sábado, 30 de agosto de 2008

¡Cumple los compromisos!


La perentoria orden fue para Luis Felipe Saidén Ojeda, secretario de Seguridad Pública de Yucatán, y fue registrada en un cartelón puesto a un lado del solitario cadáver decapitado hallado en montes de Buctzotz, que junto con los otros once encontrados en las inmediaciones de la hacienda Chichí Suárez, completa la negra lista de los doce decapitados presuntamente por los Zetas, el violento brazo armado del Cartel del Golfo, dueños de la plaza de la Península.
Recordemos que a Saidén Ojeda, de igual forma secretario de Seguridad Pública en el segundo mandato del Balo Cervera Pacheco, se le vinculó con grupos allegados al narcotráfico, para posteriormente ser exonerado de una denuncia en ese sentido.
El periodista Daniel Barquet, refiriéndose al historial de trabajo de Saidén Ojeda en Yucatán, indicaba en un artículo publicado en La Revista Peninsular (“El narco en Yucatán) lo siguiente: “Si alguien conoce todo el movimiento del bajo mundo en Yucatán es Luis Felipe Saidén Ojeda. ‘El Halcón, como se identificaba por radio como secretario de Protección y Vialidad en el gobierno de Yucatán encabezado por Víctor Cervera Pacheco, mantuvo a raya a las mafilias (es decir, familias de la mafia yucateca, como fuera el caso de Manuel Basto, mejor conocido como el “Falopio”, que de ser “un sujeto gris cualquiera”, llegó a poseer toda una compleja red de narcomenudeo en Mérida con 25 sitios de venta de droga), en todo caso logrando que no se desbordase la violencia”.
Cuando fue jefe de la policía de Benito Juárez en el periodo del “Chacho” Juan Ignacio García Zalvidea, Saidén Ojeda, según Daniel Barquet, “fue el primer comandante de la policía en Cancún en dedicarse a acciones en contra del narcomenudeo, estableciendo el récord de detenciones de 90 personas en tres meses por encontrarlos en flagrancia mientras se dedicaban a la venta de droga al menudeo, recuperando 66 vehículos robados, durante el mismo lapso”. Tuvo el policía yucateco, al llegar a la plaza de Cancún, que enfrentarse internamente al “Grupo Tabasco”, un conjunto de policías de ese estado que “acostumbrados a controlar todo el movimiento del bajo mundo desde las oficinas de gobierno”. La casa estaba maloliente, y el yucateco no tuvo de otra que desinfectarla con la limpia.
Con la llegada de Ortega y Pacheco en agosto de 2007 a la gubernatura de Yucatán, la nueva administración –en momentos en que a nivel federal se desencadenaba una temeraria guerra desproporcionada contra las bandas del narcotráfico- necesitaba los servicios de un hombre duro y decidido, con el currículo abultado por expedientes en que se demostrara sus acciones contra la delincuencia en Yucatán, y que además conociera al dedillo las cloacas meridanas y se pusiera en contacto con los distintos gobiernos municipales con focos rojos como Valladolid, Tizimín, Progreso, Ticul, entre otros. Ortega y Pacheco no tuvo otro gallo que el gallo que le cuidaba el gallinero a su tío: Saidén Ojeda, el idóneo policía yucateco que podría emparejar a Yucatán al estado policiaco que el gobierno federal implantaba en casi toda la geografía nacional, por más que su reputación se encontraba cuestionada por denuncias debido a su posible participación en el crimen organizado.
En el decapitado de Buctzotz el mensaje era para este viejo policía, indicándole, recordándole supuestos “compromisos” pactados con el cártel del Golfo: parar la vigilancia, el cerco policiaco, dejar de asolarlos, desarticular los retenes en las carreteras de entrada y salida a Yucatán, es decir, hacerse de la vista gorda para que puedan trabajar en paz. Cuestionado por el recadito, la gobernadora Ivonne Ortega y Pacheco, en entrevista televisiva para Primero Noticias conducida por Carlos Loret de Mola, lo tomó como “intentos por desprestigiar a nuestro director de Seguridad pública, a quien dio su aval”; y el procurador de Justicia local, José Alonso Guzmán Pacheco, dijo no entender el motivo de esa frase porque, según el procurador, “el único compromiso de los funcionarios del Gabinete de Seguridad Pública, es cumplir con garantizar la seguridad para todos los yucatecos”. Puede ser pero por ahora no lo han hecho, garantizar la seguridad, por ahora se ve que los Zetas – ex soldados del Ejército mexicano que pertenecían al grupo militar de élite conocido como GAFES, con entrenamiento contrainsurgente y delincuencial en Fort Benning, EUA, que entre 1999 y 2000 pasaron de servir al estado a prestar sus punitivos servicios al empresario privado de las drogas, Osiel Cárdenas Guillén, actualmente tras las rejas de una celda estadounidense-, al oír el S.O.S afligido de los diversos narcomenudistas yucatecos que laboran para el Cartel del Golfo, como verdadero contrapoder cuestionador del monopolio de la violencia del estado mexicano, hicieron acto de presencia en suelo yucateco semanas antes de que apareciera en diarios de la península y nacionales su macabro montaje del terror homicida, para disuadir o enflaquecer la mano dura del gobierno federal y local contra el crimen organizado. Ortega y Pacheco –quien en estos momentos es cuando más debe de demostrar su parentesco con el Balo, sacando la casta y la frialdad para afrontar los desafíos que explícitamente le planta un grupo altamente violento- señaló a Loret de Mola que semanas antes del jueves 28 de agosto –fecha en que aparecieron los decapitados- estuvieron recibiendo amenazas de los grupos delincuenciales para desmantelar retenes y para que se bajara el nivel de vigilancia: “Reforzamos la vigilancia –decía Ortega y Pacheco- con una serie de retenes en diferentes entradas del estado y de la ciudad y desde hace como tres meses estuvimos recibiendo amenazas en la Secretaría de Seguridad Pública, llamadas anónimas al 089 y 066 en el que pedían que quitáramos los retenes y bajáramos la vigilancia para que permitiéramos hacerles el trabajo". Las amenazas se agudizaron los doce días previos en que aparecieran los cuerpos, amenazas en que la gobernadora estuvo al tanto de ello, pero que no se imaginaba lo “tan espanto” que iba a ser al cumplirse lo prometido.
De los cadáveres encontrados –la mayoría desnudos y casi todos con tatuajes de dragón o relativos a la Santa Muerte-, las necropsias que se les practicaron arrojaron el dictamen de que entre tres y cinco de los occisos fueron degollados en caliente, es decir, aún estando vivos. En esta cálida noche de viernes en que escribo estas líneas desde un café cercano a la bahía de Chetumal, hasta el momento, según informes de distintos portales de internet, las cabezas de los cuerpos no han sido localizadas (Ortega y Pacheco ha indicado que los elementos policiacos se encuentran listos para la posible aparición espectacular de las cabezas, con el fin de espantar y causar pánico entre la población yucateca, y para que ésta presione al gobierno para buscar “vías acostumbradas de conciliación”), de entre las cuales, dos podrían pertenecer a progreseños, cinco a meridanos, y el resto a quintanarroenses y campechanos. Antonio Ávila, corresponsal del diario español El País en México, señaló que el macabro hallazgo “se produjo después de que una llamada anónima ‘invitara’ a los reporteros de una televisión local (Televisión Azteca) a que ‘acudieran a montes de Chichí Suárez, donde hallarían unos cuerpos”. Por el momento el éxito propagandístico del cártel del Golfo ha parado en seco el discurso de triunfalismo de Ortega y Pacheco, y Yucatán ha entrado al vértigo de la violencia inesperada. Ortega y Pacheco, por el contrario, entrará, ahora sí, a la administración exclusiva de la casa, olvidándose por un largo tiempo de su marketing ingenuo.

