martes, 30 de junio de 2009

¿Sigue volando el Cóndor?


Todavía el pasado 26 de junio, una nota de La jornada recogía premonitorios informes de Martín Almada, miembro del comité ejecutivo de la Asociación Americana de Juristas, y premio Nobel alternativo de la Paz 2002. El jurisconsulto señalaba, que en el marco de la Conferencia de Ejércitos Americanos (CEA), los ejércitos del continente, incluido el mexicano -que mal la hace de policía y que nos ha llevado, en tres años, a una considerable sangría y al disparo de la anárquica violencia-, han elaborado listas de “subversivos” y se las han intercambiado entre ellos, como una calca fiel de la “Operación Cóndor” de los años 70, un “pacto criminal” trabado por los gobiernos militares del cono sur de ese entonces (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay), para perseguir a sus bestias negras, es decir, todo lo que olía a rojo cubanófilo bolchevique guevariano opositor al régimen de los carniceros gorilas de ese negro periodo de la historia americana.
¡Es claro!, decía Almada: los ejércitos no gobiernan ahora, pero mantienen un alto poder como para sentir su presencia o, como lo que estamos viendo desde el domingo en Honduras, destrozar a culatazos y amagos del terrorismo de las balas, la democracia popular hondureña construida mediante la formalidad burguesa de las urnas (la única democracia que toleran los altos mandos de la oligarquía, son las democracias “no subversivas”, mismas que implican, la exclusión de los derechos sociales, políticos y económicos de los pueblos, la ruina de las transformaciones sociales a fondo, la pulverización de órdenes económicos más humanos y distintos a los abstractos modelitos importados por la Democracia Corporation S.A, made in PENTAGONO).
Almada, en el marco del foro La internacionalización de la represión, señalaba que con este pacto de cooperación represiva, “orquestado y mantenido por el Pentágono”, sólo se hace evidente que “EL CÓNDOR SIGUE VOLANDO Y AHORA LO HACE DE LA MANO DE LA CEA”. Advertía también que nos encontrábamos, los pueblos americanos que, en su mayoría, como un efecto dominó desde que cayera la primera ficha de la oligarquía en Caracas, con las quiebras inenarrables del neoliberalismo en la región, han decidido por la vía de la izquierda (y esto como efecto de la pauperización creciente de muchedumbres hambrientas, privatizaciones que llevan a guerras civiles como la guerra del Agua en Bolivia, migraciones de pueblos enteros, desarticulación del tejido social estatal como sucede en Centroamérica con el fenómeno de las Maras salvatruchas, migraciones de hambre de 20 millones de mexicanos hacia el Tío Sam, polución del narco, pudrición total de la clase política y la clase oligarca, fracturas insalvables de la democracia mexicana en 2006); nos encontrábamos, decía el nobel alternativo, “EN LA ANTESALA DE LA OPERACIÓN CÓNDOR II”.
La prospectiva de Almada, en menos de 24 horas, se convertía, en la madrugada del domingo del día siguiente, en una certeza temible para muchos: pues en una primera lectura de la situación, Honduras significaba el regreso de los gorilas, esas mascotas fratricidas de las más rupestres de las derechas rupestres del mundo (y las derechas centroamericanas, mexicanas y sudamericanas son las peores del mundo, por asesinas y comprometidas con los intereses de Washington), cuando el presidente Constitucional de ese país, Manuel Zelaya, escorado a la izquierda, fuera defenestrado –pero no destituido porque, en técnica constitucional, él sigue siendo el presidente para los ojos del mundo- por un regimiento de 200 militares teledirigidos por la cúpula de las Fuerzas Armadas de ese país subsumido en la más atroz miseria por, y cito al presidente Zelaya –reconocido así por todo el espectro ideológico de la Comunidad Internacional-, “una élite muy voraz, una élite que lo único que está deseando es mantener al país aislado y con un extremo de pobreza”.
Hoy es Honduras; mañana, tal vez, Nicaragua; la otra semana Evo y “sus indios” según designación de los racistas de Santa Cruz; para el otro domingo Ecuador y su valiente presidente. ¿Permitirán los nueve miembros del Alba, el teniente coronel Chávez Frías, tanto sistemático atropello a la voluntad popular de un pueblo digno que desde el día de ayer, volcado a las calles de Tegucigalpa, clama por el restablecimiento del orden constitucional y se enfrenta desarmado a tanques y tanquetas, y que no ceja por el regreso irrestricto de su legítimo presidente? Y cuando pregunto si permitirán los miembros del Alba tanta cínica canallada de los derechistas de mierda, no me estoy refiriendo a una intervención armada, violatoria de la autodeterminación de los pueblos como la que acostumbra efectuar estados canallas como Estados Unidos o la Colombia fascista de Uribe, sino a planes diplomáticos, políticos, económicos, mediáticos, para presionar al gobierno del usurpador pelele Micheletti a dimitir.
Los del Alba, correctamente, no han perdido el valioso momento. Hoy, a cuatro columnas, leo con beneplácito en los portales de internet las primeras maniobras de todos los países de Latinoamérica y el Caribe, que han cerrado filas en torno al presidente constitucional Zelaya. Reunidos en Managua expresamente para analizar la situación hondureña, los miembros del Alba, del Sistema de la Integración Centroamercana (SICA) y los del Grupo del Río, pretenden aislar mediante tres vías (política, diplomática y comercial) al gobierno de facto de la oligarquía, para la restitución inmediata al poder de Zelaya para el jueves próximo, fecha en que regresará, junto con Insulza, de su exilio forzado.
Nuevamente, el teniente coronel Hugo Chávez Frías, ha dado la nota, a un tiempo certera y temeraria. Valiéndose de un artículo de la constitución hondureña, que habilita a la insurrección popular en caso de que el pueblo se enfrente a un gobierno usurpador como es el a ojos vistas el actual que preside Micheletti, ese monigote de la oligarquía hondureña, Chávez, ex golpista en 1992 que encausó sus ímpetus sociales por la vía de las urnas, sentó jurisprudencia ayer en Managua: “Le decimos –decía Chávez- a los golpistas de Honduras que estamos listos para apoyar la rebelión del pueblo de Honduras…y eso no va a ser en palabras…nadie debe obediencia a un gobierno usurpador. El pueblo tiene derecho a recurrir a la insurrección en defensa del orden constitucional. Pues nosotros estamos puestos a apoyar la insurrección del pueblo de Honduras”. No va a ser sólo en palabras, dijo el teniente coronel.
Lo que sí es claro, es que, como dice Andrade Jardí, con el execrable golpe a la democracia hondureña efectuada por la oligarquía derechista mediante interpósita persona, es decir, por medio de una pandilla de legisladores y simios uniformados, una vez más, “los siempre ‘democráticos’ derechistas latinoamericanos hacen gala del repudio que sienten por la voluntad popular”. No hay derecha, escribía Jardí, que soporte la democracia electoral (lo vimos en México en el año 2006 con el mega pucherazo de proporciones hercúleas) cuando los resultados le son adversos. Por el serval temor a perder sus feudos estados encomiendas, las maniobras de las pútridas oligarquías –en asqueante contubernio con intereses españoles y gringos-, para detener, o tratar de detener, las oleadas de cambios sociales que cunden en Latinoamérica, son cientos:

