitudes de los de Xcanteil, como
para decirle a mi papá: “No tienes derecho a pasar”. Pero mi papá cargaba
siempre en el jeep su machete y su hacha, y plas-plas, desgajaba en un
santiamén los árboles. Afortunadamente, nunca hubo un enfrentamiento directo
entre los de Xcanteil y mi papá. No le hacían nada a mi papá porque él se mete
en la política. Dejé de acompañar a mi papá a Xcanteil en 1955, y vuelvo allá
en 1997, inclusive hago un retrato y tomo fotos de aquello.[29]
[1] Es decir, el padre del
cronista con el mismo nombre que escribiera su libro póstumo, Mis memorias de Peto.
[2] Joseph, Gilbert. M., y Allen Wells,1997. Summer of Discontent, Seasons of Upheavel: Elite Politics and Rural
Insurgency in Yucatan, 1876-1915. Stanford University Pres., p. 192. La
Candelaria fue contra el clan Olegario Molina Y Avelino Montes. Existe
innumerable material para estudiar la oligarquía porfiriana en Yucatán. Cfr. Savarino, 1997:145-179. Wells y
Josep (1996), Joseph (2010), Betancourt y Sierra Villareal (1989), González
Navarro (1979), Acereto (1947), entre otros.
[4] Cfr. Rodríguez Sabido, Luis Arturo
(2004), Semblanza histórica de Peto,
Mérida, Instituto de Cultura de Yucatán – Consejo Nacional para la Cultura y
las Artes – Programa de Apoyo a a las Culturas
Municipales y Comunitarias. Y el de Máximo Sabido Ávila (1996), Mis memorias de Peto, Mérida, Edición
del autor.
[5] De 1840 a 1940, habrían tres Máximos Sabidos, pues el primogénito
heredaba el nombre del padre. En abril de 2014, conocí y entrevisté al último
de los Máximos: el profesor Máximo Sabido Calderón, radicado en Mérida desde
hace años.
[6] AGEY, Poder Ejecutivo, sección Gobierno del Estado de Yucatán,
serie Administración, c. 52, vol. 2, exp. 72, cd. 29 (1857).
[10] La Razón del Pueblo, 28
de febrero de 1879.
[11] En 1890, Sabido Pérez
cultivaba maíz y panela en su finca San Miguel. “Cuadro relativo a las fincas
rurales del partido de Peto, según datos enviados por la jefatura del mismo”. La Razón del Pueblo, 13 de octubre de
1890.
[12] Y el motivo de que naciera en Mérida y no en Peto, tal vez fuera
porque su padre, el comandante Sabido Pérez, como hemos dicho líneas arriba, había
huido de Peto ante el temor de una invasión general de los de Chan Santa Cruz.
[13] La finca Suná fue comprada posteriormente por Máximo Sabido Ávila,
el 8 de noviembre de 1907, “sin tierras”, pero con dos pozos, al otrora rico
comerciante venido a menos, Nicolás Borges. RAN, Mérida, poblado Xcanteil,
Municipio Peto, carpeta Dotación, exp. 176, f. 54.
[14] En una necrología del
cronista que escribiera Mis memorias de Peto, un nieto suyo, Arturo Rodríguez
Sabido, “castellaniza” el apellido de la madre de su abuelo, cambiando el
apellido maya “Can” por el apellido español “Cano”. Viniendo de familias
blancas con el recuerdo persistente de la Guerra de Castas y el racismo
inherente en Yucatán contra el pueblo maya, no tengo la menor duda de que en el
apellido de Antonia Can se explique por qué el cronista de Mis memorias de Peto
lleve el mismo apellido del padre, eliminando el Can. “Máximo Sabido, con
coraje y terquedad logró el éxito”, artículo de prensa de Arturo Rodríguez
Sabido, Por Esto!, 29 de mayo de
1996.
[15] AGEY, Caja 670, sección
Milicia. Serie: Jefatura política. Asuntos internos (1911), “Causa seguida a Elías Rivero y socios por los
delitos de rebelión, homicidio, destrucción de propiedad ajean, y ataques a la
libertad individual y robo,” foja 97.
[20] RAN, Mérida, exp. 176, asunto Dotación, poblado Xcanteil.
[21] En la historia de 100 años de la Villa de Peto, he contabilizado
cuatro Máximos Sabidos. Este Máximo Sabido sería el primero, antiguo veterano
de la guerra de castas. Cfr. Nota 460 del capítulo III de esta tesis.
[22] Se refiere al cronista que escribió el libro Mis memorias de Peto,
con idéntico apellido Sabido Ávila, por lo que a continuación se dirá.
[23] Para el 4 de abril de
1997, después de haber abandonado Suná por conflictos con los ejidatarios de
Xcanteil, Eddy Sabido, en compañía de familiares, regresó “más de 30 años”
después, a esa hacienda que su padre y su abuelo quisieron fomentar. “Breve
relatoría de mi experiencia” [o excursión de los Sabido al lóbrego Suná]. 4 de
abril de 1997, Eddy Calderón Sabido.
[24] Al parecer, esta memoria
oral señala el periodo de los ataques a la región de Peto por parte de los de
Chan Santa Cruz. Sin embargo, en el periodo de convulsiones políticas que
arrancan de 1911 a 1924, se dieron motines o enfrentamientos entre los miembros
de las elites pueblerinas, y los miembros populares del pueblo. Un
enfrentamiento y saqueo del pueblo por campesinos del pueblo, se analiza en el
capítulo último de esta tesis. Cfr. AGEY, Poder Judicial del Estado de Yucatán, sección
Departamento judicial de Tekax, proceso instruido a Cancionilo Muñoz y socios
por los delitos de robo, asonada y destrucción de la propiedad ajena por
incendio, perpetrados en la Villa de Peto, serie juzgado de primera instancia
de Tekax, c. 83 (1915).
[29] “Breve relatoría de mi
experiencia” [o excursión de los Sabido al lóbrego Suná]. 4 de abril de 1997,
Eddy Calderón Sabido. Hojas sueltas en posesión de su autor.
El hecho que observo en este texto es que Máximo Sabido fue uno de esos políticos de colmillo retorcido, puesto que jugó muy bien sus piezas, por un lado apoyó a quienes querían deshacerse de Solís, de paso se quitó de encima a los Cicerol de Catmís, y finalmente apartó del camino a Rivero. Cooxvirado o no, ¡vaya!, murió a los 80 años y eso, en tiempos turbulentos es su mayor logro.
ResponderEliminarAhora, me gustaría saber un poco sobre la fuente de "Mis memorias de Peto", detalles sobre si el nieto a quien entrevistaste ha leído y tuvo acceso a documentos a partir de los cuales ha construido su discurso, qué tantas veces le han entrevistado. Creo que es importante puntualizar esto, porque cuando entrevistas a personas que previamente han realizado entrevistas para otros medios o personas, es muy probable que guarden ciertos aspectos muy valiosos cualitativamente, entonces uno debe identificar la parte de su discurso oficial y ser un poco más hábil con las preguntas.
Enserio tu trabajo me gusta cada vez más, incluso la manera en la que estás redactando ha cambiado significativamente y ya no leo al Gilberto que me provocaba vértigo mental, por el contrario noto madurez, soltura… se nota que lo estás gozando y el trabajo lo proyecta, mucho amor y pasión a tu matria.
¡SALUDOS!