jueves, 28 de agosto de 2008


En la edición del 25 de agosto de 2008 de “Estosdías”, revista editada en Chetumal, aparecen entre sus páginas dos acerbos artículos “oficiosos” –uno de ellos una entrevista con el rector de la Uqroo, José Luis Pech Várguez- escritos contra el doctor Xavier Gamboa Villafranca.“Oficiosos”, porque conjeturo que el pago del chayote al reportero Héctor Sosa, autor de los dos bulos, habrá salido seguramente de rectoría de la Uqroo.
El primer artículo se titula “La Uqroo y la piratería sindical (primera parte). Gamboa Villafranca: la verdad de sus mentiras”, donde el crédulo y desprevenido lector puede irse con la finta de que el doctor Gamboa Villafranca es un gran sicofante que se contradice en su posición de defensa sin tapujos del sindicalismo académico.
Se contradice, alega el reportero, debido a que en el tiempo en el que el ex rector Francisco Rosado May (2002-2004) estuvo al frente de la Uqroo, el doctor Gamboa –según el reportero nuevamente-, gran cuatacho del ex rector Rosado May, contradijo al Consejo Universitario (CU) y a la Comisión de Honor y Justicia (CHJ) de la Uqroo, al sostener de forma marmólea que Rosado May tenía las facultades para remover a cuanta gente quisiera (tanto académicos como administrativos) cuando el ex rector, coaligado en “el último día de labores de diciembre de 2004” con Lízbeth Clemente Handall, entonces profesora de la materia de Estados Unidos Contemporáneo, llevó a cabo la intentona fallida (y recalco que fue fallida, y recontra recalco que los integrantes del CU y de la CHJ salieron avantes en ese momento) de despedir al profesor Juan Carlos Arriaga Rodríguez, para así “perjudicar” al Departamento de Estudios Políticos e Internacionales, del cual Arriaga presidía.
No sé bien a bien cuál fue el motivo por el cual Rosado May intentó defenestrar a Juan Carlos Arriaga. Pero no dudo que no se puede comparar la situación de Arriaga con la situación por la que actualmente transita el doctor Gamboa Villafranca (es decir, sindicalizar, defender la labor académica, que dio como resultado su despedido irremisible por la “falta de confianza”, o falta de pendejismo del doctor Gamboa Villafranca hacia el rector y sus achinchicles). Y si es cierto que en el caso Arriaga, el doctor Gamboa Villafranca, vía correos electrónicos arguyó que, “como rector, Rosado May tenía la facultad de despedir a Juan Carlos Arriaga porque, según la Ley Orgánica de la Uqroo, todos los profesores de la universidad son trabajadores de confianza”[1], Rosado May no logró correr a Juan Carlos Arriaga, debido a que su cordura se sobrepuso a sus pasiones del momento, oyendo las peticiones del CU y leyendo detenidamente el informe que la CHJ realizó del caso, en el que “le demandó –a Rosado May- que reinstalara al profesor en la plantilla docente de la División de Estudios Internacionales y Humanidades”, debido a que la CHJ “encontró elementos suficientes para elaborar un veredicto contra el despido”[2].
Y la inevitable pregunta no puede ser omitida: ¿Qué ha hecho, en el caso Gamboa Villafranca-Sutuqroo-Pech Várguez, el muy defensor de los académicos CU y la muy valerosa CHJ al respecto cuando, a ojos vistas y paladinamente se ha efectuado un descarado acto de autoritarismo del rector José Luis Pech Várguez, al despedir a un académico e investigador de la Uqroo del rango del doctor Xavier Gamboa Villafranca? ¿Cómo se la han tomado los flamantes miembros del CU? ¿Existirá aún, con su silencio y radical apatía, tan siquiera un ínfimo rastro de “HONORABILIDAD” y “JUSTICIA” en la ya desprestigiada Comisión de Honorabilidad y Justicia de la Uqroo, que ha hecho de tripas corazón, pues porque el doctor Xavier Gamboa Villafranca, aunque académico como el quien más, y caso contrario del profesor Juan Carlos Arriaga Rodríguez, no es santo de su devoción de los integrantes del CU?
En estos momentos, cuando un académico ha sido despedido por el delito de crear un sindicato que detenga las arbitrariedades del rector en turno en contra de los académicos y administrativos, es cuando más se debe oír, además de la solidaridad respectiva, la inteligente propuesta del CU para modificar el Reglamento General de la Uqroo, que en el conflicto suscitado por el fallido intento de despido de Juan Carlos Arriaga, abogaron –contra Gamboa Villafranca-, en junio de 2005, desde el hotel “Los Cocos”, la derogación de la Fracción XVII del artículo 56 de dicho Reglamento, que establece la facultad del rector de remover al personal académico y administrativo a su consideración. ¿Hemos oído alguna queja por parte del CU? Ninguna, y con esto se sienta el primer precedente consumado del autoritarismo en la Uqroo, además de la indefensión tanto del cuerpo académico como del administrativo, ante un CU condescendiente, copado, comprado o maniatado por José Luis Pech Várguez.