“…baste el acosamiento al Evo Morales y sus ‘indios’ que, bajo las reglas impuestas por la burguesía, eligieron cambiar su realidad, lo que la derecha, financiada por la CIA, se ha ocupado de minar minuto a minuto, o los constantes golpes (literalmente hablando) contra Hugo Chávez electo y refrendado otra vez, o la historia de Nicaragua y la contrarrevolución por tantos años promovida por la CIA y las oligarquías corruptas del continente. EL GOLPE EN HONDURAS NO ES UN HECHO AISLADO, ES, POSIBLEMENTE, EL LABORATORIO DE LO QUE LOS DEMÓCRATAS CRISTIANOS Y LOS FASCISTAS LATINOAMERICANOS, CON DINERO DE LA MONÁRQUICA DERECHA ESPAÑOLA Y EL IMPERIO YANQUI, AUGURAN PARA EL CONTINENTE…”

Nosotros, los de abajo, los que hemos llevado a los Chávez, a los Evos, a los Correas y a Zelayas al poder, les decimos, y que se oiga fuerte, a esos fascistas malinches y a esas coronas y a todos los imperios del mundo: ¡No pasarán!

¡No pasarán en Honduras!
¡No pasarán en Bolivia!
¡No pasarán en Miraflores!
¡No pasarán en Nuestra digna, rebelde y bella América!

Fuentes:

Ricardo Andrade Jardí, “Nunca más la imposición”, en Por Esto!, 29 de junio de 2009.
Carolina Gómez Mena, “Advierten en foro sobre nueva ola represiva contra subversivos de AL”, en La Jornada, sábado 27 de junio de 2009.

lunes, 29 de junio de 2009

¿Significa Honduras el regreso de los Gorilas bananeros?


