sábado, 20 de marzo de 2010

¡No pasará!


No pasarán.
Amigos, camaradas,
que no roce la muerte en otros labios,
que otros árboles dulces no se sequen,
que otros tiernos latidos no se apaguen,
que no pasen, hermanos.
Octavio Paz



En lenguaje del "espíritu empresarial" insertado en la vida pública del país, se afirma que los derechos laborales son una rémora para la "competitividad", que la buena marcha de la (macro)economía no es posible con ellos, así como el saneamiento de las finanzas y la "modernización" del país, abierto a los nuevos mercados internacionales. Lo que no se dice, por vergüenza de los de Arriba para quitarse de una buena vez por todas la máscara del cinismo y enseñarnos su rostro explotador (la derecha yunquista en maridaje con Javier Lozano y el perro generalito de Los Pinos), es que en México, desde 1982 con el viraje turbio a las aguas del cálculo neoliberal, la explotación laboral, los pírricos salarios, las muchedumbres que emigran al Norte porque en su país se les cierra todas las posibilidades de vida digna, la muerte del campo y sus campesinos, la lenta y sistemática pulverización de las conquistas laborales ha sido la constante, junto con el hambre de los de Abajo. Burlas y más burlas al pueblo moribundo; burlas y más burlas al pueblo de a pie, eso es lo que significa la iniciativa yunquista, pontificia y patronal, que el PAN presentó ayer en San Lázaro para, supuestamente, general "competitividad", etc, pero que no dice que esta iniciativa, como apunta La Jornada: "Pretende dar mayores beneficios a los patrones, limitar el ejercicio del derecho de huelga, legalizar la práctica de la subcontratación (outsourcing) para no generar derechos laborales e imponer los denominados periodos de prueba". Además, la estabilidad laboral se ve sumamente mermada, cuando se propone suprimir el escalafón ciego "a efecto de privilegiar la productividad e incluir la multihabilidad obligatoria"; y por si esto no fuera poco, que dizque para "fortalecer la procuración e impartición de justicia laboral", se incluye el arbitraje obligatorio en los conflictos de huelga, se crean más requisitos para la tramitación de las demandas de titularidad del contracto colectivo de trabajo, así como nuevos requisitos para emplazar a huelga...
Malos tiempos son estos del oscurantismo militar-patronal en el poder, pero esta reformita yunquista de los canes de la derecha, mientras exista dignidad que defender, ¡No pasará!, ¿O no es así, AMLO?

viernes, 12 de marzo de 2010

¿Sistema autoritario o dictadura perfecta? Rescoldos del ogro filantrópico (priísta)


El sistema político mexicano que gobernó a México de 1929 a 2000, ha sido conceptualizado con variados términos que van desde la "dictadura perfecta" de Varguitas Llosa, hasta el sistema autoritario de ejercer el poder. Este úlitmo es el que más cautiva a los politólogos que diseccionan la naturaleza del ornitorrinco priísta. Linz lo definió como:

“...aquella forma de régimen político con pluralismo limitado y no responsable y con baja movilización política en la fase intermedia de mayor estabilidad y poder detentado por una pequeña elite dentro de límites muy claros. En estos regímenes el pluralismo se limita por normas jurídicas o de hecho, puede estar restringido a pequeños grupos políticos y extendido a un mayor número de grupos de interés. Los líderes son responsables, más que ante los ciudadanos, ante los grupos que los sostienen. Otro componente relevante del pluralismo limitado suele ser el partido único; asimismo, los gobernantes, salvo en ciertas coyunturas, procuran la desmovilización y la despolitización; la ideología suele ser poco articulada".