Porque, como bien indica el reportero Héctor Sosa, “el Consejo Universitario –conformado por 20 personas entre profesores, alumnos, personal administrativo y autoridades de la Uqroo- era quien decidía las sanciones a los profesores que violaban los estatutos establecidos en la Ley Orgánica de la Universidad”; porque con dicho Consejo Universitario “los profesores se sentían protegidos”, pues desde la creación de la Uqroo fue institucionalizado “con el fin de evitar abusos de autoridad por parte de Rectoría, entre otras cosas”[3] .
Me pregunto: ¿qué apartado, artículo, fracción, párrafo, parágrafo, inciso, coma, punto y coma, puntos suspensivos, o la sintaxis si somos rigurosos, ha violado el doctor Xavier Gamboa Villafranca para levantar la ira de un pequeño tiranito? ¿Ha explicado el rector Pech Várguez en qué consiste la pérdida de confianza hacia el doctor Gamboa Villafranca? Ninguna explicación, pero sí puros “maquiavelismos”, pero sí represiones y sí abyecciones de un CU que se hace el desatendido ante un conflicto suscitado, en estricto sentido, por una parte por un profesor que va en pos de la igualdad de condiciones entre el Patrón-Rector y el obrero-académico-admistrativo, al gestionar un sindicato independiente ante todo, y por la otra por un rector obsedido por imponer su autoritarismo, que confunde muy maquiavélicamente con autoridad, al decir que no hay que confundir la “prudencia y la tolerancia con la falta de decisión en el ejercicio de la autoridad”[4]. Pech Várguez no ha ejercido la autoridad, salvo su primo, el muy torcido autoritarismo.



[1] Estosdías, “Gamboa Villafranca: la verdad de sus mentiras”, página 26.
[2] Ídem, p. 25
[3] Estosdías, “Pech: lo del sindicato se resuelve en otra parte, en la universidad hay que trabajar por ella”, p. 29.
[4] Ibídem.

domingo, 24 de agosto de 2008

Indignación


El día 19 de agosto, el doctor Xavier Gamboa Villafranca fue tratado de una forma arteramente indigna por los esbirros de un enano enamorado del culto a su degradante personalidad. El doctor Gamboa Villafranca fue injustamente corrido -por no decir defenestrado- de sus labores docentes e investigativas en la Universidad de Quintana Roo. El delito: crear un sindicato (Sutuqroo) independiente en defensa de los trabajadores y el cuerpo académico de la Uqroo. Si la fracción XVI del artículo 123 Constitucional establece como derecho de los obreros el coaligarse en defensa de sus respectivos intereses, formando sindicatos, asociaciones profesionales, etcétera”, esto, en la muy esquizofrénica y deficiente percepción del rector José Luis Pech Várguez, es letra muerta avalada por la clase corrupta de los politicastros que lo solapan, desde el imbécil "líder" que gobierna dicho estado, hasta la manada de grillos condescendientes y otros académicos que se callan ante los excesos de Pepe Pech. Con este brutal atropello a los derechos laborales que ha sido víctima el valeroso e inteligente doctor Gamboa Villafranca, Pepe Pech obtiene una nueva presea dorada para su vitrina de zafio tiranuelo. Recordemos la forma por demás indigna como fue corrido el decano director de la biblioteca Santiago Pacheco Cruz, Elías León, quien tuvo que renunciar en diciembre de 2007 por presiones del hombre afín a Pepe Pech, el "gusano" Enrique Báltar, Secretario General de la Uqroo por compadrazgo de Pepe Pech. En aquél momento, el doctor Martín Ramos escribió un boletín en la Gaceta de la Uqroo, en el que señalaba el proceso “plagado de irregularidades” por el cual fue puesto literalmente en la calle el ex director de la biblioteca de la Uqroo. Pepe Pech, al enterarse de este acuse de injusticia, dio el grito en el cielo, se sintió agredido por el hecho de que le señalaban su mal proceder, e inmediatamente, vía correo interno de la Uqroo, envió un comunicado indicando que existen “límites a la libertad de expresión”. Nadie tuvo los arrestos suficientes de parar en seco a Pepe Pech, para decirle que la libertad de expresión es inalienable, libérrima, derecho fundamentalmente humano, salvo el doctor Xavier Gamboa Villafranca, quien en una impecable contestación, le dio cátedras jurídicas al energúmeno chetumaleño. Desde ese momento, el doctor Gamboa Villafranca entró en la lista de las personas Non Gratas para el tiranito que actualmente se encuentra en rectoría. Posteriormente vendrían las defensas laborales, la idea del Sutuqroo y su instalación. Y, como efecto, Pepe Pech reaccionó como reaccionaría el más perfecto imbécil: corrió al doctor Gamboa Villafranca y a otros trabajadores pioneros del Sutuqroo. Me pregunto ¿Qué se puede esperar de todo ello?
A continuación, anexo un conmovedor correo electrónico de mi maestro Gamboa Villafranca del día 21 de agosto -mismo que me hizo rabiar toda la noche mi indignación-, y posteriormente un comunicado de respuesta del doctor Martín Ramos al tiranito Pepe Pech:

Doctor Gamboa Villafranca a Gilberto Avilez Tax
De mi mayor consideración: Le saludo con el respeto y reconocimiento de siempre. A partir del 20 de agosto no me verá usted más en mi cubículo, dado que por instrucciones del rector de la UQROO, José Luis Pech Várguez, fuí despedido de la Universidad el día anterior. El motivo real del despido: el HABER YO SOÑADO, HABER ACTUADO, HABER DIRIGIDO Y HABER SIDO EXITOSO en la conformación del Sindicato Unico de Trabajadores dela Universidad de Quintana Roo. Para mí fue un honor haberle servido en la medida de mis modestas posibilidades, en el tránsito por su carrera. Mucho aprendí de usted; por ello le estaré siempre agradecido. Estoy cierto que culminará, con grandes honores, sus esudios profesionales. Continúe gozando a laUniversidad; es una oportunidad que tendrá sólo una vez en la vida. Vívala intensamente, conforme al principio de que en ella se construyen templos a la sabiduría y se cavan profundos hoyos a la ignorancia. No permita que le confundan: esta es la esencia de la universidad, y no las calificaciones, examenes, "cargas" ó créditos. Estos últimos son simples medios.Continuaré estando a sus órdenes, en la cuenta skype xgamboa, en estacuenta de email.
Atentamente Dr Xavier Gamboa Villafranca, Sociólogo mexicano
Respuesta del doctor Martín Ramos a Pepe Pech
CHETUMAL, 19 de agosto

Dr. José Luis Pech Várguez

Rector de la Universidad de Quintana Roo

Señor Rector,

1. Con mucha pena e indignación presencié esta mañana el desalojo de que fue objeto el Dr. Javier Gamboa Villafranca. Lo desalojaron de su oficina y le requisaron sus instrumentos de trabajo (computadora, teléfono, escritorio, silla). Al Dr. Villafranca nunca le informaron el motivo del desalojo. El Director de Administración y Finanzas y el Contralor estuvieron a cargo de ese bochornoso proceso ordenado por usted y sus despistados asesores.

2. Uno es ingenuo y uno piensa que durante las vacaciones el Rector descansa e imagina cómo elevar los índices de productividad científica de nuestra institución (desplomados desde que usted está a cargo), en cómo ampliar la cobertura educativa (estancada por falta de liderazgo), en renovar los inventarios de la biblioteca o en tener una institución austera y eficiente (desde que usted llegó la administración UQROO no deja de crecer y crecer con puestos administrativos para sus amigos, y los gastos por viáticos, representación y bonos se han elevado de manera espectacular).

3. ¿No siente usted pena que su Estado le haya dado el enorme privilegio de dirigir una institución tan noble como la nuestra y usted la esté envileciendo con las peores costumbres de la administración pública? Acaso no se da cuenta que con la acción emprendida hoy, sumada a los despidos del día de ayer de la señora Mary Cano y Patricia Raquel, pueden detonar un periodo de inestabilidad que a nadie beneficiaría. ¿Qué casualidad que los despedidos (o desalojados de sus oficinas) son los compañeros que en su derecho están luchando por formar un sindicato?

4. En lo que a mi respecta, no me amedrenta que usted y su Secretario General presuman tener el apoyo del Ejecutivo local en el descabezamiento de mis compañeros. No apoyaré este tipo de actos a todas luces injustos. Le informo que como Consejero Universitario defenderé a mis agremiados de todo despido injustificado y que no me quedaré callado como muchos de mis compañeros que prefieren desviar la mirada de esta injusticia y refugiarse en el cómodo cubículo y empleo que tenemos.

Dr. Martín Ramos Díaz
Profesor
Departamento de Humanidades
c.c.p. Secretario de la H. Junta Directiva

miércoles, 13 de agosto de 2008

¡No existe justicia en Yucatán!