El embajador hondureño ante la OEA, Carlos Sosa, nos aclaró los flacos argumentos que la oligarquía de su país ha barajeado para posicionar al usurpador Roberto Michelitti en el poder, y así, por medio del terno de este “civil” de la derecha, que no la charretera de un militar del hampa (pero de sobra teledirigido el terno por la oligarquía mafiosa, fascistoide, de Honduras), justificar la abyecta asonada, el furibundo golpe de estado con que los canes de los potentados hondureños, los deleznables milicos, a punta de cañonazos, secuestros –al menos ocho ministros, incluida Patricia Rodas, ministra de Relaciones de Zelaya, y Zelaya mismo, sacado con fusiles en pecho y cabeza de su casa particular por un regimiento completo de 200 traidores a la patria hondureña-, y el consabido montaje de la supuesta dimisión del Ejecutivo, se han encargado de abismar, desde el momento mismo en que sucedieran los hechos al filo de las cinco de la mañana del domingo 28 de junio pasado, al caos de la vieja estirpe gorilesca latinoamericana, el orden constitucional hondureño, más el cuarto de siglo de la democracia en ese país centroamericano. El golpe se produce entre “engañados y malvados, sin perjuicio de que hay algunos que combinan las dos cosas”, acotaba Sosa.
Es decir, los primeros se comen el chorizo falaz de que Zelaya, en la víspera de ese negro domingo, día en que convocaría al pueblo hondureño a acudir, en un acto no vinculatorio –y subrayo el no vinculatorio-, a las urnas a externar su opinión sobre una posible reforma constitucional que permitiría a Zelaya –en el poder desde enero de 2006- un segundo mandato para profundizar, en sus planes sociales, el combate a la pobreza estructural, los trabajos con el ALBA, la organización sindical y campesina, buscaba, con ese plebiscito, únicamente perpetuarse en el poder.
Los segundos, es decir la élite escupidora del soberano hondureño que llevó al poder a Zelaya, y cuya punta del iceberg son el “liberal” derechista Micheliti, la Corte de ese país, buena parte de su Congreso domesticado y en contubernio criminal con la clase oligarca hondureña, quienes montaron el sainete de la dimisión de Zelaya con el fin de que, según Sosa, “prevalezcan los mismos intereses de los poderosos de siempre” y evitar, con el golpe, “que el pueblo se exprese o que exista una democracia real”.
De Zelaya, miembro nominal del derechista Partido Liberal –al cual pertenece Micheletti-, con un enfoque marxista, podríamos decir que se trata de un completo “desclasado”, pues al llegar al poder sorprendió a propios y a extraños al posicionar sus acciones de gobierno netamente a babor izquierdista, teniendo “pecaminosos” acercamientos con Chávez, Evo, Correa, además de trabajar para sanear el pudridero administrativo en la nación hondureña.
Y uno se pregunta, ¿cuál fue el “delito social” que tuvo la impertinencia de llevar a cabo Zelaya, para azuzar a los perros de la derecha a sacar del cuarto criógeno de los setenta y ochenta a sus gorilas hambrientos de mascarse repúblicas bananeras? James Petras, intelectual estadounidense antiestadounidense, señaló para la emisora de Los Ángeles, Radio Pacífica KPFK 90.7 FM, que Zelaya hizo dos cosas que exacerbaron a la derecha: “permitió la organización sindical y campesina sin reprimirlos para que puedan reivindicar sus necesidades, y aprovechando la coyuntura favorable, se unió al Alba para recibir ayuda económica y concesiones petroleras. Por esa razón, Washington lanzó el golpe junto a los militares”.
El fantasma de las intervenciones yanquis en América Latina (escorada a la izquierda desde que Chávez llegara a Miraflores), no obstante Obama, corre por nuestras “sufridas Américas”, se empantana en los artículos de opinión, pone en focos rojos al Chavismo, causa, en fin, resquemor y aprensión en nuestra región centroamericana desde ayer domingo. Centroamérica sabe de sobra que es eso, lo que es batallar con Contras y Rangers, con CIAS y compañías traidoras, además de oligarquías enfermas de poder. Por eso Petras no se anda con medias tintas, y acusó a Obama de enseñar al mundo, por vez segunda, su nueva política exterior: primero en el caso Irán, y ahora en Honduras: “Detrás de los militares está el gobierno de Obama a partir de la CIA y oficiales del Pentágono, que son los principales asesores de quienes lanzaron el golpe…”.
