Me considero un eterno perseguidor de “La Verdad y la Justicia”, y es por eso que hoy me he puesto triste. La causa se debe a que recibí la mala nueva de que la última vez que un conocido mío se topó con esas dos divinas garzas, malhumoradas, éstas le comentaron que ya estaban hartas y fastidiadas de mis constantes acosos y enroques amatorios: "Dile a ese güey que ya no queremos saber nada de él".
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