“Y ningún hombre conocerá ya la pobreza y la explotación…” Karl Marx

Karl Marx, el padre del pensamiento revolucionario de los últimos 150 años, dio en el clavo para comprender los problemas sociales después de hilvanar en chorrocientos escritos su materialismo histórico (o económico), teoría que interpreta la historia del hombre como una lucha de clases permanente. Marx, según sus biógrafos, aunque se matriculó dos veces para estudiar derecho, entendió que éste solamente es una estructura de represión jurídica que las sociedades hegemónicas imponen contra las sociedades marginales y que, por lo tanto, el marxismo (o los marxismos) no halla ningún valor “jurídico” en las disquisiciones de los letrados en pos de la utópica (por deseable) justicia social entre los hombres, si antes no se pulveriza el cruento canibalismo de los capitalistas: “No eres pobre –escribió Marx- a causa de algo que hayas hecho o dejado de hacer, a causa del pecado original o la voluntad de Dios o la mala suerte. Eres pobre a causa de ciertas condiciones económicas y políticas. Estas condiciones se llaman capitalismo…”
Viviendo (o sobreviviendo, según en qué parte de la geografía mexicana se viva: si en el municipio de Cochoapa el Grande –el más pobre del país-, o en la delegación Benito Juárez de la Ciudad de México –la zona donde se apiñan los poquísimos elegidos del señor Sistema del cuerno de la abundancia mexicana) en un Estado burgués –o en jerga postmoderna, neoliberal-, digamos que el derecho es el derecho de las clases dirigentes (clase política y económica), el derecho de los de arriba, de los finolis, los pudientes, la “Minoría rapaz”, los herederos de Artemio Cruz y anexos símiles.
El pueblo, sabio en su ignorancia, no miente cuando dice que la justicia es de quien la compra…Y el pueblo tiene miedo a la tira, a los judíos y a los coyotes del sistema, porque ellos reprenden, torturan, levantan como los narcos a los indeseables del Sistema o te refunden al bote con artimañas legaloides. “La justicia es para los que pueden pagarla, mano”, me decía Juan de las Pitas, quien no tiene para pagar un kilo de tortilla, y menos para comprar sus acostumbradas pitas. Esa es la percepción de los “Sin Nada” de Yucatán –indios mayas, algunos viviendo en la miseria de sus inexistentes esperanzas-, de los “macehuales” perdidos en los submundos racistas y en la jerga brumosa de las leyes yucatecas. Tal es el caso del señor Ricardo Ucán Seca, indígena maya que se pudre en una celda angosta, húmeda y calurosa, hacinado con otros “indeseables” en el Cereso de Tekax, Yucatán, después de un proceso archi o ultra-plagado de irregularidades, cuando fue detenido y declarado culpable del asesinato de un vecino, Bernardino Chan Ek, en Akil, el 5 de junio de 2000. Hablando y entendiendo poco el español, a don Ricardo no le asignaron un traductor. Sin defensor de oficio en casi todo el proceso que se le instruyó, don Ricardo no pudo alegar que lo que hizo, lo hizo porque corría en peligro inminente la vida de él y de su familia. En una nota de prensa del caso aparecida el 8 de junio en un diario de la península, Amnistía Internacional indicó que “las deficiencias de los sistemas judicial y de seguridad pública hacen que la detención arbitraria, la tortura, los juicios injustos y la impunidad sean prácticas sistemáticas a nivel estatal y federal en todo el país. ‘Si la nueva administración no toma medidas efectivas, transmitirá el mensaje de que en México se toleran las violaciones de derechos humanos’”.
Y se violan, ¡vaya que se violan! Se violan cuando vivir ya no se puede en la manigua yucateca (hectáreas y hectáreas de tierra que se expropian a diario para llevar el desarrollo a unos cuantos –como es el caso del plan de tren bala del gobierno de Ortega y Pacheco, que comunicaría a Mérida con Cancún-, por encima de la muerte o la emigración de miles), se violan cuando la pobreza se ensaña contra las poblaciones indígenas y cuando los corredores de miseria embarazan la periferia de Mérida la horrible. Se violan cuando, en una lista dada a conocer recientemente, Valladolid y Mérida entran en el club de las ciudades más desiguales –social y económicamente- del país, y Tahdziú, municipio al sur de Yucatán, ocupa el sexto lugar en la lista de los municipios más pobres de la república, con situaciones de vida iguales a las del África sub-sahariana. Se violan, ¡vaya que se violan!, y don Ricardo Ucán Seca (maya monolingüe, campesino, analfabeto, pobre y encarcelado por una situación jurídicamente justificable) es epítome de estas violaciones. ¿Vamos bien, Ivonne? Vamos, pero directito a la chingada.