Lo cierto es que, mientras que desde el aeropuerto de San José, Zelaya, en pijama y sin calcetines, llamaba a los militares a respetar la vida de sus familiares, y negaba su renuncia al cargo, la Comunidad Internacional, la ONU, Human Rights Watch -quien instó desde el domingo a la OEA a actuar rápidamente para restablecer el orden democrático en Honduras-, los organismos regionales y continentales de Derechos Humanos, la OEA –su secretario general, el chileno José Manuel Insulza, condenó “severamente” el golpe, y concibió la situación como “extremadamente grave”-, la secretaria de estado yanqui y el presidente Obama –tímida la primera en sus declaraciones, según Chávez, y que, para Carlos Sosa, las declaraciones del presidente yanqui significaban el debut de Estados Unidos como país no injerencista-, una parca nota diplomática de la cancillería del gobierno de Fecal dada ocho horas después de saberse la atrocidad de los gorilas teledirigidos por la oligarquía, la mayoría de los países centroamericanos y caribeños, las reflexiones del compañero Fidel (“Con ese alto mando golpista no se puede negociar”, señaló Castro, quien exigía sus renuncias y que otros oficiales más jóvenes y no comprometidos con la oligarquía ocupen el mando militar), la guapa presidenta argentina (Fernández de Kirchner señaló que el secuestro del presidente constitucional efectuado por las fuerzas armadas, es “un hecho que nos remonta a la peor barbarie de la historia de América Latina”), y los nueve miembros del ALBA encabezados por el presidente de Venezuela, Hugo Chávez Frías, condenaron el golpe de estado contra Zelaya.
Chávez tal vez ha sido el que se ha llevado los vítores de los defensores del orden constitucional en Honduras. En una genialidad verbal trabada al calor de los acontecimientos que lo transportaron en el tiempo de cuando él mismo sorteara el golpe de estado de la oligarquía venezolana en su contra, que lo derrocó por 48 horas, diagnosticó la situación hondureña de la siguiente manera: “Es una batalla continental entre las fuerzas retrógradas y las fuerzas del alba, y no me refiero exactamente a la Alianza Bolivariana, sino a los países que representan el amanecer”. Y ese amanecer, para Honduras, esa arbolada hondureña hacia el camino de la justicia social, que hizo que trocara la visión ex derechista de Zelaya, para afianzarlo al lado de los intereses de la inmensa mayoría de los Sin Nada de sus conciudadanos, espantó a las reducidas, pero efectivas, fuerzas retrógradas hondureñas.
Por de pronto, en un clima tenso de toque de queda para los próximos dos días ordenadas por el gobierno bastardo de Micheletti, haciendo eco al llamado de Zelaya a la desobediencia civil pacífica, las manifestaciones callejeras del pueblo digno de Honduras reclaman la restitución inmediata de “Mel”, y mujeres valientes se enfrentan desarmadas a los regimientos armados de traidores, y sectores sociales y sindicales reforzados bajo el gobierno de Zelaya, han convocado a paralizar a todo el país, en una huelga general en rechazo palmario del usurpador en funciones, exigiendo el regreso de su presidente legítimo. Por de pronto, Chávez, velando armas desde Miraflores, ha indicado que el golpe a Zelaya “lo vamos a quebrar desde dentro y desde afuera, el mundo lo va a ver, independiente de las fuerzas militares que tengan”, subrayando, además, de que si el embajador venezolano en Honduras es atacado, su Ejército intervendrá….Esperemos que no. Por de pronto, las últimas notas de prensa en internet (dar click aquí), señalan que hoy lunes, segundo día del interregno golpista, tropas del Ejército de los gorilas apostados en la Casa presidencial bajo su resguardo, y zelayistas, se han enfrentado y protagonizado una serie de disturbios. Por de pronto, la frase de Zelaya sobre el tiempo de vida de los gorilas golpistas, nos fuerza a no quitar los ojos del reloj: “Si Estados Unidos no está detrás de este golpe, estos golpistas no podrán mantenerse ni 48 horas en el poder”. A las cinco de la mañana del martes 30 de junio se cumple ese plazo. A esa hora tendremos una respuesta cabal al título de esta nota desbalagada.