El poeta Octavio Paz, en su libro Postdata, valiéndose de las premisas establecidas por Weber, lo calificó como "dictadura burocrática" donde el nacionalismo revolucionario amasó, integró, cooptó y gestionó el disenso y la crítica (y, cuando no era posible, las guerras de baja intensidad hacían las veces de reingeniería social, silenciando a los revoltosos, los gavilleros), en sus afanes de "forjar la patria" monolítica y homogenea: la de la gran familia revolucionaria (la de la reducidísima familia revolucionaria) que, en la ficción mayor de la política surrealista, algunos creen, hoy todavía, que representaba los afanes revolucionarios de Villa y Zapata, es decir, de la mayoría silenciosa.
El gra historiador Enrique Krauze, en su libro "La presidencia imperial", nos da un retrato ameno de los usos y costumbres de este régimen malsano, estatólatra, centrista, patrimonialista, irracional y antidemocrático que, algunos -esos jóvenes imberbes que se creen las olas rojas de la civilidad- intentan construir e impulsar nuevamente para 2012. Los faltos de memoria tienen que saber lecciones cívicas de la historia, porque ésta, la historia, ni nos condena y aprisiona, pero si que nos advierte sobre la irracionalidad de aquel régimen de marras donde se acunaron y medraron los Nazar Haro, los Gutierrez Barrios, los Díaz Ordaz, los Echeverría, los asesinos de Charras, el puerco de Cervera Pacheco, el narcogobernador Villanueva Madrid, el neocon y vende soberanías Salinas de Gortari y cuanti más alimaña brotada de esas siglas que representan el horror por una parte, y la pobreza de las mayorías sirviendo como clientes electorares para apuntalar el stablisment, por el otro.
Por mi parte, al régimen que gobernó 71 años al país como un "ogro filantrópico" (daba dádivas a los menesterosos, y propinaba macanazos a los que no le creían su parte filantrópica), no lo considero ni sistema autoritario ni presidencia imperial: para mí fue, sin más ni más, una dictadura, y coincido con Vargas Llosa: la más perfecta de las dictaduras perfectas...

miércoles, 3 de marzo de 2010

La verdad y la justicia

Me considero un eterno perseguidor de “La Verdad y la Justicia”, y es por eso que hoy me he puesto triste. La causa se debe a que recibí la mala nueva de que la última vez que un conocido mío se topó con esas dos divinas garzas, malhumoradas, éstas le comentaron que ya estaban hartas y fastidiadas de mis constantes acosos y enroques amatorios: "Dile a ese güey que ya no queremos saber nada de él".

martes, 2 de marzo de 2010

Adios al poeta Carlos Montemayor


Poema "Adiós al poeta Tito Maniacco, de Udine (23 de enero de 2010)"

Por Carlos Montemayor


Dicen que el día de ayer mi amigo emprendió un largo viaje.

Sé que los poetas estamos acostumbrados a dilatadas travesías.

A veces las iniciamos desde nuestra mesa, desde la ventana, desde una página en blanco.

Nuestros largos viajes no son para descubrir o conquistar territorios; cuando logramos regresar, a menudo nos damos cuenta de que sólo pudimos comprender los territorios que son nuestros.

No lo hacemos tampoco porque deseemos estar en muchos lugares, salvo en ciertos sitios, en algunos instantes.

No podemos permanecer para siempre en la mujer que hemos amado, en el abrazo del sol y de las tierras que han sido también nuestra familia.

No podemos extender para siempre el brindis con los amigos fraternos y disertadores, que cantan y discuten hasta que despiertan el alba.

Tampoco viajamos para alcanzar el aliento de la poesía que nos guió:

sí para escuchar nuestro corazón, que no quiere entender.

Dicen que mi amigo ha emprendido un largo viaje.

Me imagino que se trata de una nueva jornada hacia la luz.

Una luz ahora lo recibe, lo comprende y le explica cómo somos.

Quizás, tras el túnel de luz que ha recorrido, lo recibe un aliento suave de aurora, acaso un velo gris de silencio, o tal vez un pequeño poblado que está de fiesta.

Me parece ver el pueblo en los valles de los Prealpes.

¿O será en lo alto de las cordilleras del Yang-Tsé?

¿En aquella cadena de montañas, las conocidas como las murallas de Chiang Tsun, donde termina pronto el verano y llegan los vientos fríos del norte, donde las águilas vuelan sobre las cumbres y su vuelo parece un dibujo, se asemeja a un pensamiento?

Quería regresar ahí, acaso.

O posiblemente estamos en la página en blanco de su viaje. Ahí levanta los brazos y nos llama, somos parte de esa fiesta que no termina, parte de ese largo viaje que a cada uno de nosotros nos sigue buscando, nos sigue recibiendo.

Lo distingo allá, a lo lejos.

Levanto la mano para saludarlo.

Pero sé que viaja entre nosotros.

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