lunes, 11 de agosto de 2008

Leyendo los periódicos II/ La "Guanajuatización" de México

En su columna “Plaza Pública” del 29 de julio de 2008, el periodista Miguel Ángel Granados Chapa hacía eco de las preocupantes intenciones del presidente nacional panista, Germán Martínez, en el sentido de que este último se propone “guanajuatizar” a México. Germán Martínez externó su acrisolada fe en la Convención Nacional panista de finales de julio pasado, realizada en León, Guanajuato, feudo del panismo más fundamentalista, de corte neocristero medieval que exige, al pie de la letra, la sumisión a los dogmas salidos de la última exégesis afiebrada de la Biblia efectuada por monseñor Íñiguez, o el solapador de curas pederastas, Mons. Rivera Carrera. “Es –escribió Granados Chapa-, según el destinatario, una promesa o una amenaza”. Para mí amenaza, ya que toca uno de mis demonios más acendrados y acedos: el anticlericalismo más radical, del tipo comecuras, seduce-monjas, quema-iglesias a lo Garrido Canabal.
Guanajuatizar a México significa, no que todos seamos mochos y come ostias, sino algo más terrenal: que no sólo el cielo mexicano esté pintado de azul (a excepción del de Mérida que, según los entendidos, es de arrebol como las mejillas sonrosadas de la Reed, según versos de Rosado Vega), sino que hasta la tierra mexicana, el cerebro de los mexicanos sea de color celeste. Porque como bien ha dicho Granados Chapa, “transformar al país entero en una réplica de Guanajuato indicaría, en el mejor de los casos, el retorno al tiempo del partido único, del carro completo y, muy probablemente, de la manipulación electoral”. A Germán Martínez habría que recordarle que el que quiera azul celeste, que le cueste, es decir: que si quiere crear el reino de su hipótesis divina en este infierno mexicano, habría primero que convertir (suprimir) a su fe a buena parte de los mexicanos, que no por ser guadalupanos son forzosamente panistas.
Pero, ¿cómo es ese Guanajuato al cual los panistas más estúpidos enarbolan como modelo ejemplificante para los descreídos, los sin fe; cubeta de virtudes para las sedientos que necesitan urgentemente la inserción de su pastor panista en la gubernatura o en todos los puestos de poder público de los tres niveles de gobierno? ES, como todos los gobiernos fundamentalistas, un gobierno intolerante a cualquier tipo de críticas heterodoxas, que le importa poco o nada la libertad de expresión, que no le hace fuchis a que sus policías se entrenen en sádicas torturas que nos recuerdan los días de la satánica Inquisición, con el fin de sacarle las verdades a los paganos e infieles criminales de pensamiento.
Lo primero, los acosos a la libertad de expresión, se dio a los periódicos locales “AM” y “Correo”, que han sufrido el asolamiento y ataques del gobierno de ese estado por oponerse al clima de autoritarismo, represión estatal y fanatismo medieval. El diario AM, dirigido por Enrique Gómez Orozco, además de que acusa de autoritario y represor al gobierno panista de Juan Manuel Oliva, le achaca su carencia de autonomía administrativa, debido a que se encuentra “dominado por la secta política conocida como el Yunque”. Como reacción al periodismo incómodo para el poder que ejerce AM –que señaló que el secretario de gobierno de dicho estado, Gerardo Mosqueda, es miembro prominente del Yunque-, el 11 de mayo del año pasado Mosqueda se lanzó frontalmente contra la prensa local, propiamente contra “AM” y “Correo”, disparando un violento discurso de 18 minutos contra Gómez Orozco y Arnoldo Cuéllar, este último director de “Correo”. De la andanada verbal contra los dos periodistas, el gobernador de ese estado, cuando los dos periodistas en persona acudieron a exponerle sus quejas, se limitó a decirles que Mosqueda “tendrá sus razones para hacerlo”. ¡Puta madre!
Ante el temor del cierre de sus prensas, Gómez Orosco acudió a la Procuraduría local de Derechos Humanos y a la Comisión Nacional del mismo para que le encausen el asunto. Los dos organismos instaron a Mosqueda a disculparse públicamente. Con cinismo de fariseo convencido de su intachable proceder, Mosqueda apenas balbuceó dos que tres palabras sobre el asunto, sin siquiera mencionar los nombres de los dos periodistas, pero sí, por el contrario, se jactó de la unidad que impera en su católica familia, diciendo que ésta lo apoya sin restricciones en todos los ámbitos de su pulcra gestión.
La cosa no paró ahí, ya que, como señala Granados Chapa, “El gobierno fue más allá de los insultos. Dispuso un boicot informativo contra los diarios de los dos directores ofendidos y la cancelación de los anuncios gubernamentales en sus páginas. Luego extendió la orden a los alcaldes”. El alcalde de León, por solidaridad con los dos periodistas, vanamente intentó resistir el despotismo del Gran Inquisidor gobernador, pero informó a Gómez Orozco que la cosa estaba gruesa y que lo forzaron a acatar el ucase.
“AM” aclaró que solamente el 3% de sus ingresos provienen de los anuncios oficiales, por lo cual no sale magullada de aquello. El 16 de junio de ese año, la Sip hizo acto de presencia ante el Gran Inquisidor, para recordarle que no es lícito “utilizar los recursos públicos como medio de represión”.
La columna de Granados Chapa finalizaba con la pregunta que Gómez Orozco se hacía posterior de saber las intenciones de Germán Martínez: ‘“¿Qué sería de México sometido a un gobierno autoritario, fanático e intolerante?”, como el que está asentado en Guanajuato”. Sería, le respondo a Chapa, el reino del oscurantismo, la vuelta a las faldas de los curas, el viento madreando a Juárez. ¡Puta madre!