Amparo Ochoa: la voz de los pueblos de América…


Una vez, el cantautor Gabino Palomares, al preguntarle sobre el “desfasamiento” de la Nueva Canción, corriente literaria musical post 68 que él mismo, junto con la sinaloense Amparo Ochoa (1946-1994) y otros como Óscar Chávez, fueron estandartes y caminos, señaló que se encontraba gustoso de que sus canciones pasaran de moda: “es lo que más deseo, porque entonces querría decir que la problemática de la que yo hablo ha sido resuelta... pero son vigentes. Los problemas sociales y políticos de los que yo hablo no han sido superados. La vigencia ocurre muy a mi pesar y quisiera hacer canciones de otros problemas".
Las letras de Palomares, en voz de la divina Ochoa, no pudieron haber sido otras: letras de protesta, de amor, de esperanza, de incordio y no indiferencia ante la brutal injusticia de las condiciones sociales, políticas, económicas, que excluyen de los mínimos al grueso de la población mexicana.
Puede haber caído el “socialismo real”, superados todos los metarrelatos marxistas o “nacionalistas”, concluida la fase de la vía armada, pero lo que no ha sido superado, lo inamovible, incrustado en la equis de la frente de los grupos hegemónicos del país (Alto Clero, Altos funcionarios, Altos empresarios), hoy más que nunca, es La Maldición de Malinche. Seguimos viviendo esa infausta herencia de la puta de Cortés, recibiendo (me excluyo, y excluyo la memoria de esa enorme sinaloense) con grandes honores y los brazos y las piernas abiertas al extranjero, brindándole, regalándole la poca riqueza con la que contamos, y despreciando al indio que llega “cansado de andar la sierra” o cansado de emboscarse en la guerrilla, o cansado de construirle sus Palace a los barbados del norte.
Las letras de Palomares, no pudieron tener mejor sonido, que en las cuerdas vocales de la antigua profesora de primaria, Amparo Ochoa, nacida en el ingenio azucarero de Costa Rica, Sinaloa.
25 años tuvo la suerte el pueblo de que Amparo le cantara con una entereza inquebrantable. Sus ideales de solidaridad, de amor responsable por las luchas de los pueblos latinoamericanos, la llevaron, gustosa, de pueblo en pueblo, de trinchera revolucionaria en trinchera revolucionaria, de plaza en plaza, para dejar en cada lugar su testimonio de lucha, en busca de un mundo más justo, avivando con su irrepetible voz la conciencia de los hombres y mujeres para no deponer la dignidad y a ondear la bandera libertaria, la bandera de Nuestra América.
De ella, Elena Poniatowska se refería de esta manera: “Al igual que otros toman su fusil, Amparo Ochoa va con su voz anunciando la buena nueva, pregonando el día de la liberación, el día en que nadie sea esclavo y que a ningún niño le falte su cometa”.
Allá en Sinaloa, a Amparo (amparo su voz de los desposeídos, de los vilipendiados, de los perseguidos, de los muertos en el anonimato de las represiones de los gorilas de los 70, ochenta), sus familiares la habían bautizado como “Vida”, y ese apelativo, trascendió de mero mote para convertirse en sino y signo combativo para muchedumbres completas que la escucharon.
No le interesaba ni la fama ni el dinero ni los valores comerciales: ¡jamás pudo ser una Lucha Villa del montón, ni menos una Lila Downs “multicultural” salida de la globalización imperial! No fue el folklor, ni la folkloraridad del campo: Fue eso y más, trascendió la Nueva canción, los esquemas campiranos y el recuerdo en corridos de Villa, Zapata, la revolución traicionada. La letra de la canción “Como tu” –poema de León Felipe-, salida de los labios de Ochoa, presagian la nueva utopía que aún no llega, la esperanza por la justicia, el silencio estruendoso del “guijarro humilde”.
Iba de un tono a otro, cruzaba con sus cantos todos los registros del alma humana: la tristeza, el amor, la esperanza, la rebeldía, el desamor, la alegría, la pasión, Ochoa supo brindarnos, en su multiverso de voces, un perfil acabado de la condición humana.
Cuando Gabino Palomares compuso en 1972 las letras de la canción “La maldición de Malinche” (dar clic aquí y aquí para ver dos videos), tal vez no pensaba que esas letras no podían ser entonadas sino por Ochoa. Pero la canción era de ella. De mujer a mujer, Ochoa traspuso 500 años de ignominia y sufrimiento indígena, para preguntarle a la puta de los conquistadores, lo siguiente: “Oh, Maldición de Malinche, / enfermedad del presente/ ¿Cuándo dejarás mi tierra/ cuando harás libre a mi gente?”. En pleno siglo XXI, citando la letra de Palomares, la lujuria entreguista de Malinche sigue presente, más hipócrita y cínica que nunca, pues:

“Se nos quedó el maleficio
de brindar al extranjero
nuestra fe, nuestra cultura,
nuestro pan, nuestro dinero.

Y les seguimos cambiando
oro por cuentas de vidrio
y damos nuestra riqueza
por sus espejos con brillo.

Hoy en pleno siglo XX
nos siguen llegando rubios
y les abrimos la casa
y los llamamos amigos.

Pero si llega cansado
un indio de andar la sierra,
lo humillamos y lo vemos
como extraño por su tierra”.

Me pregunto, ¿dónde están esos cuantos para oponer la resistencia a tantos hijos de la Malinche, a tantos hijos –e hijas- de la chingada?

domingo, 28 de junio de 2009

Por un plebiscito y por querer combatir la pobreza, le dieron los milicos un artero golpe de Estado


A Manuel Zelaya, presidente constitucional de Honduras, furiosa esa derecha terrorífica porque el presidente defenestrado, de 56 años, en el otoño de su vida, cambió el cálculo egoísta por planes sociales, inexcusables para combatir la vergonzosa pobreza del país centroamericano, adoptando frontalmente programas similares a la Venezuela chavista, al del aymará presidente boliviano, Evo Morales, y al del mandatario ecuatoriano Rafael Correa. Milicos sin madre y con gangrena en sus homicidas cerebros, apuntalados por una sietemesina clase oligarca, defenestraron esta madrugada a Zelaya y, encañonado, lo forzaron a dejar la casa presidencial, tomar un avión militar rumbo a Costa Rica, para después poner a un hombre de paja en la presindencia -Roberto Micheliti, presidente del parlamento hondureño-, contiguo a los fuertes intereses comprometidos con la causa golpista. La nota de La jornada, fue clarísima a lo sucedido a Zelaya: Un artero golpe de Estado condenado, incluso, por la OEA y la comunidad internacional.
Con esta criminal lapidación a la democracia hondureña, comprobamos que la democracia es muy subjetiva en nuestros lares tiranos, con un largo historial de intervenciones yanquis, cacerolazos, pronunciamientos, defenestraciones de la esperanza popular, sobre todo, los latentes peligros para democracias "radicales" como la que Zelaya trabajaba en su hoy país subsumido en un interregno golpista, misma que no fue del visto bueno para milicos, burguesía pitiyanqui, alto clero e intereses del Imperio.



sábado, 27 de junio de 2009

No bastan 112 años de cárcel


Al no bastarle al Supremo Poder represor de la derecha en el poder (Peña Nieto y el execrable Fecal) el imponerle, mediante sus órganos que administran sus brutales injusticias a la dignidad de los pobladores de Atenco, 112 años de cárcel al luchador social, Ignacio del Valle, ahora la secretaría de Finanzas mexiquense, en cumplimiento de la sentecia del juez primero de Texcoco, embargará la humilde vivienda del líder preso del movimiento atenquense....Esta es la nota completa de La jornada:


Por Javier Salinas Cesáreo, corresponsal de La Jornada...