martes, 5 de agosto de 2008

Glorias enanas

El día exacto, no me acuerdo. Un grupo de 4 o 5 hombres rondando los once o doce años de frugal existencia y que aún sufrimos de mamitis crónica, hemos decidido explorar algunos parajes ignotos del pueblo después de salir de las aulas de la primaria. Nuestro caro objetivo: bañarnos como pequeños adanes en las aguas lechosas de una sascabera, bautizada por los orines de Budín como el "piscicharco". Las cálidas lluvias de agosto han llenado las barrigas de las sascaberas que se encuentran detrás de la Quebradora, un animal prehistórico de fierros viejos que no se cansa de masticar piedras gordas y tirar pedos empolvados que dejan albinos a sus obreros, destrozándoles a la larga el respiro de sus pulmones.
El plan ya está trazado, pactado con antelación, pero desde hace una semana lo hemos venido posponiendo porque al Budín le dolía la barriga el lunes, Mono puso objeciones de conciencia a la lluvia del martes, Chobi consideró que el miércoles era un día pendejo para explorar y bucear, Chupón que es imposible el jueves porque ese día ayuda a su abuelo, Tabito, a hacer barquillas y a cocinar los cocoyoles que le compramos a Tabito los sábados después de la doctrina. El viernes, detrás del salón de quinto, y ya con ningún puto profe a la vista, cuando todos se encontraban en la mejor disposición de conocer el mundo que queda brincando nomás la barda posterior de la escuela, pensé que ya era hora de que yo también me negara. Si se trata de ir a tirar pájaros o retar con partidos de fútbol a los de la Pino- que así se llama la escuela por la tarde-, soy el único que no tiene el más puto pretexto, y tal vez por eso fue que el Budín y el Mono hicieron una alharaca por mi inopinada negativa. Me dijeron que qué “pelaná” les había salido, y el Mono de inmediato me retó a que nos rajáramos la madre. Chupón empezó a chupar con fruición el dedo gordo de su mano derecha, señal inequívoca de que se cagaba de nervioso. Budín nos azuzaba a partírnoslas como verdaderos hombres, y por un momento creí verle una cola blanca saliéndole por el culo y su cara transformada en zorra blanca riendo como carroñera. Chobi, prudente, se alejó dos metros y se dedicó a tirar pajaritos con su tirahule. Le dije al Mono que si me madreara, iríamos; pero que si yo lo venciera, mi decisión sería que fuéramos el lunes y que posteriormente se madrease al Budín. Aceptó el trato dando brinquitos efusivos de calentamiento, pero Budín, por el contrario, empezó a chillar como niñita alegando que el trato era macabro. Chupón, sin dejar de succionarse el dedo, empezó a burlarse de él, diciendo: “¡Lelo lelo, candilero, pendejero!”.
El Mono es un enano para mí, pero sus fuertes piernas y su temible rapidez son un factor que juega en mi contra. Empezamos la pelea al grito de Chobi berreando como loco porque le había pegado a una torcaza. Como supuse, el Mono se fue directo como un bulldog a mis flacas piernas. Agachado y agarrado a ellas, intentaba cargarme. Soportando dos putazos que le había propinado en sus carrillos mongólicos, al fin logró que yo mordiera el polvo. Budín se rascaba el culo, su cola ya le había desaparecido, y veía callado y con detenimiento la evolución del combate. El Mono pegaba con furia mis costillas y mi cara; yo, en el suelo, buscaba como un gusano en celo el hueco idóneo para zafarme. Logré mí cometido por pura chiripa: el mono puñeteó la tierra y de inmediato se puso a sobar su mano derecha. Empujándolo con mis piernas, me levanté del suelo y comprobé que ya no sentía dolor, pues la adrenalina irrigaba las venas de mi cuerpo. Le di tiempo al Mono para levantarse, y cuando intentó por segunda vez tumbarme, lo levanté por los pelos de la cabeza y lo puse exacto donde lo quería: su barriga casi besaba el hueso de mi rodilla izquierda. Cinco rodillazos fueron suficientes para que al Mono le salieran lagrimitas en sus ojos achinados. Chupón estaba eufórico. Cuando se percató que Budín se había deschanclado y ya ponía esquinas de por medio, escupió a la tierra la saliva que le había vampirizado a su dedo gordo, y con sus pantalones tipo Cantinflas, corrió tras el fugado como un caballo blanco relinchando mentadas que espantaron a los pájaros de la mira acerada de Chobi. Lo trajo en un santiamén, y el Mono, sin considerar los pataleos y los lloriqueos de Budín, desquitó con él su coraje dándole una tunda rápida pero demoledora.
Estamos en tierras desconocidas. Observo chozas de bajareque, pocas y raras de mampostería. Las crestas rojas de una buganvilla reptan una albarrada. Hace un lunes soleado y entre nosotros reina una camaradería agrandada por los puños del Mono que todavía siento en mis costillas. Budín anda platique y platique al Mono acerca de unas estampitas que ganó el sábado a unos chamacos del primer año de doctrina, pero que por culpa de uno de ellos, que empezó a chechonear al verse desbancado, la catequista se dio cuenta de lo que sucedía y le expropió el botín, indicándole que se iría al infierno si seguía con esos juegos del diablo. Chobi y Chupón habían entrado a un terreno solitario lleno de matas de cítricos, y ahora brincaban la albarrada con un cargamento en sus mochilas de naranjas y mandarinas. Budín y el Mono se fueron hacia ellos como aves de rapiña, y yo no tuve de otra que hacer otra rapiñada, aunque a mí no me gusten las naranjas ni las mandarinas. Tragadas con todo y bagazo, de ellas no quedaba más que la cáscara que el Mono había pelado con la suiza de su hermano el scout, y ahora retomábamos la marcha. Dos esquinas después de caminata, nuestros ojos se dilataron de contento, pues al fin veíamos, sin la preocupación de tiburones y cocodrilos, la albura chiclosa del ansiado piscicharco.
“Puto el que llegue al último”, dije cuando ya tenía lejos de mí a los otros cuatro, que ahora corrían con furia para alcanzarme. Chupón fue el último en llegar, y todos en coro le señalamos su nueva condición putesca. Yo tiré mi mochila en unas piedras grandes para que no se mojaran los libros, y comencé a desvestirme. Pero al quitarme los calcetines, recordé la herida que me había causado dos semanas antes por robar unos mangos brincando una barda coronada de rajas de botellas. Ahí estaba, traicionera y maldita, esa pinche herida suturada con siete puntadas y bañada con el violeta que mi madre me pone todas las mañanas antes de ir a la escuela.
Les dije a los demás -que ya se habían metido-, que se bañaran, que yo desde encima de este promontorio les cuidaría las mochilas. Me dijeron que no sea maricón y que me metiera al agua, que estaba fresca y que se podía observar cómo los gusarapitos entraban rebonito por las narices. Budín, desnudo y bailando encima de una piedra que se encontraba en medio de las aguas de la sascabera, se tiró un clavado de panzazo, que hizo que Chobis y el Chupón se llevaran la mano al pecho para burlarse de él simulando retortijones de dolor. El Mono nadaba de perrito persiguiendo a una rana, de vez en vez escupía chorritos de agua. Esto último me hizo imaginar la existencia de un tren humano subacuático.