San Salvador Atenco, Méx., 26 de junio.-La Secretaría de Finanzas mexiquense, en cumplimiento de la sentencia del juez primero penal de Texcoco, embargará la vivienda del dirigente del movimiento atenquense, Ignacio del Valle Medina, pues una de sus sentencias de 45 años de cárcel incluye 157 mil pesos de multa como reparación del daño en el proceso por secuestro que se le instruye.
Leonel Rivero –abogado del líder del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT) sentenciado a 112 años de cárcel y actualmente preso en el penal de El Altiplano– consideró “insólito e ilegal” que el juez acordara ejecutar la sentencia cuando aún falta recurrir al juicio de amparo.
A su vez, unos 150 pobladores de Atenco se apostaron en la vivienda del dirigente, ubicada en el centro del poblado, para impedir que notificadores y ejecutores de la oficina del Centro de Servicios Fiscales de Texcoco realizaran el embargo programado para este viernes.
Con una cadena humana alrededor de la vivienda y un mitin encabezado por María Trinidad Ramírez –esposa de Ignacio del Valle–, los atenquenses esperaron al personal responsable del procedimiento pero no se hizo presente.
El jueves por la tarde un emisario dejó en la vivienda del dirigente un citatorio firmado por María Verónica Munguía Cruz, titular del Centro de Servicios Fiscales texcocano, con el requerimiento de pago y notificación de embargo dirigidos a Del Valle, instándolo a cubrir la multa este viernes.
El abogado Leonel Rivero explicó que Jorge Cervantes Juárez, juez primero penal con sede en el reclusorio Molino de Flores, de Texcoco, dictó a Del Valle una sentencia de 45 años de prisión el 21 de agosto de 2008 por el delito de secuestro equiparado, multándolo además con el equivalente a 2 mil 850 salarios mínimos por encabezar el movimiento atenquense durante la represión policial de 2006.
Fue el pasado 23 de marzo cuando el juez, de forma “ilegal e inaudita” acordó ejecutar la sentencia; “esto es, la consideró irrevocable por ya no proceder ningún recurso establecido en la ley, y giró un oficio a la Secretaría de Finanzas para que hiciera efectiva la multa”.
Según el defensor, al estar pendiente el juicio de amparo es improcedente la decisión del juez, porque “el proceso de ejecución y embargo hará incautar los bienes muebles e inmuebles de Ignacio del Valle y en algún momento sacarlos a remate, lo cual sería un hecho irreparable”.
El embargo pretende garantizar el pago de la multa de 130 mil 548 pesos más gastos de ejecución, para sumar 157 mil; y es ilegal pues el artículo 22 de la Ley de Amparo no da plazo para interponer juicio de garantías contra la sentencia, de modo que el juez no puede declarar una ejecutoria sin los recursos legales agotados.
“Es la primera vez que nos ocurre. Los jueces nunca decretan la ejecutoria hasta en tanto se resuelva el amparo. Nosotros vamos a promover un recurso de inconformidad contra la decisión administrativa de ejecución del embargo y la demanda de amparo indirecto contra la decisión del juez de tener por ejecutoriada la sentencia”, dijo el defensor.

sábado, 13 de junio de 2009

A propósito de un poema de Hernández: La infancia de los pobres del mundo.


¿Quién salvará a este chiquillo

menor que un grano de avena?

¿De dónde saldrá el martillo

verdugo de esta cadena?

Que salga del corazón

de los hombres jornaleros,

que antes de ser hombres son

y han sido niños yunteros.