Chupón, rollizo tirando a gordo, salió del piscicharco como un blanco manatí en busca de aire. Una trusa blanca con figuras del Chapulín Colorado, se le bajaba a cada instante. Vino a mi lado y me preguntó que por qué no me metía. Le señalé la herida. Me dijo que eso no era ningún inconveniente para que me metiera. Le dije que se destiñería el violeta; se rió, je-je, y dijo que tampoco eso era inconveniente. “Mi jefa, pendejo, se daría cuenta de que me he bañado”. “Sigue no habiendo inconveniente; te bañas, se destinta, te secas, nos vamos, llegamos con Bolas, le prestamos el violeta con el que cura la herida de los cochinos que capa, le rocías un poco a tu cortada y ya está, no hay pierde”. Esa explicación fue suficiente para que dijera por segunda vez: “Puto el que llegue al último”.
Ya de regreso, bien bañados y blanqueados por el agua de la sascabera, la tierra, antes ignota y enigmática, nos pareció aburrida y triste. A mí ya me chillaban las tripas, y mi jefa no creería que me fui a hacer tarea en casa de Chupón si le pidiera el almuerzo, pues doña Cha, por ayudar al cabezón de su hijo con las matemáticas, siempre me invita de sus empanadas que vende en la secundaria, saciando mi ambrosia con ellas.
Bolas estaba en la puerta de su largo terreno, esperando el momento para ir a matar sus cochinos al rastro de las afueras del pueblo. Era un típico carnicero rechoncho que mataba dos cerdos casi todos los días. Chupón dice que le ayuda a freír la chicharra, pero eso no es cierto. Los sábados y domingos está en el puesto de Bolas solamente por gorrión.

El extremo fantasma

Bais es un tránsfuga del pensamiento matemático que a la temprana edad de 23 años fue forzado a dejar la única pasión que lo orillaba a explotar sus recios pulmones con gritos de alegría enajenante o carajos de molestia deicida: el futbol. Un caníbal defensa –de esos que tal parece que por tacos llevan puestos hachas afiladas- lo barrió por detrás y lo hizo caer a la grava del llano de la Sarabia donde se efectúan los partidos de futbol en la Villa. Milésimas de tiempo antes del instante de ser inexorablemente atraído por la gravitación terrestre, Bais previó que se le iba a desclavar el platino que lleva en el brazo izquierdo -producto de otro encuentro con un distinto caníbal y huella de sus legendarias batallas futboleras- si amortiguase la caída con él. Decidió su destino al poner la derecha. Error gravísimo: por salvar la siniestra a Bais se le quebró la mojigata, y a muchos de los aficionados al futbol local no tuvimos de otra que resignarnos con el retiro forzoso del Extremo fantasma.
El futbol, como el amor, es pura imaginación, es una poesía que se escribe con los tacos en la tierra y con el pálpito del gol en la cabeza de la hinchada y la de los jugadores. Cuando corre el balón, 22 hombres –el árbitro es un accidente- entran a un tiempo mítico: recrean el origen del hombre, y si se es un argentino, la epifanía se concretiza y la mano de Dios hace vacuas las pruebas tomistas de su existencia. Se ha dicho que el juego es la naturaleza del hombre, y se ha dicho también que el futbol es la religión del hombre: Bais fue uno de sus heresiarcas en la Villa.
Su técnica futbolera, aunque era evidente de deconstruir a ojos de los iniciados en los arcanos siniestros del futbol, tenía sus virtudes: Esperaba el pase preciso de Tatos o de otro medio, y mientras se encontraba en el compás de la espera, se rascaba la cabeza o buscaba plática con el defensa más cercano. Esta era su clásica rutina para afantasmarse y distender la concentración del rival. Pero una revirada instantánea y un quiebre en busca de un bombardeo inesperado desde la media hacia el balón que ya aterrizaba directo a sus tacos, hacían vana la carrerita sudorosa del defensa, pues Bais, con un poco de cancha y con la flexibilidad de su cuerpo sin libras de grasa, pegaba un desboque infernal con el balón engrampado a sus botines, dejando sembrados a cuanto defensa intentara frenarlo. Un potente cañón salido de su flaca pierna de posible bolerista, generalmente ponía la esférica al fondo interminable de las redes. Los Condor´s ganaron de nuevo, y el extremo fantasma se regodea en su gloria instantánea.
En el fútbol, como en el espectro social, también existe sus divisiones de clase. Confieso que dejé de irle al América influenciado tal vez por mis lecturas pequeño-marxistas. A Bais le vale madres esos remilgos ideológicos y es un convencido seguidor del equipo de la burguesía. Es de los pocos futbolistas de la Villa que jugó la mayoría de sus partidos con el equipo de su infancia: los Condor´s de la 28, y esto es digno de comentarse en un medio futbolero como el de la Villa donde se cambia fácilmente la chaqueta como novias casquiblandas. Sería impensable que Bais jugara con Pumas –equipo cuya memoria me es asquerosa-, con los mercenarios del cacofónico Barrio Pobre, o con los católicos de las Tres Cruces. Bais fue cóndor, morirá cóndor, y, para mi mala fortuna, seguirá siendo americanista a pesar de mis diatribas de clase.

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