Miguel Hernández

Dedicado a la memoria viva de los 49 inocentes de Sonora
En el poema El niño yuntero, el bardo de la resistencia socialista española, Miguel Hernández (1910-1942), retrataba la historia de pobrezas y desesperanzas de los niños españoles de principios del siglo XX, del modo siguiente: Cada nuevo día es/ más raíz, menos criatura, / que escucha bajo sus pies/ la voz de la sepultura. /
Yunteros, labradores, jornaleros infantes, las hondas diferencias sociales entre las clases de España (la estúpida aristocracia improductiva, el clero simoniaco, la empresa en formación, y Franco y sus cañones africanos por un lado; obreros, campesinos, Durruti, Pasionaria y la combativa poesía de las dos orillas del Atlántico por el otro), como consecuencia esperada, desembocaron en la Guerra Civil Española. Hernández, muerto de tuberculosis en una celda húmeda de la dictadura franquista, la Brigada Internacional, la Brigada Francisco Javier Mina (conformada por milicianos mexicanos, que dieron su vida por la libertad del pueblo español) y la república, sabemos esa historia de tristeza mayor, perdieron la guerra contra los fascistas franquistas apuntalados por los aviones y las homicidas metrallas de los nazis.
En la actualidad, podrido el Generalísimo asesino en su sempiterno mausoleo de mármol de Carrara, la historia de “hambrezas” y fatigas de El niño yuntero, ya recordada por Serrat al darle tonada y voz precisa al poema de Hernández, ha emigrado a otras geografías, a otras latitudes más morenas. Rectifico mi dicho. ¡No ha emigrado!, ha estado ahí desde luengos siglos: En la América indígena al día siguiente de los genocidios de esa España por la cual Durruti, la Pasionaria, Hernández y Las Casas combatieron; en la consumición y combustión de un continente entero como África cuando el expansionismo de los nuevos Imperios europeos y el expansionismo de las hambrunas, pandemias como el Sida y el ébola, asentaran sus reales de muerte sistemática; en los barrios y periferias de las megalópolis del mundo (círculos del infierno demográfico); en las Favelas de Río y Sao Paulo, en Milpa Alta y en la tercera Mérida (la de las comisarías y cascos de antiguas haciendas) del Yucatán profundo, donde tienen sus tinglados-dormitorios los individuos (mayas en su mayoría) que la hacen de albañiles, afanadores, choferes, jardineros y el servicio doméstico de la Mérida del primer mundo asentada en el norte-nordeste.
La historia de los niños acasillados en los repartimientos y encomiendas de indios, explotados en las haciendas y minas, la historia de esos yunteros amarrados con el yugo de la opresión social, los niños campesinos, los niños jornaleros, los niños obreros, los pequeños traga fuegos actuales, boleadores de zapatos, vendedores de cigarros y chicles, insertos en redes de explotación (y no por sus padres, explotados por igual por las capas pudientes y la estructura macro opresiva neoliberal), ha estado ahí, desde siempre, escrita esa historia con las pullas otorgadas por el hambre; contada y recontada esa historia desde ese tiempo inmemorial en que la injusticia entre las sociedades humanas se convirtiera, no para siempre, en el estigma rotulado por el Caín de un sistema caníbal y asesino. Sobre todo, de ese “sistema mundo” capitalista diseccionado ya por Wallerstein, donde los peces y los panes no se acostumbran a repartirse a partes iguales, tal y como nos enseñó a repartirlo el gran comunista y humanista nacido hace más de dos milenios, allá en la aldea de Belem.
Sobre este apunte de la infancia de los pobres del mundo, y con motivo del Día Mundial Contra el Trabajo Infantil, una nota de prensa de Notimex (11 de junio) recogía informes de Sara María Lara Flores, socióloga miembro de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), e investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM. Lara Flores indicaba la vaciedad del concepto “derechos humanos” para los infantes jornaleros mexicanos (¡que los hay!, ¡3 millones según los cálculos!, sobre todo, infantes jornaleros de origen indígena), condenados a vivir en abismales precariedades. Estos chavales de esta nación dislocada y lastrada por la obscenidad hercúlea de las desigualdades sociales, “carne de yugo”, nacidos “como la herramienta, a los golpes destinados”, carecen de acceso a la educación, a la salud y a los derechos básicos de los niños: “Trabajan de sol a sol desde los seis años, recogiendo calabazas y jitomates, y en el futuro serán jóvenes sin educación, que no sabrán leer ni escribir”, señalaba Lara Flores.
En un contexto histórico anubarrado, donde todas los marcos conceptuales construidos para investigar al campo mexicano (jurídicas, sociológicas, económicas, agrarias), indican sin disenso que a las élites gansteriles del Supremo Poder les vale una chingada el campo con sus campesinos –sus intelectuales orgánicos discurren sobre esa desruralización creciente, barbotean acerca de esa urbanización incesante, pero callan ante esa asimetría socioeconómica que conlleva esos dos brutales procesos, de ese peligro cultural de pérdida del continuum mesoamericano-, Lara Flores hacía el distingo necesario entre el trabajo de los niños jornaleros con los niños campesinos. Los niños jornaleros son aquellos que alquilan su trabajo para beneficio de otros, a diferencia de los niños campesinos que trabajan la propiedad de su familia, para beneficio de la misma. No obstante, refería también que las empresas agrícolas contratan a familias completas. Y me pregunto: ¿Tiempos neo porfiristas estos de la derecha en el poder, donde el inmoral entreguismo a las empresas nativas y extranjeras vuelve las obligaciones laborales en mancomunadas, familiares? Mano de obra barata y explotada, la de sus padres; mano de obra vilipendiada y explotada, la de ellos, esa niñez desbastada.
La ley –esa ley hecha a imagen y semejanza de los de arriba (Marx dixit)- permite el trabajo de 12 años para adelante. Es decir: el Estado normatiza, teoriza y condena a los Sin nada, a los sin tierra, a los sin derechos, a los “jodidos” de siempre e indios incivilizados a partírsela desde temprana edad, obviando insulsas educaciones, capital humano y otras chaladecez de los inconformes sociales. 12 años dice esa ley, pero la verdad es que se empieza a trabajar desde los seis. Me dirán, ¿pero cómo es que sus padres permiten que trabajen a tan temprana edad? El hambre, el horizonte acortado, angostado, la compleja estructuración social de clase, el racismo de ciertos sectores dirigentes, la abulia social de las derechas en el poder, la ideología del individualismo neoliberal (¡que poca madre!), la falta de equidad estatal, etcétera. En su poema citado, Hernández se preguntaba que “¿De dónde saldrá el martillo/ verdugo de esta cadena?”. De nosotros, del corazón y cerebro de los hombres y mujeres, jornaleros o no, que un día fuimos como ellos…

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